Rosa,
me duele tu ignorancia frente al amor,
ves mis ojos cayendo en los tuyos
como semillas en época de siembra,
me arriesgué a ser tu agua y cuidarte.
Cavé y te planté,
solo no sabía de tus suaves hojas y rusticas espinas.
Era tarde, crecías con el movimiento del sol,
dormías placida con el reflejo de luna.
Los animales te deseaban por tu belleza,
nunca mostrabas tus espinas,
sensual y solloza, jugabas con su naturaleza.
Yo lo sabía, conmigo lo hacías.
Solo que te conocía,
Perfectamente me dabas tus secretos,
perfectamente sabías que yo era tu tierra
Y sin ella morías,
perfectamente sabias que me estaba erosionando.
Las tormentas caían sobre mi espalda
Vaya enfermedad recibía con cada estación del año
Aunque gritara y llorara de dolor
Sabía que estabas limpia.
Y yo en medio de ti alejando las plagas del cultivo
Y yo como capa al viento evitando que se torciese tu tallo
Y yo a la premura de calcular tu alimento.
Y tú, estática cual narcisista necesita su espejo.
Esta ceguera no era común
Esa dependencia no era común
Mi amor reinaba en sus espinas
Me quedo aunque mi alma decida irse,
Tal vez el miedo a lo incierto habite tan fuerte
Como las corazas que iluminan mis decisiones
Porque contigo tengo lo cierto,
Porque sin ti tengo lo incierto
¡Un cobarde!
Viviendo de las hojas muertas de una rosa.
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