Reaprendiendo a vivir

Vivo en cualquier canción, en el barrio en el que se vive con prisas, con miedo al reloj, nos preocupamos mutuamente, conjuntamente, una muchedumbre que grita en silencio y sufre la enfermedad de este siglo moderno y destructivo, maldita depresión, sonreímos por compromiso, no vivimos, sobrevivimos por necesidad.

Hoy me di cuenta al levantarme que tengo vacía la nevera, está fría la mañana, pura calcomanía de lo que en mi yo interior habita ¡maldita suerte la mía!, no comprendo nada, soy consciente de ello pero como todo es tan complejo la sencillez se convierte en espejismo, en estúpido, en un algo de otra galaxia, “vive mientras puedas” decían en películas optimistas, nunca creí a esos actores de falsa conciencia. He decidido estos días matricularme en un curso intensivo, en uno de estos no aptos para prepotentes y entendidos, pretendo comprender al del enfrente, al del país vecino, a los de un continente en silencio que llora la explotación, la dictadura política, la opresión, la destrucción de un medio natural ahogado en petróleo y demás excusas para que consumas y te sientas satisfecho y cumplido en un mercado capitalista y asesino en el que eres comparado por cifras, una más, un número redondeado hacia arriba, una víctima de la falsa sonrisa.

Reaprendiendo a vivir, comencemos por lo básico, por lo humano, lo que amamos dentro de cada piel, las historias a medio conocer que hoy conocemos, el camino hacia la inocencia es lo más puro, más que al agua y la vida, más que un verso de Miguel Hernández o Machado.

En busca de lo profundo encontré un nexo con la emoción que sentimos al ver a alguien nacer, somos diminutos, nos emocionan los inicios, los finales saben a despedidas y no a oportunidades, así nos hicieron, con altibajos, avatares, accidentes y fragosidad.

Sin saber que fui nadie, salí de aquel lugar con esperanza, llegué a mi casa y junté cada trozo de hoja que había roto, en ella ponía la palabra “efímero”, sabía que aquello era una pista, ser feliz que todo se acaba, que el tiempo es veloz y no eterno, que no podemos agregar absolutamente nada a nuestro desenlace, si hablamos con odio a lo largo de nuestra vida nos lleva a saltar al vació del olvido.

Amadeo Sánchez.

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