En la actualidad la educación parece haberse democratizado, al menos en un grado mayor que en el pasado, pero es ingenuo pensar que se debe seguir este camino que hemos seguido hasta ahora, para seguir progresando al respecto ¿Por qué? Porque la educación ha caído en un vacío existencial. Aquella intención inicial de servir como fuente de conocimiento de nuestra existencia para cada uno de nosotros se ha ido vaciando con el tiempo, dejando un concepto hueco que ha sido llenado con la concepción utilitaria de la modernidad, haciendo que la educación sea solo un conjunto de datos que deben memorizarse en función de la utilidad que su aplicación y repetición tenga para el mercado. Sin ánimos de caer en los clichés de un discurso anticapitalista, aun así, debemos plantearnos ¿Qué es lo que ha fallado? ¿Qué nos ha desviado del camino? Antes de reducir todo echándole la culpa al sistema económico y social del último tiempo, vale la pena retroceder un poco mas en el tiempo y disiparse mas en los pensamientos. El mal prevalecerá. Esa parece ser una premisa innegable. Los moralistas optimistas e ingenuos dirán que esto sucederá a menos que los buenos hombres hagan algo, pero la experiencia demuestra que ha pesar de la existencia y el accionar de estos buenos hombres el mal continúa imponiéndose. Pero a todas estas ¿Qué es el mal? De la manera en que ha venido enlazándose este razonamiento, el mal es todo aquello que causa sufrimiento en seres consientes y sensibles al sufrimiento, valga la redundancia. Entonces ¿Debemos entregarnos al mal para así prevalecer? No. ¿Contradictorio? Tampoco. Ciertamente si queremos prevalecer debemos entregarnos a este mal, pero la verdadera pregunta es ¿es necesario prevalecer? Y por eso la negativa ya que el mal no es justificable solo por el deseo de prevalecer. El fin no justifica los medios. Porque en la mayoría de los casos es imposible ver todos los factores que se interpondrán en el camino de nuestro fin pudiendo desviarlo en cualquier momento. Por eso no vale la pena utilizar el mal para alcanzar un buen fin. Sin embargo, nos encontramos con esa actitud en el día a día, volviéndose un auténtico sofisma aquello de “debemos alcanzar lo que deseamos sin importar lo que se interponga en el camino (sin importar si aquello es el amor de nuestros seres queridos o el sufrimiento que podemos causarle a ellos o, en algunos casos, a millones de desconocidos)”. Como dije, todo girando en el sentido utilitario de las cosas. Y la educación, lejos de luchar contra esta tendencia, más bien termina colaborando porque los mismos encargados de ella, entre ellos, los profesores, se han vuelto elementos cuasi-mecánicos de este sistema utilitario, olvidándose que son las únicas conciencias con capacidades reales de romper este ciclo de deshumanización. Pero ya volveremos sobre esto. Quedémonos con este utilitarismo ¿Cómo algo que es útil puede ser malo? Hasta ahora no lo hemos asociado directamente con el mal, pero hemos hablado despectivamente de él, así que la pregunta es válida y el lector puede habérsela hecho desde hace unas líneas atrás. Ahora bien, se ha despreciado este utilitarismo porque reduce todo a una funcionalidad mecánica, y a que el progreso es la suma de elementos. Y en nombre de este progreso es justo hacer lo que sea necesario. Se olvida de que no es solo la suma sino también la armonía de estos elementos lo que lleva al progreso, entendiéndose al progreso como algo bueno, y como ya definimos el mal, lo bueno vendría siendo aquello que cause felicidad en aquellos seres que puedan sentirla. Pero resulta que, y esta es otra exclusión que hace, la lógica utilitaria no toma en cuenta que se desarrolla en un entorno social compuesto por seres sensibles con necesidades no solo materiales sino también emocionales, realizándose continuamente en el ámbito material y dejando lo emocional en segundo plano, en el mejor de los casos. Pero ¿Por qué se da esto? ¿Por qué tendemos a ir en esta ruta utilitaria? ¿Por qué el mal tiende a prevalecer? Hace falta solo echar un vistazo a la naturaleza para ver porque esto es así. Tomemos como ejemplo el principio de mínima acción. Algo ampliamente estudiado por las ciencias naturales. Este nos representa matemática y probabilísticamente de que todo lo existente