Somos estudiantes, un tanto frustrados, un tanto desesperados. Tan marcados por los que ya están graduados, tan incomprendidos por los que no están entusiasmados. Peleando con los detalles que parecen estar en nuestra contra.

Como esa semana de exámenes finales donde al mismo tiempo cae la tormenta del año, la cual se ha encargado de cultivarte la gripe mas latosa por 4 semanas, ¡ah! sin olvidar agregar que ha provocado tráfico de esos que te roban cuatro horas de tu día, donde tu jefe se da cuenta de lo genial que es joderte poniéndote más trabajo del que ya tenías, y como si fuera poco, te quita eso que tomaste como derecho de imprimir tus tareas en la oficina, cuando pasas toda la noche haciendo los informes finales de la licenciada que nunca supo que es lo que estaba enseñando, pero vos lo intentas y te esforzás tanto que cuando te das cuenta la alarma de tu teléfono te interrumpe, notificándote que se terminó tu tiempo y es hora de iniciar otro día.

¡Momento!, sucede que también es la semana donde a tu pareja se le ocurre exigirte tiempo con ella cuando de repente ella termina siendo la que se olvida de vos, para terminar de descomponerte la cordura, llegas tu casa en la noche y encontrar tu parqueo ocupado por el carro del vecino más ebrio del lugar. ¡Pero calma! vos tenes que mantenerte feliz y relajado porque si no es malo para la salud y podrías empezar a fallarle al trabajo, a la familia, a la pareja, a los estudios.

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