Querida locura:

Son muchos los años que llevamos juntas. Nos conocemos, o por lo menos tú a mí, completamente, sin decretos ni máscaras. En la obscuridad y en cada momento de mi vida. Eres la única que aparece en momentos críticos. Tienes varias voces que a veces deciden hablar al mismo tiempo, tienes la capacidad de desaparecer cuando decido pedir ayuda y cuando creo estar bien, apareces de nuevo.

Me enseñaste a mostrar mi mejor cara posible al mundo. Siempre tan controladora. Consumes mis energías todos los días y cada tarde, cada noche, te ruego que pares; que me dejes en paz, que quiero ser libre y felíz.

Si tanto disfrutas estar conmigo, al menos ayúdame a explicarle al mundo que eres tú quien controla todo.

Si estoy contenta, apareces para asegurarme una reacción equivocada. Si quiero reír, tienes un cargamento de lágrimas preparado. Te apoderado de mi, haces que viaje del dolor a la alegría, de la alegría a la tristeza en cuestión de segundos. Eres tú quien invade cada centímetro de mí con un miedo inexplicable.

Ayúdame a superarte, a ser fuerte, a saber vivir sin tí. Ayúdame a ayudarte para que tomes un viaje sin retorno, para que encuentres tu libertad y recorras el mundo sin la necesidad de apoderarse de alguien más.

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