Me asombras de una manera
estratosférica y quimera.
Nunca pensé podías amar
tan eufórica y estelar.
Tu último beso nocturno me deja lívido sin energía
y abres tus ojos solo para mí al despertar el día;
tu aliento es mi desayuno en madrugada.
Estas tan enamorada,
que ya mi luz ni se apaga,
te faltan dedos para acariciarme;
dedos para magrearme.
Ya no discurres ni inhalas, te has quedado mesmerizada,
por mi belleza embelesada,
por mi luz arrastrada y mi viveza pasmada.
No hay hombre en esta tierra que te extravíe la mirada,
ni suelte tus dedos pinzados a mis huesos.
En los siete mares existe mujer tan trastocada por mis besos,
que no dejan que me sueltes ni esos momentos
en que la cocina y los quehaceres se vuelven lesos,
mujer enamorada, llena de obcecación,
imposible alejarte me suena a canción.
Suéltame en tus sueños, libérame con el óbito,
ahógame en tus brazos y enmudéceme el grito.
Mujer enamorada ya no existe en el globo,
mujer perdida y en babia, te lo he birlado todo;
te he cercenado la mirada,
mujer enamorada
mi amor te ha aislado de la tierra,
incapaz de olisquear la greda,
ceñir la arboleda
y de catar la comida.
Mujer enamorada estás tan tullida
que ya no distingues una flor,
no te detienes a ojear el sol,
atender el canto de los pájaros
al que oyes sin azoro.
Mujer enloquecida,
mujer transmutada,
cuando me has perdido
se te nublan los sentidos;
se desmorona tu sonrisa
se acelera la prisa,
con la que me buscas,
el corazón se ofusca
cuando se me apaga la mirada
todo te enfada;
que no encuentras alegría ni en los ocho planetas,
ya no miras en el cielo ni a los cometas
ni a las nubes ni a la luna,
ni a toda tu fortuna.
Ya no sabes que eres bella,
ni que existen las estrellas,
los luceros de tus niños
y el trovar de los grillos,
el olor a tostada,
el perfume de tu almohada
y la seda en el agua,
cuando tú te bañas
tan enamorada
con tu lengua tronchada;
tu voz afásica,
cristalizada y tácita,
ya no vives en la tierra,
a causa de la abducción,
de mi halo que te atrampa
y no te deja ver
el ósculo del atardecer,
el fruto del trigal,
el danzar del maizal,
tu vestido en flor de azahar,
tu trenza de canelo,
el perfume de tu pelo
que juega con el viento
hasta el día en que muera,
abrirás los ojos como por vez primera,
despertaras del sueño
y veras quien eres;
sabrás de tus seres,
y que tienes marido,
el que duerme contigo en el nido,
al que ya no vez desde que tienes los ojos fundidos
y a tus niños de amor mendigos
de caricias y cuidados,
ojala no hayas perdido
así como tus sentidos.
“Poema de un celular a su dueña”
By Pio Brown
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