Ojos dorados

Ojos dorados

Roxanne

03/12/2020

El amanecer recita melodías de amor, música repleta de dramas pasados recitados en tiempos ya olvidados, cuando tomamos la iniciativa de observar nos empapamos de recuerdos, pero ese momento se vuelve pasajero dejando en ridículo su presencia. Los rayos del sol encuentran su camino en mi mirada, permitiendo fundirse en uno solo. La luz le da confort a mi caminata, pienso en lo magnífico de la vereda al caminar sobre él, los colores de las flores resaltan con entusiasmo. Observo una con detenimiento, sus pétalos suaves al tacto, nunca me llevaría una a casa, al hacer esto marchito su existencia para siempre.

El sonido del mar resuena inquietante y me recuerda lo absurdo de pensar que meditando a sus cuestas se puede hallar la tranquilidad. ¿A qué me dedico?, una pregunta muy trillada, pero mi respuesta se sale de las normas, el color de mis ojos le dan una ventaja a mi trabajo, demasiado grande en donde varias personas me dan más de una sola paga.

Hoy en particular el dorado de la arena tiene algo diferente, al verla con detenimiento, resalta tanto con los primeros rayos del sol, que por un momento podría confundirla con oro, busco consuelo sumergiendo mis manos, permitiéndoles intentar curar heridas demasiado profundas para ignorarlas. Los cangrejos circulan sin ninguna inquietud aparente. El mar se desploma en la orilla cerca de mí y el canto de las aves atravesando las nubes son sonidos celestiales.

Me detengo un instante al observar las manecillas del reloj en mi muñeca, se ven tan inofensivas parece que no me pueden hacer daño, ¿cómo es posible? con el solo hecho de hacerlas girar me puedan asesinar lentamente, quisiera poder detenerlas, pero es imposible. Ahora mismo el tiempo es inexistente, para muchos el mañana solo es una leyenda que nadie quiere escuchar, el pasado ocurrió hace tanto tiempo atrás generando memorias ausentes, siendo el presente un momento gozado.

Estoy tan absorta en mis pensamientos, que no me percate cuando el cielo ha cambiado sus coloridos paisajes, en su lugar vislumbro un oscuro presagio, ya estaba preparada para este acontecimiento, por ello escogí esta noche en donde puedo realizar mis deberes, sin ninguna obstrucción aparente. El cielo muy pronto dejará al descubierto cristales diminutos y el frío de la atmosfera a lo mejor será capaz de congelarlos. Exhalo un suspiro debo darme prisa, todos deberíamos disfrutar el atardecer, disfrutar al contemplar su armonía antes de que los últimos destellos de sol desaparezcan y dar caso omiso de como la tormenta estorba el panorama.

Estando en mi apartamento tomo lo necesarios y le doy comienzo a mí trabajo, en la pared se encuentra la pintura de un prado siendo cultivado, grandes hectáreas de dorado trigo con leves movimientos de viento. El amor, mis memorias regresan llevándome a un escenario diferente al que me encuentro, en un día entre juegos de niños, me hallo riendo debajo de un árbol, junto a una alta sombra ajena a la mía. Observamos el crepúsculo del atardecer, viendo como cubría los últimos rayos del sol ese mismo prado dibujado en aquella pintura, siendo agitado por suaves suspiros de promesas arrojadas a él pensando con inocencia que al hacer esto nuestras palabras serian inmortalizadas. Parpadeo, regreso a mi realidad ese acontecimiento fue hace mucho tiempo, pero que insensato e incorregible es el corazón cuando se trata de temas tan delicados y al mismo tiempo inoportunos.

Por la ventana se vislumbra las primeras gotas de una próxima tormenta, me apresuro a terminar de empacar. Todo debe estar perfecto, tener total control de la situación es indispensable, la tormenta sé que será estupenda, me encante como el clima me da una ventaja, siempre cuando se utiliza con inteligencia cualquier arma es contundente si se sabe emplearla. Salgo del viejo edificio tan gris y casi vacío, tiene su ventaja no contar con vecinos.

Me encamino por las calles serpenteantes, continúo mi vereda tomando calles al azar, sin seguir un patrón aparente para proseguir por el pavimento, pero esto no impide la llegada a mi destino final. La casa dorada se alza con orgullo y esplendor, las pocas gotas que se atreven a surgir se deslizan por sus paredes, provocando un espectáculo digno de un teatro.

La puerta es demasiado fácil de abrir, especialmente cuando alguien te dio una invitación, es lamentable saber que no es precisamente a una fiesta es a la que asisto, a un no comprendo por qué hacen eso, todos los días deberían celebrarse, nunca es necesario una razón justificable a fin de dar un banquete. La sala es enorme, tanto que 10 personas podrían montar un vals y todavía el espacio sobraría para unir a más.

