NUNCA IGUAL: DEFINIENDO AL GANADOR

NUNCA IGUAL: DEFINIENDO AL GANADOR

Alex Hernandez

12/07/2017

7:00 A.M. – 8:00 A.M.

“A veces sufrimos más con los pensamientos que con los sentimientos”.

En una tranquila calle de la Ciudad de México, dentro una zona residencial en la calle Patinadores; una camioneta pick up color azul tronante circulaba lentamente. Al recorrer unos pocos metros, dobló a la derecha sobre la calle de Béisbol y se pegó inmediatamente a la extrema derecha estacionándose enfrente de una casa color blanco que tenía una barda del mismo color, muy alta y larga, por cierto.

De la camioneta pick up, bajaron dos hombres de complexión robusta y fornida quienes sacaron de la rampa trasera una manguera gruesa que estaba enrollada y un tanque como si fuera de gas o aire medicinal. Los dos se dirigieron a la puerta de la casa rodando aquel tanque que parecía muy pesado.

El sujeto apretó el botón del intercomunicador y esperó unos segundos; inmediatamente después se oyó un fuerte zumbido en la puerta y aquellos varones la empujaron hacia dentro y accedieron al inmueble. Ahí dentro, caminaron para cruzar un enorme patio que tenía dos jardines a los lados y otra pequeña casa de color blanco. De ésta salió una joven mujer de unos 25 años de edad, complexión esbelta, tez morena clara, cabello negro lacio y largo, rasgos finos en la cara y ojos grandes color café, su nombre Nayhelli Zamora.

Nayhelli, sostenía con su mano izquierda un encendedor mientras que en su boca sostenía un cigarro el cual estaba encendiendo. Al ver a los hombres entrar, terminó de encender su cigarrillo y cuando hubo dado la primera fumada, les preguntó:

-¿Lo traen?-

-Sí señora- contestaron ellos.

-Bien- dijo Nayhelli, mientras daba otra fumada a su cigarrillo y bajaba las escaleras del porche de la casa -Vayan y conecten todo allá atrás- ordenó.

-Sí señora- contestaron ellos y fueron a preparar todo como les fue ordenado.

Ya sola en el patio, la joven fumó tranquilamente su cigarrillo, viendo a los jardines de su derredor, finalmente dio media vuelta y se dirigió otra vez al porche de aquella casa. Cuando apenas hubo caminado cinco pasos en dirección a la puerta, salió un hombre vestido con una chamarra de cuero y unas botas más caras que la educación de un mexicano promedio, aquel varón se llamaba Diego Urueta, pareja de Nayhelli, quien caminó hacia ella con tranquilidad engañosa.

-¿Ha vuelto a llamar?- Preguntó Nayhelli.

-No- Contestó él mientras encendía otro tabaco.

-¿Cuánto más hay que esperar?- preguntó molesta -¡Ya me harté!- gruñó.

-Tal vez y aún no pueda convencer a Martha acerca de sus planes- señaló Diego con una leve sonrisa.

-O tal vez sí la convenció- dijo ella exhalando el humo de su cigarrillo.

-¿Qué pasa si la convence?- preguntó él.

-¡Ay güey!- contestó ella esbozando una sonrisa peculiar en su rostro –Lo único malo es que no puede y aún no sabe en quién confiar- señaló

-¿Pues no en la maestra esa que la contrató?- preguntó Diego

-Sí- interrumpió ella –Pero ni aún ella está segura en su lugar- continuó –Si deberías de ver al pelele ese que agarraron para ser el próximo presidente “constitucional” de México; no creo que termine, está pero bien enfermo.- señaló.

-¿De plano?- preguntó él

-¡Cañón! – respondió

– Y ¿por qué a él?- volvió a preguntar Diego

-Fácil, no piensa sólo obedece. Si algo sale mal, él paga y ya- contestó Nayhelli

-Nada que perder- señaló Diego

-Exacto, nada que perder- contestó ella.

Diego miró hacia el cielo, mientras fumaba el resto de su cigarro; en su mirada se podía ver que su mente pensaba en los demás movimientos que debía hacer para culminar su plan.

Por su parte, Nayhelli caminó hacia la puerta que daba a la calle y miraba por el pequeño orificio que daba al exterior, la calle estaba vacía y el sol brillaba en todo su esplendor.

La casa de enfrente de ellos era azul claro e igual de grande que la casa donde estaban, pero lo que más le gustó a Nayhelli fue, que se encontraba a la venta y el gran letrero colgado en su fachada lo avisaba.

-¿Diego?- llamó -¡¿Diego?!- llamó más fuerte, mientras abría la puerta.

Diego se acercó.

-¿Qué pasó?-

-¿Ya viste que venden la casa de enfrente?- susurró.

-¿A poco?- contestó él.

– Si, echa un vistazo- dijo al tiempo que volteaba hacia él.

-¿Qué? ¿La vas a comprar?- inquirió él mientras veía la casa.

-Pues nunca está de más- respondió ella al tiempo que salía a la banqueta y volteó a verlo.

Acto seguido: Nayhelli besó a su pareja y luego se encaminó a cruzar la calle a la acera de enfrente mientras sacaba su celular. Estaba por cruzar, cuando un auto color gris grafito que acababa de girar hacia la calle de Béisbol, se detuvo abruptamente.

La joven que conducía el auto era de tez blanca, ojos verdes y cabello rubio, su nombre es Karla López, quien bajó el cristal de su lado y apagó el estéreo.

-Perdón- se disculpó -¿Está usted bien?- preguntó.

-Sí gracias- gruñó Nayhelli viendo todavía su celular y terminando de cruzar la calle. -¡Tenga más cuidado!-

-Sí, lo sé. Perdón- volvió a disculparse…. –Es que… mañana me caso y estoy algo distraída- continuó.

-¡Sí hombre! Ya váyase.- gruñó molesta Nayhelli.

Por un momento Karla se quedó callada y luego continuó su marcha sobre la misma calle, cerró su ventanilla y miró hacia el espejo retrovisor central; no estaba segura si conocía o no a Nayhelli, pero le daba la impresión que la había visto en algún lugar.

Pronto, la computadora de viaje le indicó que estaba recibiendo una llamada de parte de su prometido, a lo cual Karla contestó usando el sistema de manos libres de su auto.

-¡Hola!- contestó Karla

-¿Cómo estás?- saludó su prometido, Alejandro.

-Bien, gracias a Dios y ¿tú?- preguntó

-Bien, gracias- respondió él.

-¿Qué crees?- preguntó ansiosa

-¿Qué?- contestó el prometido.

-Hoy terminé temprano de dar clases y pasé a comprar unas cosas para nuestra casa… bueno, nuestra futura casa- dijo emocionada

-¡Qué bien!- exclamó emocionado –Yo todavía no termino aquí; pero en cuanto lo haga, voy a ir a verte- señaló.

-¿Sabes? Ya quiero que sea mañana- suspiró ella.

-¡Sí! ¡El gran día!- suspiró Alejandro.

-¡Alejandro, tenemos junta con el licenciado Marcos!- se oyó al otro lado del teléfono de Alejandro.

-Voy- contestó Alejandro –Mi amor, me tengo que ir. Te hablo al rato- comentó por teléfono.

-Sí, claro- contestó Karla -¡Cuídate!-

-¡Por supuesto! Adiós- se despidió Alejandro y colgó el teléfono

-¿Estás nervioso?- preguntó Tony el compañero de Alejandro, que estaba recargado en la pared de enfrente.

-Prefiero pensar que todo saldrá bien- contestó Alejandro poniéndose de pie -¿Seguro que el Licenciado Marcos citó a junta?-

-Sí, claro- respondió él –Bueno, es una reunión entre el jefe tú y yo- susurró

-¿Por qué?- preguntó en su interior Alex- -Espera, algo me dice que a ti no te llamó- dijo viéndolo fijamente.

-¿Qué te puedo decir?- respondió Tony, esbozando una sonrisa.

-Nada- dijo Alejandro –Sólo que te quedarás aquí- dijo entrando a la oficina del jefe Marcos y cerrando la puerta tras de sí.

Por su parte, Tony miró hacia el interior de la oficina a través de la gran puerta acristalada para luego irse lentamente.

En la oficina, Alejandro se acercó al escritorio e inmediatamente notó que su jefe estaba sumamente inquieto.

-Pasa, pasa- dijo Marcos, mientras acomodaba unos folders repletos de hojas –Siéntate, siéntate- invitó, al tiempo que expulsaba una memoria USB de su computadora.

-¿Está todo bien Marcos?- preguntó Alejandro.

-¿Podrías ir por mi hija Sheila?- preguntó Marcos mirándolo fijamente.

-Sí, claro- contestó

-Ten, toma aquí está su credencial- dijo extendiendo una identificación de la niña –En el momento exacto que la veas, dile que digo yo… que nos vamos de camping- ordenó con un tono de voz agitado.

-Sí señor- respondió Alejandro.

-¡No se te vaya a olvidar!- advirtió Marcos.

-No señor- contestó extrañado Alejandro.

En ese momento, este último se levantó de la silla y salió de la oficina.

-¡Ah! Y Alejandro… –gritó el jefe

-¿Señor?- volvió dos pasos atrás

-No le digas a nadie- pidió en voz baja

Alejandro se fue, mientras que Marcos seguía vaciando hojas y más hojas de sus cajones del escritorio, para que pronto toda la oficina terminara hecha un desastre.

Luego, tomó una torreta de discos compactos y la destapó, grabó varios archivos en 4 de estos discos; su semblante era demasiado tenso y la mirada hacia el monitor de su computadora era como si estuviera viendo escenas de horror. Su actuar era nervioso y con mucha ansiedad, pareciera que estuviera en una situación de vida o muerte. Posteriormente, sacó dos DVD de alta capacidad y metiendo uno al quemador de la computadora, le agregó no menos de 14 videos bastante largos a cada uno de los discos.

En eso, el teléfono celular de Marcos vibró; en la pantalla se leía que su esposa lo llamaba, por lo que respiró un poco aliviado y contestó.

-Sí, ya voy para allá- contestó poniéndose de pie y sacando con mucho cuidado un portafolio negro que estaba repleto de algo muy pesado y frágil.

-¿De verdad?- contestó una voz de mujer del otro lado del teléfono, pero no era la voz de su esposa.

Al oír la voz, Marcos se quedó petrificado un momento y luego se volvió a sentar pesadamente.

-¿Quién eres?- preguntó él.

-Ven, estoy en tu casa- contestó aquella voz que era de la líder del narco mexicano; Martha Bermejo. –De todos modos, ya venías para acá ¿No?- dijo burlonamente.

-¿Qué quieres de mí?- preguntó Marco gruñendo entre dientes.

-¡Ay, por favor! Deja de hacer dramas ¿Quieres?- contestó despectivamente Martha –Tú sabes bien lo que quiero, sabes mejor aún por qué lo quiero y eres consciente de que tu esposa está muerta y que lo mismo te sucederá a ti y a tu hijita; así que mejor ven tú y perdonaré la vida de tu hija- ordenó.

-¿Qué pasa si me reúso?- retó Marcos

-Nada- contestó tranquilamente Martha –¡¡Te encontraré, te mataré… Nada más!!- continuó

-¡Les dije que no diría nada!- gruño entre dientes desesperadamente Marcos.

-¡Les dije que no diría nada!- arremedo burlonamente a Marcos -¡Me vale madres! ¿Qué creíste que pasaría? ¿Que te dejaríamos vivir? ¿Así nada más? Y luego ¿Qué? ¿Viviste feliz por siempre? ¡NO! Estás mal Marquitos.

Mira, para empezar, jamás debiste de haber tomado esos archivos; cuando uno recibe correspondencia ajena, la regresa. ¿Me oíste? ¡La regresa! ¡No la abre! Y luego la sigues cagando cuando te sientes muy pinche chingón y vienes a tratar de ¿intimidarnos? Pues ¿Qué crees? Ya te fregaste, pero bien fregado y no sólo tú, sino toda tu familia también- advirtió Martha

-En una hora salgo de trabajar- interrumpió fríamente Marcos mientras veía a su reloj.

-Bien- contestó Martha –No te preocupes, de todos modos tu esposa ya está muerta- señaló – Si tratas de huir, lo sabremos. Además de que tenemos bien localizada a tu hija, digo… por si pensabas hacer algo.- advirtió

-Okey- contestó Marcos. Martha colgó.

7:07 A.M.

Martha Bermejo guardó el teléfono celular en el bolsillo de la gabardina de Isabel, esposa de Marcos, quien estaba tirada en el suelo con un balazo entre las cejas.

Después de esto, sacó su teléfono celular y escribió un mensaje a Nayhelli.

-¿Estás en tus actividades?-

Se quedó viendo unos segundos, cuando la respuesta llegó.

-Sí, cuando quieras venir y traerlos- contestó Nayhelli.

-Bien, ya pronto, ya pronto- escribió Martha.

7:07 a.m.

7:10 a.m.

Alejandro llegó a la escuela primaria donde asistía Sheila; una institución privada que con sólo verla, era evidente que era más privada que el petróleo mexicano. Aún trataba de encontrar las palabras que usaría para explicar a quien fuera para que dejaran ir a Sheila con él, por lo que rápidamente tocó el timbre.

-¿Quién?- preguntaron por el interfon.

-Vengo por la niña Shirley Paz- contestó Alejandro

-Un momento por favor-

En eso, la puerta se abrió y de ahí salió un policía anciano que tenía un gesto muy suave y tierno, podría decirse que parecía un dulce abuelito dentro de un uniforme de policía privado. Este policía privado lo pasó muy amablemente al interior de la escuela. Al entrar, lo primero que vio Alejandro fue la recepción principal de la escuela, la cual era un cuarto gigante color blanco, luces suaves a base de LED, tirol blanco en el techo y azulejos color blanco en las paredes y piso, el cual por cierto estaba perfectamente pulido. Por un momento, nuestro joven amigo pensó que se encontraba en la utopía más grande hecha realidad, pues todo era un ambiente de paz, tranquilidad con el fondo de una música tan tranquila, que daba ganas de quedarse ahí y no volver a salir. En eso, de donde quien sabe, salió una secretaria joven que estaba perfectamente vestida con traje sastre y peinada con una trenza en la parte de atrás, la bella dama parecía modelo de ensueño sacada de las revistas más prestigiosas europeas de glamour y moda.

-¡Buenos días!- saludó aquella secretaria, con un tono de voz tan suave que por un momento Alejandro pensó que era una beata o se encontraba en ese proceso.

-¡Buenos días!- contestó él, tratando todavía de distinguir si estaba en el cielo o aún en la tierra de los vivientes.

-El señor Alejandro Juárez… ¿Es usted?- preguntó suavemente aquella secretaria.

-Sí, soy yo- contestó él

-Voy a necesitar ver su identificación por favor- solicitó aquella secretaria

Alex sacó su credencial de elector y se la entregó a la secretaria, quien la vio y luego sacó una pequeña máquina con luz ultravioleta y pasó la credencial para luego devolverla,

-Muy bien, gracias por su cooperación- dijo la secretaría devolviendo la credencial a Alejandro –En unos momentos baja la niña Shirley Paz.- indicó -¡Gracias por venir a nuestra escuela! ¡Vuelva pronto!- sonrió y se fue tan rápido como había llegado.

-No hay duda, si vuelvo a venir a este lugar cuando me lo pidan- pensó Alejandro, quien aún no podía creer si estaba en una escuela o dentro de una aerolínea de clase privada o hasta una agencia de modelos; pensaba que esa mujer era una representación exacta de cómo sería la perfección convertida en mujer.

La puerta de atrás de Alejandro se oyó, por lo que él volteó a ver y vio a una niña de unos 8 años de edad, ojos verdes, piel blanca y de estatura promedio para su edad; en ese momento supo que ella era Shirley.

La niña lo vio a él y él a ella, pensando en cómo decirle lo que se le había encargado.

-Hola- apenas atinó en decir Alejandro –Me llamo Alejandro Juárez y tu papá me mandó por ti- continuó

-¡Ah! ¿Tú eres nuestro nuevo gato?- preguntó Shirley

-¿Eh?- se preguntó –No, no, no, tú papá me manda a decirte que se van a ir de camping- replicó

Inmediatamente y como si se hubiera activado algo dentro de la niña; Shirley tomó de la mano a Alex y lo apresuró a salir de la escuela inmediatamente.

-Realmente esa niña se quiere ir a acampar- pensó Alejandro; mientras salían de la escuela.

Apenas hubieron salido y la niña miró hacia todas las direcciones posibles y cuando Alejandro hubo desactivado la alarma del carro, ella corrió a meterse al interior de éste.

Cuando Alejandro abordó el vehículo, se percató que la niña sacaba su teléfono inteligente y le quitaba la batería.

-¿Qué haces?- preguntó él mientras cerraba la puerta, se ponía el cinturón de seguridad y encendía el auto.

-¡Vámonos!- replicó nerviosa mientras ponía los dos seguros de las puertas traseras del auto. -¡Ya! ¡Ya! ¡Ya!- ordenó

-¡Muy bien, muy bien!- contestó resignado, enganchando la primera velocidad y comenzó a salir del lugar donde se habían estacionado.

Al salir del lugar donde estaban, un auto sedán Malibu color negro aceleró y pegó en el costado del auto Dart en el que iban. La primera reacción de Alejandro fue tratar de reclamar, pero vio que los ocupantes del otro auto sacaron sus armas y ya iban a apuntarle para disparar, por lo que el joven aceleró a fondo.

El auto de los atacantes también aceleró y pegó contra la defensa trasera del auto donde iban huyendo.

-Derecho, derecho- susurró la niña

-¡¿Qué?!- preguntó Alejandro

-¡Derecho!- gritó Shirley

Alejandro vio hacia delante y se dio cuenta que había un semáforo el cual estaba a punto de pasar de la luz ámbar de precaución a la luz roja de alto; esto no importó, pues aceleró aún más queriendo así escaparse de sus perseguidores, sin embargo aquel Malibu aceleró y volvió a pegar en la defensa trasera..

-¡Sujétate!- gritó Alejandro, mientras Shirley se puso el cinturón de seguridad.

Los dos autos siguieron corriendo a altas velocidades, pasándose los semáforos en luz roja y haciendo que algunos peatones gritaran enojados. Finalmente, Alejandro se atravesó de un extremo al otro de la calle en una distancia muy corta cual auténtico microbús capitalino, ya en la primera esquina a la derecha dio vuelta para acelerar aún más. Esta maniobra sirvió, pues sus captores no pudieron dar la vuelta a tiempo y tuvieron que seguir de frente perdiéndoles de vista.

-¡Los perdimos!- suspiró Alejandro, viendo aun por el retrovisor.

-Tenemos que ir con papá- señaló la niña.

-¿Qué está pasando?- preguntó él.

-Mi papá te lo dirá- respondió Shirley

-¡Oh sí que lo hará!- replicó enojado -¡Y me tiene que pagar!- continuó

La niña abrió la ventana trasera derecha y tiró su teléfono celular inteligente, lo que hizo que Alejandro se asustara aún más.

-¿Estoy en problemas?- preguntó

-Mi papá te dirá todo-contestó Shirley

-¡Te estoy preguntando!- exigió él

-¡Te estoy contestando!- replicó la niña.

Y así, Alejandro siguió manejando a una buena velocidad para llegar lo más pronto posible al lugar donde se encontraría con el papá de Shirley para exigirle una buena explicación de lo sucedido.

Mientras, Marcos estaba sentado abrazando un portafolio que parecía estar repleto de algo hasta aún desconocido. Al tiempo que veía hacia la ciudad por la ventana admirando cómo el sol iba saliendo en su andar diario.

En eso, la alarma de su celular sonó y se puso en pie, salió de su oficina con sigilo; al marcharse, cerró la puerta tras de sí sin seguro y muy disimuladamente abandonó del edificio. Mientras caminaba, sacó un celular y marcó al número que antes era de su esposa. El teléfono timbró tres veces y luego contestó Martha.

-¿Y ahora qué?-

-Tú ganas- dijo Marcos – Yo me entrego pero deja a mi hija en paz- continuó

-Sí, sí, sí a ti también te voy a dejar en paz- se burló Martha

-Quiero decir, que no le hagas daño- gruñó Marcos, mientras seguía caminando.

-Bien, tranquilo- rió Martha –Te diré algo: si tú te entregas dentro de los próximos 10 minutos o menos, con todos los documentos, te dejaré en paz y sin hacerle daño a tu hija. ¿Estamos?- propuso

-Estamos- aceptó Marcos –Estoy saliendo- dijo mientras caminaba con más rapidez.

-Muy bien- rió Martha – Por cierto, ¿Por qué no fuiste por tu hija?-

-No podía estaba juntando todos los documentos que me pides- contestó -¡Déjala!- gruño entre dientes

-¡Sí hombre! Vuelve a decirme algo y la callaré también a ella ¿eh?- advirtió Martha

-¿Dónde nos vemos?- preguntó Marcos

-En el andén de la estación del metro Sevilla, dirección a Observatorio, debajo del reloj- respondió ella –Y recuerda que te estamos viendo- advirtió y colgó el teléfono antes de que Marcos pudiera decirle algo.

Delante de Martha, había una laptop con imágenes en tiempo real de Marcos en las que se veía cada uno de sus movimientos, cómo salía de su empresa y trotaba por las calles hacía la estación del metro Sevilla.

Martha tomó su radio y dio la orden para que prepararan una camioneta que estaba en la zona junto con cuatro sujetos para interceptar al sujeto del portafolio. Luego, dejó el radio y esbozó una risa bastante malvada, arrojó el teléfono celular al inodoro y se fue de ahí.

-Algo no anda bien, esto está siendo muy simple- pensaba Martha, entonces tomó la laptop y dio la orden a sus secuaces de quemar toda la casa con todo y el cadáver de la esposa dentro, luego de esto, salió del inmueble.

De manera inmediata, los asesinos al servicio de Martha comenzaron a rociar gasolina por toda la casa para después prenderle fuego, después el que un olor pútrido e imposible de oler, empezaría a salir para cubrir la colonia entera, así de inmediato los vecinos se mostraron alarmados ante inconcebible y desgraciado hecho.

Por su parte, Martha abordó un vehículo para, con su celular, comenzar a grabarse en un video en el que pronunciaría palabras espeluznantes.

-Muy buenos días a todos y todas las personas que viven en la Ciudad de México- dijo en tono burlón– El día de hoy todos vamos a divertirnos, y es que les voy a contar: hace algunos años yo tenía unos amigos que tenían unos papeles muy importantes y vivían muy felices con esos papeles. Luego, vinieron otras personas aún más malas y les robaron esos documentos, y mis amigos como cualquier otro ciudadano, buscaron la manera de que se les devolvieran a sus manos sin lograr esto último. Bueno, la pequeña gran diferencia que tienen ellos con ustedes, es que ellos tienen dinero, recursos y poder para hacer lo que ellos quieran… ¡Y ustedes no!

Yo estoy reclamando que me devuelvan esos documentos, pero como las personas que los robaron no hacen caso a mis amables peticiones, ya advertí a mis trabajadores que por cada media hora que pase y yo no encuentre lo que me pertenece, mataré a muchos de ustedes mis queridos capitalinos, al fin y al cabo siempre son ustedes quienes pagan por los pecados de sus autoridades ¿o no?

Les daré un pequeño consejo, si alguno de ustedes ve a una persona con un folder, ¡es sospechoso! Si tiene una memoria USB en su poder, ¡también es sospechoso! Por lo que sólo les aconsejo atraparlo.

Así que ya saben, por cada 30 minutos que pasen y no tenga esos papeles de vuelta en mi poder, un atentado en cualquier parte de esta hermosa ciudad ocurrirá.

¡Ah! Y si no me creen, sólo vean lo que pasará en los próximos minutos.

Soy Martha Bermejo y tengo ojos en todos lados, así que cuídense.- dijo mostrando su laptop a la pantalla de su celular, en ésta se veían escenas del andar diario capitalino. Segundos más tardes, Martha Bermejo subió el video a YouTube para hacer que su amenaza llegara a grandes masas.

Mientras, aquellos varones enviados por Martha se encontraron con Marcos en el andén, quien al verlos de lejos corrió y saltó los torniquetes haciendo que el oficial de acceso lo persiguiera de igual forma.

Rápida y disimuladamente, Marcos se escondió uno de los celulares en la bolsa de su chamarra, cuando uno de sus captores le dio alcance.

-¿A dónde crees que vas?- le preguntó aquel captor al tiempo que lo sujetó del brazo izquierdo y lo hacía subir al convoy.

-Nada, nada- susurró Marcos, mientras el otro captor lo obligó también a subirse al convoy que rápidamente cerró sus puertas.

Al terminar de cerrarse el convoy, ya no solamente era un oficial el que estaba tratando de detener al metro, pero este reanudó su marcha.

El primer oficial que se unió a la persecución, corrió al teléfono rojo al final del andén y trató vanamente de detenerlo.

Apenas las dos cuartas partes del convoy naranja estaban dentro del túnel, cuando el timbrar de un teléfono celular se oyó dos veces, después de esto el portafolios que Marcos sostenía en su mano derecha estalló y con él todo el metro voló en pedazos.

Aquella explosión fue tan fuerte que colapsó los muros laterales del túnel y todo lo demás cimbró fuertemente. En los niveles intermedios de la estación, todo se estremeció y tiró al suelo a muchas personas y a otras más las aventó como si fueran muñecos de trapos, las luces se tronaron y algunas se cayeron sobre los usuarios.

Como las vías del metro corren por debajo de Avenida Chapultepec, la explosión fue tan fuerte que agrieto el pavimento de la misma. De las salidas/entradas de la estación comenzó a salir una nube espesa y negra de humo, por lo que la gente que estaba en la banqueta salió corriendo hacia la avenida.

La explosión había sido tan fuerte que había provocado un breve sismo de mediana intensidad y a pesar que ocurrió en el subterráneo, el ruido que provocó se oyó a dos cuadras a la redonda debido a la fuerte magnitud.

Marcos se había hecho volar dentro del convoy, y con él no menos de 1,000 personas que iban a bordo en ese momento.

Con temor y gran consternación, la gente que se había volcado hacia la avenida se acercó a las salidas/entradas de la estación del metro Sevilla; mientras que las oficinas del IMSS que están cercanas, fueron inmediatamente desalojadas por calles alternas ante el horripilante desastre que había acontecido.

Dos patrullas de la policía capitalina llegaron rápidamente y de ellas bajaron cuatro oficiales, quienes en sus rostros tenían dibujado el gesto más claro de confusión, temor e impotencia, pues no sabían en lo absoluto qué tenían que hacer. Sin embargo, esto no impidió para que casi de inmediato solicitaran apoyo al cuartel más cercano de policías y declararan el área como zona de desastre, cortando toda circulación por la avenida Chapultepec que estaba bastante dañada.

Uno de los oficiales de las dos patrullas había ido a solicitar que desalojaran los edificios aledaños, mientras que uno de sus compañeros sacó de su unidad un paliacate y se lo amarró a la cara, cubriéndose la nariz y boca para que no respirara tanto polvo, luego fue a la patrulla y sacó una linterna. Con cierta rapidez se acercó y entró a la estación, pronto se percató que entre más se acercaba menos podía ver y le era más difícil respirar dentro de esa columna de humo negro, obligándolo a retroceder inmediatamente sin poder siquiera haber entrado a la estación.

-¡Rápido, necesitamos apoyo!- anunció desesperadamente a través de la radio.

-¿Qué es lo que ha pasado?- preguntaron desde el centro policíaco.

-Una bomba ha estallado en la estación del metro Sevilla. Repito…-anunciaba angustiado aquel uniformado, cuando de pronto, de aquella columna de humo negro salieron cinco personas cargando a una bebé, al verlos, el oficial enmudeció y de sus ojos rodaron las lágrimas. Cuando estaban por llegar a ellos, estos últimos se desplomaron al suelo, los oficiales les dieron la vuelta para ponerlos boca arriba y ahí se percataron que uno de ellos había quedado hecho una abominación deforme debido a las graves quemaduras que sufrió en todo el cuerpo.

Dos oficiales tomaron a la bebé que estaba bastante llena de ceniza mientras los otros dos sólo se quedaban atónitos viendo al resto que había salido; uno de los policías le dio respiración boca a boca a la bebé como pudo, sin embargo la bebé ya había muerto, pues durante la explosión había sido atravesada por dos pedazos medianos de cristal que la privaron de la vida.

Aquellos cuatro oficiales comenzaron a derramar sus lágrimas y el que había intentado vanamente salvar la vida del bebé la cubrió completamente con su sábana mientras el resto sacaban de una de las unidades una cinta amarilla que usaron para acordonar el área. Pronto, dos ambulancias hicieron sonar sus sirenas y encendieron las torretas para que las personas los dejaran pasar, pero en ese momento el caos y la angustia se habían apoderado de todos los que ahí se encontraban.

Por si fuera poco, debido a la explosión tan fuerte, las estructuras de los dos accesos al metro Sevilla cedieron y se hundieron a lo profundo, derribando casi toda la estación en su interior, sepultando a su paso a miles de personas y matando a otras más.

Toda avenida Chapultepec a cuarenta metros a la redonda se sumergió en una oscuridad absoluta; la gente corría de un lado a otro para escapar de aquella columna espesa de humo y escombros que dañaba y lastimaba todo lo que se le interpusiere en su camino.

Algunas personas lograron correr a refugiarse dentro de tiendas comerciales o edificios aledaños cercanos.

-¡Rápido, rápido mamá!- gritaba una joven a su madre, pero al voltear atrás se dio cuenta que aquella nube negra se la había tragado para no volverla a ver jamás.

7:15 A.M.

7:20 A.M.

Mientras, en el Centro de Inteligencia Mexicano ubicado en Anillo Periférico, la noticia aún no llegaba, pero pronto comenzaría hacerse presente.

Todos los agentes de campo y de escritorio se encontraban atendiendo una ceremonia de graduación de la nueva generación de agentes de la Academia Mexicana para el Combate del Crimen y Terrorismo (A.M.C.C.T)

La ceremonia era presidida por el Jefe de Gobierno del Distrito Federal saliente, Roberto Zamora Ruiz, la candidata a ese puesto y ex procuradora de justicia del D.F., la Doctora Sandra Soto Téllez, además de varios integrantes del gabinete saliente del Gobierno del Distrito Federal.

Como ese día se llevarían a cabo las elecciones presidenciales de México y también a la Jefatura del Distrito Federal, la Doctora no dijo ni una sola palabra a los recién egresados.

El procurador de Justicia del Distrito Federal interino, terminó su discurso y todos los presentes aplaudieron, él por su parte, cedió el lugar al Jefe de Gobierno del Distrito Federal para que dirigiera un discurso a los recién graduados.

-¿Qué es la Ciudad de México?- inició su discurso Roberto -¿Cuáles son las principales metas que debe tener siempre en mente un servidor público?-

En ese momento muchos de los presentes comenzaron a murmurar en voz mediana, creando un bullicio que rápidamente subió de volumen.

Sorprendido, el Jefe de Gobierno hizo un alto esperando que la gente le pusiera atención, pero lejos de eso, todos los presentes comenzaron a ponerse de pie bastante asustados, incluyendo a los miembros de su propio gabinete. Uno de los miembros llamado Carlos Quezada de León, quien era su secretario particular, corrió hacia él y le dijo al oído:-¿Señor? Es mejor que venga a ver esto-

Roberto lo vio y en ese momento supo que algo realmente malo estaba pasando y que se requería de su atención inmediata.

