Más allá de la altura,
de Montmartre y su mármol.
Más allá de Sacré-Cœur,
hay un millón de ayeres que dibujan las estrellas
y entre más se ensanchan las raíces, más se acerca el cielo, aún si guillotina el inclemente tu tallo.
Porque de entre las rejas también el sol se asoma y la naturaleza no es necia,
siempre y cuando se respete.
Colibrí que liba del corazón un secreto que reparte entre hermanas de lucha,
la colmena y las obreras,
viento y orden,
polen,
palabra,
libertad.
Tengo estambres,
aún hay estigmas dónde depositarme el saber. Y el viento suicida se desnuca contra mil tallos y corolas, dejándome frente a frente, dolor con dolor y codo a codo contigo.
Si asesinamos desgarrando la semilla,
si surcamos el áspero grito de la tierra
(negra)
de donde todos venimos por igual, si hemos sido a pesar del granito, el asfalto y el patrón, si vivimos después de la herida que es nacer; el calzado de fina hechura, la bota militar, la policíaca, la fábrica que contamina el canto de los ríos ¡no podrán callar jamás! el grito colorido de nuestra pradera lucha.
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