Regreso de la tumba blanca

La ducha estaba fría, no era para más, el agua que salía del grifo provenía de las nevadas montañas, que recorrían aquella cordillera a más de 5 mil metros sobre el nivel del mar.

Su cuerpo al entrar en contacto con ella se contrajo, e hizo que sus manos frotaran fuertemente la piel de su cuerpo, en un vano intento de entrar en calor, algo que era literalmente imposible mientras el grifo siguiera vertiendo aquella agua, que como mil piquetes de aguja chocaba sobre su cuerpo.

Como era de esperar, la ducha más que placentera era un prueba de fuego congelado, que día a día enfrentaba y a la cual sólo había sucumbido dos veces en los últimos seis meses, una de ellas debido a la alta fiebre que le había subido como reacción al piquete de unalacrán negro, que se había escondido en una de las mangas del saco de campaña y que al intentar colocárselo le clavó su aguijón dos veces seguidas.

Había sido tan fuerte el dolor producido por este aguijón que su grito se escuchó a varios metros a la redonda, no sólo por la fuerza del mismo sino por el silencio casi sepulcral que reina en estas altas montañas.

Su brazo se hinchó, sentía que su mano y sus dedos no respondían a los intentos de movimiento que hacía, el dolor era agudo el cual tuvo que soportar mitigándolo con analgésicos de primera elección ya que el clima no permitió el arribo del transporte para su evacuación.

Luego de salir de la ducha se arrimó a la hornilla del fogón de leña para entrar en calor y aprovechar para tomarse una taza de café o chocolate, lo importante es que estuviera caliente y le aportara calorías a su cuerpo casi congelado.

Este era quizás el momento de más expectativa entre los integrantes del grupo, que ante la monotonía de la permanencia allí estancados cuidando aquellas torres de comunicación, se divertían y apostaban quien salía más morado después de la ducha.

La disciplina militar los mantenía unidos, aquella tumba blanca como algunos llamaban la base, era la cima de una gigantesca roca, pelada por la fuerza del viento glaciar, pero a pocos metros del imponente glacial que les proveían agua dulce y helada como la muerte misma.

La misión era una sola, evitar que el enemigo se tomara por asalto aquella encumbrada base y derribaralas torres de comunicación, tarea que algunos consideraban sencilla, ya que decían que ni el mismo diablo llegaba a esas alturas.

Estar en las trincheras, leer un libro, jugar cartas, ajedrez, parqués o dominó eran las actividades cotidianas de aquellos niños convertidos en guerreros, en carne de cañón si se quiere, pero que con pundonor cumplían su misión.

Pero aquella mañana las cosas cambiarían para ellos, sin saberlo estaban pasando las últimas horas en aquella tumba blanca, que los había hecho sus prisioneros por más de ocho meses.

El sol se asomó entre la neblina que normalmente acompaña este sector y el cielo poco a poco se dejó ver, los jóvenes aprovecharon para exponer sus prendas al sol para beneficiarse de las pocas horas de calor y sacarles el frio.

Allí estaban como si estuvieran en la playa recostados o acostados sobre las rocas disfrutando del baño de sol cuando se escuchó un grito.

Rotor, Rotor (helicóptero) a las 11, como impulsados por un resorte se pusieron de pie y quienes no tenían su armamento consigo se lanzaron a las heladas trincherasy corrieron agachados hacia sus cambuches (espacio utilizado para dormir individual o grupal) y se apertrecharon en posición defensiva.

Otra voz gritó con potencia “otros tres rotores se acercan a las nueve”, en el rostro de aquellos muchachos se dibujó un gesto de extrañeza ya que en todo el tiempo que llevaban allí, nunca cuatro naves habían llegado de manera simultánea, una sola cada mes les llevaba los suministros, pero cuatro…. Nunca.

El radio operador desde la sala de comunicaciones, trataba de establecer contacto con las naves y con su unidad superior, ubicada a cientos de kilómetros de distancia, sin obtener respuesta.

Águila 4, Águila 4, se escuchó en los parlantes del radio operador – este es Mercader 1 nos acercamos a su posición, estamos a 8.5 millas náuticas y nuestra altitud es de 3000 pies.

Mercader 1, este es Águila 4 confirme clave alfa niño, respondió el radio operador

Cóndor blanco, Águila 4, – respondieron desde la aeronave –

Afirmativo Mercader, ¿trae usted tres canastos más??? – preguntó el radio operador –

Afirmativo Águila 4, envío en este momento el documento para conocimiento del proceder, – contestaron desde elhelicóptero –

Cuando el radio operador recibió el mensaje corrió hacía donde se encontraba su comandante y entregó a este un documento que contenía una sola frase. “Relevo para licenciamiento”.

Literalmente la noticia les cayó como baldado de agua fría, pues si bien sabían que estaban cerca de su licenciamiento, nunca les habían informado para que se alistaran.

Las aeronaves se posaron una a una en el estrecho helipuerto, de donde bajaron140 nuevos militares, otros nuevos reclutas que llegaban a asumir la responsabilidad de custodiar e incluso dar la vida por mantener a salvo aquellas instalaciones.

Rápidamente y con una precisión milimétrica cada uno de los puestos de centinela fueron remplazados y en ese instante, único instante en que el entrante y el saliente se cruzarían, se percibió el brillo de felicidad de quienes con el deber cumplido, iniciaban su vuelo de descenso de la blanca montaña para reencontrarse con sus seres amados, y la mirada del que llegaba y sabía que esa sería su helada morada pero no sabía por cuanto tiempo.

Hoy en Mercader 1, 2, 3 y 4, 140 hombres curtidos por el frio de la montaña, abandonan esta blanca e inmensa masa de hielo.

Ya en tierra, en la calidez del hogar, abrazadosy arropados por el calor de las familias, recuerdan que allí en esa tumba blanca, permanecen otros niños jugando a la guerra.

“Hacer parte de esta experiencia, de sentirnos muertos en vida en esa gran montaña, nos enseñó a valorar lo más valioso que tenemos, la familia y por ella iniciamos una nueva lucha, sacarlas adelante y trabajar por evitar los horrores de la guerra” fue parte del discurso de aquel puñado de niños que volvieron convertidos en hombres de la tumba blanca.

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