Sin vacilar un solo momento, Roberto caminó hacia el pasillo principal y de ahí escoltado por su equipo de seguridad fue a la sala principal del CIM.

-Que nadie entre aquí- ordenó.

-Pero, también que no se vayan- señaló Carlos.

– ¿Qué pasa?- preguntó Roberto

-Los vamos a necesitar a todos ellos y a lo mejor nos falte gente- señaló Carlos.

-¿Seguro?- preguntó Roberto

-Sí señor- contestó

-Bien, nadie sale de aquí hasta que yo lo diga- ordenó Roberto -¿Qué es lo que está pasando?- preguntó inquieto.

-Señor- contestó Carlos, al tiempo que abría la puerta de la sala principal del CIM, donde se encontraba el director viendo hacia una pantalla. –Él es el agente Isaí Miranda, director de esta dependencia- presentó Carlos.

-¿Y?- preguntó ansioso Roberto y con poco aprecio a Isaí.

-Señor, a las siete de la mañana con catorce minutos se subió un video de amenaza terrorista para esta ciudad- explicó Isaí en tono molesto

-¡Al grano agente! ¡Al grano!- ordenó el Jefe de Gobierno.

-Señor, la amenaza fue hecha por la señorita Martha Bermejo – explicó aún molesto Isaí

-¡Eso es imposible! – interrumpió Roberto -¡Martha está presa!- replicó

-Eso mismo creíamos señor, pero hace aproximadamente dos minutos, dos bombas detonaron en la estación del metro Sevilla.- explicó Isaí

-¿Qué?- preguntó incrédulo Roberto

-En el video se ve a Martha, alegando que tiene que encontrar unos documentos y por cada media hora que pase y ella no tenga en sus manos, arremeterá contra la vida de por lo menos treinta capitalinos con un atentado como el que ya ocurrió- señaló Isaí –Terminó el video amenazando con que haría algo de prueba que jamás olvidaríamos, y dos minutos después las bombas estallaron en el metro- continuó Isaí.

Al oír la explicación, el Jefe de Gobierno mudó su rostro y se dejó caer en una de las sillas que estaban en la sala de juntas sin poder pronunciar una sola palabra.

-Señor- dijo Carlos acercándose al Jefe de Gobierno –Creo que estos nuevos agentes nos pueden ayudar a procesar la información y los más veteranos salgan al campo- propuso.

-¿Ve eso viable, agente Miranda?- preguntó Roberto

-Sí señor- contestó Isaí

-Bien- autorizó Roberto –Pero antes… ¿Sabemos el número total de muertes?- preguntó

-No señor- contestó Isaí

-¿Una cifra preliminar?- volvió a preguntar

-No señor- contestó Isaí.

-¡Un aproximado entonces!- exigió Roberto

– Señor, la explosión ocurrió en plena hora pico y en la zona hay muchas oficinas y restaurantes…- suspendió brevemente Isaí –Creemos que pueden ser miles, sino es que varias decenas de miles de muertos- continuó

El Jefe de Gobierno se puso en pie y pasó su mano derecha por su rostro.

-¿Alguien sabe quién detonó las bombas?- preguntó

-Creemos que fue uno de los ayudantes de Martha Bermejo- contestó Isaí

– Entonces…- suspiró Roberto -¿Se inmoló? – preguntó

-Todo parece indicar que sí, señor- contestó Isaí

-¿La prensa?- preguntó Roberto

-La prensa está transmitiendo el video señor- contestó Carlos –Y también el video de la explosión del metro- continuo

-¿Los callamos?- preguntó Isaí

-No- contestó Roberto –Ya no hay caso- continuo –Traigan a los estudiantes y asígnenles una tarea y un escritorio, a los veteranos sáquenlos a acordonar la zona y dar con los autores de este atentado.

¡Quiero que detengan a esa perra ahora!- ordenó enérgicamente

-Sí señor- contestaron todos y procedieron a ejecutar sus órdenes

-Director Miranda- llamó Roberto.

-¿Señor?- dijo Isaí

-Me han informado que una de las estudiantes recién egresadas es su hermana menor. ¿Cierto?- inquirió

-Señor, no habrá trato preferencial con nadie en nada- afirmó Isaí

-Bien, eso espero. Realmente eso espero- advirtió Roberto, al tiempo que giró a su flanco derecho y se retiró de ahí.

Por un momento, Isaí vio cómo reunían a los estudiantes en el pasillo para irles asignando improvisadamente un lugar y tareas que realizar.

Mientras, en su carro, Martha Bermejo oía la radio y veía los videos en su laptop. Aún ella, no tenía previsto esta situación, pero sabía cómo sacar mucha ventaja de ello. Por lo que, si bien estaba impresionada, tampoco era algo que le fastidiara sus planes, al contrario, en ese momento supo que podía llegar hasta donde quisiera. También sabía que la suerte estaba de su lado, y así debía mantenerla si quería conseguir aquellos tan ansiados documentos. Sin embargo, estaba de acuerdo en que debía mantener todo bajo ese nivel, porque si no la ciudad caería en pánico total y eso a nadie le convenía. Rápidamente, comenzó a idear todo lo necesario para mantener la ciudad en jaque, pero por el momento, todo se resumía en esperar, y aunque eso no le agradaba en lo absoluto, tampoco era una mujer que se desesperara fácilmente.

Martha bajó del auto con su tableta en la mano y caminó hacia su flanco derecho donde se encontraba un joven que lloraba sentado en la banqueta.

-Y ¿A ti qué?- le preguntó con cierta curiosidad y un tono despectivo.

-Es que…- gimió aquel joven – es que mi novia me acaba de tronar- continuó.

-¿En serio?- preguntó sorprendida – Y ¿Nada más?- volvió a preguntar.

– Si- contestó –dice que estoy muy obsesionado con el futbol soccer- continuó aquel joven

-Pues ¿cuánto tiempo duraron?- preguntó burlonamente Martha

-Dos temporadas- respondió entre llantos aquel joven.

Por su parte, Martha vio aquel joven, sacó su arma y le disparó en la cabeza privándolo de la vida.

-¡Qué patético, pobre diablo! Cómo no quería que lo mandara al carajo si es un imbécil. Morir es lo mejor que pude haberle regalado- gruñó entre dientes.

Posterior a esto, caminó de regreso a su camioneta mientras se burlaba del joven que recién acababa de asesinar.

La gente comenzó a gritar y a pedir que llamaran a la policía con el fin de detener a la joven sicaria, pero todo eso fue en vano ya que ella con toda tranquilidad huyó de ahí dejando detrás al joven muerto y una casa en llamas.

Alejandro regresaba a su trabajo con la niña Shirley Paz, quien miraba con cierta preocupación a todos los lados posibles y con un miedo desconsolador. Al entrar por la puerta principal, después de bajar del ascensor, todos los empleados apagaron la televisión y se quedaron viendo a la niña, como quien ve una aparición de ultratumba. Tony, el compañero de trabajo de Alejandro, se acercó sigilosamente a ellos.

-¿Qué pasa?- preguntó inquieto Alejandro mientras la niña entraba corriendo a la oficina de su padre.

-No sé cómo decírtelo- respondió nerviosamente Tony

-¡Pues así! ¡Cómo va!- replicó Alejandro.

-¿El jefe te dijo algo fuera de lo común?- preguntó Tony

-Pues que fuera por su hija y nada más- contestó Alejandro –Tony… ¿Qué pasa?- preguntó

Dos bombas estallaron en la estación del metro Sevilla y todo parece indicar, según las cámaras de seguridad, que fue Marcos quien detonó las bombas- contestó Tony.

-¿Qué? ¡NO! ¡Eso es imposible!- replicó Alejandro, llevándose la mano derecha a la frente -¿Y su hija?- preguntó

-No lo sé- contestó Tony –Alex, Alex- continuó, mientras se puso enfrente de Alejandro –Vayamos a un lugar seguro mientras aclaramos esto. ¿Te parece? – propuso.

Por un momento, Alejandro vio a Tony, cuando en eso llegó Sheyla y dijo con un tono de voz asustado–A mí me parece bien-

-Está bien- aceptó Alejandro –Pero necesitamos otro coche porque el mío ya lo tienen identificado aquellos desgraciados- continuó

-Sí, iremos en el mío ¡Vengan!- propuso Tony

Y dicho esto, los tres salieron de ahí y se encaminaron al elevador; Alejandro llamó a su prometida y le dijo que algo había surgido por lo que tenía que ir a su casa y más tarde a encontrarse ellos dos.

Muy sorprendida y algo dudosa, Karla aceptó aunque con mucha reserva.

Al colgar la llamada, a su celular le llegó la alerta de la aplicación móvil de “URBAN DF” la cual decía:

“Último minuto: Dos bombas estallan en el metro Sevilla”.

Cuando hubo visto la alerta, Karla corrió a su auto, lo prendió y escuchó al comentarista de la radio hablar.

-Pues la información nos está llegando muy a cuenta gotas; aún no sabemos más detalles sobre lo acontecido más que lo que hemos presentado hasta ahorita- decía el locutor con un tono de voz consternado, pero a la vez queriendo mantener la calma y transmitirla al público –Bien- suspiró –Haremos un recuento de lo que sabemos: un hombre entró corriendo a la estación del metro Sevilla; aquel caballero de mediana a avanzada edad, vestía de traje y portaba un portafolio color negro, él mismo era perseguido por tres sujetos más, uno al parecer era un oficial de seguridad del STC. Se salta el torniquete y el oficial lo comienza a perseguir; al parecer sin saber que otros sujetos iban tras él. Por cierto, no sabemos si estos tres sujetos vestidos de civiles eran policías o algún tipo de ladrones. Al llegar al andén, los cinco se meten al convoy, es decir, los tres sujetos vestidos de civiles. Le dan alcance al sujeto de portafolio y lo meten al convoy del metro, quien de inmediato cierra sus puertas haciendo caso omiso a los silbatos de los oficiales. No sé, no queda muy claro qué está pasando, ni tampoco cuáles han sido los estragos. Nuestro compañero no pudo acercarse bien a la zona cero porque hay una muy densa nube de humo ya que al parecer una explosión de magnitudes terroríficas aconteció dentro de la estación. Tampoco la gente quiso dejarse entrevistar, todo el ambiente es de temor y desconcierto.

Aunado a esto, hace poco, ¿qué será? cuestión de cinco minutos, se supo de un video que se subió a YOUTUBE donde aparece la líder del cártel de drogas y sicarios más fuerte de México, quien amenaza a la Ciudad y a nosotros los capitalinos. ¡Así es como lo escuchó! amenaza a la Ciudad de México con hacer algo que nunca olvidaríamos, todo porque quiere encontrar unos documentos que supuestamente tienen información delicada que, incluso, podría desencadenar algún conflicto armado a gran escala. Nadie sabe si esto es coincidencia o es derivado del video, pero el gobierno del D.F. no ha dicho absolutamente nada, ni el gobierno federal, ni ninguna de las autoridades. ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué está pasando? ¿Qué pasará en veinte minutos? Porque según el video que subió hace cuestión de minutos, Martha Bermejo advierte que por cada treinta minutos que pasen y ella no tenga lo que quiere, algo similar a lo ocurrido en el metro Sevilla volverá a suceder.

¡¿Dónde están las autoridades?!, seguiremos informando.

Karla apagó la radio y emprendió el camino a la casa de su prometido, la cual no estaba lejos, pero ella no sabía que él ya estaba involucrado en esta tensa y grave situación. Mientras, en la estación de radio difusora, en una cabina de producción, el narrador hablaba por el micrófono, tenía puestos los audífonos tipo diadema en su cabeza, así mismo, aquel narrador leía las noticias. A dos cuartos de distancia, se encontraba la Periodista más importante del país, quien además era amante del candidato a la presidencia de México, Rogelio, quien a su vez pertenece al Partido de los Primeros y supuestamente está casado con su segunda esposa Lorena Gutiérrez, una actriz de telenovela muy conocida en nuestro país. El nombre de la popular narradora y presentadora es Gabriela Méndez. A ella, la quería el pueblo porque tenían la falsa sensación que ella informaba abierta, valiente y apartidistamente, pero la realidad era que ella se vendía al mejor postor y aún a su amante le convenía tenerla de su lado. Ella sabía que no importara qué noticia ella tenía que poner, pero debía de enaltecer a su amado siempre en alto para que pudiera llegar a la presidencia y así poder gozar de ciertos “privilegios” que más tarde buscaría.

Pero la serie de sucesos que acaban de ocurrir en el metro Sevilla y el video en internet subido por Martha Bermejo denunciando documentos faltantes, a todos los había tomado por sorpresa y no sabían cómo reaccionar, sin embargo, Gabriela y su equipo sabían que si esos documentos salían a la luz pública sin antes “filtrarlos”, la imagen de “intachable” de México se terminaría para siempre, por lo que ellos no permitirían que se publicaran en ningún medio. Aunque también, si éstos llegaran a salir, tenían ya montada una historia que sirviera de “tapadera” o que les ayudaría a ajustar los sucesos de forma que no les perjudicara, ya que su partido tiene un buen historial de mentiras encubiertas que han lavado la mente de los mexicanos, otro cuento más no les sería tan difícil de preparar. Lo que no sabían, era que Gabriela tenía un plan mejor que ejecutaría pasara lo que pasara, este plan les afectaría a absolutamente a todos.

Las noticias seguían fluyendo, siempre diciendo lo mismo, pues no había más información que se pudiera decir, así que la que se tenía era más que repetitiva y no esclarecía las dudas de ningún capitalino. Ante esto, la conductora de noticieros sabía que era necesario decir una historia que explicara momentáneamente al pueblo lo sucedido, especialmente a los citadinos, quienes ya no se creen todo lo que les cuentan las autoridades, por lo que tendrían que preparar una historia, aunque no fuera necesariamente verídica, lo suficientemente desconsoladora para un pueblo temeroso en esos instantes, así serviría para calmar momentáneamente la situación. Pero para esta mujer, este trabajo no era dificultoso, ya que se especializaba en armar historias tan creíbles que incluyen datos, personajes, lugares y hechos que envuelven a cualquier incrédulo.

Mientras tanto, en un lugar en la colonia Polanco, en una casa sumamente lujosa que le pertenecía al Presidente de la Cámara de Diputados de México, se encontraban sentadas cuatro personas que discutían sobre el futuro de México haciéndolo a su libre antojo.

Estas personas conforman un grupo que sólo se conoce a través de la “cultura popular”; es decir, todos saben que existe pero en sí no hay pruebas fehacientes que den por válida su existencia. A este grupo se le conoce como “La Cúpula del poder mexicano”, que no son más que cuatro personas impunes, corruptas, deshonestas, lujuriosas, avariciosas, ambiciosas y todas las características más despreciables que puede tener un ser humano.

Los cuatro integrantes son el expresidente mexicano Roberto Torres, la líder sindical de la Educación Mexicana Natalia Vázquez, el presidente de la televisora más grande de México Juan Zaragoza, la jefa de jefas del narcotráfico a nivel mundial, Shin- Yuo- Cun, que es de origen chino. Además, tenían como comodín al Presidente de la Cámara de Diputados, Xolostepic Cauich, quien era prepotente con sus subordinados y un “lame botas” de aquellos integrantes de “La Cúpula de Poder”, pero también era traicionero y siempre buscaba cómo quitar a alguno de ellos de ahí.

Se suponía que las elecciones presidenciales mexicanas se llevarían a cabo ese mismo día, es decir, tendrían lugar el 1º de julio a las 9:00 a.m., es decir, en dos horas, pero lo sucedido en la estación del Metro Sevilla dificultaba bastante los planes de consumar la fraudulenta jugada en el conteo de los votos, y por tanto, en el resultado de las elecciones presidenciales. Sabían que la líder narcotraficante mexicana, Martha Bermejo, tenía todo bajo control y en un momento dado, siempre tenían la opción de huir mientras el pueblo se mataba, además, Gabriela y la televisora en la que trabaja representaban un medio muy peligroso que fácilmente engañaba a las masas. La narco china, Shin- Yuo- Cun, era una joven asiática de hermoso y fino parecer, pero así de bonita y fina de facciones lo era de peligrosa; tiene 32 años de edad y su familia siempre ha estado metida en los asuntos políticos de México, China, Colombia, Venezuela y en cuestiones de menor trascendencia de EUA, por lo que su campo de influencia era enorme. El ex presidente mexicano, Roberto Torres, había gobernado a nuestro país en la década de los ochentas y había metido a su hermano menor a la cárcel por un delito que en nada se compara con las atrocidades y delitos que él cometió. Tanto el expresidente, como la narcotraficante asiática conspiraban en secreto contra la líder sindical debido a que durante las dos elecciones pasadas les volteó la espalda de muchas maneras y no los dejó estar en el poder como ellos hubieran querido. Pero antes de hacer cualquier cosa, tenían que asegurarse que su elegido a dar la cara en el poder llegara bien e hiciera exactamente lo que ellos decían.

Para contratar los servicios de Martha Bermejo y su cártel de drogas y sicarios “Los Bermejo”; la “cúpula del poder” le pagó a su líder $100,000,000.00 de pesos y la promesa de completa inmunidad para no ser siquiera perseguidos.

Pero era imperativo que recuperara todos esos documentos y videos que estaban regados y en posesión de personas anónimas que se habían estado ocultando.

Documentos prohibidos, locaciones desconocidas en el territorio mexicano, actos y crímenes contra la humanidad, tortura y asesinatos en masa que habían quedado, no solamente impunes, sino que también ocultos y que involucraban a todos los niveles de los órganos de gobierno en México, EUA, China, Rusia y Japón.

Los documentos más sensibles con sus videos correspondientes, estaban en posesión del Licenciado Marcos, quien antes de morir metió todo a una mochila que ahora traía la niña Sheyla, y que tenía la instrucción de exhibir todo el material de video por la red.

7:23 A.M.

-Debemos ser precavidos- comentaba Shin- Yuo- Cun –si la ciudad de México cae en pánico, no habrá manera de obtener lo que queremos- continuo

-Descuida- replicó la líder sindicalista –Martha es sumamente profesional, siempre nos ha tenido limpio el nuestro terreno- continuo

-Además- dijo Roberto –Jamás nos van a poder hilar con ella-

-Bueno- rió Shin- Yuo Cun –cualquier cosa yo me voy a China y jamás me van a poder agarrar- continuo

-¿Saben?- intervino Juan Zaragoza –No deberíamos preocuparnos tanto por las autoridades mexicanas. Ya sabemos que no hacen nada, más bien hay que preocuparse por la agente norteamericana que llegó hace poco más de media hora- continuó.

-¿Agente norteamericana?- preguntó Shin

-Así es- contestó Juan

-¿Ustedes sabían de esto?- preguntó molesta

-Yo no- contestó Roberto-¿Y tú?- preguntó a Juan

-Tampoco- contestó él -¿Y tú?- preguntó Natalia

-No, en lo absoluto-contestó la lideresa del sindicato

-¿Algo de ahí nos involucra?- preguntó Juan

-Hace cinco años se perdieron unas cajas de la C.I.A. y según algunas fuentes, se supone que estaban clasificadas como “Prohibidas” y “Altamente peligrosas”- señaló Roberto

-¿Cómo es que se pierden unas “cajas prohibidas”?- preguntó Juan -¡Y luego la CIA!-

-Sencillo- contestó Shin –Martha y yo las robamos- continuó

-¿Juntas?- preguntó asombrado Juan

-Sí, eran otros tiempos- contestó cínicamente Shin

-Bien ¿Y luego?- preguntó otra vez Juan

-Ellas dos se pelearon- contestó Natalia Y las dejaron en las “Grutas de Cacahuamilpa”- continuo

-¿A la vista de todos?- replicó Juan -¡No puedo creerlo!- exclamó

-¡No!- gruñó despectivamente Shin -¡Imbécil! Las escondimos en un pasillo no abierto al público, un lugar muy tóxico, ya que creíamos que ahí nadie las podría hallar- continuó

-De todos modos fue una irresponsabilidad- señaló Roberto -¿Por qué las dejaron?- preguntó

-Por que esas cosas están malditas- gruñó secamente Shin

-¿Malditas?- rió Roberto –¡Malditas ustedes que las dejaron!- se burló

-Esas cajas tienen vida o algo muy fuerte, algo que no es bueno que salga, ya que si se da a conocer, cosas horribles se desatarán, situaciones que ni se imaginan- argumentó atemorizada y con el gesto descompuesto

-Sea lo que sea, si ese momento llega, viviremos algo que ni ustedes se han imaginado – ordenó Juan

-Esperemos que no llegue ese momento- replicó Shin –Por eso tenemos que encontrar esos documentos primero- gruñó

-Pues la gringa ya está aquí, hay mucho en juego, incluyendo esas “cajas malditas de la CIA”- señaló Roberto –Yo creo Shin que tú también deberías salir a la calle por si Martha falla- propuso

-Yo también pienso eso- secundó Juan

-Y conmigo somos tres personas que pensamos así- dijo Natalia

-Bien- suspiró Shin -¿Dónde está la gringa?- preguntó

-Se llama Layla Rainman y es la agente más joven de la Unidad Antiterrorismo de Estados Unidos- señaló Juan, viendo a su tableta

-¡Ah, bueno!- exclamó inquieta -¿Y dónde está?- preguntó al tiempo que se puso de pie.

-Debería todavía estar en el aeropuerto, de ahí la va recoger el Estado Mayor Presidencial- señaló Roberto

Por su parte, la joven asiática sólo asintió con la cabeza y salió rápidamente de aquella casa de ultra lujos. La líder sindicalista esperó a que la joven china saliera de aquella residencia y la viera irse en su auto, entonces fingió que le llegaba un mensaje de texto, aunque en realidad estaba alertando a Martha Bermejo de que la agente norteamericana sería interceptada por Shin, ya que era seguro que la agente estaba aquí por las cajas de la CIA.

-¿Siguen en Cacahuamilpa?- texteó Natalia a Martha

-Nunca estuvieron ahí- respondió Martha

-¿Dónde están?- preguntó por SMS

-Aquí en el D.F.- contestó Martha –Pero ni yo quiero recordar donde están- volvió a textear

– Pues no es que quieras sino que debes- replicó por SMS, Natalia

-¡Ah! ¿Sí?- replicó Martha -¿Cómo de parte de quién?-

-Mía, de mi parte- contestó Natalia; pero no obtuvo ni una respuesta.

7:31 A.M.

7:40 A.M.

Alejandro, Tony y la menor Sheyla, se encontraban entrando a la casa del primero.

-Bien…- suspiró Tony -¿Y ahora qué hacemos?- preguntó

-No lo sé- contestó Alejandro bastante desconcertado, por todo lo que estaba pasando –Sheyla ve a la cocina, por favor- ordenó, señalando con la mano derecha hacia la cocina.

Sheyla, quién traía dos mochilas que había tomado de la oficina que era de su papá, las arrastró hasta entrar al lugar indicado, cerrando la puerta tras de sí.

-¿Ya revisaste que trae la niña en esas mochilas?- intrigó Tony

-No, aún no- contestó Alejandro -¿Crees que deberíamos?-

-¡Pues claro!- afirmó Tony

-Mejor llamó a la policía, que ellos se encarguen- propuso Alejandro

– ¿Y qué les vas a decir?- preguntó Tony –Te van a detener a interrogar y finalmente a desaparecer- replicó

En eso, el timbre de la casa de Alejandro sonó y ambos se quedaron tiesos por un momento viéndose. Posteriormente, con mucho miedo, Alejandro preguntó por el interfon quién tocaba.

-¿Quién es?- preguntó Alejandro

-Soy yo, Karla- contestó preocupada desde la calle.

-Voy- contestó casi sin aliento y colgó.

-¿Quién es?- preguntó Tony

-Mi prometida- susurró Alejandro espantado; caminó a abrir la puerta

-Ven- dijo Tony –Entre los dos le comentamos lo sucedido ¿De acuerdo?- propuso

-¿Si?- aceptó Alejandro y siguió caminando a la puerta para abrirle a Karla; Tony salió detrás de Alejandro.

Por su parte, la joven prometida esperaba en la banqueta, estaba bastante impaciente e inquieta por la noticia que había escuchado en la radio. Sin embargo, nadie de ellos tres imaginaban que la niña Sheyla había encontrado la laptop de Alejandro en la cocina, la había prendido, ingresó a YouTube y vio que había una sesión iniciada bajo el nombre de un canal llamado MIRAMEX.

Ese canal le pertenecía a Karla López, quien el día anterior había subido un video que había grabado con su novio.

La niña subió a YouTube un video de mediana duración, el cual estaba en una de las USB que tenía que empezar a publicar.

Mientras los adultos se saludaban, Sheyla terminó de configurar las especificaciones para cuando se publicara el video, bajo el siguiente título: “Niños jugando, lo más tierno”.

En el patio y ajenos a todo esto, Karla volvió a besar a su prometido, cuando se dio cuenta que éste estaba un poco raro.

-¿Ya oíste lo que dicen las noticias?- preguntó asustada, tratando de averiguar por qué actuaba así su prometido.

-No- contestó él -¿Qué dicen?- preguntó con una mirada en sus ojos que parecían gritar “¡No preguntes!”

-Que alguien se hizo volar con unas bombas en el metro Sevilla en plena hora pico…- comentó Karla -¿Te imaginas cuánta gente iba a bordo? ¿Y hoy que son las elecciones?- continuó.

Al oír estas preguntas, Alejandro fijó la mirada en su compañero de trabajo, Tony, quien lo veía con una mirada inquieta; entonces Karla supo con certeza que algo no estaba nada bien.

-¿Ale?- preguntó extrañada -¿Qué pasa?-

-Mi amor, no sé cómo decirte esto- suspiró temerosamente

-¿Decirme qué?- inquirió inquieta.

-Parece ser que quien se hizo volar con las bombas fue nuestro jefe Marcos- concluyó secamente Marcos.

-¡¿Qué?!- gritó Karla, con un tono de voz incrédula.

-Aún no sabemos nada más- señaló Alejandro tomando a Karla de los hombros –Pero, tenemos otro problema- continuó.

-Dime que no estás implicado por favor- suplicó Karla, temiendo cosas horribles

-Eso aún no lo sabemos bien- contestó Alejandro –Pero antes de que esto pasara, Marcos me pidió que fuera a recoger de la escuela a su hija Sheyla- explicó.

-¿Dónde está ella?- preguntó Karla.

-En la cocina- respondió Alejandro

-Pues hay que ir a hablar con ella- ordenó Karla, al tiempo que se dirigía a la cocina y Alejandro y Tony la seguían.

Pero Tony, como iba hasta atrás de ellos dos, sacó su celular y escribió un mensaje de WhatsApp, a Martha Bermejo:

-Nada se perdió, la niña tiene todo y yo estoy con la niña-

-Y… ¿Luego? ¿Por qué no la has matado?- preguntó Martha por mensaje

-Hay dos personas más con ella- contestó

-Ningún cabo suelto. ¿Entendiste?- advirtió Martha

-Entendido- aceptó Tony. Luego guardó su celular en su bolsillo del pantalón.

Por otro lado, en el Centro de Inteligencia Mexicana (C.I.M.), la recién egresada agente Isui Miranda, navegaba por internet en una de las estaciones de trabajo que le había sido asignada; su labor consistía en no permitir que ningún medio de comunicación transmitiera algo extra o falso de lo que estaba ocurriendo.

Han transcurrido ya 28 minutos desde el incidente en la estación del Metro Sevilla; toda la prensa transmitía una y otra vez lo ocurrido en aquel lugar, aún los medios internacionales habían suspendido noticias de su país para volcarse a ver la tragedia que envolvía a la de por sí convulsionada Nación Mexicana, pero con el “Plus” de que este día se llevarán a cabo las elecciones presidenciales y para Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Para la joven agente Isui Miranda, no le era necesario salir a la calle para darse cuenta que el pueblo demandaría una explicación al Gobierno del Distrito Federal y este parecía anquilosarse frente a la situación. Sin embargo, si bien la nula respuesta del Jefe de Gobierno sorprendía y molestaba a Isui, también se asombraba aún más; que con todo el escándalo que creaba la prensa alrededor de este asunto, el gobierno federal parecía permanecer inmutado frente a esta grave situación.

El Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Roberto Zamora, había solicitado que las elecciones presidenciales a celebrarse en unas horas fueran suspendidas, sin embargo el permiso fue denegado.

Isui, veía cómo Roberto se desesperaba y aventaba las sillas en la sala de conferencias; cuando ingresó a su perfil de Facebook y en la sección de noticias, encontró el perfil de una agencia noticiosa importante, la cual acababa de publicar un artículo titulado: “Niños jugando… con el futuro de la Nación”. Cuando le dio click para ver el artículo, se dio cuenta que este solamente poseía una línea a manera de subtítulo que decía así: “Supuesto video que involucra al Director del Centro de Inteligencia Mexicano y a otros más”. Abajo estaba el video que la menor Shirley había subido a la red desde la laptop de Alejandro pero con el usuario de Karla. Por un momento, la joven agente volteó a ver a sus lados, detrás suyo y luego conectó sus audífonos al ordenador y comenzó a reproducir el video. Y, en efecto, en el video se podía observar a su hermano Isaí, a la líder sindical Natalia y a Shin- Yuo- Cun; ellos estaban sentados en una banca, fuera del porche de alguna casa que tenía un jardín inmenso, el cual aparecía a espaldas.

-¿Si te das cuenta del cohete que me voy a rifar?- preguntó Isaí a Natalia en el video

-Sí, estoy consciente- contestó la líder sindical – Más bien, la pregunta es: ¿Estás dispuesto a llevarlo a cabo?- preguntó

-Uno de los míos irá al lugar que tú le digas. Sólo te pido que ahí estén todas las urnas y papeletas que vamos a modificar, ya luego te dirá qué hacer- señaló Shin

-¿Y cuándo se entregan al INE?- preguntó Isaí

-El INE ya sabe todo esto, lo importante es que te hagas de toda la papelería electoral sin que el “morro” de tu jefe se dé cuenta- ordenó Shin

– ¿Y en caso que sospeche o se entere?- preguntó Isaí

-¡Te lo chingas! ¡Carajo!- exclamaron las dos -¡Hasta la pregunta es necia!- gruñó Natalia

-Verán- dijo Isaí acomodándose en la banca –Mi jefe, no es cualquier jefe, ¡Es el Jefe de Gobierno del D.F.! Y a lo mejor puedes chingarte a uno o dos gobernadores y ya no pasó nada ¡Pero él es diferente!- explicó

-Ese es ya tu pedo- gruñó Shin –Y si no puedes… ¡Dile a Martha!-

-¡Ah!- gruño Isaí –Ya suficiente hice, con liberarla de Santa Martha… No quiero tener nada que ver con ella- advirtió.

-Bueno- sentenció Natalia -¡Pues haz lo que tengas que hacer! Pero todo debe quedar concluido este 1º de julio antes de las siete de la noche- continuó

-Bien- aceptó Isaí -¿Y yo qué recibo a cambio?- preguntó

-¿Qué quieres, que te parezca justo?- preguntó Shin

-32 millones de pesos al año y un lugar en el próximo gabinete presidencial, un puesto alto- contestó firmemente

-¡Lo tendrás hombre!- confirmó Natalia

-Pensábamos ponerte como procurador General de Justicia de la Nación- propuso Shin

-¿Bajo qué condición?- preguntó Isaí

– Sencillo, en cuanto agarres a cualquier criminal, si te ordenamos que lo sueltes, tú lo sueltas- sentenció Shin

-O.K.- aceptó Isaí -¿Qué hay de mi sueldo?- preguntó

-Lo de siempre- contestó Natalia -$200 mil pesos mensuales líquidos más prestaciones superiores a las que tienes, y si cooperas, te irán llegando tus “comisiones extras” por tu trabajo- continuó.

-¿Creen que logre terminar el sexenio? ¡Está muy enfermo!- inquirió Isaí

-Eso está muy bien- interrumpió Shin – Tú dedícate a lo tuyo y nosotros a lo nuestro-

Por su parte, Isui que estaba sorprendida viendo el video en el sitio web, inmediatamente bloqueó el mismo después de pausar el video.

Sin dudarlo, Isui se levantó y fue a la oficina de su hermano, donde él hablaba por el manos libres de su celular.

-Isaí, tenemos que hablar- ordenó firmemente Isui al tiempo que cerraba la puerta tras de sí.

-Sí, claro- dijo al teléfono y con la mano derecha haciendo un gesto a su hermana, indicándole que esperara un momento.

-¡Ahora!- exigió Isui plantándose en frente a su hermano.

-Te llamo más tarde ¿sale? No, no, no, yo te llamo- colgó Isaí -¿Qué quieres Isui?- preguntó molesto.

-¿Ya viste el video que circula por la red?- inquirió Isui

-No, ¿Cuál?- respondió Isaí

-Uno en donde te reúnes con dos señoras y se ponen de acuerdo para alterar las boletas electorales- reclamó Isui -¿En serio matarías al Jefe de Gobierno?- preguntó

Por un momento, Isaí miró a su hermana que estaba frente a él y fue cuando ella supo lo culpable que era, sin embargo, jamás lo iba a delatar.

-Muy bien- suspiró Isaí -¡Me atrapaste!- continuó –Sí, me reuní con la líder del sindicato de la educación, Natalia y la narco china, Shin- Yuo- Cun-

-¿Estás loco?- reclamó Isui -¡Esa mujer es la enemigo número 1 de Estados Unidos; hasta donde sabemos es pareja sentimental de Martha Bermejo y entre las dos robaron unas cajas que eran de la C.I.A.! –

-Sí, bueno…- replicó Isaí –Eso a mí no me interesa- se justificó –Lo único que me interesa es que yo tengo un trabajo que hacer y ella me va a pagar-

-¿O sea que el dinero te cambia?- gruño Isui.

-No Isui, no- contestó su hermano –Este es el verdadero yo, actuando en la verdadera realidad del país; te guste o no- continuó.

-¡No puedo creerlo!- susurró incrédulamente Isui.

-Mira, ahora ya sabes una pequeña parte y no te puedes echar para atrás- señaló Isaí –Necesito que me ayudes- continuo

-¿Yo?- preguntó asombrada Isui. -¿Estás loco?- reclamó

-16 millones- propuso rápidamente Isaí, a lo que su hermana Isui inmediatamente cambió su mirada hacia él y le preguntó:

-¿Qué dijiste?- con un tono de voz que denotaba que iba a ceder.

-Te doy 16 millones de pesos, es decir, la mitad de mi parte para que me ayudes con las papeletas electorales y a ponerle un alto a todo esto. No afectaremos a nadie, te lo prometo- propuso Isaí.

Por un momento, su hermana clavó la mirada en él, pero había duda dentro de sí, casi como si ella hubiera querido decirle algo con la mirada, en eso, un agente entró rápidamente a la oficina con una noticia urgente.

-¡Señor!- dijo casi sin aliento aquel agente

-¿Qué pasó?- preguntó Isaí

-Vea a la pantalla de su computadora- respiró el agente.

Isaí se dirigió a su computadora e ingresó al link que había en la pantalla.

De manera inmediata, éste le llevó a la transmisión en vivo de un radio noticiero por internet, donde daban la noticia de una balacera que estaba ocurriendo dentro de la Central de Abastos de la Ciudad de México y que ya había cobrado la vida de al menos noventa personas, aunque aún faltaban más víctimas por contar.

Asombrados, los tres agentes escuchaban las noticias sin decir una sola palabra; sigilosamente, Isui se dirigió al agente que había llegado con la noticia y le dijo: -Dale seguimiento a esta noticia, queremos un informe, ¡Ya!- apresuró.

Aquel agente vio momentáneamente a Isui y luego a su jefe, quien con un leve movimiento de la cabeza le confirmó la orden recibida y así aquel tercero salió inmediatamente a cumplir con su deber.

Una vez solos, Isui volteó a ver a su hermano, suspiró y le dijo: -Quiero mis 16 millones ¿Eh? ¡No menos!- advirtió al tiempo que salió de la oficina a su estación de trabajo.

7:46 A.M.

Martha Bermejo se encontraba viendo las escenas trágicas de lo recién ocurrido en la Central de Abastos, mientras uno de sus secuaces se acercó y le dijo:

-Señora, nuestra gente ya está afuera-

-Avíseme cuando lleguen- ordenó Martha, cuando su celular sonó indicando que un nuevo mensaje le había llegado.

Martha leyó el mensaje el cual decía: “Eres lenta”, seguida de un link.

Al abrir el link, se dio cuenta del video que ya estaba subido a la red y que ya contaba con 150,000 reproducciones en cuestión de minutos.

El gesto de Martha se descompuso denotando una furia tremenda, mientras detuvo el video y entró al canal de YouTube que lo había posteado.

Una vez dentro del canal, reprodujo el primer video que le saltó, en el cual aparecía Karla López en un fondo virtual atrás.

-¡Hola! Esto es MIRAMEX tu fuente de cosas secretas y no tan secretas- decía Karla en el video, que nada tenía que ver en la problemática actual.

Martha pausó el video por un momento. –Con que secretos ¿Ah?- pensó y luego terminó de ver el video de introducción.

-Mi nombre es Karla López y esto es: MIRAMEX- terminó el video.

-Bien Karla- suspiró Martha –Estás en muy serios problemas- gruñó.

Inmediatamente cerró la aplicación de YouTube y entró a Google, donde tecleó el nombre completo de Karla, seguido de su canal; en cuestión de segundos le aparecieron varios resultados, entre los cuales aparecía uno que le llamó la atención y entró. El sitio se llamaba “El pasillo colegial” y ahí había diversos artículos posteados por alumnos de la escuela CETIS 5, muchos de ellos eran completamente intrascendentes, otros no.

Martha no tuvo que buscar mucho cuando encontró un post en especial, el cual decía:

“¿Ya vieron a la profesora de prácticas en su canal de YouTube?”

El post iba acompañado del link del canal que Martha había mirado anteriormente, abajo tenía 1,149 comentarios de diversos tipos. Martha leyó uno por uno y no tardó mucho, pues varios comentarios consistían en dos líneas superfluas; continuó revisando los comentarios hasta que llegó a uno que había hecho un joven llamado Erick, en donde se etiquetaba a la Profesora, al ver esto, Martha entró rápidamente al perfil en Facebook de la joven maestra; ya en la sección de información, sacó el número celular y domicilio completo, el cual corroboró con las fotos existentes en su perfil. Y así fue, en cuestión de cuatro minutos, Martha ya sabía quién y cómo era Karla López, sabía que para saber exactamente dónde estaba en ese momento, bastaba con llamarla por teléfono celular y hacerle una muy breve charla.

7:50 A.M.

7:55 A.M.

La joven agente norteamericana de la Unidad Antiterrorismo, Layla Rainman, es una joven de veinticinco años de edad, de ascendencia oriental y por lo mismo de tez morena clara, sus ojos medianos y cafés, de rasgos faciales finos, labios delgados y esbelta figura.

Layla Rainman, miraba por la ventana del avión privado que la había llevado a la nación mexicana. A la joven le habían puesto al tanto de lo ocurrido hacía unos minutos y también estaba enterada de las elecciones que se efectuarían en las próximas horas, pero nada de eso le interesaba, el único tema que la hacían mantenerse alerta, era el recuperar las cajas prohibidas de la C.I.A., pero ni ella sabía que contenían en su interior y menos cómo se habían perdido, quiénes las robaron y cómo llegaron a territorio mexicano.

Layla no era como los demás agentes de campo normales, ella era cristiana evangélica y una joven muy íntegra, llena de valores morales y fiel a su religión de acuerdo a los comportamientos establecidos, también era una joven muy misericordiosa, aunque si se requería, también sabía tirar del gatillo de la pistola que le acompañaba a diario pegada a su cintura.

Para la joven agente norteamericana, ésta era su primera misión en el extranjero completamente sola y al frente de dos grupos de asalto; no tenía ni la más remota idea de cómo hablar o entender el español ni tenía una noción de lo que podría significar cada modismo de los que muy frecuente se hablan aquí, sin embargo, era muy lista, atenta y receptiva, lo que hacían aprendiera rápido.

Antes de llegar a México, la joven agente fue instruida por sus superiores en una junta previa con el mismo presidente de E.U.A. presente, ahí le habían hecho énfasis en recuperar las cajas prohibidas de la C.I.A., cuestión prioritaria en esta visita de trabajo. La otra misión que tenía, era la de informar la condición política y social que imperaba en México, la cual era sumamente crítica y preocupante y aún más en las elecciones presidenciales y de jefe de gobierno del D.F., que se celebraban cada 6 años.

En su trayecto a México, Layla fue informada del desastre ocurrido en la estación del metro Sevilla y a quién se le responsabiliza o atribuía el ataque. Por lo mismo, buscaba como responsable de las cajas negras a esta misma mujer. Si bien, no tenía ni la más mínima idea que en realidad Martha Bermejo había tenido que ver con el movimiento de las cajas negras de la C.I.A., sólo usaba la intuición; pues era lo único que en un momento dado podía referirle lo que buscaba.

El avión Minicharter, esperaba en una parte especial del aeropuerto internacional de la Ciudad de México, mientras, por un costado se acercaban el comando de la presidencia de la República Mexicana conformado por un gran número de motocicletas tipo terminator, dos camionetas grandes negras con los vidrios polarizados y blindada, con sus banderas en el cofre y dos camionetas militares fuertemente armadas.

En una de las camionetas blindadas se encontraba el secretario de gobernación, quien ya tenía la orden de complacer en todo a la agente norteamericana.

La joven se levantó de su asiento y se puso hasta el frente, luego volteó a ver todo el equipo del asalto que iba con ella.

-GRAB YOUR GEAR!- ordenó al tiempo que todos se armaban fuertemente y se ponían sus chalecos antibalas.

Por su parte, la joven se puso el chaleco antibalas y en su cintura amarró una correa con dos pistolas, sus cargadores y en los muslos otras dos armas más; tomó su mochila y se dirigió a la puerta.

-I WANT EVERYONE ON THE SUV, I´LL BE. IS THAT CLEAR?- ordenó

-Yes mem- respondieron

El comando presidencial llegó al avión y dos patrullas federales se colocaron de manera perpendicular al avión. Un auto especial puso las escaleras en la puerta del avión y dos obreros se subieron.

El secretario de gobernación bajó de su camioneta e inmediatamente uno de sus asesores corrió a él con una sombrilla abierta, así lo acompañó a las escalinatas donde esperó. Cuando los obreros vieron que el secretario de gobernación se detuvo al pie de las escalinatas, esperaron a que una joven asiática se acercara a él.

Aquella joven era Shin- Yuo- Cun, quién había logrado llegar a penas metros atrás para alcanzar el resto del convoy presidencial.

-Al parecer no viene sola- susurró el secretario de gobernación

-¡Tú normal!- gruñó Shin. –Sigue el plan tal cual se te dijo- ordenó.

El secretario de gobernación hizo un gesto a los obreros indicándoles que abrieran la compuerta del avión.

-¿Cuántos vienen contigo?- preguntó él.

-Treinta- respondió Shin -¡Ya cállate!-

Por su parte, Layla Rainman se asomó por la puerta del avión y comenzó a bajar las escalinatas. La joven agente americana venía vestida con un pantalón de mezclilla color negro y una blusa azul claro, tenis color gris obscuro, pero su blusa no se podía ver debido a que estaba forrada con el chaleco antibalas, y todos los auriculares que el equipo así lo requería; en sus manos traía los guantes bien ajustados mientras cargaba una ametralladora AK-47, en los bolsillos del chaleco traía muchos cargadores y en los muslos de sus piernas traía dos armas de fuego para uso personal junto a dos cuchillos, además que cargaba una mochila de militar repleta de ropa y armas. Detrás de ella, aparecieron los 50 miembros del equipo de asalto Élite de la Unidad Antiterrorismo de Estados Unidos.

-¡Rápido traigan una sombrilla!- ordenó el secretario a sus otros asesores.

Uno de los miembros que venía con la joven americana, se acercó a ella y le susurró por la radio.

-The girl, who stands next to the mexican vice president looks like the chineese drug cartel leaderness Shin- Yuo- Cun-

-Yes, she is- susurró Layla –Let´s play their game, don’t say anything. Act normal- continuó mientras sonreía.

-¿Crees que sepan?- preguntó la china al secretario de Gobernación

-No sé- susurró él.

Layla terminó de bajar las escaleras y sonriendo extendió la mano al secretario de gobernación en medio de la brisa de la cada vez más fuerte lluvia.

-Mr. Vicepresident- saludó Layla –Nice to meet you-

-Agent Layla Rainman- saludó –She is my personal assistant… Mrs. Katia Chu- presentó

-Madam- saludó a Shin

-Agent Rainman- saludó Shin

-They are my team, they will help me with these task we have about the boxes- señaló Layla

-Of course, of course- respondió el secretario –President Ramírez instructed me to give you anything you need to complete your work- señaló.

-Thank you Mr. Vicepresident- agradeció Layla –The sooner we finish, the sooner we go- continuó.

-Of course, of course- respondió el secretario de Gobernación –We will apreciate that- continuó –Do you want to take you somewhere?- preguntó

-Yes, please- contestó Layla.

-Where do you want to go?- volvió a preguntar.

-To the Mexican Intelligence Center- contestó Layla.

-Sure- aceptó el secretario –Please, up in the van- señaló

Y al instante, caminaron a la segunda SUV blindada donde se subieron el secretario de gobernación Mexicano, Shin- Yuo- Cun, la agente americana y en los costados iban 5 miembros del equipo de la Agencia americana que acompañaban a Layla. Aquellos escoltas iban colgados en los costados de cada una de las camionetas del Estado Mayor Presidencial y solo dos iban a bordo de una camioneta tipo PICK UP donde avanzaban todos los secuaces de Shin. En ese momento, Shin envió un mensaje de texto a todos sus secuaces, quienes estaban muy nerviosos con todo el movimiento y cercanía con los oficiales americanos.

El mensaje decía: “No accionen”.

Sin que ella viera algo, la agente Layla alcanzó a leer el mensaje y lo único que hizo fue mirar tranquilamente hacia ella. Y aunque si bien, ella no sabía nada de español, por los gestos y la premura con que la lideresa china envió el mensaje, la agente americana intuyó que algo no estaba bien.

-It looks that you are a busy Woman, right Ms. Chu?- preguntó Layla.

-Oh!- respondió Shin –Well, today is an special busy day, we have a lot to do… And well… Let´s say that some people choose this day to make some… ahm… problems.- explicó.

-Oh! I see- respondió tranquilamente Layla viendo hacia la ventanilla –Why is rainning? Is it normal?- preguntó al secretario de gobernación.

-No, is not. We have a hurricane close of the pacific coast and that bring us rain… nothing to worry about agent Rainman- respondió

-Ok.- dijo Layla.

El convoy presidencial circuló por todo el Boulevard Puerto Aéreo, el cual se encontraba con cierta carga vehicular, a lo que las patrullas federales y motocicletas de la misma fuerza iban abriendo paso.

-How long you have on the CTU agent Rainman?- preguntó Shin.

-The enough time- respondió Layla

-The enough time agent Rainman?- preguntó Shin –The enough for what?-

-To do my job right, Ms. Chu- completó Layla, con absoluta serenidad.

-You know? Here in Mexico we have a phrase that I want to share with you- dijo Shin.

– Sure- aceptó Layla viendo a Shin.

-A veces sufrimos más con los pensamientos, que con los sentimientos-

8:00 A.M.

8:00 A.M. – 9:00 A.M.

“No hay mejor manipulador, que el miedo… No hay mejor victoria que encarar ese miedo”.

8:00 A.M.

Isui, miraba nerviosa en su computadora los videos de las agencias noticiosas que mostraban lo acontecido en la Central de Abastos apenas hacía once minutos. En las escenas se veía el desfilar de un gran número de ambulancias y patrullas que cercaban el área; la gente salía muy asustada de la central entre llantos y gritos. De pronto se oyó un tiroteo al interior, luego, tres policías salieron corriendo de espaldas apuntando con sus pistolas hacia el frente, realizando varios disparos.

-¡Cúbranse! ¡Cúbranse!- gritaron mientras que uno de ellos fue herido en la pierna derecha. Al ver a su compañero caído, los otros dos agentes corrieron a él, cuando fueron brutalmente baleados por disparos de escopeta. Inmediatamente las patrullas bloquearon la entrada principal y los policías capitalinos se apostaron a un costado de sus vehículos. La cámara del noticiero enfocó hacia la entrada de donde salió un hombre con una bomba atada en el pecho y el detonador en la mano derecha. Aquellos policías gritaron ordenando que bajará el detonador e incluso lo amenazaron con dispararle, pero aquel varón sabía que jamás le dispararían porque las bombas iban a detonar. Sin pensarlo dos veces, Isui mandó la imagen a la pantalla principal para que todos vieran lo que estaba sucediendo. El terrorista tomó un megáfono en sus manos y con el parlante hizo ruido por diez segundos para captar la atención de todos. En el lugar de los hechos, todo quedó en silencio súbitamente, así mismo, en el Centro de Inteligencia Mexicano y en todos los hogares de este país que veían por televisión o en internet la noticia en tiempo real.

-¡Tenemos prisioneros!- gritó aquel varón -¡Tenemos a muchos más prisioneros, que los que han salido!- continuó –Si hacen un movimiento en falso, todos los que están dentro van a valer… ¡Tenemos a mujeres y a niños aquí dentro! ¡Allá ustedes! ¡Si quieren que esto termine por las buenas, tienen y van a cumplir con todas nuestras demandas!

El que todas estas personas regresen con bien a su casa dependerá de ustedes y sus autoridades. Nuestra demanda es que la señorita Karla López Sánchez de veintiséis años quien opera un canal de YouTube, llamado MIRAMEX y que también labora dando clases en prepa, se entregue o que le entreguen con vida, a ella, su esposo y su hija o la niña que viene con ella. Por cada 10 minutos que pasen y ella o alguien de ella no estén aquí, morirán tres personas o más si así me parece. ¡Tienen 10 minutos! ¡Ajusten cronómetros!- amenazó aquel secuestrador, posteriormente caminó de espaldas para regresar al interior de la bodega principal de la Central de Abastos.

Por su parte, el Jefe de Gobierno al ver esto en la central del C.I.M., se dejó caer en la silla que estaba detrás suyo y sólo atinó a ver a la candidata a ese puesto y ex procuradora de justicia, Sandra Soto, quien estaba a su lado derecho observándolo fijamente

-Señor, hay que hacer algo- propuso Sandra

-Guía dos escuadras de asalto y un equipo de negociaciones- dijo Roberto.

Sandra salió del cubículo donde estaba el mandatario capitalino y llamó a Isaí, quien de inmediato fue a ella.

-Quiero dos escuadras de asalto y táctica- ordenó

-Sí señora- contestó Isaí –Ya se están alistando- señaló

-Los quiero listos para salir en dos minutos- ordenó Sandra

-Sí señora- aceptó Isaí -¿Quién va a negociar?- preguntó

Por un momento, la candidata vio a Isui, quien la veía tímidamente por el borde del monitor de su computadora.

-¿Es nueva?- preguntó Sandra a Isaí

-¿Quién?- contestó él

-¡Ella!- gruñó Sandra, al tiempo que la señalaba con la mirada e Isui se escondía detrás del monitor.

-Sí, hoy egresó de la academia- contestó Isaí.

-Bien, ella va ir a negociar- concluyó Sandra, dio media vuelta

-Pero…- intentó objetar Isaí

-¡Dije que ella!- gruñó entre dientes y en tono amenazador-¿Algún problema?- retó Sandra

-No, no, para nada- contestó Isaí -¡Agente Miranda!- llamó a Isui que de inmediato se paró de su lugar -¡Venga acá!- ordenó su hermano.

Mientras que Isaí hablaba con su hermana, la doctora Sandra se dirigió a un agente de escritorio que era muy hábil en la búsqueda de personas por base de datos, su nombre es Ovidio Gutiérrez.

La candidata se acercó al escritorio del agente y tocando ligeramente su hombro derecho llamó su atención.

-¿Oye?- preguntó Sandra

-Dígame señora- contestó alegremente Ovidio

-Díme qué sabes de la tal Karla López- señaló Sandra

-No mucho- respondió él –Mire…- continuó –Karla López Sánchez tiene veintiséis años, estudió la Licenciatura en Pedagogía en la Universidad Latina, su preparatoria la hizo en la Nacional Preparatoria Número 6 de Coyoacán, su secundaria la estudió en la número 71 y su primaria en el Instituto Villa de Cortés. Desde los dieciocho años de edad cotiza en el Seguro Social y comenzó como asalariada de sueldos y salarios en un “call center” que está precisamente a tres cuadras de la estación del metro Sevilla, misma estación que fue siniestrada hace unos minutos. Posteriormente no se tienen registros de que haya trabajado en alguna institución o que siquiera haya tenido algún empleo hasta que después laboró en el Instituto Politécnico Nacional y cambió su régimen fiscal como prestadora de servicios profesionales independiente, pero ahí no duró mucho y en tres meses salió. Aquí es donde viene algo que si es de llamar mucho la atención: estuvo dos años fuera del mapa fiscal, sin embargo, figuran en sus cuentas que tiene en el Banco Privado de México, dos años y medio de depósitos bancarios por $10,000 pesos cada mes y todos en la misma cuenta de ahorros. A penas hace dos años y medio que volvió a reactivarse en el mapa fiscal y cambió su régimen de asalariados de sueldos y salarios, pero ahora labora en el CETIS 5. En esta otra cuenta, durante los dos años de inactividad fiscal, figuran cinco depósitos de $13,000 pesos cada uno, otros dos por $80,000 pesos y de $100,000 pesos uno. Y precisamente fue en esa época que apareció el canal de YouTube, MIRAMEX, y hace dos semanas en esta misma cuenta de banco se recibieron dos depósitos por $1’000,000 de pesos cada uno de los dos. El día de ayer, terminó su trámite de registro civil y contrajo matrimonio con un joven llamado Alejandro Nicolás Juárez Hernández, quien fue alumno del Instituto de NASCAR en Massachussets. Según sus redes sociales, el día de mañana se casará por lo religioso en la Iglesia Central de la Iglesia Cristiana Interdenominacional, Asociación Religiosa. A una cuadra del Metro Portales. Y eso sería todo, excepto tal vez por aquellos cuantiosos depósitos en sus cuentas de ahorros señora.- señaló Ovidio.

-¡Y que es Aaronista!- exclamó en voz baja Sandra

-¿Señora?- preguntó Ovidio

Pero Sandra, permaneció callada y vio en la pantalla de la computadora del agente Ovidio toda la información sobre Karla.

-Suma todos los depósitos que me dijiste- ordenó

-Sí señora- respondió Ovidio y en la calculadora de la computadora comenzó a hacer la suma –Ya señora- indicó.

-¿Cuánto es?- preguntó asombrada

– Dos millones, quinientos sesenta y cinco mil pesos señora- contestó Ovidio

Sandra se puso la mano derecha en la frente y con su pulgar se masajeaba suavemente la sien derecha mientras pensaba qué haría ante esta situación, al tiempo que veía cómo Isui se iba al hangar. Pronto volvió con su amigo y bajó su mano para cruzarse de brazos.

-Ve por ellos- ordenó Sandra

-¿Señora?- preguntó Ovidio -¿Cómo?-

-Llévate tu placa y arréstalos por fraude fiscal y ya aquí los cuestionamos- contestó ella -¡Ve! ¡Ya!- urgió.

-Sí, señora- aceptó inseguro, tomó su placa, su arma y salió de allí.

Mientras, la ex procuradora de Justicia del D.F., mordió suavemente su labio inferior viendo a Isaí; a ella no le agradaba para nada, una vieja discusión había hecho que Sandra no le hablara más, sin embargo, y a pesar de todo, sabía ser institucional y podía dejar atrás las rivalidades si se lo proponía para poder accionar frente a grandes contingencias como éstas.

Isaí sintió la mirada acusadora de Sandra, misma que devolvió, después ella caminó hacia donde se encontraba el mandatario capitalino, pero no había dado ni dos pasos, cuando un agente se puso en pie con el auricular inalámbrico en el oído derecho y gritó una noticia muy importante.

-La policía acaba de recibir un reporte de balacera en la calle de Golf número 75, colonia Country Club, es la dirección donde se encuentra en estos momentos Karla López-

-¡¿Cómo lo sabes?!- preguntó Sandra.

-¡Ella llamó!- contestó aquel agente –¡Dice que un amigo del trabajo de su prometido quiso matar a una niña que está con ellos!- continuó

-¡Equipo delta y épsilon vayan para allá! ¡Ahora!- ordenó enérgicamente Sandra -¡Traigan a Karla López, su prometido y a la niña con vida!- continuó

Y de manera inmediata, el equipo delta se apresuró a salir corriendo por su armamento.

Después de esto, y con todo el movimiento que empezó a haber en la oficina central, la joven candidata a Jefa de Gobierno se acercó a uno de los agentes recién egresados que veía con asombro y nerviosismo todo su acontecer en derredor.

-Agente ¿Cuál es su nombre?- preguntó

-Raúl Ramírez, señora- respondió sorprendido.

-Bien- contestó Sandra -¿Podrías realizar una búsqueda por mí?- preguntó

-¡Sí, claro!- respondió él.

-¿Qué sabes de tu compañera?- inquirió Sandra en tono sereno

-¿Señora? ¿Cuál de todas?- preguntó confundido Raúl

-La Miranda- replicó Sandra -¿Y qué tal los controles de incorruptibilidad? ¿Pasó la prueba?- volvió a preguntar en tono firme

-¿Señora?- seguía sin creerlo el agente

-¡La hermana del agente Isaí! ¡Tu nuevo jefe!- gruñó algo desesperada

-Fue muy buena agente, señora- respondió con miedo –Quiero decir que… Y por más que odio admitirlo, simplemente fue la mejor de toda la clase- continuó

– ¿Y los controles de incorruptibilidad?- volvió a preguntar

-No lo sé señora- respondió tímidamente –A decir verdad, sólo nosotros creemos saber cómo nos fue porque aún no nos dan nuestros resultados- continuó

-¡Claro!- pensó Sandra –Hasta el final de su graduación. ¿Cierto?- preguntó

-Sí, así es señora- murmuró Raúl.

-Bien- suspiró Sandra –Quiero que me investigues todo acerca de la agente Miranda- ordenó

-Sí, señora- respondió Raúl

-Todo lo que arroje la investigación quiero que me lo des a mí- señaló Sandra

-Sí señora- aceptó Raúl.

-Empieza por su estación de trabajo- indicó al tiempo que señalaba la misma con su mirada –Y no le digas nada a nadie-

-Sí, de inmediato- contestó Raúl mientras se empezó a dirigir al lugar señalado.

Entonces, la candidata sonrió levemente y reanudó su marcha a la oficina donde se encontraba el Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

8:05 A.M.

Mientras, en la casa de Alejandro, tres patrullas estaban apostadas en la puerta principal y los oficiales se movían de un lado al otro tratando de tener un tiro limpio, lo cual resultaba muy difícil, ya que la casa tenía una reja muy larga que cubría el perímetro de la casa.

Al interior, Karla y la niña Shirley se habían ocultado en el ático, pero ésta última traía la laptop semi abierta dentro de su mochila, y mientras todo estaba ocurriendo, la computadora continuaba subiendo los videos a YouTube, usando la cuenta de Karla en el canal MIRAMEX.

