Ha pasado tanto tiempo desde que vi por ultima vez tu rostro, ese bello rostro que en mi cara dibuja una sonrisa. Esos ojos de luna que cada noche anhelo volver a ver en las mañanas, cuando los cantos de los pájaros se hacen presentes, cuando nuestra bella casa es invadida por el olor a café negro que preparabas sin falta a las 7 y los melódicos tarareos de la princesa resonando por la casa.
El primer día, cuando recién llegamos a las tierras francesas, no esperaba que la situación fuera así. A pesar de que los franceses habían resistido tanto, es evidente que sin nuestras fuerzas no hubiesen resistido más. Ciertamente no es nada fácil, y tampoco quiero insinuar que los franceses son débiles, lo único que quiero decir es que la decisión de enviarnos aquí fue bastante asertiva. Sin embargo, las cosas no pintan de manera maravillosa, pero genuinamente pienso que no están tan mal como dicen. No quiero que me malinterpretes, estoy bien, solo que al parecer no nos ha ido muy bien según nuestra estrategia.
En resumidas cuentas, los alemanes han avanzado con gran velocidad por las calles de Francia, y por mas que hemos intentado detenerlos, su estrategia es… es impresionante. Verdaderamente tienen un plan superior al nuestro. En el momento en el que piensas que el ataque ha terminado, las balas comienzan a volar por los aires nuevamente; no existe espacio para descansar o pensar. Y justamente es por ello que los nazis han avanzado con tanta facilidad y rapidez sobre nuestras tropas, hasta el punto de obligarnos a quedarnos en las orillas del país.
Pese a ello, últimamente haz aparecido en mi mente día y noche. Es una tortura para mi alma saber que he estado alejado de ti por tantos meses. Cuando me enviaron a esta misión en septiembre, pensé que podría escuchar los dulces coros de los niños parados frente al portón llenos de alegría, que disfrutaría del oloroso pavo relleno que preparas cada año o simplemente llenarme de las vísperas junto a usted; junto a mi bella esposa y la hermosura de nuestra hija. Las extraño cada día desde mi ausencia.
Siendo sincero, he reflexionado mucho sobre mi propósito en esta guerra. Claro que sé que es por detener a los alemanes y que el país no quería acudir a una guerra; también sé que si dejamos que Francia caiga, no pasara mucho para que Alemania intente lo mismo con nosotros, pero genuinamente creo que esto es horrible. No quiero que piensen que soy un maldito cobarde, no quiero que la gente las conozca como la familia del soldado que deserto, del soldado que huyo, el que prefirió vivir antes que dar la vida por su país y por la justicia. Siento tanto miedo.
Los alemanes nos han rodeado en tierra, nos atacan en aire y los barcos no pueden llegar a la costa. Tengo pavor de llegar a Londres y que la gente nos conozca por ser los soldados que huyeron del puerto de Dunkerque para no luchar más. Esos soldados que no fueron capaces de detener a las tropas alemanas las cuales terminaron aprisionándolos en las playas francesas. Pero tampoco quiero morir. No quiero dejarte a ti y a Alice solas, no podría. Quiero ver a mi niña crecer, verla ir al colegio, a la universidad. Quiero entregarla en su boda y decirle a ese estúpido don nadie que la cuide y la respete. Quiero ver a mis nietos corriendo por el jardín florado en el que tú ocupaste tanto tiempo y amor. Quiero envejecer contigo y morir juntos acurrucados en nuestra cama sabiendo que vivimos… vivimos… vivir.
Te amo. Te amo tanto. Te ame desde la primera vez que te vi con ese vestido azul marino que usabas casi a diario. Quiero que vivan. Que si muero no detengan su vida por mí. Quiero que encuentres a un hombre que te ame tanto como yo lo he hecho desde los 16. Quiero que si muero me recuerden como Arthur Whitmore, esposo de una hermosa mujer llamada Margaret Whitmore y padre de la bella y dulce Alice Whitmore.
Te adoro con toda mi alma mi bello ángel. Cuida de Alice por mi y dile que desde donde esté, siempre estará su padre cuidándola y amándola.
Arthur Whitmore
1 Junio, 1940
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