La cuenta atrás comenzó,
en una época que puedo precisar,
absolutamente.
Mi tiempo es, un ordenado laberinto perfecto
que hace que me pierda, en los mismos tramos,
de mis mismos cada días.
Como el cielo se ha alejado de mí,
y mis plegarias ni lo rozan,
rezo mis mantras, los mismos siempre,
invariablemente aletargados,
bordeando la realidad.
Cautivas en un recipiente de cristal,
las pequeñas rocas de mi reloj de arena, caen,
con un orden que crispa, van contando con vulgar monotonía
soliloquios sueltos,
despegados unos de otros, en una permanente distancia,
para evitar mezclar, sus propias divagaciones.
Fuera está mi lágrima densa, a punto de rodar,
de dudosa transparencia,
que ya ha comprendido, al fin
como salir de mi cara seria.
OPINIONES Y COMENTARIOS