La niña había configurado todo para que se fueran subiendo uno por uno los videos que estaban en la memoria USB que ella había conectado; bajo nombres muy llamativos o morbosos, se seguían publicando con el fin de captar más audiencia y así hacerlo lo más público posible. Mientras, Alejandro tomó una de las armas que guardaba en su casa, al tiempo que esperaba detrás del muro de la cocina; unos metros más adelante y usando una mesa de madera de centro, se encontraba Tony, quien disparaba a las ventanas y hacia el muro de la cocina. Afuera, un par de policías comenzaron a subir la reja cuando la uniformada volteó a su lado derecho y vio tres camionetas negras tipo SUV que se acercaban a toda velocidad hacia la casa. Si bien no sabían si estas camionetas iban en apoyo, algo le hizo saber a la uniformada que lejos de mejorar esta situación, pronto todo empeoraría. Sin perder el tiempo, la oficial cruzó del otro lado y bajó para alertar a su compañero que ya había bajado, pero para su horror, el oficial se volteó y le disparó dos veces en el pecho, cuando ella cayó al suelo, la remató con un balazo en la cabeza privándola así de la vida. Los otros dos uniformados no tuvieron tiempo para reaccionar, más que para encender las sirenas de sus unidades cuando la camioneta SUV negra que iba al frente del contingente embistió a una de las patrullas. La segunda camioneta se detuvo justo en medio y la tercera se quedó hasta atrás para cruzarse y bloquear el acceso a la calle. De la segunda camioneta SUV, bajaron cinco personas armadas con armas largas de fuego y uno de ellos con dos granadas, quien rápidamente lanzó una de éstas al suelo, la cual rodó debajo de otra de las unidades policíacas haciéndola volar por los aires y cayendo al suelo muy bruscamente. La explosión fue tan fuerte que lanzó a los uniformados como si se tratasen de hojas de árbol que caen por fuertes ventarrones en una noche de otoño, también rompió los vidrios y cristales de las casas cercanas. Con mucho trabajo, los policías se quisieron poner de pie, consiguiéndolo sólo uno y pidió apoyo al cuartel de policías más cercano. Al ser una zona de clase alta e influyente, además de estar cercana a los “Estudios Churubusco”, cuando el cuartel policiaco del sector recibió la llamada desesperada de varios vecinos cercanos al lugar de los hechos, los efectivos que se hallaban en el lugar, inmediatamente salieron a bordo de dos patrullas pick ups y tres AVENGER, las cuales de inmediato llegaron, haciendo sonar sus sirenas a todo volumen. Una de las patrullas, con dos uniformados a bordo, abrió fuego contra la SUV que había embestido a la unidad policíaca anterior. Al verse atacada, la camioneta emprendió marcha contra esta patrulla, sin embargo, el continuo disparar del oficial hizo que el blindaje ligero cediera para que tres balas matarán al conductor y pasajero de la SUV. La segunda patrulla se acercó a sus dos compañeros iniciales que estaban heridos, uno en estado crítico, pero sirvieron como escudo para detener posibles impactos de bala; los ocupantes bajaron y ayudaron a arrastrar los cuerpos de los oficiales quienes durante la explosión había perdido sus dos piernas. Uno de ellos no paraba de gritar del dolor tan profundo y agudo del cual era preso. La tercera patrulla que de pronto se separó para apoyar a los otros policías, así, acribillaron por los dos lados a la segunda SUV color negra privando de la vida a sus ocupantes. Mientras, las patrullas tipo pick up atacaron por detrás al comando armado y a la camioneta restante, sin embargo, de ésta última se bajó la ventanilla trasera izquierda y se asomó la asiática Shin- Yuo- Cun; sacó una RPG y disparó contra la primera patrulla pick up, haciéndola volar por los aires y matando a los dos oficiales a bordo. La segunda patrulla pick up se cruzó en un intento por cerrarle el paso, pero significó una mala maniobra, pues Shin sacó una ametralladora automática de asalto y baleó al oficial que conducía la unidad policíaca; su compañero apenas pudo huir sólo para caer al suelo y expirar debido a dos impactos de bala previos. Mientras las patrullas se abalanzaron contra la camioneta restante, los oficiales abrieron las puertas de sus unidades para usarlas como escudos, así abatieron a dos sicarios que estaban en la calle. Otro de los oficiales que terminaba de arrastrar a su compañero que había perdido las piernas, corrió a la única patrulla restante y de un tiro abatió a un sicario que disparaba contra sus compañeros de las otras dos patrullas. Por su parte, Shin ordenó que la camioneta avanzara contra los uniformados y sus patrullas, pero al verlos, el oficial que recién había abatido a uno de los sicarios, se enfrentó brevemente contra su supuesto compañero que seguía en el patio de la casa logrando abatirlo pero quedando él herido seriamente. Con trabajos y con el sonido estridente de las sirenas sonando a todo volumen, aquel oficial entró a la unidad policíaca que estaba apuntada hacia la entrada principal de la casa, la echó a andar, enganchó reversa y embistió por en medio la camioneta donde iba la lideresa china con ella adentro. Ya con sus últimos suspiros, con el rostro completamente ensangrentado y con la vida escapándosele de su cuerpo, enganchó la velocidad hacia adelante y aceleró. Tal embestida logró derribar la puerta principal y parte de la reja de la casa de Alejandro, después, aquel oficial vio terminar su vida, puesto que no llevaba el cinturón de seguridad puesto y la fuerza con la que impactó lo hizo salir disparado por el parabrisas para acabar impactándose contra el muro que estaba a unos metros más adelante destrozándosele todos los huesos. El último sicario que seguía de pie, al verse rodeado y en un acto de desesperación, arrojó una granada que cayó en el resquebrajado parabrisas de la patrulla que había embestido la puerta principal. La granada destruyó casi por completo la unidad policíaca y derribó un importante pedazo del muro de la sala de la casa de Alejandro. Los demás oficiales se fueron acercando gradualmente hasta que uno de ellos realizara cinco disparos contra aquel sicario que cayó al suelo y expiró su último aliento de vida. Una vez que los oficiales se cercioraron de que el comando armado estaba dominado y neutralizado por completo, se dividieron y tres efectivos entraron al interior de la casa en cuestión; abatieron a Tony y arrestaron a Alejandro, quien apenas había podido soltar su arma. Otros dos oficiales acercaron con precaución a la SUV embestida y dieron cuenta del chofer asesinado y de Shin-Yuo- Cun, quién estaba en el interior de ésta completamente inconsciente debido a que durante la embestida golpeó con la cabeza contra el poste trasero izquierdo. El sonido de las sirenas seguía y se oía por toda la calle y a cuadras a la redonda. Los vecinos estaban sumamente alarmados y tenían miedo de acercarse siquiera a los muros o ventanas, sin embargo, hubo una mujer que salió de su domicilio para pedir ayuda a los oficiales porque durante la balacera un proyectil perdido, tronó un vidrio y mató a su gato que estaba trepado en el piano.

Al interior de la casa de Alejandro, los tres oficiales que se habían metido encontraron a Karla y a Shirley que llevaba la mochila con ella pero no así la laptop ni otros dos documentos muy importantes. Al salir, Alejandro vio cómo había quedado de dañada su casa y por poco se desvanecía de la impresión que esto le causó; apenas Karla logró correr hacia él y lo abrazó tratando de tranquilizarlo aunque ella estaba también muy consternada por lo sucedido. Ni Alejandro, ni Karla entendían por qué pasaba lo que estaba pasando, tampoco sabían nada de los videos que aún se estaban subiendo, lo único que sabían era que todo había cambiado tan de pronto.

Dos oficiales se acercaron a su compañero que había perdido sus dos piernas, lo tomaron de la mano mientras éste convulsionaba por la pérdida mayúscula de sangre. Su agonía no duró mucho, pues aun temblando, su rostro manchado por el fuego, su mano derecha desprendida de su cuerpo y colgando sólo por un retazo de carne, sus costillas expuestas por la explosión y rodeado de un charco cada vez más grande de sangre, apenas pudo susurrar sus últimas palabras.

-Díganle a mi Marí…– susurraba mientras la vida se le escapaba en cada respirar –Que… aunque ella no me vea…. Yo estaré ahí…. En sus XV años….- y entonces… expiró.

Por un momento, sus compañeros ahí presentes, lo vieron y luego le cerraron los ojos, le juntaron las manos a la altura del pecho y pusieron en su rostro una gorra de ellos.

-El sonido de las sirenas en las ambulancias comenzaron a sonar, la prensa rápidamente se arremolinó y todos estaban atónitos viendo hacia la escena delante de ellos, pues aquel lugar había quedado como una verdadera zona de guerra sin que pudiera ofrecer una explicación de por qué había ocurrido esto. Los paramédicos corrieron al lugar donde se encontraban los cuerpos de los caídos y se dedicaron a tomar nota de cómo los habían encontrado. Mientras, Alejandro, Shirley y Karla fueron llevados al interior de una de las patrullas que habían llegado de apoyo y cerraron la puerta para que sólo uno de los oficiales se quedó con ellos. En ese momento, aquel uniformado recibió una llamada por la radio donde le llegaba la orden de mantener a esa gente en el interior de su unidad y los trasladará a las instalaciones del CIM, sin embargo, la dirección que se le proporcionó por la radio no era la correcta, pues Martha Bermejo había logrado intervenir la frecuencia policíaca y se hizo pasar por una agente del CIM, dando la orden al oficial que inocentemente le creyó y así pudiera matar a Karla. Por su parte, el uniformado que recibió la orden se acercó a uno de sus compañeros para notificarle de la orden recién recibida mientras ellos acordonaban el área y acceso a la casa de Alejandro. Uno de los paramédicos habló con el oficial y luego atendió a Shin de sus heridas en la cabeza con ella aún inconsciente. Posteriormente, una ambulancia forense color blanca, arribó al lugar y de ella bajaron cinco médicos forenses y dos peritos que rápidamente comenzaron a indagar y marcar los cadáveres tirados en la escena del crimen. El oficial a cargo de Karla y compañía, volvió a su unidad y se puso en marcha a la dirección que le fue indicada sin saber que se dirigía a una trampa mortal.

De regreso al CIM, en el elevador se escuchó la campana de llegada y de ahí salió la agente americana, Layla Rainman, con ella toda su unidad para así reunirse con el Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

-Señor Alcalde- saludó seriamente Layla al tiempo que le estrechaba la mano.

-Agente Rainman- respondió el saludo el mandatario –Supongo que ya escuchó un poco en su camino para acá-

-Sí señor. Estábamos en el lobby cuando escuchamos toda la noticia- señaló Layla

-Las noticias viajan rápido. ¿No agente Rainman?- suspiró el Jefe

-Señor, ¿existe la posibilidad de qué Martha Bermejo esté detrás de estos ataques?- preguntó Layla –Porque, no es su estilo, pero…- continuo.

-Teóricamente no- señaló Roberto –Pero es la única pista que tenemos-

-Si me lo permite señor- sugirió Layla – Yo podría traer a la niña y quiénes están con ella, hasta aquí- continuó

-¿Y sus tropas?- preguntó Roberto

-Ellos pueden ser útiles aquí- respondió

-¿Trae su placa agente?- preguntó Roberto

-Sí señor alcalde- respondió Layla

-Esta bien, vaya- contestó Roberto –Pero sus tropas permanecerán aquí-

-Yes, Mr. Major- aceptó Layla

-Agente Miranda- llamó Roberto

-Dígame señor- contestó Isaí.

-Dale un carro a la señorita Rainman, y necesito que les digas a todos que ella también es autoridad aquí- ordenó Roberto

-Sí señor- contestó Isaí.

Al instante, Layla comenzó a caminar hacia afuera cuando un agente pasó corriendo a lado izquierdo de ella haciéndola regresar a ver qué pasaba. Aquel agente había sido avisado del final de la balacera y la captura de Karla y compañía, pero también que alguien había desviado a la unidad policiaca misma que no podía hallar por ningún lado. Layla vio al Jefe de Gobierno, quien le ordenó que hallara la patrulla y la regresara al CIM con todos sus ocupantes intactos. De pronto, alguien se puso de pie y con una voz estridente pidió a todos los presentes que vieran a la pantalla principal del Centro de Operaciones.

-¿Qué pasa?- preguntó el Jefe de Gobierno mientras que la agente Layla veía a la pantalla principal tratando de interpretar lo que pasaba.

-Alguien intervino nuestras comunicaciones, escuchen- indicó aquel agente, quien al instante puso el audio en el altavoz.

-Oficial de la unidad P-039 lleve a los detenidos a calle Topacio esquina con Clavijero en San Antonio Abad, ahí otro grupo se hará cargo de ellos ya que son individuos buscados por el gobierno del Distrito Federal- ordenaba Martha.

-¡Martha Bermejo!- gruñó entredientes Sandra, quien estaba a lado de la agente americana.

-Mr. Major- dijo Layla –I could go and bring her here- ofreció

-All right go, but first rescue the people on the patrol- dijo el Jefe de Gobierno.

-Yes sir- aceptó Layla.

-¡Señor!-gritó otra agente que estaba ahí.

-¡¿Qué?!- contestó el mandatario capitalino

-La agente Miranda llegó a la central de abastos- indicó la agente

-¿Qué?- contestó sorprendido Roberto -¿Quién la mandó?- reclamó viendo amenazadoramente a Isaí

-Sí agente Miranda ¿Quién la mandó?- inquirió Sandra

-Fue usted- respondió Isaí.

-¡Mentira!- gruñó enérgicamente Sandra

-Señor- dijo Isaí a Roberto –La doctora Sandra me ordenó que mandara a mi hermana- se justificó

-¡Seguridad!- llamó Roberto y al instante aparecieron los guardias de seguridad -¡Arréstenlo!- ordenó señalando a Isaí, quien de inmediato fue asegurado por tres elementos y uno de ellos tomó su arma. -¡Llévenlo al cuarto interrogatorio dos!- continuó Roberto.

Y de manera inmediata fue llevado a la sala de interrogación número dos.

-¡Señor!- dijo Sandra viendo a la pantalla principal.

Cuando Roberto vio también a la pantalla principal se dio cuenta que la agente Miranda llegaba acompañada del equipo antibombas y recuperación de élite a bordo de dos camionetas tipo pick up.

De una de ellas bajo Isui, mientras que uno de los granaderos le daba un altavoz para que pudiera mandar un mensaje. Por seguridad, la agente Miranda traía consigo un arsenal pesado, que consistía en un chaleco antibalas demasiado pesado, además llevaba consigo dos armas cortas en los costados de sus piernas.

Isui, caminó hacia la entrada principal de la central de abastos y se detuvo delante de las patrullas que ahí estaban. Por su parte, los miembros del comando armado comenzaron a sacar en fila a diez personas que hasta antes de esto eran rehenes.

Mientras Isui se acercaba, tenía miedo pero trataba de imponerse a este sentimiento, su respiración fue moderada y su mirada era a los rehenes y a sus captores.

-Si quieres negociar, suelta el altavoz- exigió uno de los captores.

Por su parte, la agente se detuvo y soltó el altavoz, luego se dio cuenta que los secuestradores traían bombas atadas a sus pechos, situación que hizo que de manera disimulada, la recién egresada agente diera la señal de no disparo a los policías.

-¡Ahí detente!- ordenó otro de los secuestradores e Isui se detuvo

-He hecho lo que me han ordenado- señaló la agente

-Es por que no tienes opción- gruñó otro secuestrador que se acercó a ella.

-Sí, sí la tengo- replicó Isui –Sólo que prefiero evitar que se derrame tanta sangre en tan poco tiempo- continuo

-Igual, no nos importa- dijo otro secuestrador.

-Pero a mí sí, me importan ellos, esta gente que no tiene la culpa de nada- replicó Isui

-Por lo mismo; harás lo que te digamos- advirtió un secuestrador

-Está bien- contestó Isui, viendo a la niña que iba entre los rehenes. –Escuchen…- dijo queriendo llamar la atención de los secuestradores –Estamos por atrapar a Karla López, en cuanto la tengamos se las entregaremos- continuó

Como si estuvieran sordos, aquellos secuestradores separaron a dos hombres y a un muchacho de diecisiete años y los sacaron de la fila, luego los hicieron acostarse boca abajo.

-¿Qué hacen?- preguntó Isui asombrada como ya sabiendo qué iba a pasar.

Aquellos varones separados de la fila fueron puestos a un costado y uno de los sicarios sacó su arma y les disparó en la cabeza a cada uno de ellos. La joven agente mexicana miraba sorprendida y con horror cómo aquellos tres cuerpos sangraban.

-¡Pero qué mierda!- gritó enojada -¿Qué mierda hacen?- exigió

Uno de los secuestradores apuntó contra una mujer que estaba en la fila y le disparó en el brazo derecho y volteó a ver a Isui.

-Si se muere, será tu culpa- rió el sicario -¡Escúchame!- exigió

-¡No! ¡Tú escúchame! ¡Te juro que te mataré!- gruñó Isui.

Aquel hombre se acercó a la mujer y le disparó en la cabeza y la privó de la vida.

-¡Concéntrese agente! ¡Concéntrese!- ordenó -¡Sino, otro más muere!- advirtió

Por su parte Isui, que había desenfundado su arma y apuntaba a aquel varón, también estaba siendo apuntada por los diez miembros que estaban afuera y otros treinta adentro que la agente alcanzaba a ver.

Todo estaba inmerso en un ambiente tenso, pues los secuestradores apuntaban a Isui, quien a su vez amenazaba a uno de ellos y los policías y granaderos apuntaban a los diez secuestradores de afuera.

Pronto, la agente a cargo de las negociaciones respiró hondo y recordó que aquel comando armado traía chalecos antibalas y bombas atadas al pecho, entonces bajó su arma lentamente y finalmente la enfundo. Al ver esto, aquel comando bajó también sus armas y los uniformados capitalinos también.

-Muy bien- suspiró Isui –Les daremos a Karla tan pronto como esté bajo nuestra custodia- continuo.

-Por cada diez minutos que ella no esté aquí, tres de ellos morirán y aún tenemos a rehenes de sobra- advirtió el secuestrador.

-Bien- aceptó Isui -¿Cómo te llamas?- preguntó

-Alfonso- contestó él.

-Bien Alfonso- dijo Isui –Yo soy la agente mexicana Isui Miranda y estoy a cargo de las negociaciones- continuó

-Bien- dijo Alfonso.

–¡Escucha! sé que ustedes quieren a Karla y nosotros se la daremos- propuso Isui –Pero si tú pudieras darnos una garantía de que los dejarás ir cuando se las entreguemos, me ayudarías mucho- continuo.

-¿Qué propone agente Miranda?- preguntó él.

-Deja ir a los niños por favor- pidió

-¿Nada más?- preguntó el sicario

-¿Hay mujeres?- contestó Isui

-Si- contestó Alfonso

-Los niños y las mujeres estarían bien, déjalos ir- pidió Isui.

-Le propongo algo agente- replicó Alfonso.

-Dime- aceptó tácitamente Isui

-Hay mujeres y niños, hay señoritas también; las dejaremos ir a todas las mujeres y a los niños sin lastimarlos tan pronto como usted se entregue- propuso Alfonso

-Y ¿si no?- preguntó Isui

-Sólo las mujeres y niños se irán y las jóvenes no- contestó –Y créame agente los muchachos y yo, tenemos necesidades sexuales qué atender- continuó.

-¿Entonces me van a usar para satisfacerles?- preguntó Isui

-Buena idea, pero no- contestó Alfonso

-¿Lo prometes?- preguntó Isui

-Tiene usted mi palabra agente Miranda- contestó Alfonso

-Y ¿Para qué me quieres?- preguntó Isui

-Agente- replicó Alfonso -¿Acepta o no? ¡Rápido!-

-Muy bien- aceptó Isui –Voy-

Alfonso hizo un gesto con la mano y luego volteó a ver a Isui, quien puso sus manos a un costado de su cuerpo.

-Tendrá que dejarnos su arma agente- ordenó

-Tan pronto y como los vea salir ilesos- señaló

Aquel secuestrador sólo se encogió de hombros y sacó al niño y a las tres mujeres que había en la fila para formarlos en otro lado. Pronto, otros dos miembros del comando armado sacaron al resto de niños, mujeres y señoritas, luego los asaltantes que estaban detrás de Isui se acercaron a ella.

-Bien, aquí están todos- dijo Alfonso.

-¿Cómo sé que son todos?- replicó Isui

-Tendrá que confiar en mí- señaló Alfonso

-¿Ya son todos?- preguntó Isui a los rehenes, quienes permanecieron callados.

-¡Les hablan!- gritó Alfonso

-Sí, estamos todos- dijo un niño de la fila.

-¿Ve agente Miranda?- preguntó Alfonso a Isui

-Bien- suspiró ella –Déjalos ir- ordenó

-Su arma, agente, su arma- indicó Alfonso –Entréguela y los dejaré ir- ordenó

La agente mexicana tomó su arma y la arrojó al suelo, luego la pateó hacia adelante e hizo lo mismo con la segunda arma que portaba y no había aún desenfundado.

-¿Ya?- preguntó desesperada

-Listo- respondió tranquilamente Alfonso y se dirigió a los rehenes –Bien gente, son libres de irse- les dijo tranquilamente -¡Váyase ahora!- ordenó.

Inmediatamente la gente que era rehén caminó rápidamente hacia las patrullas, donde diez agentes se apresuraron a recibirlos y llevarlos a las ambulancias que allí estaban.

8:13 A.M.

-Agente Miranda- dijo Alfonso, señalando hacia el interior de la central de abastos e inmediatamente la joven agente caminó hacia allá, siendo escoltada por más de quince miembros del comando armado.

-Pero… ¿Qué es lo que está haciendo?- gruñó desesperado el Jefe de Gobierno desde el Centro de Inteligencia Mexicano, pues todo lo habían visto por la pantalla principal de esta dependencia.

-Creo que no sabe lo que está haciendo- respondió Sandra –Y es comprensible, es muy nueva, apenas egresó hoy- continuó.

-¿Por qué a ella?- preguntó al aire Roberto -¿Por qué?-

-Señor- dijo Sandra –Interroguemos a Isaí, ahorita él está bajo nuestra custodia- informó.

-Sí señor- respondió ella -¿De qué otro modo más lo retenemos?- indicó

-Bien- respondió Roberto -¡Vamos!- gritó.

Y así, Sandra y Roberto se encaminaron al cuarto de interrogatorios donde estaba Isaí detenido.

Mientras, la agente Layla Rainman circulaba por una desierta calzada de Tlalpan en dirección al centro. Con cierta frecuencia, Layla miraba a la pantalla táctil central del auto, donde estaba el GPS indicándole adónde debía ir. La ciudad estaba desierta, la gente ya estaba con mucho miedo, lo que los obligaba a permanecer en sus casas; pues no sabían qué más pudiera ocurrir. Sin embargo, en otras partes del Distrito Federal, las personas se agolpaban en los alrededores del metro Sevilla esperando saber algo de sus familiares debido a las explosiones, ya que en el lugar aún estaba prohibido el acceso al interior.

Layla llegó a la calle que estaba al costado derecho de la central de Pascual, vio el GPS del auto y estacionó para posteriormente descender del vehículo y caminar hacia el frente hasta la esquina. Al llegar ahí, Layla se pasó a pegar en la pared y se asomó para ver de reojo la calle de Topacio, donde vio cómo una patrulla estaba detenida en medio de la calle. La joven agente americana miró a la calle buscando si había algo extraño, y al no ver nada raro, comenzó a acercarse a la unidad policíaca. Caminó rápidamente pegada al muro con su mirada fija viendo a todo su alrededor mientras llevaba su arma desenfundada. Cuando llegó la patrulla, se dio cuenta que ésta estaba vacía y encendida; algo que llamó su atención era que la patrulla estaba perfectamente limpia, no había rastros de forcejeo ni de ningún tipo de riña.

8:15 A.M.

8:20 A.M.

Martha se encontraba sentada en un banco desgastado al interior de la Central de Abastos. En su mano derecha sostenía un cigarro y con la otra un encendedor con el cual jugaba a prender y apagar. Tenía su cara hacia abajo y se había agarrado el cabello en una trenza; en su rostro se dibujaba una malvada sonrisa de burla. Mientras, por el pasillo de la Central de Abastos, aquellos integrantes del comando armado amarraron a la agente Miranda a un poste de metal que ahí había, sentándola en el suelo con las piernas atadas y las manos a la espalda.

-¡Listo!- indicó aquel sujeto

-Bien- suspiró Martha, al tiempo que se ponía en pie, dejando su cigarrillo en el bolsillo izquierdo y el encendedor aún lo mantuvo en su mano derecha. -¿Qué tenemos aquí?- preguntó burlonamente, al tiempo que se puso de cuclillas.

Pero Isui, sólo la vio seriamente, sin decir palabra alguna.

-¡Vaya!- exclamó Martha –Parece que no habla- continuó

-Dijeron que los niños todos se irían- gruñó entre dientes

-Y se fueron- respondió Martha

-¡No es cierto!- replicó enérgicamente Isui

-¿Ah, no?- preguntó Martha -¿Quién falta?-

-A todos los que tienen detrás de esas cajas de plátanos- señaló Isui -¿Crees que no me daría cuenta?- preguntó

Por unos instantes, Martha vio fijamente a Isui y luego se levantó, dio media vuelta y localizó con la mirada a las cajas de plátanos para acercarse a éstas.

Al llegar ahí, Martha exclamó.

-Muy bien. ¿Hay alguien ahí?-

-¡No nos mate, por favor!- suplicó un niño

-¿Cuántos son?- preguntó Martha

-Ocho- replicó en gemidos aquel niño

Martha puso una cara de desesperación y suspiró

-Está bien, no los mataré si salen- señaló e inmediatamente aquellos niños salieron corriendo de su escondite -¿Me creerías que ni los había visto?- preguntó a Isui quien sólo la vio.

-¡Déjalos ir!- exigió Isui

-No, yo creo que no- contestó serenamente Martha –Siéntense con los demás- indicó a los niños.

-Si nos los sueltas, te juro- advirtió enérgicamente Isui

-¡Te juro, ¿Qué?!- interrumpió amenazadoramente Martha -¿Qué me jura agente?- retó

-Descubriré todo lo que sé acerca de su pequeña reunión con Shin- Yuo- Cun y…- amenzaba Isui, cuando en eso Martha tomó a un niño y le metió su arma en la boca.

-Muy bien agente Miranda…- gruñó retadoramente Martha, acercándose con el niño a Isui -¡Repita otra vez lo que decía!- exigió -¡Una vez más! Y el tiro que le pego lo lleva directo al cielo- continuo

-¡Ah! ¿La perra ya se celó?- se burló Isui

Al oírla Martha, tomó de la mano izquierda al niño y le disparó en aquella palma.

Por su parte, los rehenes gritaron y los niños imploraban por la vida de su amigo.

-¡Cállense!- ordenó enérgicamente Martha y sus secuaces apuntaron con sus armas a los rehenes y a la joven agente mexicana.

-¿Cómo pudiste?- replicaba iracunda Isui.

-¡Cállate!- ordenó Martha – ¡Escúcheme agente Miranda! ¡Escúcheme bien!- ordenó a gritos, al tiempo que Isui volteaba a verla furiosamente.

-Tienes tu vida cortada- amenazó Isui

-No- contestó ella –¡Pero él sí!- dijo al tiempo que le colocaba al niño su arma casi en la garganta. –Voy a contar hasta diez y si tú no me dices algo de valor, le vuelo los sesos a este mocoso- advirtió.

-¡Tú jamás harías eso!- gruñó enérgicamente Isui

-¡Uno!- gritó Martha

-Todo va a estar bien, escúchame. Todo va a estar bien. ¿Ok?- dijo Isui al niño amenazado. –Todo va a pasar muy pronto- continuó

-Dos- volvió a contar Martha, sólo que esta vez en un tono seco

-Sólo mírame a los ojos ¿Ok? Todo va a estar muy bien- trataba aún de consolar Isui -¡Tu pleito es conmigo! ¡Déjalo!- exigió furiosa -¡Cobarde!-

Martha vio fría y burlonamente a Isui, y luego contó serenamente –Tres-

-¡Rayos! ¡Es un niño!- suplicó Isui -¡Déjalo ir, por favor! ¡Ten misericordia!- continuó

-Cuatro- volvió a contar Martha

-Escucha… escucha- pidió Isui –Te diré lo que sé ¿Ok? Sólo, sólo suelta al niño y te diré todo lo que tú quieras saber ¿Ok?- ofreció Isui

Martha guardó silencio momentáneamente y clavó su mirada a la joven agente mexicana que imploraba por la vida del niño que tenía amenazado de muerte.

En ese momento Martha supo certeramente que la agente mexicana se había doblegado por completo.

-Por favor, por favor- suplicaba en gemidos Isui

-Cinco- volvió a contar serenamente Martha

Por su parte, Isui gruñó entre dientes e hizo un enorme esfuerzo por zafarse de donde estaba sentada, pero todo fue en vano.

-¡Vete al carajo!- condenó Isui –¡Y ahí, te pudres!-

-Seis- siguió contando tranquilamente Martha

-Okey- suspiró Isui –Dame un minuto ¿Quieres?- propuso

Martha se quedó callada viendo fijamente a la agente que tenía en frente.

Todo quedó en silencio a excepción de Isui que suspiró dos veces e intentó liberarse en tres ocasiones, para volver a fallar de nuevo.

-Escucha- dijo tranquilamente –Lo único que sé es acerca del video que apareció hace una hora en internet donde Shin- Yuo- Cun, la profesora Natalia y otros dos se reúnen- explicó –Mi hermano sabe que yo sé, pero también sabe que lo voy a ayudar, él me va a dar 16 millones de pesos y lo voy a cubrir.

Por eso vine aquí. Él me mandó- continuó –Vicente Isaí Miranda, él es mi hermano, ¡El presidente del Centro de Inteligencia Mexicana!- señaló.

-Siete- volvió a contar Martha

-¡Yo te puedo ayudar!- exclamó Isui -¡Eso es! ¡Yo te voy a ayudar!- propuso –Sólo dime que necesitas o que quieres y yo te lo consigo…. ¡Así! ¡Nada más!- continuó

-Ocho- contó Martha

-Escucha, escucha- pidió Isui –Yo tengo acceso a las papeletas y a toda la papelería electoral para que hagas con ella lo que quieras, ¡lo que quieras!- volvió a proponer –Y los documentos también, además en estos momentos deben ir por Karla, la mujer dueña de la cuenta de donde suben los videos; en cuanto me entreviste con ellos, les quitaré los documentos que tanto buscas y personalmente yo te los entrego. ¡Personalmente! ¡Te lo juro!- continuó

-Nueve- contó Martha al tiempo que quitaba el seguro de su pistola, la cual seguía en el interior de la boca del niño

-¡Y al Jefe de Gobierno!- suplicó llorando Isui –Pero por favor, ¡Por favor! No, no, no le hagas nada… ¡Es un niño!- imploró –Si pudiera ponerme de rodillas lo haría… te lo ruego, en serio, por favor, por favor- lloró

-¡Ay agente Miranda!- suspiró burlonamente Martha -¿Tienes nombre?- se burló

-Isui- respondió apresuradamente

-Bien, ¿Isui?- contestó despectivamente Martha –Si no hubieras hablado de más, ellos hubieran vivido, pero como hay cosas que no debieron de haber escuchado, pues, morirán.- sentenció

-No te preocupes. Nadie les creerá- afirmó Isui –Yo me encargo- continuó

-Y sino ¿Qué?- preguntó Martha

-Sobre mi te cobras- aceptó firmemente Isui

-Me gusta- aceptó Martha y soltó al niño -¡Felicidades agente Miranda! Acaba usted de salvarles la vida. –dijo –Ahora, cumpla sino quiere que me arrepienta- advirtió

Por su parte, Isui se rió levemente, lo que hizo que Martha se pusiera de cuclillas justo frente de ella para clavar su mirada en la joven agente mexicana.

-¿Algo más que quieras ladrar?- preguntó seriamente Martha

-Sí- respondió entre risas Isui –Te diré algo- continuó -¡Te subo la apuesta!- retó

-¡Ah! ¿Sí? ¿Cómo?- respondió Martha

-Escucha- dijo Isui devolviendo la mirada a su captora –Si tú te entregas, el Jefe de Gobierno te interrogará, eso es seguro. Y como yo te atrapé, tengo el derecho de estar ahí en el interrogatorio- continuó –Ahí es donde yo te ayudo a escapar y matar al Jefe de Gobierno, a Karla, su esposo y te llevas los documentos felizmente- propuso firmemente.

-Matar al Jefe de Gobierno- susurró Martha –A penas que lo haga yo- gruñó

-Precisamente Martha, precisamente- respondió Isui

Martha sonrió malvadamente

8:25 A.M.

8:30 A.M.

Isaí permanecía sentado en la silla que estaba detrás de la mesa perfectamente blanca en medio del cuarto de interrogación dos, el cual estaba iluminado por una luz LED color blanco con un cristal de privacidad que completaba la cámara Gessel del interrogatorio.

Sandra y Roberto se encontraban dentro de la misma sala de interrogación con Isaí; por un lado el mandatario capitalino estaba sentado frente al titular del CIM del otro lado de la mesa y Sandra estaba recargada contra el cristal detrás del mandatario.

-Agente Isaí- se dirigió secamente Sandra -¿Sí se da cuenta de la gravedad de su situación?-

Por su parte, el referido permaneció callado y completamente inmutado, viendo fijamente al escritorio.

-Agente Isaí- se dirigió a él Roberto. -¿Quiere decirme? ¿Qué rayos hace su hermana en las negociaciones de una situación tan delicada?- preguntó

Isaí sólo se quedó viendo a Sandra, quien pasó a la mesa y se recargó hacia adelante con una mirada tan seria e inquisidora que él, bajó inmediatamente la cabeza.

-Su hermana es recién egresada- volvió a hablar Roberto –Es más, todavía no se le da su constancia y diploma- continuó –Y usted… ¿La manda a una situación tan delicada?- preguntó

-¡Le habla su superior!- gruñó entre dientes Sandra -¿No responde nada?- exigió

Por su parte, el agente mexicano permaneció en silencio, con la mirada clavada en la mesa.

-Agente Miranda, queda usted relevado de su cargo y sujeto a investigación inmediatamente- ordenó el Jefe de Gobierno

-¿Escuchó agente?- preguntó Sandra

-No estoy sordo- susurró Isaí

-Bien, muy bien- contestó Roberto -¡Ahí te quedas!- señaló y se levantó de la silla y salió del interrogatorio.

