Las palabras fluyen por mi mente, pero no tengo la capacidad de materializarlas. ¿Podré hacerlo? Eso espero. Ojalá pudiera explicar la culpa que tengo, los años de autocrítica tragados para significar ante los demás una persona segura de sí misma.

Pero todo cae sobre mí, y por más que intente, es imposible quitarme la masa que me ahoga. Me ahoga, me estrangula como si tuviera dos manos agarrando mi cuello. Y cuando no lo hace, me mira en el espejo, recordándome su presencia.

He anulado completamente su existencia en mi mente, o eso creía, porque es imposible que no te siga. Son los fantasmas del pasado, que se convierten en los fantasmas del presente y en los fantasmas del futuro. Es imposible no tenerlos, son como tu propio hijo.

Los demás han plantado la semilla, tú sólo tienes que cosecharla. Y al final, es el monstruo que te atormenta, el mal mismo. El grito que te ahoga, que te hace pesada la garganta. Lo que te mata. Ocultar a los demás mis debilidades y pensamientos intrusivos sobre mí misma fue lo peor que hice en mi vida. Pero quería ayudarles, a ser mejores, mejores que yo.

Mi simpatía acabó siendo la causa de mi propia muerte.

Me pregunté: ¿podría una persona tan rota como yo ayudar a otra? ¿Ayudó el sacrificio que hice? ¿O el peso que llevo ahora a la espalda no ha servido para nada?

¿Quién tiene la culpa entonces? ¿La sociedad por imponerme esos estereotipos que acabaron hiriéndome tan profundamente? ¿Quién he ayudado no dándome la mano a cambio? ¿O yo, por exponerme a toda esta mierda? Supongo que nadie, ojalá fuera así y me lo creo.

Veo que las cosas han cambiado, antes era tan repulsivo a mi alrededor que lo que había dentro de mí era indistinguible, era lo mismo. Pero ahora es obvio, mis heridas son obvias, mi alma está muerta, ¿podes verlo? Pánico.

Pero todos han cambiado, no son la misma mierda de antes, no son yo. Empiezan las comparaciones, mierda. ¿Pueden ver que fui una farsa? No, porque ni siquiera me conocen. No lo esperan y no lo quieren.

Sé que piensan que mi cuerpo es hermoso, así que no les importa el valor del contenido de mi cerebro. Tal vez pueden verlo o percibirlo, y les repele mi pensamiento. ¿De verdad crees que mi cuerpo es hermoso, pequeño? Dudo en dejarte tocarlo, te alejas, no tienes tiempo de esperarme. Lo siento, no quería decepcionarte, ¿debería disculparme, si sólo querías acariciar mis jóvenes pechos y descansar en mi busto por una noche?

M

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS