Pensar o actuar

Pensar o actuar

Yanara

10/09/2025

Seguramente sentiste alguna vez que no eras suficiente, que no importaba cuánto intentaras… siempre faltaba algo más.

En otras ocasiones, te ganó la frustración. Tenías una leve certeza de que podías dar más pero era tan alto el cansancio, que esa certeza se convertía en desesperanza. 

Te culpabilizaste tantas veces por permitir que otros te empujen «con tu consentimiento» al borde del abismo y después te miraban esperando las gracias de tu parte. 

Capaz vos seas como yo, quizá te exigís tanto al punto de que no importa todo lo que te desgastes, siempre tenes que dar el 100% e incluso, si llegaste a cumplir con todo, tenes el tupé de encontrar la falla y si no existe, la inventas.

Lo peor es cuando tenes la mala costumbre de compararte con otros en vez de con versiones tuyas del pasado. Te enfocas en los éxitos del resto y como cumplen sus metas. Haces hincapié en lo superficial, olvidándote que todos cargan con sus fantasmas, aunque no los veas.

Sumemos también que nos medimos en cantidad de logros y fallos como si todo se redujese a una ecuación matemática. Parece que nos olvidamos de que no podemos reducir nuestra existencia a ponernos puntajes como si estuviésemos en un examen de cómo vivir. 

Lo que se opone a sobrepensar y medir cada acción como si se nos fuese la vida en eso, es la impulsividad. Es como prender el piloto automático y «dejarse llevar», seguir nuestro «instinto», no se prevé ningún factor y el único resultado posible es  mero azar. 

En lo personal, me cuesta un montón decidir. Sé que cada vez que elegimos, estamos ganando algo pero también perdiendo algo más. El miedo a elegir lo incorrecto me domina y me juega en contra porque concluyo en no elegir nada. Así he perdido miles de oportunidades con la «excusa de protegerme». 

A veces le doy tanta vuelta a las cosas que termino mareada e incluso llego a tener la falsa creencia de que tengo una vida por delante y mucho tiempo disponible, pero… de ninguna de esas cosas tengo el control. 

Por otro lado, «actuar sin pensar» tiene mayormente una connotación negativa, pero si le damos una vuelta de rosca, nos da certezas. Nos da el placer de no habernos quedado en «que hubiera pasado si…» 

Inclusive, ahondando más, no siempre las mejores decisiones se tomaron sobrepensando ni las peores fueron resultado del mero impulso. 

Hoy, a mis casi 29 años, le quiero agradecer a cada uno de mis impulsos porque me dieron la posibilidad de sentir lo que es NUNCA QUEDARSE CON GANAS DE NADA PORQUE LA VIDA ES HOY, también me mostraron que la única certeza es el «NO» pero en cada elección tenemos la posibilidad de buscar un «SI». 

No perdamos esa habilidad de movernos un poco por impulso o mera intuición, de cada elección siempre va a quedar una experiencia. Independientemente de como salga, le habremos ganado una batalla más a la incertidumbre. 

Concluyendo esta pequeña reflexión, queridos lectores, les deseo que siempre encuentren el equilibro entre analizar y arriesgarse a saltar. Su punto de comparación siempre tiene que ser otro punto de sus propias vidas y sean siempre agradecidos con las «malas decisiones» porque de ellas aprendes más que de cualquier otra cosa en la vida. Siempre vas a ser suficiente para quien quiera verte entero y no en trozos…

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