Cuando el Jefe de Gobierno salió de aquel lugar, cerrando la puerta tras de sí, la Doctora Sandra volteó a ver al cristal y asintió leve y rápidamente con la cabeza. Posterior a esto, vio hacia las dos cámaras de vigilancia que se habían terminado de apagar, entonces se sentó en la silla donde hacía un momento había estado el mandatario capitalino. Por unos cinco segundos, las miradas de los dos cruzaron para que luego ella sonriera y se pusieran de pie y besara a Isaí en la boca en un fundido beso. Luego, se sonrieron y se volvieron a besar para luego sentarse.

-¡Ahora si me asustaste!- suspiró Isaí -¿Por qué me besaste?-

-No sé, sólo me recordaste a nuestros tiempos en la academia- respondió Sandra -¿Te acuerdas?-

-Claro que me acuerdo- sonrió Isaí –Contigo hice muchas cosas- continuó

-Si- señaló alegremente Sandra –Hicimos muchas cosas juntos. ¡Hasta perder lo más preciado!- sonrió

-¿Qué?- preguntó sorprendido -¿Tú…?-

-Sí, y fue contigo- señaló Sandra – ¿Y tú?-

-También- fingió Isaí –Tengo que decirte algo- señaló

-Dime- aceptó Sandra

-Hoy van a matar al Jefe de Gobierno- indicó seriamente

Al oírlo, Sandra rió a carcajadas sin poder creer lo que Isaí le decía hasta que volvió su mirada a él y vio que permanecía serio y con una expresión seca.

-¿De verdad?- preguntó incrédula -¿Cómo lo sabes?- volvió a preguntar, pero con una sonrisa colgada.

-Hoy en la mañana, cuando empezó toda la serie de sucesos recientes, recibimos cuatro llamadas que decían lo mismo- contó Isaí, aunque él mismo sabía que esto no era cierto, sólo buscaba salir del interrogatorio para ver cómo estaba su hermana.

-¿Por qué no dijiste nada?- interrogó dudosa Sandra

-No me han dejado hablar- replicó Isaí –Pero ya te lo estoy diciendo- continuó

-¿Cuándo va a pasar eso?- preguntó Sandra, pero ya seria.

-Aún no sabemos pero todo parece indicar que será hoy apenas y salga de las instalaciones del CIM- respondió firmemente –Yo personalmente he estado trabajando en un cable de investigación y puede que tengamos una pista sólida- afirmó falsamente pero creyéndose él mismo su propia mentira.

Sandra lo vio por un momento tratando de saber a través de su mirada si lo que decía Isaí era cierto o falso, pero no por la naturaleza de la amenaza ni por las situaciones que estaban ocurriendo en la capital mexicana, sino porque ella también estaba conspirando contra el Jefe de Gobierno saliente, para también poder asesinarlo. Lo que no sabían ni Sandra ni Isaí era que la joven agente mexicana Isui ya había pactado con la líder sicaria narcotraficante Martha Bermejo en asesinar al mandatario capitalino y nadie iba a impedir que esto ocurriera. Si bien, Sandra también conspiraba contra Roberto, no estaba en alianza con la “cúpula del poder”; sino que ella le debía su carrera política a dos grandes grupos que mueven los hilos políticos a nivel internacional, uno de esos grupos que son los “Masones”, la había apoyado muchísimo y desde tiempos remotos se ha inmiscuido en la política mexicana, al grado que el presidente Benito Juárez fue un presidente perteneciente al grado de “sublime masón”, pero severamente castigado por asesinar a un hermano de otra logia.

Sandra estaba del lado de ellos, era un peón, pero también había logrado que se hiciera alianza con la “Iglesia de los Santos de Todos los Días”, mejor conocida como “La Iglesia del Ángel Morón”, que en los últimos años ha adquirido muchísima fuerza política y jurídica en EUA y México. Pero aquí hay algo que quisiera contarte amigo (a) lector (a), más bien, es algo que tengo que confesarte: seguramente sabrás por comentarios que has oído por ahí con la sociedad que te rodea, que muchas de las cosas que aquí se mencionan son ciertas, y si te das cuenta, en muchas de ellas el gobierno las mantiene como tabú, lo cual resulta prohibido acercarse o hablar de estos asuntos, porque si no la fuerza opresora te perseguirá, tildándote de loco o revoltoso o anarquista y todo porque “atentas contra el bienestar y el orden público”. Pero verás, aún contarte y hasta donde me sea permitido en estas líneas, trataré de mostrarte una realidad alterna de un país, parecido a México. Cuando una nación cambia de gobernantes, muchas “fuerzas” compuestas de “intereses” oligárquicos que no están dispuestos a perder o ceder la fuerza y autoridad que han arrebatado a lo largo de muchos años y que la ejercen a libre conveniencia de ellos, no están dispuestos a que se vean afectados.

Nuestro país es muy rico en recursos naturales, y es una realidad que la gente defenderá a su patria como ya ha sucedido a lo largo de la historia, seguramente sabes que tuvo que ser la clase media a base de los intelectuales quiénes cobraron la conciencia de la masa.

Pero como todo en esta vida todo tiene un fin, y los recursos naturales de este desgastado país se están extinguiendo a un ritmo de exterminación irreversible, volviendo cada transición sexenal más violenta. Mientras que los países de centro o como se podrían denominar bajo la terminología: naciones “1er mundo”, para mantenerse en el centro hegemónico del auto legitimado orden social, que el sistema defenderá e inculcará como válido en lo más íntimo del ser de pobladores de los mundos orbitarios, que a merced de los hegemónicos dan a libre mano sus recursos con los que han sido dotados.

Cuando el país tiene gente extraordinaria que lo defiende, se vuelve necesario anular la resistencia a través de un proceso de “aculturación y enajenación progresiva de por vida”, valiéndose de cualquier medio necesario para lograrlo, para ello, el uso de los Aparatos Ideológicos del Estado es el ideal para mover a las masas.

Lo que se trata aquí es que pierdas tu identidad como persona, que no reflexiones libremente, pero yo te propongo ser orgánico, criticar lo que está permitido mientras no te expreses más allá de lo que crees.

Recuerda, “divide y vencerás”.

Si la hegemonía divide, no hay resistencia que se oponga al abuso, asalto y saqueo voraz del capitalismo. Y esto es precisamente lo que le pasa a México.

Si bien, la globalización implica la llegada del capitalismo y la eliminación de las fronteras, la homogenización de ideas y valores, lo cierto es que lo más importante y punto central de esta avasalladora máquina es la venta de todo, es decir, todo lo que se mueve y aun lo que no está en venta, además todo es hoy, no importa el mañana, sólo hoy; por eso consume, no preguntes de dónde sale lo que compras, solo vende y paga, gasta y consume, come y bebe que al fin mañana moriremos.

Para el capitalismo, eres mano de obra y debes de producir, para la globalización, eres un dígito, un guarísmo, un número, y mientras trabajes, produzcas, vendas y consumas, el sistema no tendrá problemas. Pero si una pieza comienza a cobrar conciencia y se da cuenta que su lugar no está en la máquina del capitalismo y ve la oportunidad de liberarse tal y cual diálogo entre los oprimidos nos diría el brasileño Paulo Freire “entre oprimidos podrán darse cuenta de la brutalidad con la que sus opresores actúan”.

Entonces, lo bueno se vuelve malo, lo vanguardista se vuelve prohibido, lo realmente útil se vuelve olvidado… A fin de hacerte olvidar lo que realmente es el futuro.

Lo superfluo se convierte en vital, lo que jamás habías visto se convierte en tu tradición y la tecnología será tu nuevo dios, falso, pero dios en quien confiarás y te sentirás fríamente completo y valiente. Podrás ver a miles de personas y hablarás con decenas al mismo tiempo, aunque en tu realidad no hables con nadie de tu verdadero prójimo.

Ahora tu vida estará atada a la voluntad de una diminuta y vana carga de batería que al igual que tu vida se consume a medida que te consumen.

Entonces… ¿Quién es el que ostenta el poder? ¿Quién es el verdadero dueño de los medios de producción?

Si bien, al capitalismo le urge vender y que te vendas, no tiene la más mínima intención de que los países periféricos desarrollen su intelecto al pleno, ya que tener un lugar en el centro es sólo para los imperios hegemónicos.

Como país, México es un territorio hegemónico orbital, ya que se hincha frente a los de centro y sur América, pero a cual más de cobarde y maldita ramerita se porta frente a EUA y Europa.

Por tanto, México lee y escucha bien, porque el camino que lleva es de destrucción y depravación, bajo tus vanos deleites y abominaciones sin fin. ¡Arrepiéntete y Dios sanará tu tierra!

Porque muchos y tú son culpables de tu perdición y destrucción, pero sólo Dios y tú podremos regresar al esplendor de la primera gloria.

8:32 A.M.

Sandra abrió la puerta del interrogatorio y volteando a ver al agente Isaí le dijo:

-Ve a tu oficina, yo hablaré con Roberto-

Al instante, Isaí se puso de pie y caminó hacia la salida de aquel interrogatorio, donde al llegar a la puerta, Sandra lo besó una vez más y luego se fue.

De regreso a la Central de Abastos, la agente Isui Miranda era desatada y puesta en pie por órdenes de Martha Bermejo, quién se paró frente a ella sosteniendo su arma y la perteneciente a la agente mexicana. Isui se sobaba levemente la mano derecha porque la soga le había estado apretando mientras estuvo atada.

-Muy bien, agente Miranda- habló Martha, extendiéndole su arma –Usted tendrá el honor de aprehender y llevarme presa- continuó con una sonrisa en el rostro -¿Contenta?- preguntó

-Apenas- contestó Isui, guardó su arma y viendo al niño que le habían disparado en la palma de su mano izquierda quien lloraba.

-Hay que hacer algo por él- le susurró a Martha

-No- replicó Martha – “Cuanto antes se le trate como un hombre, más rápido se volverá en uno”- señaló

-¿Qué dices?- preguntó asombrada e indignada

-Lo que oyó agente Miranda- contestó serenamente Martha –Así tal cual lo oyó, así fue- completó

-A ese niño le sangra mucho la mano- señaló Isui –Si bien no lo liberas haz que se la curen- gruñó en exigencia

-No- contestó fríamente Martha

Por su parte, Isui caminó hacia el niño para ver qué podía hacer pero el ruido del quitar el seguro del arma de la líder sicaria la hizo detenerse y voltear a verla.

-No me haga arrepentirme de aceptar su oferta agente Miranda- sentenció Martha apuntándole a Isui con su arma.

-Si este niño se muere, será difícil que cumpla mi palabra- replicó Isui

-Tu problema agente- contestó cínicamente Martha -¡Ahora aléjate o el niño se muere!- advirtió

La joven mexicana se quedó callada y viendo al niño se alejó de él para encaminarse a su captora que la veía fijamente.

-Bien- dijo Martha –Así me gusta agente Miranda, obedezca y todo le irá bien- continuó

-No es que tenga más opciones- replicó Isui

-¡Oh no!- rió Martha –Lo que pasa es que si las tienes, pero la codicia es más fuerte que tu “humanidad” ¿Cierto?- señaló

Isui la vio momentáneamente y luego gruñó entre dientes con un tono de voz molesto –Pero no siempre será así-

-Te equivocas- interrumpió Martha –De aquí en adelante serás cada vez más corrupta, hasta llegar a ser como a quienes críticas- continuó

-¿Seguiremos hablando de mí y mi corrupto futuro?- preguntó Isui, evidentemente molesta.

-Eso dependerá de ti niña- se burló Martha

-No puedes tardar mucho en entregarte- señaló Isui, firmemente.

-¿Ah no?- preguntó Martha, mientras caminaba hacia una caja de fresas al frente suyo -¿Y por qué no?- volvió a preguntar.

-Hay dos equipos de asalto afuera, rodeando toda la central de abastos y tienen órdenes de disparar si te ven salir de aquí- advirtió Isui

-Por eso tú me vas a arrestar. ¿No?- señaló Martha mientras comía dos fresas que tomaba de la caja.

-Si- aceptó Isui –Por eso tiene que ser rápido- señaló

-No, no tiene por qué serlo- dijo Martha tomando cuatro fresas más –Mientras tengamos a los rehenes no harán nada- señaló –Además, no saben que estoy aquí- continuó despreocupadamente.

-Si quieres que te ayude ¡Ayúdame!- gruñó Isui acercándose a Martha en amenaza.

-Eso haré, pero cuando yo quiera- contestó tranquilamente Martha –Ahora ¡Muévete!- advirtió

-Iré a ayudar al niño- señaló Isui y se encaminó al mismo.

-Si pues “buena samaritana”- se burló Martha dando media vuelta.

Al oírla, Isui volteó a ver a la sicaria con una mirada de asombro, pues no podía creer lo que había escuchado.

-¿Qué dijiste?- susurró Isui

-¿Qué?- preguntó extrañada Martha mientras comía más fresas -¿La “buena samaritana”?- preguntó casi segura de la respuesta.

-¿Tú qué sabes de eso?- preguntó con tono despectivo Isui -¡Eres del narco!- reclamó

-¿Y eso qué?- contestó Martha –Conozco muy bien, no sólo esa historia sino que también toda la Biblia- continuó y comió otra fresa.

-¡No metas la Biblia en esto!- exigió Isui

Martha la vio unos segundos y luego sonrió malvadamente -¡Vaya con el niño agente!- suspiró y luego rió en silencio.

La agente mexicana dio media vuelta y reanudó su marcha para el niño herido que ya estaba desmayado por la pérdida de sangre. Mientras, en la mirada de Martha Bermejo se podía observar el brillo del triunfo, pues con esta última conversación sabía que había descubierto el verdadero punto débil de la joven agente mexicana y estaba completamente dispuesta a explotarla lo más posible. Entonces, tomó su iPhone y texteó a los policías corruptos que tenían en su poder a Karla, Alejandro y a la niña Shirley.

-Entréguenlos al CIM- ordenó por texto

-¿Está segura señora?- respondieron por SMS.

-Sí, avísame cuando estén allá- ordenó por texto

-Sí señora- aceptaron

Luego, Martha volteó a ver a Isui, quien con pedazos de periódicos trataba de limpiarle la mano al niño.

-Este niño debe ir al hospital ¡Ahora!- exigió la agente mexicana

Martha la oyó e hizo un gesto de indiferencia mientras comía otra fresa –Rézale un Padre Nuestro- se burló

-¿Qué dices?- gruñó Isui

-¡Sí, eso!- contestó burlonamente Martha –Rézale un Padre Nuestro o un Ave María y asunto terminado- continuó riendo.

-Si te quieres burlar de mí. ¡Bien!- replicó Isui –Pero el niño no tiene que ver en nada- replicó enérgicamente -¡ha perdido mucha sangre! ¡Morirá!- gritó

-Los niños son de Cristo ¿No?- se burló Martha y se sentó en un banco mientras sonreía y comía más fresas –“El que no recibiere”- dijo Martha con un tono de voz elegante -¿Cómo iba?- se burló -¡Ah si!- rio –Dejen a los niños venir a mí y no se los impidan; porque de ellos es el Reino de los Cielos- se respondió a sí misma

-¿Qué dices?- gruñó furiosa Isui al tiempo que se puso en pie de un solo golpe.

-¿Qué? ¿No es lo que Jesús dijo?- preguntó cínicamente Martha

-¡No mezcles las cosas!- exigió furiosa Isui

-¿Por qué no?- retó Martha –Además, yo no mezclo nada, es sólo una referencia- continuó

Isui sacó su arma cuando Martha tomó un cuchillo que tenía en el cinturón y con una certera precisión la clavó en el cuello del niño, quien sólo convulsionó hasta perder la vida.

-¡Basta!- gritó rabiosa Isui y disparó su arma contra Martha, quien a penas se pudo mover para esquivar las balas. Rápidamente uno de los secuaces de Martha se acercó a espaldas de Isui y le dio un golpe con la parte posterior de su arma en la cabeza, haciendo que la joven agente cayera al suelo inconsciente.

-Bien- dijo entre risas Martha – ¡Tenemos una Aleluya renegada!- continuó riéndose y se puso en pie –Ella nos llevará a donde necesitamos- pensó -¡Prepárense! Porque cuando vuelva en sí, nos entregaremos- ordenó -¡Hoy es el día en que la Ciudad de México se quedó sin gobernantes!- exclamó con todas sus fuerzas viendo al techo y rió malvadamente

8:36 A.M.

8:40 A.M.

De regreso al CIM, la patrulla capitalina marcada con el número P-18-037 llegaba al túnel de acceso subterráneo llevando a Karla, Alejandro y a Sheyla, quienes creían firmemente que habían sido llevados directamente de una patrulla a otra del CIM. Lo que no sabían es que el oficial que los llevaba inicialmente, fue asesinado y su cuerpo abandonado en el interior de un edificio cercano. Aquella unidad policíaca se detuvo en la puerta principal subterránea y los uniformados bajaron y llevaron a los detenidos a lobby principal donde los registraron a todos. Uno de los policías, el que había estado en contacto con Martha, se adelantó para hablar con la recepcionista, quien lo vio con una mirada de interés y algo de deseo, pues el uniformado era el prototipo de ella hecho realidad.

-Buenos días- suspiró el oficial y luego sonrió

-¡Buenos días!- contestó sonriente la agente -¿Ya de regreso?- atinó en preguntar

-Sí- contestó el oficial –Mi compañero y yo traemos a estas dos personas y una menor, me parece que son buscados por el gobierno.- señaló

-¡Sí sí, claro!- respondió nerviosa –Por favor regístrelos aquí conmigo- ofreció

-Claro- dijo el agente –Señorita López- llamó a Karla para que pasara al mostrador.

-Su nombre por favor- pidió la secretaria a una asustada y sorprendida Karla -¡Su nombre completo!- exigió aquella secretaria

-Karla López Sarín- contestó Karla

-Edad- exigió seriamente la secretaría, quién capturaba los datos en la computadora

-26 años- contestó Karla

-Estado civil- refirió

-Comprometida- respondió Karla con un tono de voz algo alegre, pero la secretaria la miró con un gesto de desprecio y con una mueca de clara repulsión replicó -¡Soltera, señorita! ¡Soltera!- y luego lo capturó en su computadora –Ocupación- exigió

-Docente o profesora de filosofía en el CETIS 5- contestó Karla

-¿Trae algún arma?- preguntó la secretaria

-Sólo el conocimiento que me dio la verdadera educación- respondió Karla en tono algo retador –Igual, la ausencia de interés del conocimiento no es obstáculo- continuó

-¿Algo en especial?- contestó ofendida la secretaría

-Si traigo- contestó Karla

-¡Échelas aquí!- ordenó la secretaria, sacando una charola de plástico y poniéndola en la barra -¿Trae dinero?- preguntó

-Sólo tarjetas- susurró Karla

-¡Póngalas ahí!- volvió a ordenar la secretaria.

En ese momento aquella trabajadora tecleó “ENTER” y mandó toda la información de Karla al lugar de operaciones donde fue recibida por el agente Isaí, quien ya estaba en su oficina y con él estaban Sandra y Roberto.

-Señor, Karla acaba de ser registrada- notificó Isaí, viendo en la pantalla de su computadora

Por su parte, Roberto lo vio con mucha desconfianza y volteó a ver a Sandra.

-Cualquier cosa y tú vas a pagar junto con él- advirtió viendo a Sandra

-Señor- aceptó Sandra

-Llévenla a la celda dos y usted se queda aquí- ordenó Roberto a Isaí respecto a la recién detenida.

-Sí señor- aceptó Isaí y mandó la orden por escrito

-¡Vamos!- dijo a Sandra Roberto –A su prometido y a la niña los quiero en celdas diferentes- volvió a ordenar a Isaí

-Sí señor- contestó Isaí

Acto seguido, Roberto y Sandra salieron de la oficina del agente Miranda.

Ya sólo, Isaí recogió su teléfono que estaba en uno de los cajones del escritorio, y con la computadora hizo opacar los cristales de su oficina para después cerrar la puerta, finalmente. Se oyó el sonido de marcación por tres ocasiones, pero nadie contestaba hasta que fue remitido al buzón de voz y ahí colgó. Después se sentó en su silla, recargó la cabeza en sus dos manos y suspiró profundamente. En eso estaba, cuando su celular sonó recibiendo una llamada proveniente del número celular de su hermana, entonces, contestó inmediatamente.

-¿Dónde estás?- preguntó nerviosa y rápidamente Isaí

-¿Isaí?- preguntó Martha entre risas burlonas y sorprendidas -¡Vaya! ¡Qué sorpresa saber de ti!- continuó

-Martha ¿Está ahí mi hermana?- preguntó Isaí bastante aliviado y en tono amigable.

-¡Sí claro!- respondió Martha -¿Quieres hablar con ella?- preguntó

-Sí- respondió Isaí

-Okey- aceptó Martha –Oye, tu hermana me ofreció la vida de tu jefazo- señaló

-¿En serio?- preguntó Isaí -¡Esa niña! Sabe negociar- exclamó

-Sí, es simpática tu hermana- señaló entre risas Martha –Un poco retadora y terca, pero simpática- continuó –Y deja tú eso, ¡Esta re buena!- continuó

-Ah, bueno- interrumpió Isaí –Mira, con lo de mi jefe no hay bronca. Pero no intentes nada erótico con mi hermana. ¿Sale?- propuso

-Sale, me parece- aceptó Martha –Me dio gusto saludarte- señaló –Te paso a tu hermana- continuó

-Gracias- agradeció Isaí –Me dio gusto también saludarte Martha- se despidió y Martha dio el teléfono a Isui.

-Isui, ¿Estás bien?- preguntó Isaí a su hermana menor.

Mientras, uno de los uniformados que habían llevado a los detenidos al CIM, dirigía a Karla a la sala de interrogatorios número 2 y ahí la metió, luego la obligó a sentarse en una silla.

Posterior a esto, el oficial dio media vuelta y se dirigió a la puerta del interrogatorio, donde encontró al mandatario capitalino y a la aspirante a dicho puesto.

-Señor, ya está lista- señaló sorprendido el oficial a sus superiores

Y así, sin mediar palabra con aquel uniformado, Roberto y Sandra se pasaron al interrogatorio, cerrando la puerta tras de sí.

Ya dentro, los dos se quedaron viendo fija y fríamente a Karla, esperando tener de ella alguna reacción a parte de que les devolviera la mirada. Por un momento, Karla se sintió no sólo confundida, sino que también acosada por las miradas de ello, pero pronto se sintió dominada por la mirada tan penetrante e inquisidora de Sandra.

-¿Buenas tardes?- preguntó en susurros Karla

-¿Se te hace culpable?- preguntó seriamente Roberto a Sandra sin despegar su mirada en la detenida.

-No, no se me hace- contestó Sandra

-¡Soy inocente!- exclamó Karla

-¿Ves?- preguntó Roberto -¡Te lo dije!-

-Sí, claro- respondió Sandra

-Soy inocente, no hice nada- replicó Karla

-Le creo- señaló Roberto a Sandra

-¿Qué es lo que no hiciste?- preguntó Sandra a Karla

-¿De qué?- preguntó Karla

-Tú dijiste que no habías hecho nada- acusó Sandra -¿Qué es lo que no hiciste?- volvió a preguntar.

-Pues, no sé- contestó sorprendida –Pero, de algo se me acusa, por eso estoy aquí. ¿No?- justificó Karla

-Nadie te está acusando de nada- interrumpió Sandra

-Entonces ¿Me puedo ir?- preguntó Karla

-¡No!- gruño Sandra

-¿Por qué no?- preguntó Roberto –Para mí, ella es inocente- continuó

-Para mí también lo era- replicó Sandra –Pero ahora…- suspiró –Me queda la duda- continuó

-¿Cuál?- preguntó Karla

-Señorita Karla- dijo Roberto, acercándose a la mesa -¿A qué se dedica?- preguntó

-Soy profesora en el CETIS 5- respondió Karla

-¿Cuánto tiempo lleva siendo maestra?- inquirió Sandra

– Tres años- contestó Karla

-Y ¿Cuánto gana?- preguntó Roberto

-Diez mil pesos- contestó Karla

-¿Mensuales?- preguntó Sandra

-Si- contestó Karla

-¿Pues qué hace?- preguntó sorprendida Sandra –A parte de ser Aaronista-

-¿Cómo le pagan?- preguntó Roberto

-Me depositan- contestó Karla

-¿Le depositan?- preguntó Sandra

-Sí, en una cuenta en el Banco Privado de México- contestó Karla

-¿Cada cuándo le depositan?- preguntó Roberto

-Cada… cada quince días- tartamudeo

-Entonces…- suspiró Sandra -¿Le importaría decirme de donde salen estos depósitos de $100,000 pesos mensuales en los últimos dos años?- preguntó acercándose bruscamente a la interrogada

-Sí, claro- respondió Karla –En mis ratos libres me dedico a grabar video blogs en You Tube, de hecho tengo mi canal y dos millones de suscriptores, por eso me pagan- señaló

-¿Te pagan por hacer videos de YouTube?- preguntó Roberto -¿Cómo es eso?-

-Estoy en el programa de socios y tengo un buen número de suscriptores- contestó Karla –También de reproducciones- añadió

-¿Cómo se llama su canal?- preguntó Sandra

-Miramex- contestó Karla

Al oírla, los dos se quedaron viendo, se levantaron y salieron de la sala de interrogatorios sin mediar palabra.

-¡Oigan!- exclamó Karla -¡Es la verdad!- continuó confundida.

Del otro lado de la puerta, Sandra vio a Roberto con una mirada muy pensativa a la vez que él la miraba con cierta confusión en su vista. Poco a poco, Roberto se dirigió a dos puertas de distancia y entró del lado izquierdo mientras que Sandra entraba del lado derecho. Al entrar a la nueva sala de interrogatorios sola, la ex procuradora, cerró la puerta tras de sí mientras que el mandatario capitalino se fue al otro lado del cristal polarizado de privacidad. En la sala de interrogatorios, se encontraba la menor Sheyla, quien estaba sumamente asustada y veía muy nerviosa a Sandra.

Sandra se recargó suavemente en el cristal de privacidad y se quedó viendo de frente a la niña, que parecía un manojo de nervios.

-¿Te han tratado bien?- preguntó Sandra en tono amable, a lo cual la niña sólo asintió con la cabeza sin emitir un solo sonido. –Ellos…- susurró Sandra, pensando cómo formular correctamente su pregunta -¿Son tus padres?- preguntó, pero Sheyla sólo negó con la cabeza mientras tenía la vista fija en Sandra.

-¿Tienes papás?- preguntó Sandra

-No- susurró la niña –Ellos…- suspiró –Ellos murieron- gimió lastimosamente

-¿Hace cuánto?- preguntó extrañada.

-¿Una hora?- gimió la niña

-Bueno, no exactamente, pero algo aproximado- señaló Sandra, sin entender la respuesta de la niña.

-No, no- replicó la menor –Hace una hora que murieron- aseveró

Al oír esta aseveración, la candidata giró levemente su cabeza al lado izquierdo con un gesto de duda e incredulidad dibujados en su rostro.

-¿Una hora?- preguntó extrañada -¿Cómo?- volvió a preguntar

-Los estaban siguiendo- gimió la niña

-¿Quién los seguía?- preguntó Sandra

-No lo sé- contestó Shirley –Gente mala- continuó

-¿Denunciaron?- indagó Sandra

-Ellos quieren los documentos que tenía mi papá- señaló

-¿Ellos?- preguntó extrañada Sandra, al tiempo que se sentó lentamente en la silla que estaba frente a la menor -¿Qué documentos?- preguntó

-No lo sé- respondió Sheyla –Pero mi papá se encargó de dos de ellos- continuó

-¿Qué hizo para encargarse de ellos?- inquirió dudosa la servidora pública

-Se voló en el metro- contestó entre llantos la niña.

Inmediatamente, al oír la respuesta, Sandra se puso en pie y en su rostro se podía observar la muestra clara de asombro y espanto que la había sobrecogido. Del otro lado del cristal, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, estaba igual de espantado y consternado por lo escuchado, sin saber si poderle creer a la menor, que si bien su idea sonaba muy descabellada, era la única (hasta ese momento) que podía dar una clara explicación de lo ocurrido en el metro de la Ciudad de México.

-¿Tú sabes qué había en esos documentos?- preguntó Sandra

-No- contestó Shirley en llanto.

-¿Hay más?- volvió a preguntar

-No sé- contestó Sheyla

-¿Todos los llevaba él? ¿Tu papá?- inquirió inquieta Sandra, pero Shirley sólo afirmó dudosa con la cabeza.

-¿Cómo llegaste con esta pareja?- preguntó Sandra

-El joven me busco en mi escuela- contestó Shirley

-¿Lo habías visto antes?- preguntó

-Sí- contestó –Es uno de los colaboradores del trabajo de papá- continuó –Al igual que el otro- señaló

-¿Cuál otro?- preguntó extrañada Sandra

-Al que la policía mató en la casa- contestó Shirley

-¡Su puta madre!- pensó Sandra -¡Está tenso este asunto!- continuó pensando.

Con mucho cuidado, Sandra se levantó de la silla y salió de la sala de interrogatorios e inmediatamente entró donde estaba Roberto.

-¡La patrulla!- gritó Sandra, tratando de hilar sus ideas dentro de su cabeza.

-¿Qué pasa con la patrulla?- preguntó Roberto mientras Sandra tomó el teléfono de ahí y se comunicó con el área de recepción.

-Soy la Doctora Sandra Soto, quiero saber en qué condición llegó la patrulla que traía a los prisioneros- ordenó y vio a Roberto.

8:45 A.M.

8:50 A.M.

Isui estaba de pie frente a Martha, sus manos las tenía alzadas en el aire. Atrás de ella, su captora veía la hora, para luego mostrarse ansiosa.

-¡Bien Isui!- suspiró emocionada Martha, por la idea de ser aprehendida –Llegó el tiempo. ¿Estás lista?- preguntó

-¡Cuando quieras!- contestó Isui, con una gran sonrisa en sus labios

-¡Chingada madre!- rió Martha -¡Eso es todo, carajo!- continuó riendo -¡Vamos!- ordenó y tocó levemente con la punta de su arma la espalda de Isui, quien por su parte comenzó a caminar por el pasillo central hacia el exterior de la bodega principal de la Central de Abastos.

-Acuérdate, cómo quedaste con mi hermano- susurró Isui

-Tú a lo tuyo y yo a lo mío- replicó Martha

Las dos eran escoltadas por cuatro secuaces que caminaban sin tener las bombas atadas en el pecho. Continuaron a paso moderado pero seguro; Martha ardía en deseos de que la apresaran pues sabía que la vida del Jefe de Gobierno del Distrito Federal estaba irremediablemente en sus manos. Esa idea hacía que deseara como nunca ser capturada y sabía que todo estaba dado para que su presa muriera el mismo día, además muchos grupos de poder lo querían muerto y habían puesto precio a su cabeza, y el hecho de que ella lo matara significaba cobrar una buena recompensa.

Mientras, Isui emergía de aquella bodega principal completamente diferente a como había entrado, la maldad había echado raíces en el interior de Isui y ahora ella justificaba su propio actuar, ahora, a ella no le importaba más la ley y la protección al ciudadano; aquella frase de “Proteger y servir” ya le era completamente contraria a su ideología; todo era ahora dinero y su bienestar, lo demás ya no importaba. Aquella recién egresada joven agente mexicana, ya era una mercenaria en formación, acariciando la idea de hacerse rica y tener el poder que tanto había soñado, además, aquel mandatario capitalino sólo era un pobre imbécil que le estorbaba para poder empezar a escalar en el poder, por lo tanto urgía que fuera removido.

