Yo estaba en casa preparando la maleta para “El gran viaje” (como mis amigos lo llamaban), iba a ir con Thomas, Lucas, Marcos y Lorzo desde Buenos Aires, hasta Brasil en la caravana de Thomas. Mientras pensaba en que iba a meter en el bolso, mamá me gritó:

-¡Ludmila, no te olvides del gorrito que te tejió tu abuela!

Lo dijo como si se me pudiese olvidar uno de los objetos que más amaba en el mundo. Y le respondí:

-Nunca mamá, eso nunca lo olvidaría.

Fui a ducharme. Luego me acosté deseando que esta vez pudiera dormir. Pero no, no pude descansar. Me levanté, me lave los dientes y encendí el celu. Tenía 2 mensajes; uno de Lucas en el que me avisaba que estaba enfermo y no podía ir con nosotros a Brasil y el otro mensaje era de un número privado que decía “Los espejos sabrán consolarte”. Leí el mensaje, aunque no le presté atención, ya que en ese instante sonó la bocina de la caravana de Thomas y él gritó por la ventana:

-¡Todos a bordo!

Y yo, mientras me acercaba a la casa rodante pensaba en lo sin sentido que sonaba esa frase, aunque me alegré de ver a los chicos de nuevo. Al entrar en la caravana sentí que estaba empezando una nueva vida

Ahora estaba en la caravana con Lorzo, Thomas y Marcos. Era un día nublado, pero presentía que la íbamos a pasar bien. Durante varias horas estuve acostada, mirando un espejo, mientras me mensajeaba con mi mejor amiga, que no pudo venir, ya que sus padres no se lo permitieron.En la tarde paramos en un café, allí recibí otro mensaje de un número privado, pero no lo leí. Después de merendar volvimos a la casa rodante. Thomas conducía, y tenía ganas de llegar a Brasil. Él estaba tan entusiasmado que no vio el pergamino en la ruta, que Lorzo sí había visto. Éste bajó de la caravana a inspeccionarlo. En ese momento todo parecía muy normal, pero de la nada, Lorzo desapareció. Marcos fue a ver si lo encontraba. Estuvimos varias horas esperando que volviera, pero no lo hizo. Todos estábamos preocupados por Lorzo, pero Marcos solo encontró el supuesto pergamino, que tenía rayones y garabatos, pero se podía distinguir algunas palabras como: reflejos, posesión, muerte, entre otra cosas. Todo parecía muy extraño y macabro a la vez.

Unos instantes después Marcos se estaba dirigiendo a una fábrica de carne. Thomas y yo nos quedamos sorprendidos y asustados al ver que Marcos estaba yendo hacia la fábrica con un andar similar al de un zombi y con un rostro sin emociones. Nosotros lo perseguimos y al entrar vimos cómo se tiró de cabeza en la trituradora de carne, mientras varias gotas de sangre cayeron sobre mi cara. Me quedé en shock, estuve varios segundos sin moverme, hasta que reaccioné y me fui llorando a la furgoneta; en ese momento todo parecía tan falso y tan real al mismo tiempo. No sabía que pensar.

Thomas y yo estábamos solos ahora, me recosté en mi cama y me quedé pensando en lo sucedido, mientras mis lágrimas limpiaban la sangre de Marcos en mi rostro. Thomas conducía, y mientras lloraba me iba durmiendo poco a poco. En ese momento sentí una mezcla de emociones que nunca antes había sentido, hasta que finalmente me dormí.

Al despertar, me quedé en la cama, tratando de procesar todo lo que había pasado anteriormente, pero no podía comprenderlo. No tuve más opción que levantarme y saludar a Thomas, quien yo creía que seguía en la furgoneta. Pero no, él no estaba. La furgoneta estaba varada en algún lugar cercano a la ruta ya que, aunque no podía ver la calle, sí podía escuchar a los autos.

Yo nerviosa, triste y enojada a la vez, empecé a llorar frente al espejo, pidiéndome a mi misma, que nada de lo que había ocurrido ese día hubiera pasado. Mi reflejo, con una mirada desafiante empezó a hablarme, pero no podía entender sus palabras. De repente, me sentí muy cansada y me desmayé.

Sentí que había dormido una eternidad y que nunca iba a despertar, pero mi pensamiento era erróneo, ya que desperté. El día había vuelto a empezar, todo era como 24 horas antes de desmayarme. Esta vez el día parecía ir bien, Lorzo no vio el pergamino, Marcos no fue hacia la fábrica y Thomas no desapareció. Sentí que todo iba a ir bien, pero justo antes de acostarme en mi cama, escuché un susurro que salía del espejo. No había prestado atención, hasta que del reflejo salió alguien que era muy parecida a mi, pero no era yo…

FIN

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