Se cruzan nuestras miradas,
tus mejillas levemente sonrosadas
me dejan atontada
y mi respiración agitada,
completamente delatada.
De nuestras pieles conectadas
emergió una brisa perfumada
con la esencia avainillada
de una pasión recién horneada.
En un mar de agua salada
tú supiste al azúcar más refinada.
En tu pecho acurrucada
se curaron todas mis puñaladas
las de esta vida y todas las pasadas.
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