Porque, una vez que cometes corrupción, comienzas a caminar hacia la perdición; es un dulce y traicionero camino de falsas sensaciones y amistades; hoy Isui no era más una agente, ya era toda una mercenaria.

Al llegar a la entrada principal, Isui vio hacia los policías y granaderos; los reporteros que estaban desesperados porque algo pasaría, algo que cambiaría la historia.

Martha sería atrapada, eso era un hecho fuera de la discusión, pero Isui también quería hacer las cosas un poco más exageradas, al fin de cuentas, esta iba a ser su primera misión que terminaría en la captura de la capo más grande de México.

Por su parte, Martha tenía aún tres ases bajo la manga, pues Nayhelli y su pareja, al momento de saber que su líder sería capturada, serían capaces de transtornar aún más a una convulsionada ciudad, situación que le convenía, así todos se olvidarían de las cajas prohibidas de la C.I.A. Sin embargo, Martha nunca reveló sus tres ases bajo la manga por la sencilla razón que deseaba ver la ciudad arder, digámoslo, era su mayor fantasía.

La joven agente del CIM, permaneció parada viendo a todos lados, buscando la manera de “crear” una oportunidad en la que Martha y sus secuaces se “distrajeran” para entonces atacar. Toda la atención estaba centrada en ese punto, en ese momento y en ellas especialmente. Al verla titubear, Martha se desesperó y dio un paso atrás, extendió la mano que portaba el arma apuntando en la cabeza de Isui, puso rápidamente el seguro de su arma e hizo el gesto de disparar y simuló que algo se había atascado en las municiones.

Por su parte, la agente mexicana entendió el mensaje, dio media vuelta, sacó su arma y disparó a un secuaz, le pegó en la cabeza a su captora y entonces los escuadrones de policías y de granaderos accionaron el plan de rescate y extracción, el cual no tomó mucho tiempo, pues nadie opuso resistencia. Isui sacó sus esposas del cinturón que traía y se las puso a Martha en las manos, luego la puso de pie a base de jalones y empujones como si realmente fuera todo real.

-¡Martha Bermejo!- exclamó Isui

-Dígame- contestó cínicamente Martha

-¡En nombre de la ley de esta Ciudad y de todo México, la arresto por sus múltiples acusaciones que pesan en su contra!- señaló en un tono de voz triunfante –Enfrentarás a la justicia mexicana- gruñó

-¡Uy!- se burló Martha – ¿Segura no quieres arrestarme bajo otro nombre? Digo, porque si me arrestas en nombre de la ley mexicana, simplemente no te puedo tomar en serio- se rió

Entonces, Isui la llevó hacia donde estaba el resto de los uniformados mientras los reporteros ser arremolinaban alrededor de la agente y la líder sicaria.

-¿Qué tiene que decir de todo esto? Señora Martha- gritó un reportero entre la multitud de colegas suyos

-¡Ah!- contestó –Pues una gran felicitación aquí a la respetable agente…- respondió felizmente

En el ajetreo, uno de los policías tomó la radio de su patrulla y mandó el siguiente mensaje a la central, quienes lo retransmitieron directamente al CIM.

-¡La rana ha caído!-

Rápidamente y en cuestión de segundos el mensaje llegó directamente a la computadora de Isaí, que veía todo por internet en su iPad.

Mientras, en el lugar de los hechos, otro reportero se acercó a la lideresa capturada quien veía con una gran sonrisa a todos los presentes, incluso por momentos enviaba besos al aire y posaba para las fotos, como si se tratase de una pasarela.

-¿Quiere decir algo en especial, señorita Bermejo?- preguntó el reportero

-Pues- contestó Martha, deteniéndose momentáneamente al igual que Isui –La verdad pues está excelente, digo, por sexenios no habían podido dar conmigo y en un día, acá la agente, logró lo que muchos, en sexenios no hicieron- continuó burlona y muy tranquilamente -¡Felicidades agente!- señaló -¡Se ha ganado el cielo!- se burló

Inmediatamente después, Isui la empujó por la espalda y la agarró del cuello para llevarla a la patrulla marcada con el número P-CIM-34-01 del CIM. Pero antes de que se pudieran meter a esta misma, otro reportero se metió entre la manada de policías y periodístas que rodeaban a las dos.

-Señorita Bermejo- llamó aquel reportero –Ahora que va a estar detenida ¿Los ataques cesarán?- preguntó

Martha se sentó en la patrulla y se encogió de hombros como respuesta a la pregunta hecha por el reportero, luego se corrió al otro extremo e Isui se subió a lado de ella. Al cerrar la puerta de la patrulla, Martha vio al agente que manejaba y se rió entre dientes. Y así pues, con mucho cuidado y haciendo uso de su torreta y sirena, aquella unidad policíaca arrancó y se abrió paso entre la multitud.

El arresto de Martha Bermejo fue un hecho histórico, no solamente para la Ciudad de México y el territorio nacional, sino que también para todo el mundo, pues creían que ahora podría ser extraditada y encarar la justicia en los más de 20 países que la buscaban por diferentes delitos.

Es un mismo evento, pero los puntos de vista y opiniones que comenzaban a surgir eran tan variables y diversos, que este acontecimiento tensaría aún más el ambiente político, agitado por las elecciones a celebrarse a una hora escasamente.

El Jefe de Gobierno fue enterado de la captura de Martha Bermejo y eso le venía a él excelente para su imagen política, pues podría recuperar la confianza de los capitalinos, pero lo más importante era que la aprehensión de esta sicaria al final de su administración, terminaría con “broche de oro”.

Nadie se acordaría de sus desaciertos cometidos durante los pasados seis años, al contrario, eso le ayudaría para lanzarse a la presidencia en el 2018, tampoco se acordaría la población del angustiante silencio que guardó su administración en la primera parte de toda esta situación. Todo estaba olvidado.

Para Sandra, esta captura la ponía en una situación complicada; por un lado, Roberto era un rival difícil de superar y al que tenía que retirar del camino, ya que sus “patrocinadores” no lo querían en la presidencia mexicana y estaban resueltos a quitarlo del camino. Pero, por otro lado, para la imagen pública, el que Martha fuera apresada y ella (Sandra) la tuviera ahí todo su sexenio, simplemente sería lo mejor para su administración. Entonces decidió en absoluto y de una buena vez, que al que tenían que quitar del camino, pasara lo que pasara, era a Roberto. Y así, fue como Sandra determinó que Roberto no podía vivir más allá del día de hoy, pero tenía que aparentar que su muerte fuera “súbita” y un “accidente”. Lo que no sabía era que Isui, Isaí y Martha, ya habían pactado en matarlo también, pero en un plazo de dos horas como máximo. El tiempo está corriendo y su marcha no se detiene.

Pero lo que sólo Martha sabía, era que Nayhelli y su pareja Diego, al verla capturada, iban hacer arder a la ciudad de México hasta sus cenizas para liberarla.

Es curioso, pero es un mismo evento, un mismo actuar, pero muchos mensajes que se derivan del mismo. Se dice que dependiendo del contexto social en el que se produce el lenguaje (sea este hablado, corporal o de acción), el receptor puede usar un lenguaje formal o un actuar salvaje y/o informal.

Por ello, el ser humano emplea un lenguaje sumamente complejo que no sólo consta con la articulación de sonidos, los cuales son las palabras que codifican en un idioma el mensaje que se quiere transmitir, o a través del empleo de signos gráficos, también está el lenguaje basado en posturas corporales, misma que el hombre ha sabido disimular, fingir y actuar tan bien que aun el hombre mismo no termina de descifrarse a sí mismo.

El problema de falta de trabajo, la no creación de plazas laborales, el encarecimiento de la vida y la delincuencia, vienen entonces a formar parte solamente de los caracteres dominantes de nuestro vivir contemporáneo y ajenamente natural e inherente a nosotros.

Entonces, hallamos que la palabra es poder; la palabra con educación o instrucción es poder consciente, sin embargo, la palabra pronunciada en alguna determinada ocasión, vendría a ser la más pequeña de la unidad semántica, indivisible dentro del contexto significante de la oración.

El hablar y el decir, son actividades que conllevan la capacidad de continuar al infinito.

Para el gobierno de México y sus locales, las minorías siempre serán las que estén contra ellos, por tanto, deben ser eliminados.

¿Cómo es que el gobierno pretende ser incluyente eludiendo los principios básicos de la alteridad?

Sin tener la capacidad de entender a su prójimo, a su gente o mínimo a sus semejantes, a partir del punto de vista o la forma de interpretar su cosmovisión de la realidad que él o ella vive. Derivando así, en la propiciación del diálogo bilateral y respetuoso entre todos sus habitantes. Pero, la realidad nos dice que aunque las minorías deben tener los mismos derechos que el resto, la verdad es que son los más vulnerables y faltos de voz, voto y relevancia en el gran circo de la política.

En estricto sentido de la teoría, México es un país democrático donde la gente es el pueblo y el pueblo es el que tiene el poder o al menos el voto. Pero, siendo sinceros… México es un país que no se preocupa de la verdadera minoría, que año tras año se hace menos. Sino que se ocupan de la minoría rica, la minoría asquerosamente rica y poderosa que, encerrados en sus muros, velan con sus ojos a la realidad más decadente.

Ciertamente, México cuenta con habitantes que han pasado o comparten el mismo proceso histórico común, sin embargo, no solamente no han alcanzado la integración cultural entre sus habitantes, ni tampoco ha desarrollado la capacidad de actuación y relación entre los suyos y con las otras naciones; simplemente, y desde mi opinión, México se prostituye.

Tampoco, se ha desarrollado una correcta autonomía funcional interna, porque sus habitantes no se identifican ya más en el lugar donde viven.

En resumidas cuentas, México no es una Nación sino que es un Estado fallido, derrochando a libre y corrompido juicio las riquezas de todos para el beneficio de los pocos impunes.

Y, este fenómeno de naturaleza sociológica refleja la severísima complejidad del fenómeno en sí viviéndose en México.

¡Ya te lo dije una vez!

Ahora bien, ¿qué fenómeno puedes apreciar que se va dando en tu sociedad?

Porque cualquier parecido en esta historia con la realidad es pura y mera coincidencia.

8:59 A.M.

Isui veía por la ventana de la patrulla que comenzaba a mostrar las gotas de lluvia que caían en la Ciudad de México.

-¿Ya te diste cuenta?- se preguntó a sí misma Isui -¿Cómo llueve en esta ciudad?- continuó

-Ya muy pronto llegaremos- gruñó interiormente Martha

-No sé cómo fue, pero aquí estás…- pensó Isui, dejando ver en su rostro una seria expresión de dudas y miedo.

-No hay mejor remedio que el miedo- intimidó serenamente Martha a Isui.

-Eso no es cierto- replicó en susurros Isui

-Yo sé que sí- afirmó Martha –No hay mejor manipulador que el miedo- sentenció burlonamente

-No hay mejor victoria que encarar ese miedo- encaró Isui a Martha. 9:00 a.m.

9:00 a.m. – 10:00 a.m.

“¿Por qué hay tanta gente mala?”

Cuando el alba despunte en un hermoso vislumbrar;

Y entonces no tengamos más miedo,

¿Sabremos que somos libres?

¡Adiós a los mártires!

Que por su nobleza han muerto

Adiós a vosotros

Adiós a los valientes

Pues hallaré aquel tesoro,

Que nuestras pisadas se han llevado…

Y entonces sabré que mi dolor en vano no fue.

¡Adiós a los dolores!

Y entonces conoceremos la verdadera paz…

El amor inefable…

¡Adiós a las traiciones!

¡Adiós a las armas!

¡Adiós al capitalismo!

¡Jehová reina!

Y aquel día,

Mi llanto será enjugado.

Muy pronto…

¡Muy pronto, sí! ¡Todo terminará!

9:00 A.M.

Graciela, la narradora y conductora de noticias más importante de México, se alistaba para comenzar una nueva transmisión de noticias. Sus dos asistentes personales que terminaban de prepararla dándole los últimos toques de maquillaje en el rostro, mientras ella realizaba algunos ejercicios de vocalización. En eso, el productor del noticiero entró al área de grabación con unas hojas blancas en la mano, mismas que entregó a la conductora.

-Comenzamos en un minuto- señaló aquel productor dándo las hojas a Graciela.

-Claro- contestó amablemente y luego se dirigió a sus asistentes -¡Ya lo oyeron, muévanse!- gruñó prepotentemente a sus asistentes personales, quienes se apresuraron a terminar en segundos.

Una vez que acabaron, salieron del estudio seguidos por el productor del noticiero, quien dio la señal para iniciar la transmisión.

En las hojas que le habían dado a Graciela venía toda la historia que hacía dos horas había terminado de crear junto con su equipo de trabajo con el fin de “presentar” al pueblo una “explicación” con “sentido” respecto a los hechos que estaban tomando lugar.

La periodista estaba sumamente molesta, pues la historia que ella había armado junto con todos los demás involucrados, la cual iba en contra del saliente mandatario capitalino para hacerlo quedar en completo ridículo frente a la prensa nacional e internacional se había colapsado, por la reciente captura de Martha Bermejo a vista de todos le echaba por tierra todo lo que ella hubiera querido hacer. Si bien, la conductora no sabía las tretas que traían Martha, Isui e Isaí, algo (tal vez la experiencia) sabía en ella que capturar a la líder mexicana del narco iba a traer peores consecuencias a los capitalinos, por ello, estaba dispuesta a explotar ese punto en contra del gobierno capitalino. El letrero en frente de ella en la parte superior, detrás de las cámaras automáticas, se encendió con un color rojo fluorescente; marcaba “Al aire”. Abajo, y un poco más adelante, las dos cámaras la veían detenidamente y en sus pantallas estaban los diálogos que ella iba a decir, como especie de “teleprompter”, así como en la parte inferior de estas dos cámaras estaba una pantalla, la cual iba mostrando cómo iba siendo la transmisión en vivo. Graciela, vio a la cámara de su lado izquierdo con una seriedad pero a la vez con cierta tranquilidad, fingiendo una actitud que no tenía en ese momento.

-¡El día de hoy!- exclamó exageradamente, al tiempo que los reflectores se encendieron -¡El día de hoy!- volvió a exclamar como si fuera lo último que hiciera en su vida –El día de hoy, la Ciudad de México ha sido testigo de una serie de sucesos sin precedentes- señaló con un tono de voz firme y pausada. -¿Y qué decir de hechos sin precedentes? Sino que también horribles en gran manera, sucesos que se han cobrado la vida de decenas, sino es que miles de vidas en los atentados perpetrados contra la estación subterránea del Servicio de Transporte Colectivo Metro.

¡Sino que también!… la balacera ocurrida en la Central de Abastos y casi al mismo tiempo en una casa habitación dentro de una zona residencial.

¡Así es, escuchó bien! En una zona residencial, donde viven personas normales, como usted y como yo. ¡Vamos! En una zona típica donde hay casas, se libró una batalla campal, y verá por las escenas que no le miento, fue una verdadera zona de guerra. La misma zona de guerra que dejó como saldo… ¡Tres uniformados muertos! ¡Así es! ¡Tres policías capitalinos! ¡Tres familias! Padres, madres esposas e hijos que hoy…. Hoy se han quedado sin un miembro irremplazable para ellos. ¡Un ser que les fue arrebatado! ¡Un ser que jamás volverá!- continuó diciendo con el mismo tono de voz.

De pronto, el letrero que indicaba que estaban al aire se apagó y la pantalla enfrente de Graciela se fue en negros y sólo apareció un guión bajo que parpadeaba.

Inmediatamente los empleados de la televisora comenzaron a entrar al estudio mientras otros tecleaban desesperados en la computadora principal de transmisión. En eso, el resto de las computadoras se quedaron con el monitor en negro y el mismo guión bajo parpadeando.

-¿Qué carajos está pasando?- preguntó iracunda a su productor.

-¿No es obvio?- respondió burlonamente él –Nos han intervenido la señal en vivo- continuó.

-¿Quién fue?- reclamó Graciela

-¿Tú quién crees?- respondió el productor.

Pero lo que ocurría en las instalaciones de la mayor televisora del país no sólo se reducía ahí, también, la señal de la segunda televisora había colapsado segundos atrás y la mayoría de las televisiones a nivel nacional mostraban la misma pantalla negra con el guión bajo parpadeando.

-¡Confirmado, nos han tirado de la transmisión a señal abierta!- gritó un técnico, con el gesto muy descompuesto por la situación tan grave que estaba ocurriendo.

-¡Pasen a señal digital!- gritó Alan, director de la televisora de Chapultepec.

-Ya lo hicimos- contestó resignado otro técnico.

-¡Sebastian!- llamó Graciela a su productor.

-¿Qué quieres?- preguntó molesto

-¿La radio?-atinó a preguntar asustada Graciela

-Fueron los primeros en irse, unos segundos más tarde fuimos nosotros- explicó él.

Mientras, en la sala principal del CIM, el Jefe de Gobierno del DF veía impactado y horrorizado el fenómeno que estaba tomando lugar sin atinar a cómo reaccionar. Por su parte, Sandra agitaba levemente la cabeza en negación y abriendo grandemente aquellos ojos cafés claros que tenía, y en un claro gesto de duda y asombro suspiró larga y pesadamente. En ello, un zumbido agudo y penetrante comenzó a sonar e hizo que los presentes se taparan los oídos. Aquel zumbido parecía hacer pausas cortas y en frecuencias muy altas, molestas al oído humano, como si se tratase de algún mensaje oculto. Sin embargo, el resto del mundo se inquietaba, pues para ellos no se había cortado la transmisión, sino que seguían viendo a los diferentes empleados taparse los oídos, gritar y finalmente desvancerse en el suelo. Las inquietudes e incertidumbres internacionales no se hicieron esperar, pero cualquier intento por enlazar alguna comunicación del exterior a México simplemente era infructuoso. Todas las comunicaciones de y para México estaban completamente bloqueadas. Acto seguido, aquel zumbido dejó de escucharse y en la escena apareció la bandera mexicana, mientras el himno nacional mexicano instrumental estaba de fondo. La prensa internacional también observaba esto con horror, incertidumbre e impotencia por lo que fuera a pasar. La entrada al Himno Nacional se escuchó, entonces dio paso a una guitarra eléctrica que ejecutaba las estrofas y coro del mismo himno. Poco a poco, todos los mexicanos y extranjeros se fueron levantando del suelo y acercándose a las tiendas que exhibían al público sus pantallas, restaurantes o las personas que tuvieran el radio prendido. Todo era absoluta confusión, nadie hablaba y sólo se encontraban viendo con horror lo que estaba ocurriendo y cómo los aparatos electrónicos, aun los apagados, se encendían y transmitían lo mismo. Celulares, televisiones, radio, computadoras, todo absolutamente todo lo electrónico se encontraba transmitiendo lo mismo simultáneamente. Cuando el himno Nacional se encontraba en la segunda vez que se entonaba el coro, la melodía desapareció gradualmente, en eso, sobre las pantallas apareció un letrero que decía: “Serán buenos regentes de Estado, sólo aquellos en que predominen la nacionalidad, y sus virtudes sean la sabiduría y la prudencia- Platón”. La gente quedó impactada viendo las pantallas de las televisiones y de sus celulares mientras el radio continuaba en silencio. La incredulidad y el gran asombro de las personas se hizo presente ampliamente y pronto la confusión comenzó a apoderarse de todos y todas. Por su parte, la agente americana Layla Rainman se había acercado a un restaurante desde que la señal se había interrumpido; al llegar, se encontró con aquella frase, incluso también su celular tenía la misma imagen que todos los monitores del país. Sin embargo, como no sabía ni hablar ni leer español, ignoraba lo que la frase quería decir, por lo que se acercó a un joven que vio en la entrada de la estación del metro.

-¡Hey you!- llamó la atención de aquel joven, quien la vio asustado –Do you speak english?- preguntó.

-A Little bit- contestó él y luego volvió a ver hacia la pantalla del metro.

-What it says there?- pidió Layla al joven, señalando la televisión.

-It will be a good gobernators or presidents, the ones who are patriotic and they use the wisdom and the prudence as their virtues- Plato- contestó distraído.

-Thanks!- agradeció Layla.

En ese momento, las escenas cambiaron a la Torre Latinoamericana vista desde el Eje Central “Lázaro Cárdenas”, como si vinieras del Palacio de Bellas Artes. Aquel letrero desapareció y se oyó una voz de hombre deformada por algún programa de efectos de sonido, haciéndola parecer metálico, seguida de voces de mujeres que susurraban. El eco de voces se oía como las de aquellas brujas en las películas de terror más mórbidas que han aparecido en el cine actual.

-Serán buenos regentes de Estado…- susurró la voz principal mientras las secundarias repetían la misma frase -¿Quién tendrá esas virtudes?- preguntó la voz principal. –Hoy es el día…- suspiró en tono de advertencia y luego rió malvadamente al igual que aquellas voces secundarias.

Inmediatamente después, una muy fuerte explosión estremeció a todos los que veían la televisión y escuchaban la radio o veían en sus celulares. Aquellas escenas cambiaron bruscamente hacia el Palacio de Bellas Artes, del cual salían una gran columna de fuego y humo negro debido a una gran explosión que acababa de ocurrir desde el centro de aquel lugar. Debido a la fuertísima explosión la cúpula principal se comenzó a derrumbar y todos los mármoles de las paredes salieron volando, mientras, la gente alrededor huía lo más pronto posible que podía de aquel lugar y de la Alameda Central y sus alrededores. Al mismo tiempo, en el cielo de la Ciudad de México, apareció un caballo de proporciones gigantescas, su piel negra del hambre y enjuta sobre los huesos, sus ojos eran dos bolas de fuego, su aspecto horrible en gran manera, su cola era de tres víboras que escupían finos hilos de fuego y también tenía dos alas como de un murciélago, pero horribles.

-Dos horas- sentenció la voz principal en tono nervioso.

Al oír esto y de vuelta en la patrulla donde se encontraban Isui y Martha, quien estaba blanca y paralizada del miedo.

-¿Qué pasa?- cuestionó Isui, pero Martha no respondió, entonces la sacudió -¡Oye!- gritó.

Martha volteó a verla, con un gesto descompuesto por el terror que se había apoderado de ella.

-Tenemos que llegar allá- dijo con el aliento entrecortado.

-¿A dónde?- interrogó Isui. -¿Quiénes son?- preguntó sin saber lo del caballo.

-Los “Incógnitas”.- gimió Martha y la volteó a ver –Mira- dijo –Te doy mi palabra, te digo todo, pero tú llévame para allá a donde me ibas a llevar- propuso.

-Oficial- llamó Isui pero el oficial encargado no estaba en el interior de la unidad policíaca, porque había bajado a abrir espacio para poder pasar. –Tendremos que esperarlo- acordó Isui.

-No, yo creo que no- respondió asustada Martha y viendo hacia todos lados inquietamente.

-¿Qué pasa?- preguntó Isui.

-Lo que le sigue a tu peor pesadilla- contestó Martha.

9:05 A.M.

El teléfono de Nayheli sonaba indicando que entraba una llamada, sin embargo nadie atendía a la misma y aquel aparato estaba en una mesa dentro de una habitación vacía. El número telefónico no aparecía, las palabras “Número desconocido” estaban en la pantalla.

Mientras todo esto estaba sucediendo, la joven sicaria esperaba sentada en la siguiente habitación, en eso, arribó su pareja a su lado.

-¿Quién era?- preguntó Diego

-Espero que no haya sido él, no quise ir por el celular- susurró asustada Nahyeli

-¿Qué?- preguntó asombrado Diego. -¿No contestaste?- volvió a preguntar.

-No- respondió cortantemente.

-¡Estamos en problemas!- susurró él.

-Y…- ¿Qué quieres que le diga?-preguntó entrecortada Nayheli por el miedo –Si este tipo se enoja, a la mitad del Estado se lo carga la chingada- dijo –y tú, ¿Qué quieres que le diga?- preguntó -¿Que su hija está detenida?- continuó sarcásticamente.

-Pues tenemos que hacer algo rápido- replicó Diego –Porque Martha está detenida y Shin también, las dos principales entradas de dinero del país… ¡Presas!- señaló.

– Las van a soltar- señaló Nayheli –Al menos a una de las dos- continuó.

-Sí, pero a ¿quién?- preguntó Diego -¿Y cambio de qué?- volvió a preguntar.

-No lo sé- contestó Nayheli. –Lo que sí sé es que tenemos que hacerle creer al Gobierno capitalino y al resto del mundo que aun sin los líderes sabemos mandar a quien sea- afirmó.

-Bien, ¿qué hacemos?- preguntó Diego

-Subir la apuesta- respondió Nayheli mientras comenzó a sonreír malvadamente. –Ya veremos si en verdad es tan cabrón el guey ese- sentenció.

La pareja escuchó unos segundos después, que el teléfono celular que volvía a sonar, pero aún estaba en el interior de aquel cuarto.

-Si no contestamos podemos decir cualquier cosa- señaló Nayheli al tiempo que dio media vuelta y comenzó a encaminarse a la salida.

Y así fue como los dos se fueron de aquella casa y partieron hacia la estación del metro General Anaya.

Mientras, en la residencia oficial de los Pinos, en el despacho presidencial mexicano, el presidente saliente Omar Cedillo de Calderón, se encontraba viendo hacia el ventanal que tenía enfrente. Este mandatario físicamente es bajo de estatura, calvo y utiliza anteojos de botella, su nariz es achatada como si se tratara de un aborto de ligamentos que en algún momento quisieron formar las cavidades nasales; su gesto era de completa preocupación y angustia, al grado tal que su mano derecha le temblaba levemente. Por momentos, le parecía que el jardín frente a él se teñía de rojo pura sangre, la sangre de los miles de víctimas que habían muerto durante su administración, incluso, el cadáver de uno de su ex secretario de gobernación que había muerto por el narcotráfico en un accidente aéreo, y que debido a todas las implicaciones que traía consigo, nunca fue completamente divulgado el resultado de las investigaciones que se hicieron pertinentemente. El mandatario saliente era acusado por su conciencia, debido a la gran inhumana cantidad de sangre que se derramó en su administración con el pretexto de una “necesaria guerra contra el narcotráfico”. En sus visiones erráticas y acusadoras, aquel inútil veía el espíritu de su amigo ser atormentado por cuarenta niños de guardería, quienes con unas antorchas encendidas lo quemaban, le pegaban y le reclamaban gritando: -¡Ea, ea! Vengan aquí, está el cómplice de nuestro asesino ¿Qué se siente ser quemado? –

Sin poderlo soportar más, el fraudolento mandatario dio media vuelta y se sentó rápidamente en el sillón principal del escritorio y suspiró largamente. Un ruido extraño frente a él hizo que abriera los ojos, entonces, lo que observó lo hizo que su piel se enchinara. Frente a él, una criatura de altos tamaños y de mórbido aspecto, con unos dientes puntiagudos, los ojos hinchados y rojos de irritación, sus manos eran largas y de ellas colgaban unos dedos aún más largos.

Omar quiso tomar el teléfono a la izquierda suya, cuando aquella criatura gruñó y con una voz horrible amenazó.

-Yo no haría eso si fuera tú-

-Estamos tratando de contener la situación- replicó Omar.

-¡No es suficiente!- gritó amenazadoramente aquel ser al tiempo que pegó en el escritorio.

-Es lo que podemos hacer- replicó en tímidos susurros Omar y aquella criatura acercó su cabeza a él.

-Te vas a morir- sentenció aquella criatura –Tu tiempo ya es muy breve- volvió a amenazar.

En eso, la puerta de la oficina presidencial se abrió y el asesor del presidente entró.

-Señor- llamó el joven asesor, sin ver a nadie más que al presidente dentro de la oficina presidencial.

-Dígame- contestó el mandatario con un tono de voz casi mudo del miedo.

-Capturaron a Martha- notificó asombrado el asesor.

-Ok, voy para allá- indicó el mandatario saliente.

Y aquel joven se fue del despacho presidencial por la misma puerta por la que había entrado, entonces la criatura volvió a aparecerse frente a Omar tan rápidamente como había desaparecido.

-Mmm- gruñó placenteramente –Aquel joven morirá hoy- advirtió, dio media vuelta y comenzó a salir del despacho. -¡AH!- exclamó aquella criatura –Si quieres vivir me lo ofrecerás en sacrificio- sentenció.

-¿A ti?- preguntó asustado el mandatario -¿Tú quién eres?- volvió a preguntar.

Aquella criatura se detuvo en el marco de la puerta y girando la cabeza en un ángulo de 180° quedó viendo al presidente, quien con horror y terror veía lo que sucedía en frente él.

-¡Soy el Rastrillo!- río fuertemente –Y hoy me han dado libre carta de hacer lo que yo quiera- terminó y atravesó la puerta del despacho presidencial, la cual estaba cerrada.

9:07: 15 A.M.

Nayheli y su pareja terminaron de pasar por los torniquetes de entrada a la estación del metro General Anaya, subieron las escaleras que se encuentran a mano derecha con un ritmo apresurado. Cuando terminaron de subir, la joven sicaria sacó un ipod de la bolsa derecha de su pantalón, al instante treinta varones y una mujer más que esperaban ahí comenzaron a seguirlos. La joven narco siguió caminando a lado de su pareja y vio por el reflejo de la pantalla de su móvil cómo se sumaban sus secuaces para realizar el acto más cruel y “subir la apuesta” que traía contra el GDF saliente. Así pues, todos al llegar al final del paso peatonal de la estación, giraron hacia el lado derecho y bajaron las escaleras hacia el andén, tomando hacia dirección Cuatro Caminos. Nayheli caminó hacia adelante del convoy por uno o dos pasos y luego se detuvo, giró su cuerpo viendo hacia la calzada de Tlalpan que estaba justo frente a ellos. El convoy naranja- blanco no tardó en llegar, pronto abrió sus puertas para descargar pasajeros y cargar a los próximos, ignorando por completo que varios de ellos pronto provocarían un desastre mayúsculo. Dos policías auxiliares se asomaron hacia afuera y luego silbaron sus silbatos, indicando que no había vendedores ambulantes dentro del convoy.

Al cerrarse las puertas y que se comenzara a mover, Nayheli vio a Diego sólo por un momento para luego separarse; ella caminó hacia adelante del convoy mientras que su pareja hacia la parte posterior del mismo. Nada tonta, sino que al contrario, Nayheli vio con detenimiento, pero astutamente rápido, qué las armas portaban los uniformados, descubriendo que era una sola arma cada uno y muy inferior a las suyas. Mientras iban avanzando poco a poco, se fueron dividiendo en grupos pequeños con el fin de irse posicionando por todo el interior del convoy, el cual parecía que iba a ser una tarea increíblemente fácil debido a que aún con todo el movimiento que se describe, las personas simplemente ignoraron cualquier movimiento, pasándolo por alto sin poder hacer nada para evitar lo que se iba a dejar venir. El convoy llegó a la estación Ermita, y la joven sicaria con sus dos secuaces, continuaron su marcha lenta pero decidida hacia la puerta trasera de la cabina donde se encontraba la operaria del metro, conduciendo despreocupada y agriamente su vida laboral. Las puertas del convoy se abrieron y alguna gente salió y otros entraron, Nayheli ya se encontraba a dos vagones de la cabina.

-Hasta San Antonio Abad- texteo al resto de sus secuaces a través de su Whats App.

