Escrito por: Vanessa Ruiz Solares.
En un pueblo muy, muy, pero muy lejano, un pueblito muy pequeño; donde había muy poca gente y entre todos se conocían; un pueblo donde más que casas había mucha naturaleza, el pueblo estaba rodeado de cerros. Podría decirse que si alguna persona llegaba a perderse era muy fácil encontrarla pues se daban cuenta de inmediato quien faltaba.
En este pueblo vivía Julia, una señora de 40 años, muy linda físicamente; Julia tiene tres hijos, Erick, Luis y Pablo. Erick tiene 18 años y es un niño muy estudioso, sin en cambio Luis y Pablo son dos niños gemelos de 15 años, un poco más infantiles e inmaduros. A Luis y a Pablo les gustaba mucho irse al cerro a cazar lagartijas, Erick nunca iba porque no le gustaba, decía que eran cosas de niños bobos.
Un día, Luis y Pablo se fueron al cerro, casi siempre subían de día, pero esta vez fueron de noche. Al ir subiendo sentían cosas muy extrañas, sentían como si algo no estuviese bien. Mientras seguían caminando veían como pequeños hombrecitos corrían por todos lados pero esto no los detuvo a seguir con su exploración. Al llegar a la punta del cerro, a pocos metros de ellos vieron a más gente, decidieron acercarse, al irse acercando las sombras de las personas se alejaban; cuando llegaron a dónde estaba la gente, se dieron cuenta que eran personas que median menos de un metro, no se asustaron, al contrario, se les hizo algo muy interesante. Trataron de verlos muy de cerca y por esto los pequeñitos se enojaron y secuestraron a Luis y a Pablo, se los llevaron a su pequeño mundo que estaba debajo de el de los humanos. Cuando llegaron los veían raro porque estaban muy grandes como para estar en el mundo de los hombrecitos.
Los hombrecitos eran unos seres mágicos, entonces como los niños eran muy inquietos, un hombrecito les echo polvos mágicos pero se equivocó de polvos y los polvos qué le echo eran para que los niños ya no crecieran y se quedarán para siempre en la edad que tenían. Después de ver que se equivocó les echo los polvos qué si eran para dormir y mientras los niños dormían los fueron a dejar al pueblo de donde eran.
La mamá de los niños estaba asustada porque ya eran las 12 de la noche, los niños despertaron en el cerro y no se acordaban de nada, llegaron a su casa y su mamá los regañó porque no podían estar tan tarde en la calle.
Pasaron los años y los niños tenían 20 años, pero seguían igual a cuando tenían 15, no sospechaban mucho pero al llegar a los 40 no comprendían qué pasaba y cada día se preguntaban porque no podían cambiar de cuerpo y de cara. Su hermano Eric un día les confesó que ese día que fueron al cerro, el los siguió hasta donde fueron y dijo que vio como los hombrecitos se los llevaron, igual los siguió a su mundo pequeño y les dijo que les habían echado polvos y tal vez fue eso. Luis y Pablo empezaron a recordar un poco de ese día pero ya no volvieron a ir por miedo a que les hicieran algo peor, se quedaron chiquitos así para siempre. FIN
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