y que ejecute una acción lo hará con el uso de la menor cantidad de recursos posibles, o algo así. Pongamos otro: la selección natural de los seres vivos, vulgarmente conocida como la supervivencia del mas fuerte. Ante estas representaciones, para el ojo apresurado, estaría mas que justificado el utilitarismo por que ya que si la naturaleza lleva toda su existencia desechando todo lo que no sirve ¿Por qué no hacerlo nosotros? Y la respuesta es: porque somos humanos. Tenemos esas quisquillosas cosas llamadas emociones que nos pueden hacer sentir bien o desgraciados. Sin esta importante reflexión, y con los datos proporcionados podríamos concluir que cómo la naturaleza ha sido así hasta ahora significa que esta ha sido mala, entonces si la naturaleza ha sido mala y le ha ido bien está bien hacer el mal porque es imposible que la todopoderosa naturaleza se pueda equivocar, es más, ni siquiera sería un mal porque la naturaleza es buena por ende sería un bien hacer esas cosas (espero que se note el sarcasmo teológico introducido). Pues no. Este razonamiento olvida que las concepciones de bien y mal según la hemos definido previamente son exclusivas de los seres sensibles. Es decir, previa existencia de estos es imposible hablar de bien y mal. Y no solo en el ámbito temporal sino también en lo que ha segmentarización se refiere: es imposible hablar de bien y mal fuera de las vidas de los seres sensibles. Pero el ejemplo dado de la selección natural hace que este sufrimiento (mal) lo tuvieran animales e incluso el mismo hombre. Esto nos obliga a enfocar mas el concepto: Las concepciones de bien y mal solo son aplicables en lo que respecta a las acciones humanas. Es decir, el sufrimiento causado por desastres naturales a humanos y animales no es un mal, no es aplicable a cosas externas, por ejemplo, en este caso, a la naturaleza. Pero si es un mal el sufrimiento causado por humanos a animales, porque estos pueden sentirlo y las personas deciden hacerlo. La diferenciación termina recayendo en esos tres conceptos: causalidad, sensibilidad y decisión. Ahora bien ¿Qué tiene que ver esto con la educación? Todo. Así como tiene que ver con todas las actividades que desarrollamos en nuestra sociedad. Dirigiéndolo hacia la educación habría que destacar que estas falacias, sobre lo que esta bien y lo que esta mal, se extiende hasta el profesorado, habiendo pasado ya por los empresarios que esperan el producto del sistema educativo y por políticos que controlan los recursos necesario para la educación, haciendo que muchos de ellos caigan en actos deshonestos, que benefician sus bolsillos o su paz mental, actos que terminan perjudicando al grueso de la población y el hecho de que sean todos aquellos unas elites respecto a estos últimos no importa, porque la desigualdad es natural y lo importante es prevalecer sobre el otro a toda costa ¿no? Pues no. Ciertamente es mas sencillo llegar a ser poderoso atropellando a todo aquello o aquel que se interponga. Eso pareciese ser parte de las reglas de este universo, pero como seres consientes y sensibles, que toman decisiones y sienten las consecuencias de estas, no somos inocentes como la naturaleza, somos culpables, culpables de ese sufrimiento que causamos. Y tampoco sin pretender ser un idealista que imagina el mundo perfecto en el que todos colaboramos con todos y ninguno busca estar por encima del otro creo que es importante hacer llegar este mensaje a la mayor cantidad de personas posibles porque, aunque no sean todos unos altruistas, con uno que otro puede bastar, y con los suficientes cambiar el mundo. Si, el mal prevalecerá en nuestra sociedad, siempre existirá el tramposo, el corrupto o el sociópata. Y si, si nos llegamos a topar en una encrucijada con alguno de ellos esa actitud hará que nos someta, a menos que tomemos actitudes parecidas para pelearle la prevalencia. Pero no vale la pena preocuparse por ello. Es muy probable que no nos encontremos en una encrucijada así donde la decisión que tomemos sea de vida o muerte. En la mayoría de los casos no tendremos que enfrentarnos a este mal o con solo ignorarlo y pasar de largo bastará. Esto va con aquellos empresarios que buscan eliminar las humanidades y ciencias sociales de las mallas curriculares porque “no preparan para