La alarma sonora del convoy se dejó escuchar, inmediatamente cerró sus puertas y comenzó a avanzar hacia la siguiente estación. Mientras, Nayheli se recargó en la puerta del lado derecho siguiente inmediato de donde inicia el vagón. Los dos sicarios que aún la acompañaban, continuaron su marcha hasta la puerta trasera de la cabina del conductor, quien miraba despreocupadamente hacia el frente el panorama que se dibujaba por delante de él. Al llegar, aquellos sicarios se recargaron en la puerta y voltearon hacia atrás a manera de tapar la ventanilla de la puerta de la cabina hacia el primer vagón del público.

El convoy llegó a la estación Portales y se detuvo, abrió sus puertas; sólo una persona bajó y siete más entraron. Poco a poco todo comenzaba a llenarse cada vez más. Entre las personas que subieron, iba un vendedor de discos portátiles, quién al oír el silbar de los policías auxiliares, no hizo ninguna propaganda de su mercancía, por lo que se sentó rápidamente para tratar de simular que era un pasajero. Una vez más el convoy cerró sus puertas y reanudó la marcha hacia la siguiente estación, con Nayheli y sus sicarios terminándose de posicionar a lo largo del metro. Mientras que ellos se dirigían hacia el centro, el resto de los sicarios que se habían dividido en la estación General Anaya, habían abordado otro convoy pero hacia Tasqueña y ya habían llegado, descendieron las escaleras y se reunieron con un hombre de complexión desorbitantemente gorda en el área de los torniquetes de salida, aquel hombre responde al nombre de Rodrigo Soto, quien se levantó la manga derecha y entonces exhibió a los suyos un tatuaje de una cobra que devoraba a un águila desmembrada sobre un nopal y debido a lo colorido que era su tatuaje, resultaba visualmente impactante. Aquel tatuaje estaba compuesto por cráneos humanos que dejaban ver angustia y horror, además que su estado era de putrefacción con la carne colgando y bañados en sangre, mientras sus ojos desorbitados lo hacían aún más impactante, sin embargo, lo que más llamaba la atención era el slogan que aparecía debajo del nopal tinto en sangre en el cual se cernía una víbora horrible y descomunal que terminaba de desgarrar al águila ensartada sobre el nopal aquel slogan decía: “Porque para ella, nunca es suficiente”.

La serpiente es la codicia, la avaricia, la lujuria y todas las enfermedades degenerativas que acarrea el estar enfermo de poder y que en su lucha no determinada, pareciera que ha podido más que la rectitud, la cordialidad y la vida de las personas con principios morales, pero jamás será saciada ni tendrá suficiente para encontrar una vida feliz pues ya desconoce la felicidad, lo ha borrado de su vocabulario. Por eso es que para ella, nunca es suficiente.

Así pues, a la señal de Rodrigo, subieron las escaleras hacia la planta alta de la estación Tasqueña, donde se dividieron en dos grandes grupos; uno de ellos se dirigió hacia la entrada del paradero sur y el último hacia la entrada del paradero norte, esperando la orden para continuar ejecutando su plan perverso que pronto traería aún más problemas en la ya convulsionada ciudad.

Rodrigo terminó de engullir su chocolate y aun con sus manos sucias, deglutiendo el bocado en su boca, se dirigió a dos jóvenes que vio estaban en la pizzería dentro de la estación Tasqueña; les quitó su pizza, haciéndolos creer que él era un caza talentos augurándoles un futuro mejor, siempre y cuando estuvieran dispuestos a ceder y creer en que los cambios siempre traerían buenos beneficios y los mejores eran los que se reflejarían a largo plazo, sin importar si llegaban sensacionalistas a querer engañarlos.

-Créanme- decía a los jóvenes ya sorprendidos –mi meta y satisfacción es el desarrollo de todos- mostrando una sonrisa fingidamente sincera.

Rodrigo sabía engañar tan bien a las personas que estos jóvenes se fueron creyendo que el cederle su pizza era una gran inversión ya que después les alcanzaría para comprar la pizzería, solo era cuestión de esperar a que los resultados se dieran. Mientras aquellos jóvenes se iban felices, un grupo pequeño de sicarios se pararon a los lados de la puerta de salida de la estación Tasqueña, mientras que Rodrigo caminó hacia el cibercafé que se encuentra a unos metros al lado de la pizzería, vio por los cristales a dos jóvenes de buen parecer que reían a ajenas de aquel lujurioso sicario, quien clavó su mirada en la encargada del cibercafé que era la más atractiva, al menos para él. Y para desfortuna de aquella desprevenida joven, a Rodrigo sólo le tomó segundos para que en su mente comenzara a idear la manera de abusar de ella. Sin perder el tiempo, aquel sicario gordo llamó con la mano a dos de sus acompañantes que se encontraban en la puerta de salida a unos metros donde él estaba y envió un SMS a Nayheli.

-¿Ya?- preguntaba por SMS Rodrigo a Nayheli.

-No, aún no- contestó Nayheli.

La razón por la cual Nayheli no le había permitido que procediera con lo que seguía, era porque aún no se encontraba en posición para realizar el ataque y éste llegara al alcance que ellos tenían previsto, aunque ya había salido de la estación Xola, querían llegar a la mitad del trayecto entre la estación Antonio Abad y Pino Suárez.

Nayheli estaba de pie recargando su cabeza y espalda en la puerta del lado derecho del convoy, viendo el pasar de los autos y en su mente ideando la manera de comenzar el terror dentro de los vagones, ya que ella si sabía muy bien que si causaba el suficiente impacto psicológico en las personas, tendría el control absoluto sobre de ellos. Por su parte, Diego se encontraba con su espalda recargada en la puerta de la cabina trasera, es decir, en el último vagón; delante de él, una pareja homosexual se besaba y abrazaba apasionadamente, causando diferentes reacciones de la gente, mismas que hacían reír a Diego, pero a su lado izquierdo dos señoras de edad madura ponían cara de asco al ver la escena antes mencionada frente a ellas.

-¡Qué asco de generación!- gruñó entre dientes una de esas señoras a su amiga.

-No señora- replicó Diego –Ellos son producto de ustedes- señaló.

-¿Y usted qué sabe?- reclamaron a Diego.

-Porque ustedes pasaron lo mismo que yo- contestó.

-¿Usted también es homosexual?- preguntaron

-No- contestó entre risas –Pero, ¿estoy equivocado?- preguntó

-Eso no es natural hijo- comentó gentilmente una de las señoras.

-¿No es natural?- preguntó Diego –No es natural, ¿conforme a quién?- continuó.

-Dios- respondieron firmemente las señoras –Conforme al Dios que creó los cielos y la tierra.- continuó una de ellas de nombre Patricia. -¡Rebata eso!- desafió.

-¡No!- contestó despotamente –Mejor, esperaré a que venga Él- continuó –Después de todo, son los cristianos los que son muy buenos para ver la paja en el ojo ajeno, pero incapaces de ver la viga en sus propios ojos.- señaló.

-Está equivocado hijo.- replicó Patricia

-Entonces, ¿por qué los discrimina?- preguntó -¿No es eso una forma de odiarlos?- volvió a preguntar.

-Hijo- dijo Patricia –Dios los condena a todos ellos- señaló

-De acuerdo- respondió Diego -¿Y ustedes quiénes son para condenar?- preguntó.

-Nosotras somos testigos de nuestro Dios- respondió firmemente Patricia mientras su amiga sacaba de su bolsa un ejemplar del “Atalaya”:

Cuando Diego vio e inmediatamente identificó la clase de folleto que tenía aquella señora, supo de inmediato por donde querían ir con él, y viéndolas con repugnancia, como aquel que ve un cuerpo mutilado y putrefacto de algún desventurado animal en la carretera, les clavó su mirada.

-Dios quiere vivir con usted, joven- señaló Patricia, clavando su mirada en Diego, quien veía con un completo desprecio aquel folleto.

-Próxima estación: Viaducto- se oyó decir de la voz pregrabada en el convoy.

-Joven- volvió a llamar Patricia a Diego – ¿Dónde quiere pasar el resto de la eternidad?- preguntó queriendo generar un tema de controversia para seguir con su “predicación”.

-¿Es en serio?- preguntó entre risas Diego -¿Es lo único que saben decir?- siguió riéndose, aunque en su interior ideaba la manera de deshacerse de ellas, pues sabía que los “Testigos de Jehová” (como se hacen llamar) al igual que los perros Rotwailer, una vez que muerden ya no sueltan a menos de que vaya uno por un palo y los saqué a palazos.

-Sin embargo, sigue siendo una pregunta interesante- señaló Rubí, amiga de Patricia –Dígame y ¿ya lo pensó?- preguntó.

El celular de Diego vibró, indicando que un nuevo mensaje de Whats App había llegado, lo leyó rápidamente y supo que el momento estaba cerca.

-La realidad, es que no me interesa- respondió burlonamente.

-Si sabe usted que Dios va a juzgar al mundo. ¿Verdad?- preguntó Patricia.

-¡Bah!- suspiró Diego – ¡Él ya se olvidó de nosotros!- continuó.

En ese momento el convoy se detuvo en la estación Viaducto, abrió sus puertas y comenzó a entrar mucha gente al interior, lo cual fue aprovechado por Diego, quien se separó rápidamente de donde se encontraban las dos Rouselistas, para ya no tener que estarlas escuchando. Pronto, el convoy emitió la alerta sónica indicando que las puertas se comenzaban a cerrar, en ese momento a todos los sicarios presentes en el convoy naranja blanco, recibieron un mensaje vía Whats App el cual decía de la siguiente manera: “No va haber siguiente estación. Preparados” e inmediatamente se comenzó a sentir que la marcha del tren era más rápida haciendo que su andar se volviera inseguro. Por su parte, Diego guardó su celular en su bolsillo, esbozó una sonrisa burlona y se abrió paso entre la gente que estaba en el interior del convoy.

-Haber señoras- dijo, refiriéndose a las Ruselistas, al tiempo que se acercaba a ellas –Sí, a las que son “Testigos de Jehová”- se burló, mientras la gente quedaba callada y aquellas señoras fijaron su mirada en Diego –Les propongo algo- propuso –Yo llamaré a un amigo que tengo y ustedes llamen a su dios. ¿Les late?- retó.

-A Dios no se le reta- replicaron molestas.

-Ciertamente sé que hay un Dios, único y verdadero y que Jesús es su Hijo- contestó Diego –Pero ustedes… ¿quiénes son?- volvió a preguntar al tiempo que sacó su arma y con un movimiento rápido y ágil disparó a quemarropa a las dos religiosas y luego a tres personas más, en ese momento Nayheli sacó también su arma y disparó tres veces al techo y a dos jóvenes que quisieron acercársele para quitarle su arma infructuosamente.

-¡Al suelo todos!- ordenó a gritos Nayheli y todos en el convoy comenzaron a tirarse entre llantos y gritos de desesperación.

El convoy siguió acelerando su marcha y pasó a toda velocidad por el andén de la estación de San Antonio Abad sin detenerse, esto hizo que las personas que se encontraban en la estación se extrañásen de la marcha tan rápida del metro, pero no tenían idea de qué era lo que estaba pasando y que pronto comenzarían a escuchar en las noticias que hoy sería un día negro y lleno de muerte.

Nayheli se acercó rápidamente hacia los vagones del convoy, abriéndose paso entre toda la multitud que se encontraba sumamente asustada como para intentar algún motín contra los secuestradores.

-¡Es momento de subir la apuesta al nivel más perrón!- pensaba mórbidamente emocionada Nayheli. De pronto y sin previo aviso, dos oficiales que estaban vestidos de civil, ordenaron a toda la gente a agacharse mientras que ellos disparaban hacía Nayheli a quien identificaron como la líder de aquel movimiento. Pero de manera inesperada, Nayheli tomó el celular de su bolsillo derecho del pantalón, y aferrándose a uno de los tubos verticales, ordenó con un gran grito que aquel convoy detuviera su marcha. Posteriormente, vino una desaceleración muy brusca y repentina, lo que provocó que todas las personas se movieran cuales muñecos de trapo y aquellos policías perdieran el equilibrio. Uno de ellos cayó al suelo sobre su arma, la cual se accionó, matándolo instantáneamente, mientras que el otro oficial perdió su pistola, la cual fue recogida por una de las ayudantes de Nayheli, quien le disparó 10 veces a quemarropa.

-¡Ya, basta!- ordenó Nayheli, desde el frente -¡Ya te lo chingaste!- señaló entre risas.

-¡Elideth!- gritó Diego a la asesina del oficial –Todavía falta para la comida- se burló. A lo cual, Elideth, dejó de disparar contra el cuerpo inherte de aquel uniformado que se desvanecía sobre la puerta del lado derecho. Mientras Nayheli caminó hacia la cabina de conducción donde tocó ligeramente y le fue abierto por uno de sus secuaces que ya se encontraba en la cabina, éste sicario le entregó una mochila de la cual Nayheli sacó una caja de bolsas negras. ¡La ciudad de México, comenzaba a ser testigo de otro hecho monstruoso y sin precedentes!

-¡Muy bien gente!- gritó Nayheli en tono de orden -¡El día de hoy ustedes han quedado secuestrados! ¡A partir de ahora ya no tienen más libertad!- continuó explicando –Sin embargo, si ustedes cumplen cabalmente con todas y cada una de las órdenes que se les estará dando, pudiera existir la posibilidad de que logren salir enteros de ésta, aunque eso no implica que estén vivos necesariamente- señaló en tono de burla.

-Señorita- susurró una madre de familia, quien inmediatamente puso delante de Nayheli a su hijo de 2 años de edad y ella se agachó de rodillas –Hay entre nosotros niños y niñas que no tienen por qué padecer lo que nosotros padecemos.- decía en tono suplicante y entre lágrimas -¡Por favor! ¡Se lo ruego, señorita! ¡Déjelos ir! ¡Él es lo único que tengo! ¡Déjelo ir, por favor!- gemía aquella joven madre en un tono de absoluta angustia por la vida de su hijo.

-¡Chinga tu madre!- respondió en tono despectivo Nayheli –Aquí hay pura raja, ¿cómo ves?- continuó gruñendo en tono amenazador.

De regreso a la estación del metro Tasqueña, dos sicarios habían sujetado a la responsable del cibercafé, que era la misma mujer que hacía unos minutos atrás, Rodrigo la había codiciado. Por tanto, la ataron una mano a las patas del escritorio que alguna vez había sido lugar donde desempeñaba su trabajo, le rasgaron su pantalón, le bajaron, le rompieron su calzón cual perros callejeros que destazan un pedazo de carne después de días sin comer. Por su parte, aquella joven mujer gritaba con el alma derramándosele en cada grito que surgía de su garganta, suplicaba a los sicarios que tuvieran misericordia de ella, pero si otros dos de los mismos violaban y ultrajaban a su compañera que minutos antes reía junto con ella, ahora se encontraba bañada en sangre, la cual brotaba de su cabeza, pues uno de los sicarios la tomó tan fuerte de sus cabellos y azotándola en repetidas ocasiones contra el suelo, que su cráneo se abrió dejando caer sangre y un poco de masa encefálica. Lamentablemente, la estación Tasqueña se encontraba cerrada en todos sus accesos y la autoridad capitalina aún no podía dar respuesta a los otros acontecidos desde hacía dos horas atrás. ¡La situación desde hacía un primer momento se les había salido de control!, y a diferencia de la autoridad “encargada de proteger y servir” a los capitalinos, los conductores de los autobuses y microbuses a un costado de la Terminal del Sur, comenzaron a organizarse para investigar qué ocurría en el interior de la estación. Lo que aún no sabían es que esta misma tenía sus puertas cerradas, la gente tirada en el suelo como una gran alfombra humana, boca abajo, siendo patrullados por sicarios armados con gruesos calibres y granadas. Los policías que resguardaban esa estación estaban muertos. La caseta de vigilancia del Jefe de Estación, las taquillas y el puesto de control en los andenes, estaban totalmente controlados por los sicarios del grupo de “Los Bermejo” y algunos integrantes aliados de ellos, de un grupo extremista yihadí que más tarde será conocido como “Estado Islámico”, y que, como es conocimiento de todos, viven muy quitados de la pena en barrios como “La Condesa”, “Tepito” y “La Merced”.

Mientras, Rodrigo caminó hacia el cibercafé haciendo cimbrar los escalones con su gorda humanidad para que aquella joven y hermosa mujer añadiera a su angustia un sentimiento de mayor impotencia, pues sabía que aquel despreciable gordo no iba más que a ultrajarla para satisfacerse.

Al llegar al cibercafé, Rodrigo abrió la puerta y vio que los sicarios rasgaban en tiras el sobrante del brasier de aquella empleada, al tiempo que la lamían y le ladraban. -¡Hoy te toca violín!- le gritaban y se reían en su cara. María Angélica, así se llamaba la empleada, quien lloraba con gran amargura y sólo cerró sus ojos en un intento vanal de huir de aquella gravísima realidad. -¡Por favor, no!- suplicaba entre llantos.

Rodrigo se puso enfrente de ella, y bajándose el pantalón a la altura de las rodillas junto con su ropa interior, se echó sobre María a quién penetró con violencia y en repetidas ocasiones. María lloraba y daba gritos ahogados de dolor que eran rápidamente cortados por sus violadores (incluyendo a Rodrigo) quienes le pegaban o pateaban la cabeza y los brazos. Al mismo tiempo, los otros dos sicarios se reían y uno de ellos tomó la mano derecha de María, se bajó el pantalón y comenzó a provocarse un acto de masturbación, tanto como le fuese posible. El tercer sicario reía y tomaba video con su celular. Al mismo tiempo, el tatuaje de Rodrigo comenzó a mostrar a una serpiente mucho más grande de lo que era originalmente y de su boca salieron algunas ratas momificadas y horribles en gran manera, mientras que la leyenda abajo aún se leía así: “Porque para ella, nunca será suficiente”. Rodrigo siguió penetrando a María, quien de pronto comenzó a sentir material sexual en su cara, producto de que el sicario que se había llevado la mano de ella para cometer tan abominable acto, ya estaba eyaculando sobre su cara. Luego Rodrigo haría lo mismo dentro de ella.

-¡Oh, Dios!- exclamaba en profunda tristeza y destrucción total de su interior María.

Sin embargo, y sin que ninguno de ellos pudiera saberlo (y tampoco les hubiera importado, pues su conciencia ya estaba del todo cauterizada), ahí cerca se encontraba Jesús, observando aquel abominable acto de ultraje, degradación humana y depravación sexual. En los ojos de Jesús se podía ver que estaban llenos de coraje, tristeza y compasión, las dos últimas por María, Él estaba indignado a favor de ella.

-¡Ay México!- gemía Dios -¿Por qué haces eso?- preguntaba -¿Por qué no te arrepientes? ¿Por qué dejas que tu lujuria y malos deseos te gobiernen?- volvía a preguntar –Por tanto, yo tampoco te restauraré y entraré en juicio contigo y litigaré contra ti. Por cuanto eres un país dado al mal y duro de cerviz- dictaba sentencia -¡Ya no llores María! Pues, tu ultraje no quedará impune- aseguró.

9:15 A.M.

9:20 A.M.

Cuando las montañas que nos ven,

Cuando la violencia que nos agobia, haya terminado.

¿Veremos nuestra paz?

¿Tendremos nuestro tiempo?

¿Caminaremos en paz?

¿Podremos reconocernos?

¡Adiós al sufrimiento!

¡Adiós al dolor!

¡Adiós al llanto!

¡Adiós mi amor!

¡Ya no llores, sólo espera en Dios!

Cuando la noche haya pasado,

Cuando el día que venga,

Y todo a la Luz expuesto quede…

¿Nos reconoceremos una vez más?

¿Hablaremos de esto?

¿Escucharemos el final?

¡Adiós al dolor!

¡Adiós mi amor!

¡Adiós mi niña!

¡Tu lucha ha sido dura!

¡Adiós mi amor!

¡Oh, adiós!

¡Levantemos la bandera!

¡Limpiemos nuestros rostros!

¡Lavemos nuestra ropa!

¡Vistámonos de duelo, porque en gran gozo volveremos!

¡Adiós a ti! ¡Adiós a mí!

¡Adiós mi niña!

El dolor, se irá de aquí…

Y entonces, ya no llorarás.

¡Adiós a ti! ¡Adiós mi niña!

¡Oh, mi amada querida! ¡Mi hermosa niña!

9:20 A.M.

Omar Cedillo de Calderón veía hacia el comedor principal de la Residencia Oficial de Los Pinos mientras se encontraba parado al final de unas escaleras que tenían forma de “caracol”, recubierto de grandes y robustos barandales de madera de acacia con unos finos oros que redondeaban las orillas de aquellas estructuras. Sin embargo, y debido a su encuentro con aquella criatura llamada “El Rastrillo”, el presidente saliente no podía encontrar un solo momento de paz y menos aún se sentía seguro en ninguna parte dentro de la residencia oficial. Aquel mandatario había solicitado que pusieran la canción de “Claro de Luna” compuesta por Chaikovski, en un intento vano y fútil por calmar el espanto que le había ocasionado la aparición de la ya mencionada criatura. En eso estaba, cuando se acercó por sus espaldas la agente Soraya Jiménez, quién es la titular del Servicio Secreto Mexicano, además que ha sido guardaespaldas personal del mandatario en su sexenio. Por otro lado, la agente Soraya era una joven de hermoso parecer, figura atlética y contorneada, de grandes habilidades combativas y diestra en todo tipo de combate que se tratase de cuerpo a cuerpo, sin embargo, tal vez la habilidad más importante de esta agente se encontraba en la gran capacidad estratégica que tenía, la cual se traducía en una brillante visión y planeación que iba acompañada de una desbordante ambición que le había permitido tener al presidente Omar vivo a pesar de la multitud de desaciertos que había cometido a lo largo de sus 6 años y 80,000 muertes que se produjeron.

-¿Qué quiere?- preguntó Soraya, con el mismo tono despectivo con el que se encargó de tratar al todavía mandatario mexicano durante todo su sexenio.

-Me preguntaba- contestó Omar con un tono de voz un poco abstraído, mientras que seguía viendo el excelentísimo comedor frente a él. -¿Quisieras desayunar conmigo?- preguntó.

-No, no quiero- rechazó en tono molesto casi como si la hubieran insultado. Verás amigo lector, aunque Soraya es agente del Servicio Secreto Mexicano y muy allegada al Presidente Mexicano en turno, no significaba que le caía bien, de hecho ella al igual que millones de mexicanos, aborrece a Omar Cedillo de Calderón.

-¿Sabes?- preguntó Omar queriendo hacer plática antes de que su guardaespaldas lo dejará una vez más solo. –Cuando era candidato, creía poder dirigir una Nación tan grande y majestuosa como lo es México- continuó y rio nerviosamente -¡Quién iba a decirlo! ¿No? Soy el primer presidente al que, desde el inicio de su administración le han chiflado, gritado, insultado y bla, bla, bla- se quejaba, mientras que Soraya ponía los ojos en blanco y meneaba la cabeza -¡Vaya! Tuve que entrar por la puerta trasera para tomar posesión de la Presidencia de la República- da media vuelta -¡Y ahora ve! ¡Más de cuatro me quieren muerto! Por ejemplo, Natalia, Shin Yuo- Cun, Roberto Torres, Martha Bermejo, Rogelio… – continuaba señalando nombres cuando Soraya lo interrumpió bruscamente.

-¿Rogelio?- preguntó en tono despectivo -¡Rogelio no te quiere muerto! ¡El pobre tipo con trabajos puede hilar el caminar con el respirar! Además, está tan enfermo de cáncer que realmente no creo que termine su administración- señaló –Si yo fuera tú, de quién realmente me cuidaría sería de Renata. Porque una vez que su papi llegue al poder y ella crezca lo suficiente para tomar la batuta de su padre, ¡nada la va a detener!- continuó explicando.

-Sea como sea, se supone que a finales de noviembre yo ya tengo que abandonar esta residencia- suspiró con tristeza, Omar.

-Ja- río burlonamente Soraya – ¡Ése no va ser problema!- continuó.

-¿Por qué lo dices?- preguntó asombrado.

-Recibí una llamada de Shin- Yuo- Cun- respondió Soraya con un tono de voz muy despreocupado, como gozando el darle la mala noticia al mandatario –Y dice que para finales de octubre tú y tu estúpida familia ya tienen que estar fuera de “Los Pinos”, porque Rogelio, quiere hacer una remodelación completa de este lugar.- continuó.

-¡No pueden hacerme esto!- gritó Omar en tono desesperado y dando un golpe en el barandal se volteó a ver a Soraya, quien tenía una gran sonrisa burlona dibujada en su rostro. -¡Aún soy el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos!- exclamó casi al borde del colapso nervioso, más Soraya volvió a verlo como quien ve un cadáver putrefacto -¡En mis tiempos, eso no se hacía!- exclamó -¡Ya no sé qué más puede pasar! ¿Qué clase de recuerdo tendrán de mí? ¿Cómo pasaré a la historia?- preguntó gimiendo, mientras que su rostro reflejaba la angustia que se había apoderado de él. -¡Dime algo!- exigió.

Pero Soraya lo miró lo más despectivo que pudo, suspiró y le dijo: -Usted sabe que si yo tuviera algo bueno que decirle, lo haría- contestó en tono frío –Pero, por ahora… Prefiero recordarle que hace seis años yo le advertí que esto iba a suceder y, ¿qué cree? ¡Está ocurriendo! Pero, como es costumbre suya, ¡Jamás escuchó una sola palabra que dije!- exclamó con un fuerte gruñido –Comienza a ser sincero contigo mismo y date cuenta que en estos seis largos años ¡Nunca tuviste el control de nada ni de nadie!- señaló –La prensa le engañó, su esposa lo traicionó s,u “gente” le ha abandonado y lo peor, es que se engañó a usted mismo, haciéndole creer que aún tenía el “poder” sobre esta Nación y no le importó un solo momento que esto costara 80,000 muertes. ¡Es natural que se sientas así! ¡A eso que siente se le llama “remordimiento de conciencia”! Durante estos seis años creyó que era “todopoderoso” y que la administración, nunca terminaría, y ¿qué cree? Estamos a unos meses que todo termine, y entonces todos los abusos que cometió y todas las vidas que arrebató, le perseguirán todos los días de su vida.

El pueblo nunca le quiso, ¡jamás votaron por usted! ¡Sabe que es ilegítimo! Y lo peor de todo es que ¡usaste el poder para tintarte las manos en sangre de inocentes! ¡80,000 inocentes no fueron suficientes para saldar la sed de violencia!

Por eso, es natural que se sientas así, desprotegido, porque ahora se da cuenta que jamás tuvo autoridad. Sabe muy bien que una vez que el mandato haya terminado, no va a durar ni una sola semana más, porque tus enemigos le han puesto un precio muy bajo a su cabeza, y esa… ¡Es la mejor recompensa!- complementó.

-¡Lo que hice!- susurró en llantos Omar -¡Todo lo que hice, lo hice por el bienestar de México!- lloró -¿Me escuchan? ¡Todo lo que hice, lo hice por México! ¡Por México lo hice!- gritó a gran voz y casi perdiendo los estribos. Sin embargo, Soraya permaneció callada mientras veía al mandatario con tal desprecio y soslayo que Omar no se atrevió a mirarla a los ojos.

-¿Te parece que mi administración estuvo mal?- preguntó Omar, en un tono de voz algo fuerte.

-¡A mí no me intimidas bastardo!- exclamó Soraya con voz prepotente –Te robaste a mi familia, mis sueños, mi vida ¿crees que me importa en algo lo que te vaya a pasar?- preguntó enojada -¡Abra los ojos! ¡A todos les vale madres lo que le vaya ocurrir!- señaló -¡México está muchísimo peor de cuando llegaste!- gruñó.

-¡El mundo cambió!- replicó Omar -¡Hubo crisis a nivel mundial!- le gritó a Soraya en un intento de intimidarla.

-¡Y no por eso dejaste de robar!- gruñó rabiosamente Soraya al tiempo que descargó un fuerte golpe en el rostro al mandatario mexicano quien cayó al suelo –Y no solamente robaste, sino que también ultrajaste todos los derechos que la “Constitución” a la que tanto juraste proteger y que otorga a los mexicanos- continuó –Pero escúchame bien imbécil- dijo Soraya al tiempo que tomó al mandatario de sus ropas y lo levantó violentamente del suelo –Sí algo le llega a pasar a mi prima… ¡Te mato! ¿Me oíste? ¡Te mato!- amenazó Soraya y luego volvió a aventar al mandatario al suelo.

La Paz, Baja California Norte.

En una casa amplia y llena de toda clase de lujos superfluos, un hombre de aproximadamente unos 30 años de edad, se encontraba con sus pies metidos en una alberca mientras que en sus piernas sostenía una laptop. Se observa que alguien por atrás se acerca hacia aquel individuo, le da un teléfono inalámbrico y le susurra brevemente al oído. Después de esto, aquel joven le hace una seña al mayordomo para que se vaya y entonces contesta el teléfono.

-¿Ya voló?- preguntó por teléfono.

-No, aun no- le contestaron por el teléfono.

-Les dije que quería eso ya puesto en marcha- replicó en el tono prepotente que caracteriza a los “mireyes” de “La Condesa”.

-Señor, tenemos un problema- le comentaron por teléfono.

-¿Qué?- preguntó molesto.

-Hemos confirmado que Renata está envenenando a su padre- contestó aquella voz, del otro lado de la línea telefónica –Eso nos puede entorpecer nuestros planes- señaló.

-¡Ella no puede llegar! ¿Me oíste?- ordenó enérgicamente aquel joven. –Si mañana, a las once de la mañana, este tipo y su hija no están muertos, me encargaré yo mismo ¿Me oíste?- amenazó, luego colgó el teléfono y haciendo un berrinche aventó su laptop y el teléfono a la alberca.

De regreso a la Ciudad de México, para ser más precisos, en las instalaciones del CIM, la menor Shirley se encontraba viendo su mano derecha, con la cual contaba de uno en uno hasta tres y luego se detenía para reiniciar su cuenta una vez más, pero siempre era hasta el número tres. Luego, se puso en pie y caminó de un lado al otro dentro de la celda, aún seguía contando de uno en uno hasta el tres, pero esta vez lo hizo en voz alta. Por su parte, la Doctora Sandra la veía por el otro lado del cristal mientras se preguntaba en su interior, el por qué aquella niña sólo contaba hasta el número tres y luego detenía su contabilización. Entonces, se dirigió hacia el interrogatorio, donde se encontraba la menor. Una vez adentro, Shirley se sentó rápidamente en la silla que había en aquella sala y siguió contando con su mano, del uno al tres.

-¿Qué haces?- preguntó Sandra con un tono de voz de duda -¿No sabes contar más allá del tres?- volvió a preguntar al tiempo que se acercó lentamente hacia aquella niña.

En un momento, Shirley dejó de contar y alzando su mano derecha en el aire formando el número tres con sus dedos, dijo: -Tres, son los reyes que nos miran- señaló –El primero es grande, pero es el menor de todos- explicó, pero Sandra se quedó atónita de aquella explicación –Él impondrá su reino, pero no será confirmado- continuó.

-¿Qué?- preguntó asombrada Sandra, intentando distinguir si se trataba de un absurdo juego de niños o un mensaje oculto.

-El segundo rey es un vasallo, a sus lacayos manda a la guerra pero él no va a combatir- señaló.

