Quisiera que besaras lleno de pasión los pómulos ardientes que danzan con la simpleza de una mirada hacia tu horizonte, quisiera que besaras con tranquilidad a la brisa que llevan mis palabras.
Quisiera que abrazaras con tu sutileza varonil los rincones de mi alma, para quedar sobrepasada en el placer que da un hermoso paisaje; quisiera que abrazaras cada destello de mis tierras para que vieras florecer las semillas que plantaron tus caricias.
Quisiera que cantaras entre silencios celestiales mi nombre entre las aves, para que vuelen entre sus alas los ensueños de la gente, y que lleguen a las nubes desesperantes por dejar su agua, y que llegue al fin el amor que por ti tengo a tus cabellos.
Quisiera que caminaras hacia donde me encuentro siempre, esperando en una banca que te sientes a mi lado, recostar la cabeza a un costado y ver pasar las estrellas hacia un lado, para señalar cuál es la que te he comprado y que sea ese tu mayor regalo.
Quisiera que dejara de latir el corazón mío entusiasmada por tus párpados, que anima siempre el semblante que yo tengo, destrozado y solo; y solo así ser expresado lo que mi boca ya no puede, pero mis manos sí escriben.
Quisiera detener mi cuerpo en el pecho de quien amo, y jugar como lo hacen águilas en el aire, dando vueltas consumando el encuentro que eterno parece llenarse de agonía al aterrizar, quisiera colocar mis oídos entre tus pieles para poder escuchar como los mares tu respiración, quisiera pero ya no puedo.
Quisiera entregarte cada letra en lengua desconocida, para que al leerla confundido te rías, me mires al menos con un rostro despreocupado y preguntes qué se ha querido decir; y bromear hasta el alba sin saber qué se ha escrito para poder estar contigo ahí.
Quisiera que miraras lo que escribo en el idioma que lo siento, y poder estar entre tus brazos llenándote de besos, para que al anochecer donde tus ojos ya no vean y tus manos ya no sientan, puedas encontrar escrito en la arena el nombre de los dos.
Quisiera que de mi vientre nacieran tus hijos, nuestros hijos, que podamos criarlos teniendo un pequeño jardín, amanecer a tu lado con las sábanas por el suelo, limpiándome los cabellos del rostro lleno de amor, que corran hacia nosotros ya ancianos nuestros nietos, mientras tomamos al atardecer una taza de café, que podamos sentir que ha valido el esfuerzo.
Quisiera que tocaras mi rostro, jugando con mis orejas, que vieras mis pestañas húmedas de tanto llorar, que me sostengas cuando estoy a punto de desmayarme, que estés conmigo en primer lugar.
-Kristel.
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