EL ORIGEN DE TODO
La silueta desaparecía lentamente. La piel suave de su rostro comenzaba a sentirse más lejos, a apartarse de mí. Su presencia comenzaba a desfigurarse y a volverse cada vez más borrosa. Ya no estaba ahí, me había abandonado. Me había dejado solo en un caótico mundo lleno de miseria y desesperanza. Dejó de existir, o quizá nunca existió. Nunca lo sabré, nunca más lo pensaré, o al menos eso trataré.
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