Rosa, tú tienes encarnada una mujer; deslumbran los pétalos carmín que a primera vista enamoran y roban la atención.
Rosa, que no escondes las espinas en franca advertencia; defectos propios que herir pueden, más es posible con esas heridas vivir.
Rosa, de única fragancia que hechiza, aroma que envenena, olor que condena a ser cautivo de él.
Rosa, a pesar de las espinas, frágil eres si no te cuida; marchita podrías terminar, tan solo un tallo de agujas buscando encajarse por desamor.
Rosa, fragilidad en tu flor (alma) y tan hiriente en tu tallo (mente).
Porque mujer, eres rosa, aquella que de un jardín no requiere, pero si de un jardinero que le sepa cultivar.
Xavier H.
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