¿Quién se aventura a calcular lo que dura el presente?

¿Quién se aventura a calcular lo que dura el presente?

¿Quién se aventura a calcular lo que dura el presente?

Después de muchas horas contemplando el errante volar de las moscas. las cambiantes formas de las nubes, el suave ir y venir de las ramas mecidas por el viento, de escuchar el ladrido lejano e impertinente de un perro, de saludar una y mil veces al vecino fisgón asomado entre los setos, de encender una barbaridad de pipas y contemplar como el humo se disipaba lentamente, he llegado a la conclusión de que el presente es incalculable.

Hete aquí que cada vez que queremos calcular lo que dura el presente, nos encontramos que estamos hablando de pasado. Entonces ¿Cuánto dura el presente? ¿Un segundo? ¿Un milisegundo? ¿Un nanosegundo? Cada vez que queremos calcular su duración nos encontramos que ese infinitésimo espacio, ese momento incalculable, ya ha pasado.

Entonces y solo entonces, descubriremos que, quizás, el presente sea tan incalculable porque no existe. Nos alimentamos de futuro y cagamos pasado. Bueno, eso siempre que seamos lo suficientemente rápidos, pues cada vez que pinchamos con el tenedor aquel trozo apetitoso de alimento para introducirlo en nuestras bocas, resultara que ya lo estaremos cagando. ! Que paranoia!!Vamos a morir de hambre por no saber calcular el presente!

Dramas aparte, sinceramente creo que el presente dura lo que a nosotros nos de la gana y lo transformaremos en pasado después de haberlo estirado lo necesario como para habernos alimentado suficientemente, haber hecho la digestión, haber echado una buena siesta y haber soñado con los/as angelitos/as según sea el caso.

Así pues, el presente es realmente incalculable pues a uno le puede durar minutos, a otro días, a ese otro meses y luego claro, estoy yo, que soy muy tacaño y no se me escapa nada y no dejo marchar un segundo sin sacarle todo el provecho… tengo los cajones llenos de presente y si, a veces cuando barro mi cuarto, me encuentro mucho presente estropeado y polvoriento que se ha transformado en pasado, pero no porque lo haya querido así, sino porque se me habrá caído.

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