Oírte tocar el violín es puro placer. No sabes los efectos que tienes en mí.
Con solo escuchar tu voz, se me va el dolor de cabeza. Sé que puede sonar un tanto exagerado, pero de verdad es así.
No puedo explicarlo, es algo sobrenatural, inexplicable. Es así, simplemente.
Eres algo bueno que nunca podré tener. Tendré que conformarme con aplaudirte desde la distancia.
Tendré que conformarme con admirarte desde lejos y saborear tu ser con mi vista.
Ya me has dicho en múltiples ocasiones que por mí no sientes lo que yo siento por ti. Ya me has dicho que nunca podrías suspirar por mí.
Y puedo entenderlo, de verdad que lo entiendo. Sin embargo, no puedo matar esto que siento por ti de la noche a la mañana. Hacerlo requerirá más tiempo.
Entonces, dejemos que pasen los años y mi cuerpo, mente y corazón se vayan añejando. Pero mientras tanto, aquí estaré para ti, aunque tú no lo estés para mí. Aquí estaré siempre que quieras que alguien te escuche, a menos que el día de mañana perezca.
Pero ni siquiera eso podría acabar con esto que provocas en mí. Te aseguro, amada mía, que en algún universo paralelo o solo tal vez en mi mente, estás de mi lado. Estás ahí para mí y entre mis problemas encontramos soluciones para los tuyos y viceversa.
Te aseguro, querida, que en alguna otra vida nos amamos tan fuerte que el simple impacto de nuestros labios origina agujeros negros.
El simple hecho de que gritemos cuanto nos amamos da vida a supernovas de alta peligrosidad.
Te aseguro que en otra vida tú y yo creamos las mejores partituras musicales a través de actos carnales.
Te aseguro que en alguna parte del universo tú y yo somos los dueños de la más bella sinfonía.
Tengo la seguridad para declarar todo esto porque algo dentro de mí me dice que es así. Incluso ahora, eres pura magia, porque mientras escribo esto, viene tu recuerdo y da origen a una sonrisa de idiota en mi boca.
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