1. SOBRE EL JARDÍN

Ella no dejará que la blanquecina ventisca

en remolinos sea un móvil para detener

el constante cuidado de su jardín,

las plantas esperan ser movidas

hacia macetas cada vez más amplias.

Cuando ella entra en aquella soltura requiere

que ninguna voz venga a robarle aquella advocación

mientras que en el aire se arquean las semillas.

Los átomos del oxígeno que los árboles

liberan se cruzan por la rojiza aurora,

mientras que el cielo parece ya no querer vivir del pasado.

Cae una nueva hoja en medio de nuestro poema

tras consumarse la caricia sobre la curvatura de tu silueta

trasladada hacia un nuevo círculo celestial.

Ella no se dejará vencer por una fuerza magnética tan sencilla,

las leyes teleológicas desconocen

el largo sendero de tierras rojizas

que deshilacharon sus alpargatas.

No se trata de desear la búsqueda de idealidades,

todo versa en tocar la más profunda intimidad

de la ondulación de tus cabellos obscuros.

Ella recorta las ramas resecas

para llevarlas hacia el siguiente ciclo vital

ante los ojos de las jóvenes hojas

que contemplan al infatigable destino

mover sus manos entre el tejido invisible de la existencia.

Todo ocurre en un devenir tan silencioso como caótico,

un alumbramiento de nuevos vocablos en mitad de los portales.

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