nada que sea útil”. También con aquellos políticos que no introducen medidas educativas de verdadero impacto porque, al ser los efectos de la buena educación más de fondo que inmediatos y tangibles, ¿para qué perder los recursos asignados para algo cuyo beneficio recaerá lo mas seguro en la popularidad de sus sucesores? ¿Por qué mejor no usarlo para hacer cosas que se asocien directamente con ellos, les haga subir en la aceptación popular y así quizás durar un periodo mas chupando del Estado? ¿O por que mejor no, mientras se chupa del Estado y los tribunales no se enteren, jalar para su bolsillo esos recursos? Total, “sino no lo hago yo, lo hará otro (y no puedo dejar que otro esté por encima mío)”. Y también para aquellos académicos, directores o profesores que no hayan caído en la corrupción administrativa como los anteriores, pero si han terminado siendo victimas y artífices de la desidia en la enseñanza, porque “no me pagan lo suficiente”, “casi ninguno de ellos (los alumnos) tiene futuro”, “¿para qué mortificarme por algo que ni les importa? O la mejor de todas que vendría siendo como una suma de las anteriores: “¿Para que mortificarme por ellos si igual lo mas seguro no tengan futuro, perdiendo mis energías en algo que ni siquiera me paga lo suficiente para vivir?” Es impresionante las veces que he escuchado o visto ese tipo de pensamiento, ya sea implícito en su discurso o en sus acciones. Y mas impresionante es la proporción que representan dentro del total de las declaraciones referentes a este tema que he podido recoger en mi corta experiencia. “Si lo hago mal, da lo mismo, no me despedirán porque no tienen quien haga esto, y nadie quiere porque no pagan bien, sino pagan bien no sirve de nada, por ende, da lo mismo”. Dejemos los defectos estructurales de lado por un momento. Utilitarismo, egoísmo, maldad. Maldad porque esta es la que causa sufrimiento, y aunque si bien los profesores no torturan a los alumnos (la mayoría), el mal está presente también en la inacción ante la posibilidad del sufrimiento. Quizás lo que tu le enseñes no le sirva de nada. Es más, no quizás, lo mas probable. Pero la simple posibilidad de que nuestras acciones puedan evitar un eventual sufrimiento, de cualquier tipo, debe ser motivación suficiente. Deja que el destino, la providencia, Dios, la causalidad o lo que sea en lo que creas determine eso. La esperanza es el sueño del hombre despierto dijo Aristóteles, y para dedicarse a la educación se tuvo que haber despertado en algún momento, despertado de esta realidad agobiante en un mundo en el que el mal prevalece, pero estar despierto luchando contra esto roba energía y si pierdes energía lo normal es que quieras dormir otra vez o que tu lógica te lleve a pensar que dormir es mejor que estar despierto. No hay hombre mas insensato que aquel que despertó y quiere dormir otra vez. La mayoría esta dormido, no creo que hagan falta mas ¿Y porque despertar? Porque no todos podrán, pero para que nuestra esencia como humanidad no se pierda deberá haber hombres despiertos que salgan de la caverna y puedan ver la luz del sol. Unos la verán mejor que otros, la verán es distintas intensidades, pero aquellos cuya percepción no sea muy distante le podrán complementar la suya a aquellos que la ven un poco menos intensa, y así sucesivamente hasta llegar a aquellos que no la han visto nunca pero que gracias ha esta trasmisión de conocimiento de les iluminará la mente y quizás se motiven a buscar la verdadera o a despertar a aquellos que permanecen a su lado dormidos. Esta es la labor de la educación: los distintos niveles de académicos que desarrollan teorías elaboradas y complejas, casi en otro idioma, que terminan siendo traducidas a lenguaje llano por estos maestros de la divulgación, de la que vale en verdad, no de la que vende. Esta divulgación que abre las puertas a niños, adolescentes y adultos a mundos desconocidos, que no son mas que el mismo de todos, pero visto desde mas ángulos. Esa es la importancia del profesor, esa es la importancia de rechazar cada vez que se pueda este utilitarismo tan convincente y de buscar rescatar eso que hace a los humanos personas. Y esto no todos pueden hacerlo. Solo los despiertos. En nombre de la humanidad te pido: NO TE DUERMAS.
OPINIONES Y COMENTARIOS