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– Las últimas semanas peleamos mucho y te estoy arruinando. Te enojas por lo que te digo. No confío en ti como antes. No quiero joderte la vida con mis reclamos, me vas a terminar odiando y no quiero terminar odiada.
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La vidaMi vida ya está jodida —respondí—. Ya no te tengo. Lo mejor que me había pasado se me está yendo de las manos. Eso si es estar jodido. - Se hizo silencio. Ella no respondió.
- – Si lo que quieres es que deje de buscarte, está bien, lo haré —le dije—. Si no quieres volver a verme, está bien, así será, pero pídemelo, dilo así. Sin eufemismos…
- – Si, eso es lo que quiero. No me busques, estoy viendo a alguien… Ya no soy tuya. —Su voz temblaba, como si estuviera a punto de llorar.
- -Gracias. Necesitaba saberlo.
- – Gracias a ti —respondió ella—. Gracias por enseñarme la ciudad. Gracias por llevarme a comer ceviche. Gracias por cui…
Terminé la llamada. El mundo Mi mundo se terminó. Fue raro, no me destrozó saber que veía a alguien más; me destrozó que hubiera dicho: “Ya no soy tuya”. “No soy tuya”. ¿Qué significaba eso? ¿Me perteneció? ¿Puede una persona ser de otra? ¿Está bien poseer a una persona? Entonces tuve miedo. Miedo y ansiedad. Porque entendía que ya no era mía. Entonces, podría ser de alguien más. No era de alguien más. A alguien más, por ahora, sólo lo veía. Eventualmente podría ser de alguien más, o de otro. Y no soportaba pensar eso. Que no fuera mía me indicaba, por primera vez de todas las veces que nos separamos, que ésta sí era una despedida definitiva.
Me puse a pensar en nosotros, en la relación Nuestra relación. Recordé cuando la invité a salir por primera vez. Luego nuestra segunda cita la segunda cita, en un billar. Luego, cuando se interesó por ir a Mis partidos de futbol. Nuestro primer festejo El primer festejo de día de la Independencia juntos. Recordé como, después de eso, empezó a llamarme corazón. Luego Nuestro primer beso el primer beso y, poco después, le pedí que fuera Mi novia nos hicimos novios. Conforme pasó el tiempo, nos fuimos queriendo más, hasta que la palabra querer dejó de ser suficiente para expresar nuestros sentimientos y entonces le dije, por primera vez, que la amaba. Ella sonrió y me dijo que sentía lo mismo por mí. Entonces dejé de ser corazón y comencé a ser Su vida. Ella se convirtió en Mi cielo. Conforme pasaba el tiempo y aumentaba el amor, se incrementaban los sobrenombres amorosos: Mi amor, Mi flaca, Mi guapo, Mi hermosa, Mi todo, Mi corazón, Mi novia, Mi Mateo. Con el tiempo comenzamos a abreviarlos: amor, flaca, guapo, hermosa, corazón, novia, Mateo… Luego de dos años, nos separamos por primera vez. Estuvimos así 10 meses, Nos reencontramos y los sobrenombres abreviados volvieron a ser parte de nuestro lenguaje hasta que, luego de tres meses, ella dijo que ya no era mía.
Tuvo que pasar un año y siete meses para entender que ella no dejó de ser mía cuando todo terminó, hace seis meses. Dejamos de pertenecernos cuando abreviamos. Dejó de ser mi flaca y yo su amor. Ella comenzó a ser, simplemente, flaca y yo, simplemente, amor. Ni siquiera hubo necesidad de pedirlo. Ella dejó de anteponer el posesivo en los sustantivos que elegía para nombrarme porque dejó de interesarle ser mi dueña. Yo dejé de anteponer los mismos cuando, inconscientemente, supe que no sería mía. Lo hicimos ambos, renunciamos, sin ser conscientes, a nuestra posesión. Ella dijo que no era mía hace seis meses. En realidad había dejado de serlo mucho tiempo antes, tal vez hace 3 años… Nunca nos dimos cuenta cuándo dejamos de pertenecernos y, por eso, todo terminó.
No estuvo mal tener a alguien. Tampoco ser de alguien. Finalmente, supongo, ese es el amor verdadero: dejarte ser tenido, dejar poseerte por otra persona. Cuando le dije te amo, en realidad quería decir: “aquí estoy, quiero ser tuyo. Confío en ti. Me entrego para que me cuides y hagas una mejor persona de mí.” No sé qué quiso decir ella cuando dijo que me amaba, pero, como era mi vida, cada día me esforzaba por cuidarle de todo, por hacerle una mejor persona. Y lo hicimos por un rato, mientras hablamos con pronombres posesivos.
Supongo, también, que por eso algunos opinan que está mal usar los posesivos en una relación: No están dispuestos a poseer a una persona y cuidarla y hacerla mejor. Tampoco están dispuestos a confiar, dejarse cuidar, a ser de una persona. No están dispuestos a amar de verdad…
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