Es difícil describir la situación en que se encontraba Ágata, había pasado una noche en vela, esperando noticias de su amado; le parecía un sueño y no lograba acostumbrarse a esa palabra… su amado. Pasaron días fabulosos, jugando y danzando bajo el sol… Jamás imaginó que podía amar tanto un día soleado, quizá la idea de sentir un poco de calor ya no la asustaba como antes, aunque podría decirse que los días sentíanse frescos, aún. Después de todo la primavera nunca fue tan incómoda e insoportable para ella, aunque ver a muchos amantes felices y sonrientes le causaba cierta nostalgia, fingía una sonrisa para evitar las burlas y la compasión insufrible de otros que suponían lo infeliz que era una persona sin amor.
Cada paso que daba, en un trágico vaivén de pies, sentíase flotar; y la noche, silenciosa por momentos, quizá en los peores, despertaba faustos sentimientos, que parecían anunciar un mal final para lo que desde un comienzo se presentó ante ella como irreal y utópico.
El amor en su vida tuvo siempre una esporádica presencia, cuando creía haberlo encontrado desaparecía y dejaba un vacío… un enorme vacío, que a pesar de no verse, podía sentirse; a caso habría sido mejor verlo, porque el dolor era tan grande, que hubiese preferido morir en un instante. Las descripciones que se le dan a todo lo abstracto puede variar según quien lo perciba, y Ágata describía este agujero en el corazón como algo que consumía parte de su sangre, sentíase palidecer con el paso de los días, sus labios rosados padecían como alguien que caminaba sobre la nieve durante una tormenta. No era una artista y el dibujo no se encontraba en una de sus cualidades más representativas, sin embargo bien pudo haber hecho una obra de arte en ese momento; con los ojos cerrados veía miles de hilos negros al rededor de ella, los hilos se desintegraban y la persona que habitaba dentro de ella gritaba de dolor, estaba sufriendo sola, ni si quiera Ágata podía salvarla… ella también necesitaba ayuda. Así transcurrían sus primeras historias y encuentros con el amor.
¿Se sabe como inició la vida de Ágata, para que asustada rindiese su alma al cielo y creyérase muerta en más de una ocasión?
Es cierto que podríamos narrar de forma entretenida, liberando el drama que aún existe, pero quien escribe esta historia se encuentra indispuesta a describir parte de la vida inicial de Ágata, puesto que la existencia de errores pasados imperdonables, según ella, solo impedirá que el final llegue.
Lo siento, estimado lector, comprendo que no podría no importarte el dolor de alguien a quien a penas estás conociendo; podría apelar a la curiosidad ineludible existente en todas las personas, así podría ser sincera y decirte que yo también necesito contarte algo sobre mí… Perdón, sobre Ágata. El final puede esperar, aún es muy pronto para decidir como culminará la vida de una auténtica alma en pena, que hace poco descubrió lo mucho que anhela vivir para ayudar a otros, comprendiendo que su vida no estará marcada por el intenso amor que un extraño le dará, ella daría amor y haría feliz a otros. ¿Por qué? – El mundo necesita ayuda, muchas personas y seres indefensos están muriendo, lentamente, y su destino, si acaso puede llamársele así, está siendo cruel. Desde que nacieron fueron condenados y atados a un final inevitable, o eso se cree… Ágata tiene fuerza y un día viendo reír gente a su lado, las personas que un día creyó desconocidas y la causa de un sufrimiento, ahora vergonzoso, estaban ahí… oyéndola, y mientras todos discutían con calma, ella podía observar sus rostros, oír sus mentes. Todo fue perfecto, inesperado, con un final impredecible y colmado de abrazos que nunca olvidaría… eso fue vivir, y nunca planeó hacerlo de esa forma. Ahora sabe cuanto puede amar a esa pequeña y entrañable familia suya.
Lamento exceder mi historia, el interés por la historia inicial de Ágata es más importante y yo solo sigo desvariando. Dejadme tomar un poco de aire e iluminar esa parte de su vida, oculta y penosa en exceso.
