Las encontraba constantemente, no había callejón en la ciudad que no estuviese conquistado ya por su presencia y esencia. Paseaban con perfil bajo esperando pasar desapercibidas para no apartarse del sueño en que vivían, se ocultaban tras las sombras, tras las sombras de la noche y tras las sombras de su maquillaje, estaban al asecho detrás de peinadas cabelleras, exuberantes escotes y aterciopelados vestidos, todo para ofrecer una noche de el mejor sexo al mejor postor.

Por lo general llegaban de dos a tres clientes por noche, los veías caminar como muertos o a punto de morir, esperando que algo los librara de su suplicio, suplicio que ha sido provocado por estar en este mundo tanto tiempo, suplicio enmudecido jamás antes escuchado por nadie.

Personalmente en varias ocasiones vi caer a muchos de ellos en sombrías batallas entre la mente y el corazón, y el proceso de decaimiento podía ser rápido o lento, dependiendo de tus deseos y limitaciones. Pues podían terminarte rápido que ni siquiera te dieras cuenta de tu propio olor a muerte y desamparo, o incluso desangrarte poco a poco. La elección era tuya, ellas solo verdugos listos para la ejecución y compasivas si de dinero se hablaba.

Veían tus debilidades, con solo ver tus ojos conversaban con tu alma, si encontraban algo bueno en ti, lo aprovechaban y exprimían, dejando que probaras migajas de falso amor, pudor, saliva, sentimientos frívolos, restos de las almas antes sacrificadas para recuperar la propia, a veces lo cuidaban hasta que poco a poco no quedara nada bueno y al fin de un solo golpe acababan con tu miseria, repitiendo la misma historia una y otra vez, siendo en el fondo una persona lejana de sí misma, con demonios personales royéndole el cerebro.

Quisiera haberlo visto todo de lejos, pero en la busca de estos seres, la vida de mi amigo Champ se esfumó y nunca volvió, aún recuerdo su entierro y las caras tristes de la gente, el me decía que las cosas iban mal, que su hijo se drogaba y su hija era madre soltera, sin duda que cargaba con cosas pesadas en el alma, sin dejar de lado que tenía que soportar con que su esposa lo engañaba con un vecino solo para conseguir dinero extra para la casa, fuera de esto siempre sonreía y yo no sabía por qué.

Pues resulta que él frecuentaba un lugar, el tenía un refugio donde ahogaba sus penas en alcohol y matizaba la noche con sexo, el mejor sexo, así era como se desconectaba de la vida diaria, embruteciéndose con alcohol era como recibía un empuje o al menos le dejaba de importar el mundo de fuera.

Entre los va y ven de las embestidas, se visualizaba como el hombre que alguna vez fue, como si en una de esas las fuera a partir en dos o mínimo les pudiera volar la cabeza.

Sin duda todo un sueño de 6 horas que rara vez solía alargarse, pues el local cerraba y los clientes se marchaban, regresando a la vida efímera que la mayoría solemos llevar.

Le perdí la pista, pues me fui de viaje por un tiempo, de pronto un mes después lo volví a ver, pero esta vez en la portada de un periódico local de un lunes, tenía esta vez una cara muy solitaria y un fondo en rojo sangre característico de la nota roja del día, un camón aplastándole medio cuerpo y la fría carretera.

La nota decía:

“Tras salir borracho de tugurio, muere aplastado por camión”

Detrás de él estaba uno de esos refugios que él solía visitar en su cansancio, la última copa a la última hora de la madrugada, solo para relajar el cuerpo y la mente, divagar un poco y claro, tener sexo pues era el principal objetivo, sacar el estrés de sí mismo y sentirse al menos querido por los gemidos fingidos y el olor al látex.

No terminé de comprenderlo, y yo mismo me inicié en un viaje para descubrir lo que le había pasado a mi amigo, yendo al mismo lugar que presentó la portada de aquel día, pues no tardaron mucho en volver a abrir.

Llegué con una actitud tranquila y cabeza baja, esperando observar todos los detalles que me rodeaban, un cuadro de Francisco Villa, chicas de calendario en posters, un tubo central para la popular variedad, una barra con cerveza fría y vampiros de tequila, una rockola vieja y un baño de cantina y mujeres, sobre todo eso. Con estilo natural e inclinado al misterio me dirigí a la mesa de la esquina y tomé el lugar más alejado de la gente.

Observé a lo lejos que una pareja discutía y se peleaban moviendo las manos, tal vez él regateaba por el servicio, o tal vez ella era su esposa y lo encontró aquí, pensé.

Se escuchó un fuerte golpe y los encargados sacaron sangrando al tipo, de pronto la chica se me acercó, pidió una cerveza y se sentó a mi lado.

Tal vez el misterio me hizo más popular en la noche ya que muchas personas se acercaban.

Ella preguntó.

-por qué tan solo?

-vengo solo. Contesté.

-A, no quieres que nadie se te acerque?

-si eso quisiera, seguro que me hubiese quedado en casa no crees?

-perdón.

-descuida, solo disfruto de una cerveza.

Pregunté después por que había golpeado al chico, y ella dijo que la razón fue que él era un patán y un grosero que quiso aprovecharse y que siempre quería hacerlo así, llegando y manoseando sin control, en lugar de comenzar a hablar de sí o de algo trivial.

Siendo sincero me pareció muy raro que en ese tipo de lugar hubiese modales, pues según las personas eran lugares de perdición, pero otros decían que es el psicólogo por el que pagamos los hombres, es la ventana al mundo feliz, decían.

No pude evitar hacerle una pregunta, le pregunté lo que ella había hecho en su vida pasada para terminar en ese lugar, y ella dijo:

– la respuesta es fácil, enamorarme. Contestó ella.

No me pareció un lugar de mucha buena plática, aunque tiene muchas cosas buenas, me quedé hablando con ella y bebiendo más cerveza, hasta que salimos a un cuarto y tuvimos algo de sexo, volví a la mesa y ella me acompañó, bebí un poco más y no parábamos de hablar, lo último que recuerdo es darle un beso y sentir en mi mejilla lo frío de la mesa mojada, cuando desperté ella había desaparecido, lo raro es que mi billetera también lo hizo, desde entonces la he buscado y no la he vuelto a ver, puede que quiera su número para quedar algún otro día.

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