Tal vez usando un cliché repetitivo 

que pocas veces se acerca tanto 

al observarla desde lejos,

arte era sin embargo.

Distracción en la mirada tibia

y quizá un lápiz en sus manos

creando un mundo desde cero

cuando con el mío ya ha acabado.

Dueña de mi silencio ha sido

y tantas veces he intentado

dejar de guardar palabra alguna

sin perder, presa de sus labios.

Contemplarlos sería mi destino 

mientras su discurso va empezando,

aclarando ideas del que duda

y de mí alejándose mientras tanto.

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