Ágata no es una chica… ¿Común?- Lamento decepcionarlos, pero es bastante común, excepto por el desarrollo de cada etapa vivencial suya. Cada etapa ha estado marcada por complejos y lágrimas que, al recordarlas o leerlas en ese pequeño diario que posee, la han atormentado durante años, le han ocasionado crisis duras de superar; la llegada de una enfermedad, no mortal, pero que en más de una noche y día, la orillaba a desear que no fuese así; no podía matarla físicamente, el médico dijo que, a pesar de ser una gastritis severa, tenía cura; su cuerpo nunca murió, aunque cada vez su espíritu de lucha volvíase más débil, en ocasiones se adormecían las pocas emociones positivas que tenía. Aún quedan rezagos de ese época, y mientras, sentada, lee este cuento, su estomago se contrae y expande, generándole una pequeña ansiedad y preocupación.
Lo malo llega en conjunto, y no podía recriminarle nada a un ser especial o supremo, porque Ágata ya consideraba esa su época oscura, irremediablemente se culpaba de todo y nadie podía ayudarla a salir de aquel error, nadie debía saber lo que pasó ese día… solo con el pasar de los meses, luego de aperturar su nuevo diario con vivencias pasadas, que por un momento creyó que dejarían huellas profundas, diose cuenta de que la señal anhelada estaba ahí, no había rastro del pasado, todo seguiría en su mente si así lo deseaba, solo ella podía salir de esa atadura… Tal vez cada mes siguió sufriendo, en silencio, pretendiendo olvidar todo en un chasquido… «Si tan solo fuese tan fácil hacer lo que mi boca dice en un momento de euforia, ya estaría curada de todos mis males, mi final no tendría que alterarme, porque mis sueños se verían cumplidos con solo decir aquello que se vuelve imperativo entre mis dientes.»
Un día, algo lejano de la tragedia viral que afectaría diversos territorios del mundo, estaba pensativa, sus crisis de ansiedad y depresión seguían batallando contra un yo interno que rechazaba sus presencias, e incluso cuando lograban obtener una victoria, no dejaba que lo obligaran a rendirse, estaba aprendiendo a luchar… mas ese instante tenía un aspecto distinto, y perturbada por sus pensamientos decidió escribir lo que creyó que debía haber escrito hace mucho.
«¿Será muy tarde para llorar por aquello que hice y de lo cual me arrepiento profundamente? -Se preguntaba el corazón inquieto y angustiado de que el paso del error cometido se convirtiese en algo insignificante y sin ningún propósito futuro. Quizás el corazón tenía razón en sentir miedo; no había ni una lágrima que quisiera rendirse al sentimiento profundo y adolorido suyo. Recordaba aquellos acontecimientos con asco y odio, cada fibra de su cuerpo accedía a reproducir aquel repulsivo momento de la manera más real posible, y aunque siempre trataba de olvidar, la mente terminaba traicionando al corazón, entonces el dolor pasado entraba triunfante. Las escenas cada día parecían atormentarla más, era vomitivo pensar en un momento de amor convertido en algo tan repugnante como el paso de los errores en el alma, siempre luchando por olvidar aquellos a lo que la mente parece aferrarse. El error más grande volvía mi simple mundo en lágrimas forzadas por la presión de los ojos, con el propósito de conseguir un poco de calma al caer.»
Es de esperarse que el escrito terminase en un leve llanto, apretando los dientes para evitar ser oída por su madre, a la cual comenzaba a amar, muy a pesar de algunos defectos ligados a prejuicios que esta poseía, y que no quería ver preguntando por ayuda profesional. Solo necesitaba llorar, y ahí estaba… Solo ella podía infundirse de valor, pero esa noche no tenía la voluntad para frenar aquellos malos pensamientos que comenzaba evocar su memoria, y mientras ella rendía su espíritu al dolor, un yo interno, herido y agotado, preparábase para superar otra derrota.
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