«Reflexiones en la oscuridad»

Desde temprana edad, siempre tuve una brújula interna que me guiaba entre lo correcto y lo incorrecto. Al principio, era un misterio cómo podía discernirlo tan claramente, pero a medida que enfrentaba adversidades, esa luz al final del túnel se volvía más evidente. Con cada obstáculo, surgía una determinación renovada, un mantra interno que repetía: «Yo puedo, yo quiero, y voy a salir adelante».

Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos por mantenerme en el buen camino y hacer las cosas correctamente, la vida no siempre respondía según mis expectativas. Cada decepción parecía sumirme más en un abismo de desesperación, llevándome a cuestionar si alguna vez podría liberarme de la desdicha. Aunque había enfrentado desafíos desde una edad temprana y había logrado superarlos, sentía que mis logros eran insignificantes frente a las demandas implacables de la vida.

Observando a las personas a mi alrededor, notaba cómo muchos aceptaban resignadamente sus circunstancias, conformándose con una existencia que sabían que no era la mejor. Para algunas personas, el miedo a lo desconocido y el apego a la familiaridad superaban el deseo de buscar algo mejor.

¿Cómo hacían para sobrevivir en un mundo tan implacable? Esta pregunta me asaltaba una y otra vez. ¿Cómo podían soportar tanta adversidad y seguir adelante como si nada? Aunque me sentía tentada a seguir su ejemplo, rechazaba la idea de conformarme con una vida mediocre. Siempre había anhelado algo más, siempre había aspirado a algo mejor.

Sin embargo, cuanto más ansiaba alcanzar mis sueños, más intensamente me golpeaba la angustia. Cada intento por avanzar parecía hundirme más en la oscuridad, aumentando el peso de la carga que llevaba sobre mis hombros. Pero, a pesar de todo, seguía aferrándome a la esperanza de que algún día, encontraría la salida de este laberinto emocional y alcanzaría la paz que tanto ansiaba.