La casa se encuentra en sombras y realizo un cordial saludo hacia ellas piándoles poder ser una más de la multitud, me muevo con sigilo convirtiéndome solamente en una más de las figuras negras del corredor, mi trabajo siempre ha tenido la garantía de ser una sorpresa, a los clientes les encanta la idea y como negarles algo tan pequeño.

Me detengo en la habitación indicada, la puerta se encuentra tallada con un patrón regular, contornos de algún árbol se vislumbra con cierta dificultad, la perilla gira con total libertad, ingreso con pisadas suaves semejantes a las de un gato pintoresco recorriendo el techo de una casa. La habitación contaba con una gran ventana, me gustaría poder ver la terrible tormenta ahora mismo siendo producida, pero las cortinas impiden en su totalidad deleitarme con ella. Veo todo a mí alrededor, los hermosos muebles decoraban la habitación con precisa eficiencia, todo gritaba elegancia al tocar alguno de ellos. En el centro se encontraba una enorme cama, demasiado para que solo una persona duerma en ella, pero únicamente percibo una respiración rítmica entre la suave sabana.

Me posiciono a la cabecera de ese confortable mueble, cuando de repente, la sabana se deslizo rebelando dos grandes ojos café oscuro, las tormentas eléctricas siempre han sido mis favoritas, apenas se podía destacar la silueta de un rayo desde donde me encontraba, después de unos segundos un estruendo lleno la habitación, pero la luz irradia fue espléndida.

Sin ninguna vacilación, guarde mi arma en la bolsa negra colgada en mi espalda, el rojo contrastaba con el dorado de la alfombra y esta noche alguien disfruto de su último suspiro. Aquí entra la importancia de la tonalidad de mis ojos, cuando el rayo choco enfrente de la ventana dos miradas se cruzaron, alguien observo por último mis dorados espejos antes de caer al profundo sueño de la desesperanza.

Me acerco poco, al lado de la cama había una nota, pequeña con algunas gotas de lluvia esparcida por ella, me encantaría pensar que eso son.

Nunca he creído en el amor o el amor nunca ha creído en mí, tal vez un día lo decepcione tanto que dejo de intentarlo

Mis dorados ojos, se deleitaron con las bellas palabras, llenas de alguna misteriosa razón, tal vez en alguna otra vida, pueda reír más junto a su compañía, tengo demasiadas cosas en común con la persona quien escribió estas torcidas letras.

Me retiro de este cálido hogar, lleno de recuerdos de alguien quien gozo por última vez el sonar del viento, mensajero de sueños e ilusiones, y el masaje del mar semejante al abrazo de una madre. Me voy con rapidez con la finalidad de regresar por un camino a un más confuso por el que llegue, las balas de la noche me rocían, quedo completamente empapada por su furia, el edifico sigue en donde lo deje, aquel lugar en donde su única huésped soy yo.

Llego a mí habitación, en donde únicamente contiene algo de mi ropa, mi equipo de trabajo y una cobija algo gastada, realizo una fogata, quemo mi ropa permitiendo que el humo encuentre algún hogar en el cielo, es triste saber, eso nunca sucederá, se encontrara vagando buscando un lugar cual encajar. Me coloco ropa nueva, busco el cuadro de la mañana, pero ya no está tal vez surgió de mi imaginación, a veces quisiera que mi memoria dejara de traicionarme.

Me observo en un espejo, dos ojos dorados me devuelven la mirada, puedo percibir un atardecer, busco calidez en ese paisaje, pero sin éxito aparente, aquel suceso que marca el final de un día y en mí significa el término de alguna vida. Apague el fuego, me envolví en alguna sabana, tome un sobre, me habían dicho que una vez terminado mi labor podría abrirla, me pregunto que contendrá, ya me dieron mi paga desde hace tiempo.

Querida Roxanne:

Estoy segura de que cumplirás tu trabajo con los requerimientos establecidos, al igual conozco tu habitual manera de realizarlos. Me encanto descubrir que será una sorpresa, me vas a tener hecha un manojo de nervios, este poco lapso que te he conocido me has dado una verdadera amistad, te parecerá irracional, a un así ahora no necesito de mucho tiempo para ver mí verdad. Como te había dicho con anterioridad, ya no encuentro deleite en nada. Estoy rota y nada podrá cambiar eso. Te dedico estas palabras a quien una vez se las di por equivocación.

Los lobos aúllan en esta particular noche porque una gran invitada tienen, alguien quien siempre los escucha en la negrura más espesa y yo al igual que los lobos grito a la luna mis más profundos pensamientos y tú te encuentras anclado en cada uno de ellos. Logras lo imposible al convertir cada momento en un espectacular recuerdo con el fin de atesorarlos en la eternidad siendo las estrellas mis testigos y la luna mi guardiana.

Gracias por escuchar y a un a si realizar tu deber sin ninguna demora.

Atte. Vanesa tu siempre apreciada amiga.

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