-Escucha- interrumpió gentilmente Sandra –Esta es una dependencia gubernamental de alta seguridad. Por lo general no tenemos tiempo para andar con juegos- explicó –Llamaré a la psicóloga para que se ocupe de ti, ¿de acuerdo?- propuso.

-El tercer rey- dijo Shirley, haciendo una breve pausa –El tercer rey, tiene mucho conocimiento, pero esto no le servirá por mucho pues el primer rey lo oprime. A penas y su vida le es por propio botín- continuó.

-¿De qué hablas?- preguntó Sandra.

-Que de llegar Rogelio a la presidencia, una nueva era oscura se cernirá en México- respondió Shirley –Y los estudiantes, serán oprimidos y sólo su vida les será por botín, para algunos- explicó.

-¿Cómo sabes tú de eso?- volvió a preguntar Sandra.

-Papá siempre decía eso- respondió Shirley –Por eso lo persiguieron- señaló.

-¿Quién?- preguntó Sandra mientras que se acercó a Shirley -¿Quién lo perseguía?- volvió a preguntar, al tiempo que tomó a la menor del brazo derecho y la sacudió levemente.

-El 1° de diciembre el primer cuadro se teñirá de rojo- dijo Shirley –La sangre de los estudiantes clama por venganza- continuó.

-¡Ten cuidado con lo que dices!- exclamó Sandra.

-¡Oh no!- gritó exaltado aquel “Rastrillo”, quién se apareció súbitamente en la sala de interrogatorios que estaba cerrada. -¡Hoy comienza una nueva era de terror para el pueblo mexicano y nadie impedirá que logré todo lo que me he propuesto hacerles!- exclamó a gran voz.

Sandra tomó a la niña y cayó al suelo, al tiempo que Shirley gritaba angustiosamente. Mientras, aquella extraña criatura se acercó al cristal del interrogatorio y, como si supiera que el mandatario capitalino se encontraba viendo del otro lado, dijo: -¡Tú!- y después de eso… ¡Desapareció!

Inmediatamente después, cuatro policías abrieron la puerta y dispararon apenas vieron una impresión del “Rastrillo”, pero cuando habían desenfundado sus armas y hecho los primeros disparos, ésta criatura había desaparecido tan rápidamente como había llegado. Entonces, el mandatario capitalino dio la orden de activar la alerta de intrusión y mandó cerrar cualquier acceso o salida del CIM.

-¿De dónde salió?- preguntó Roberto apenas había llegado con Sandra.

-No lo sé- respondió asustada. –La niña, ¿dónde está?- preguntó.

-¡Aquí está!- respondió un uniformado quien la llevó con Sandra.

-¡Dámela!- ordenó Sandra al tiempo que tomó a la niña en sus manos.

Rápidamente todos comenzaron a correr a las áreas designadas como “zonas seguras” dentro del Centro de Inteligencia Mexicana, sin embargo y, en medio de toda la confusión de las prisas por huir a un lugar seguro, Shirley logró zafarse de las manos de Sandra y se separó de todo ese grupo con el ánimo de encontrar a Karla.

Entonces, sin dudarlo dos veces, Sheyla corrió hacia donde vio muchas computadoras y una gran pantalla gigante mientras que todo el personal era evacuado. Una vez ahí, la menor tomó una memoria USB que había guardado en el interior de una bolsa interna de su blusa, y sin saber qué contenía esa memoria, la conectó a la computadora más grande que su vista percibió; éste equipo de cómputo era del mando principal de todo el Centro de Mando del CIM. Al conectar la USB a la computadora, se liberó un virus informático tan potente que el firewall de la base de datos del gobierno del Distrito Federal quedó expuesta a todo el dominio público público. Eso incluía todos los archivos confidenciales que poseía el CIM. Mientras, Sheyla miraba cómo aquella máquina se paralizaba y todas las demás computadoras comenzaron a mostrar muchos números en sus pantallas. Cuando hubo visto aquello, la menor recordó que tenía que encontrar al menos a Karla porque con ella,se sentía segura, sin embargo, se topó con tres elementos policiacos mexicanos que corroboraban que todo el edificio estuviera vacío. Acto seguido, Shirley se tiró al suelo y se arrastró debajo de uno de los escritorios, de esta manera evadió a los guardias de seguridad. En ese momento, Sandra que se encontraba descendiendo por el elevador que los llevaría al refugio del CIM, se dio cuenta que la menor no estaba con ella, por lo que dando un giro completo y empujando algunos guardias, descendió del elevador y se dirigió a las escaleras más cercanas que hubieran cerca. Al mismo tiempo, aquel virus informático continuaba exponiendo toda la información de la intranet del Gobierno del Distrito Federal por todo el internet público, y la información publicada iba desde elementos sin importancia hasta documentación altamente sensible.

9:26 A.M.

9:30 A.M.

Karla y Alejandro permanecían juntos en la misma celda de interrogación en la que se encontraban antes, con la única diferencia que había entrado desde la alerta de intrusión un elemento policíaco propio del CIM.

Aquel oficial veía hacia la ventana a una distancia de tres pasos. En eso, se oyeron unos pasos por el pasillo, a lo que el oficial desenfundó su arma y, caminando sigilosamente, se dirigió hacia la puerta de aquella sala de interrogatorios. Todo quedó en silencio, sólo aquellos pasos que se escuchaban por el pasillo que se dirigían hacia aquella sala de interrogatorios. Alejandro y Karla observaban asustados y en silencio, hasta el fondo de aquella celda con sus espaldas contra el muro. Aquellos pasos, pronto se acabaron y un pesado silencio cayó en aquellos lugares. El oficial respiraba lo más ligeramente posible, mientras que los detenidos intentaban hacer lo mismo.

-¿Qué ha pasado?- preguntó en susurros Karla -¿Por qué suenan las alarmas?- volvió a preguntar.

En eso, un olor pestilente y pútrido comenzó a expedirse por las rendijas del aire acondicionado que daban directamente hacia aquella sala de interrogatorios. Aquel oficial hizo un gesto con la mano indicando que todos quedaran en silencio. Un ruido como el de un roedor gigante corroyendo el metal proveniente del sistema de aire acondicionado, hizo que todos voltearan hacia arriba.

-Karla López- se escuchó una voz malvada y en susurros –Karla López ¿dónde estás?- continuó aquella voz. Después de eso, se escuchó un llanto como de un perro moribundo. Luego aquel olor pestilente desapareció junto con el ruido y la voz.

Mientras, Shirley caminaba rápidamente por el pasillo trasero del Centro de Mando del CIM, el cual la llevaría por dos pasillos más, mismos que la conducirían al área de las salas de detenciones. Pronto sintió que alguien la observaba por atrás, entonces, aquella niña echó a correr sin voltear a ver a sus espaldas. Apenas comenzaba a correr, cuando un uniformado de la CTU de EUA la abrazó por detrás y la cargó sin mediar palabra alguna con ella, llevándola rápidamente hacia el Centro de Mando del CIM.

Sorpresivamente aquel uniformado se detuvo, y bajando lentamente a la niña, desenfundó su arma y la apuntó hacia adelante suyo; frente a ellos dos, se encontraba aquella horrible criatura llamada “The Rake” (El Rastrillo), dándoles la espalda y sentado en posición fetalvsobre un escritorio.

-Run!- ordenó entre dientes aquel agente norteamericano a la menor mexicana.

Sin embargo, aquella mórbida criatura ya había advertido la presencia del oficial y de la menor, pero esta última no le interesaba, por lo que esperó pacientemente a que se fuera. Una vez que se hubo ido, John (como se llamaba aquel efectivo americano) cortó cartucho en su arma y volvió a apuntar a aquella criatura.

-Antes de intentar cualquier cosa- dijo aquel ser con su tono lastimero -¿Tienes algunas últimas palabras que decir?- preguntó, al tiempo que preparaba sus garras para destazar a aquel oficial.

Sin pensarlo dos veces, aquel agente norteamericano disparó a quemarropa contra aquel fenómeno, que rápidamente se dio media vuelta y corrió para atacarlo. Las balas salían una tras otra rápidamente sin hacer daño alguno a aquel fenómeno. Ya cuando aquel ser se puso enfrente del americano, le dobló el arma con sus garras, como se rompe el papel en nuestras manos. Acto seguido, con el otro brazo, equipado de 5 garras de 30 c, apuñaló a su víctima alrededor de 15 veces, luego lo aventó contra la pared para dejarlo desangrarse, sin embargo, cuando hubo apenas terminado de empujarlo, una gran explosión hizo volar por los aires al “Rastrillo” hecho pedazos. Aquel oficial había logrado activar una granada para hacerlo volar. Debido a esto, los sensores contra el fuego se activaron y comenzó a llover artificialmente por todas las instalaciones del CIM. Mientras que los restos del “Rastrillo” se volvían a juntar lentamente detrás de un muro. En eso llegó Sandra, quien venía corriendo buscando a Shirley, y sin darse cuenta pisó un pedazo de aquel fenómeno.

-¿Dónde estabas?- preguntó Sandra mientras tomaba a Shirley del brazo derecho.

-¿Qué?- preguntó Shirley, aturdida por la explosión.

Acto seguido, Sandra tomó a la niña y corrieron de esa sala para ponerse en un lugar seguro. Mientras, dentro de las instalaciones del CIM todo estaba bajo la fuerte caída de agua que desprendían los sensores contra fuego, lo que comenzó a provocar la creación de pequeños charcos del vital líquido en algunos espacios.

Sandra se encontraba caminando por el pasillo principal en dirección hacia los elevadores que la volverían a conducir al refugio dentro del CIM, sin embargo, su travesía se hizo más difícil debido a que la energía eléctrica se cortó e inmediatamente entró la planta generadora de emergencia, por lo que muchos servicios quedaron inservibles. Como parte de este corte de luz, las puertas de los interrogatorios se abrieron, y el oficial Suárez, quien era el encargado de custodiar a Karla y Alejandro, dejó que salieran de la celda de donde se encontraban. Al verlos, la candidata Sandra se acercó a ellos y les preguntó:

-¿Están todos bien?- lanzó la pregunta al oficial y a los dos detenidos.

-Sí- contestaron al unísono

-¿Qué pasó?- preguntó en tono asustada, Karla.

-Un monstruo- respondió entre llantos Shirley.

-¿Cómo que un monstruo?- preguntó el oficial Suárez, pero la niña se lanzó a los brazos de Karla.

-¿Qué rayos pasó?- preguntó Alejandro en tono de exigencia, al tiempo que se acercó a Sandra, quien sólo veía a Shirley.

-La niña no pudo haberlo descrito mejor- contestó.

-¡Exijo que me diga la verdad!- gruñó furiosamente Alejandro

-¡Esa es la verdad!- replicó Sandra, clavando su mirada en Alejandro -Ahora tenemos que movernos de aquí- ordenó seriamente.

-Shirley- llamó Karla a la niña, que seguía abrazada a ella -Tenemos que movernos- señaló.

De pronto, un ruido como el llanto de un perro moribundo, hizo cimbrar a los cinco que se encontraban en aquel pasillo, quiénes voltearon a ver hacia su lado izquierdo. Por un momento, Sandra y compañía guardaron silencio al tiempo que Karla le tapaba los ojos a Shirley.

Con una mirada rápida, Sandra indicó al oficial que desenfundara su arma y pegara su espalda contra la pared que tenía detrás. Este mismo actuar, lo siguieron Alejandro, KArla y Shirley.

De pronto, aquel aullido se volvió a escuchar y después fue seguido por un fuerte gruñido, para terminar con un golpe metálico que se escuchó muy cerca.

Acto seguido, el oficial Suárez se colocó al lado izquierdo de Alejandro y realizando una seña con su mano derecha, indicó a Sandra, que se asomaría para cerciorarse que no hubiera nadie. Sin embargo, la candidata gruñó mudamente en señal de negación a lo que que aquel efectivo se había propuesto hacer. Y fue ahí, cuando una risa mórbida y por demás horrible (pues se escuchaban cinco voces reírse), hizo que todos se agacharan y miraran con sopor hacia el lado izquierdo del pasillo.

Los aspersores de agua seguían derramándo agua en abundancia y por unos segundos era lo único que se escuchaba; en eso, Sandra vio un elevador de emergencia hacia su lado derecho e indicando al resto, a base de señas; que se dirigiría hacia allá; inició su marcha.

Con cautela, pero con mucha presteza; Sandra se dirigió a dicho elevador que estaba oculto por un muro de azulejos. Cuando hubo llegado al muro, Sandra pasó rápidamente su mirada en el muro y, reconoció el cuadro de azulejo, por el cual tenía que poner su mano encima y serían escaneadas, sus huellas dactilares.

Cuando hubo hecho esto, el muro se recorrió y dejó ver una puerta de elevador, al cual tenía que introducirse una contraseña. Al mismo tiempo, Karla y Shirley, corrieron hacia donde estaba Sandra y, luego el oficial Suárez y Alejandro se reunieron en el mismo lugar.

En ello, el ruido de unas pisadas en el agua hizo que todos, se pegaran de espaldas, a la puerta del elevador.

-¿Amigo o enemigo?- preguntó Sandra, al tiempo que terminó de escribir el código de acceso. -¿Amigo o enemigo?- volvió a preguntar, pero no hubo respuesta.

-¿Amigo o enemigo?- preguntó con cierta desesperación, el oficial Suárez.

-¡Tú decides!- -gruñó aquella horrible criatura, que apareció de la nada, al lado derecho del oficial.

En ese momento, la campana del elevador y las puertas se abrieron. Acto seguido, Karla abrazó a Shirley y se aventó hacia el interior del mismo, seguidas de Sandra y Alejandro, pero aquel pobre uniformado fue destazado por el “Rastrillo”, frente a ellos.

Las puertas se cerraron y aquella criatura golpeó en cuatro ocasiones, pero sin ánimo de entrar a aquel elevador. Debido a los golpes, el elevador activó el modo de “boicot”, por lo que trabó sus puertas y no hizo marcha, hacia ningún piso.

-¡Ya volveré!- amenazó el Rastrillo, entonces dio media vuelta y comenzó a renquear para alejarse de ahí hasta que desapareció de aquel pasillo, como si fuera un truco de magia.

Mientras, dentro del elevador, los cuatro ocupantes veían hacia la puerta y el techo.

-¿Todos están bien?- preguntó Alejandro a todos los ocupantes.

-Sí- respondieron al unísono, sin despegar la mirada de la puerta del elevador.

-¿Y ahora qué sigue?- preguntó Alejandro a Sandra.

-Nada- respondió Sandra -Tendremos que esperar a que nos saquen de aquí- señaló

-¿Y sí no?- preguntó Shirley

-Ya veremos que haremos- contestó Sandra -Mientras, no tenemos otra opción- señaló -A menos que alguno de ustedes tengan algo mejor en mente- propuso.

Por un momento todos quedaron en silencio, por lo que Sandra entendió que no había más ideas para salir de ese lugar en el que se encontraban.

-¿Qué era eso?- preguntó con miedo Alejandro.

-No lo sé- respondió Sandra -¿Qué hace esa niña con ustedes?- preguntó

-Es la hija de mi jefe- contestó Alejandro

-¿Quién es tu jefe?- volvió a preguntar Sandra, clavando su mirada en Alejandro.

Casi al mismo tiempo, la agente Layla Rainman arribaba a la bahía de estacionamiento del CIM y al ver que todo estaba apagado y las puertas trabadas, la agente norteamericana a penas y frenó el auto en el que iba. Y descendiendo rápidamente, corrió hacia el lobby subterráneo. En ese momento, el ruido del auto que chocaba contra el muro de concreto que había enfrente, hizo que la agente volteara su mirada, por un momento.

Luego, confirmó que las puertas estaban trabadas, por lo que tomando su arma de uso personal, cortó cartucho, dio tres pasos hacia atrás y disparó 3 veces hacia la puerta acristalada que tenía frente a él.

Posterior a esto y con mucho cuidado, entró al lobby donde caminó hasta un primer elevador que se encontraba con las puertas semiabiertas. Debido a que la alarma contra fuego aún no era desactivada, a la agente norteamericana le costaba trabajo poder tener una vista clara de la dirección en la que se dirigía.

En ello, escuchó un ruido detrás suyo y viendo por el reflejo de la pantalla que tenía frente a ella, notó que el resto de su equipo de asalto que habían venido con ella, se dirigían a ella.

-¡Señora!- exclamó el efectivo norteamericano, casi a punto de romper en llanto.

-¿Qué pasó aquí?- preguntó con un tono sorprendido, al mismo tiempo que se volteó y dirigió hacia él.

-Algo, atacó este edificio- atinó a responder aquel efectivo.

-¿Algo?- preguntó Layla -¿Cómo que “algo”?- volvió a preguntar, intentando entender lo que aquel efectivo le decía.

-¡Señora!- gritaron el resto de su equipo, y se reunieron alrededor de ella, como se reúnen los niños pequeños alrededor de su madre, para implorar protección.

-¿Qué ocurre aquí?- pensó Layla -Muy bien muchachos- dijo Layla -Necesitamos encontrar al resto de los efectivos mexicanos, para poner en marcha este lugar- ordenó.

Sin embargo, las tropas norteamericanas permanecieron en silencio un momento, para luego mirarse entre ellos, con cierto miedo y después comenzar a ejecutar sus órdenes.

-¿Qué rayos está pasando en México?- preguntó un efectivo americano a otro.

-¡México está maldito, hermano!- respondió el otro -¡Maldito!- aseveró.

Por su parte, Layla escuchó esa breve plática pero no les dijo nada, sino que continuó con la búsqueda necesaria para encontrar al resto de la armada mexicana. Sin embargo, una duda aun permanecía en su mente y ésta era “¿Qué había pasado?”

9:35 A.M.

9:40 A.M.

Por otro lado, nos encontramos en las zonas de trabajo subterráneas, donde transitará la nueva línea del metro de la Ciudad de México, es decir, la línea 12. Un grupo de personas, dos de ellos hombres y portando su chaleco naranja con sus tiras reflejantes, eran acompañados por 12 obreros que caminaban con cierta premura hacia un lugar en específico, dentro del recién excavado túnel.

Mientras las dos personas que traían su chaleco naranja y sus cascos color blanco (ellos eran los supervisores), platicaban sobre ese túnel que uniría la estación Hospital 20 de noviembre con la nueva estación “Insurgentes Sur”. Sin embargo, los obreros habían avisado sobre el hallazgo de un pasadizo el cual no había sido construido por nadie de ellos.

Debido a que el proyecto de echar andar la línea 12 del metro y abrirla al público ya tenía 1 año de retraso, los trabajos continuaron, aun a pesar de los sucesos que habían ocurrido en la línea 1, hacía unas horas atrás.

Pronto, todo el grupo detuvo su marcha a la mitad del túnel y los obreros se agolparon a la entrada de lo que parecía un pasadizo obscuro. Aquella entrada, era improvisada, angosta y de no mucha altura, lo que hizo que los supervisores vieran con asombro lo que los obreros les habían querido mostrar. Uno de ellos, llamado Christian, se acercó hasta aquella entrada y examinó rápidamente con su vista, aquella apertura.

-¿Cuándo pasó esto?- preguntó a los obreros. Pero no obtuvo respuesta. -¡Linterna!- ordenó, al tiempo que extendió su mano hacia aquellos obreros.

Inmediatamente, uno de los obreros, tomó una linterna y se la dio a Christian. Cuando él la hubo tomado, la dirigió rápidamente hacia el interior de aquella abertura improvisada y se acercó a ver.

-Veo un pasillo que va hacia adelante- señaló, mientras que el otro supervisor se colocó a sus espaldas -El pasillo se ve obscuro y angosto- describió.

Entonces, volteó a ver a su compañero y le dijo: -Voy a entrar-

-¿Estás seguro?- preguntó Lázaro

-Sí- respondió Christian, al tiempo que comenzó a adentrarse en aquella abertura.

A pesar de que la misma, se observaba estrecha y baja, Christian, no tuvo que realizar muchos esfuerzos para poder entrar en su interior. Una vez dentro, apuntó la luz de la linterna hacia adelante y comenzó a caminar.

-¿Qué ves?- le preguntó Lázaro, quién permanecía desde afuera.

-Un pasillo- respondió Christian

-¿Nada más?- preguntó el primero.

-Sí, la luz se pierde, y parece que el pasillo continuá- señaló, mientras seguía caminando.

Al dar el siguiente paso, Christian golpeó levemente el techo de aquel pasillo, con su cabeza; por lo que tuvo que agacharse y ponerse en cuclillas y así continuar su marcha. No obstante, aquel mismo pasillo se hacía cada vez, más amplio. Así mismo, aquel supervisor percibió con el tacto que el suelo debajo suyo, tenía una inclinación descendente continua no muy brusca.

De pronto, aquel descenso que había iniciado, pronto se convirtió en un vacío provocando que cayera durante unos segundos, hasta que golpeó bruscamente en el suelo.

Sin perder más tiempo, Christian se puso de pie y tomándo la linterna que había caído a unos metros a lado de él, tomó su radio comunicador que llevaba en la bolsa de aquel chaleco y llamó hacia la superficie.

-Aquí Christian ¿me copian?- preguntó.

-Sí, te copiamos- respondió Lázaro -¿Qué ocurre?- preguntó.

-No lo sé- respondió Christian, mientras dirigía la luz de su linterna para explorar aquel lugar donde había caído. -El pasillo se terminó y caí, no sé cuánto, pero caí a una especie de salón. No sé que sea- explicó.

-¿Estás bien?- preguntó Lázaro.

-Sí- respondió Christian

En eso, el supervisor apuntó su linterna hacia sus espaldas y vio que una silueta en forma de humanoide que huía de la luz de la linterna.

-¿¡A chinga!?- se preguntó en una mezcla de sorpresa y miedo. Giró hacia su lado derecho y luego hacia su lado izquierdo. Pero no volvió a ver esa silueta.

Delante de él, la linterna mostraba que había un área amplia y en ellas, se percibían tres objetos enormes que tenían una forma cúbica. Sin embargo, estaban demasiado lejos, además que estaban cubiertas de una gran funda, color negra.

Con cierto temor, Christian se adentró en aquella nueva pieza subterránea y, entonces le quedó clara la idea, de que ese túnel, había sido construido con mucha meticulosidad. Una vez que hubo llegado hasta esos bultos, retiró con mucho cuidado aquella gran funda que las cubría, la cual soltó mucho polvo y un gran olor ácido se desprendió de ahí.

-¿Qué es eso?- se preguntaba en su interior.

Sin embargo, su sorpresa fue aún mayor cuando vio que debajo de aquella gran funda negra se encontraban tres cajas, hechas de madera y, con el logotipo de la CIA de EUA, tatuado en los costados. Además, dos cajas eran de gran tamaño y altura, mientras que había una caja muy pequeña que estaba relegada detrás de las dos primeras.

-Christian, ¿sigues ahí?- preguntó Lázaro

-Sí, ¡Tienen que ver esto!- exclamó asustado Christian

-¿Qué ocurre?- preguntó Lázaro

-¡Si te digo, no me vas a creer!- atinó a responder Christian.

En ello, sintió el rozar de algo que pasaba muy rápido por su lado derecho y al voltear y girar la linterna, volvió a ver aquella silueta en forma de humanoide que había visto anteriormente, la cual se subía por una especie de túnel que él no había visto.

Por su parte, Christian tomó valor y corrió detrás de esa silueta para descubrir su identidad. En eso, volvió a dirigir su linterna hacia aquel túnel y vio con toda claridad a una forma humanoide muy delgada y con una gran cabeza. Sin embargo, no pudo ver más, porque aquella criatura subió por aquel túnel, mientras que Christian, se quedó petrificado del miedo, en el lugar donde se encontraba de pie.

-Christian, ¿sigues ahí?- preguntó Lázaro -¡Vamos para allá!- indicó.

Sin embargo, el susto que se había apoderado del otro supervisor era tan grande que no pudo hacer más que llorar como un niño pequeño. Mientras que en su radio comunicador se oía a Lázaro, llamárle una y otra vez. -¡Christian! ¡Christian!-

9:45 A.M.

9:50 A.M.

De regreso a la línea 2 del metro de la Ciudad de México y ajenos al nuevo hallazgo. El convoy se encontraba detenido en el trayecto que iba de la estación San Antonio Abad y Pino Suárez. En el interior de aquel convoy, los sicarios tenían sometidos a todos los pasajeros, mientras que Nayheli y Elideth obligaban a las mujeres a pegar papel periódico en todas las ventanas del metro.

Por su parte, Diego texteaba disimuladamente en tu smartphone, informando a algún remitente desconocido, pero al que le informaba de todos los movimientos que ejecutaba en compañía de Nayheli.

Por otro lado, en el CIM, Isui y Martha llegaban a la sala de Interrogatorios número 1. Ambas, se encontraban consternadas por el estado en el que habían encontrado las instalaciones del CIM. Sin embargo, era Martha la que sabía quién era el responsable de esta situación.

Martha, volteó a ver hacia la entrada de la sala de interrogatorios y vio a la agente Layla Rainman que estaba de pie, mirándola fijamente. Inmediatamente después, Martha se dio cuenta que la agente en cuestión, llevaba un collar que tenía una figura en forma de pescado y dentro de este pescado se leían las letras “JESUS”. Por lo que la detenida, supo en ese momento, la religión que Layla profesaba.

El agua de los aspersores contra incendios, ya había sido desactivada, por lo que ya no caía más agua.

-¡Así que tú eres Martha Bermejo!- dijo Layla, mientras entraba a la sala, con un paso lento. -Me da la impresión que tú conoces al responsable de todo esta situación- aseguró, mientras se paró en frente de la detenida -¿Por qué mejor, no nos quitamos de formalidades y vamos directo a la parte donde tú me revelas todo lo que sabes y yo te ofrezco un trato?- propuso y puso sus manos sobre el escritorio que las separaba.

Por un momento, Martha clavó su mirada en la agente norteamericana, quién le devolvió la mirada.

-Dígame agente- dijo Martha, en un tono serio -¿Usted no se ha dado cuenta que es lo que pasó aquí, verdad?- preguntó.

-No lo sé- respondió Layla, devolviéndole la mirada a Martha -¿Se me escapó algo?- preguntó

-¡Niña!- exclamó Martha -Estos políticos mexicanos están cada vez más urgidos del poder que incluso, se han hecho de los servicios de personajes que era mejor no meterse con ellos- explicó. Pero Layla, no le creyó.

-¿Personajes?- preguntó Layla

-¡Sí, personajes!- respondió Martha.

-¡Bien!- suspiró Layla -¡Háblame de ellos!- dijo Layla -¡No olvides, nombres y cargos!- ordenó Layla, en un tono muy despreocupado.

-¡Niña!- gruñó molesta Martha -¿Crees que por ser cristiana, estás exenta de que te pueda pasar algo?- preguntó molesta.

-Sí- respondió sin dudar, Layla.

-¿Has oído hablar de “El Rastrillo”?- preguntó Martha, sin dar aun crédito de la confianza con la que Layla le había respondido la pregunta anterior.

-¿De qué hablas? ¡Ese es un mito urbano!- replicó Layla.

-Agente Rainman- interrumpió Martha, mientras que Isui veía atónitamente aquel improvisado interrogatorio. -¡Ese “mito urbano” fue lo que puso de cabeza a esta institución gubernamental!- exclamó.

-Explícame cómo- se limitó a decir Layla. Pero Martha la miró con un gesto de duda. -Sí, explícame cómo es que un “mito urbano” es capaz de colapsar a toda una institución como es el Centro de Inteligencia Mexicana- explicó su pregunta.

Por un momento, Martha se quedó callada y veía a la joven agente norteamericana.

-Entonces, ¿qué va ser?- apremió Layla. -¿Me vas a decir o tendré que optar por otros métodos?- volvió a preguntar.

Martha río un poco y dijo: -¿Tú, otros métodos?- preguntó burlonamente -Tú eres cristiana, eres incapaz de lastimar a alguien. Además, ¡qué no puedes!- se burló.

-¡Tienes razón!- dijo Layla -Por eso, sólo vine a llevarte presa. Una vez que lleguemos a EUA, tendrás que lidiar con otras personas que te están esperando allá, del otro lado del río- señaló Layla -Qué por cierto, me parece que te tienen preparada la pena de muerte, a penas toques suelo americano. ¿No sería genial entregarte a ellos para que te electrocuten? Eso y sí logras sobrevivir el juicio en la cárcel.- continuó explicando, a lo que la líder narco enmudeció. -Te diré algo- dijo Layla, mientras esbozaba una gran sonrisa, pues sabía que había logrado dominar psicológicamente a Martha -Estás de suerte hoy, así que te creo- dijo Layla.

-¿Tú?- preguntó turbada Martha. -¿Me crees?- volvió a preguntar. -¿No se supone que tú como cristiana, no debes de meterte en esa ondas?- preguntó.

-¿Quién dijo que yo busqué a ese “Rastrillo”?- respondió Layla -Sin embargo, los políticos mexicanos son conocidos por la multitud de sus pactos de sangre y acuerdos con cuestiones de ultratumba. Además de sus acuerdos entre ellos, para mantener el poder- explicó Layla -Por otro lado, mis tropas hablan de un fenómeno o un monstruo que atacó estas instalaciones. Así que te propongo algo Martha.- dijo -Sí tú me ayudas a encontrar lo que vine a buscar, yo tengo la autoridad de ayudarte en tu situación legal con EUA- propuso.

-¿Y qué exactamente vino a buscar en este país de mierda, agente Rainman?- preguntó Martha.

-Lo que te robaste de la CIA- respondió Layla.

Al oír esta respuesta, Martha enmudeció y clavó su mirada en el escritorio.

-Lamento decepcionarla, agente Rainman- contestó Martha -Ya no tengo nada de eso y no quiero tener nada que ver con ello- señaló firmemente.

-Tendrás que hacerlo, si quieres que te…- decía Layla, cuando Martha la interrumpió.

-¡NO, no tengo que hacerlo! ¡No quiero hacerlo!- gritó con fuerza y espanto -¡No! ¡No! ¡No!- exclamó con verdadera vehemencia -Usted agente Rainman, no sabe a lo que se arriesga. ¡Tú no quieres toparte con esas cosas!- exclamó.

Al mismo tiempo, el rostro de Martha se demudó a una verdadera angustia y horror, a lo que Layla la observó y dio la vuelta hacia su flanco derecho para caminar hacia la salida de la sala donde se encontraban.

-Está bien- suspiró Layla -Yo tampoco quiero tratar con ello- fingió Layla. -Pero así tiene que ser. Lo único que me consuela, es que podré ayudar a más personas- explicó, al tiempo que se detenía a la puerta de aquella sala.

-Piénsalo, un gran sacrificio, por un mayor bien- propuso Layla, y después de esto, se retiró del lugar. -Cualquier cosa, estoy acá afuera- señaló Layla.

9:55 A.M.

De vuelta a la estación Taxqueña, Rodrigo caminaba hacia los andenes de abordaje que van en dirección a Cuatro Caminos, ahí sus secuaces habían ordenado a los usuarios que se pusieran boca abajo, mostrándo las manos en el aire. Al mismo tiempo, pero en todas las puertas o rutas de acceso y escape de la estación, otro grupo de sicarios bajo la orden de Rodrigo, se encontraban colocando explosivos, los cuales eran controlados de manera remota y también, contaban con un sensor de movimiento que activaba el mecanismo de explosión.

En ese momento el grupo de sicarios terminó de colocar las bombas y disparando al aire, ordenaron a todos los prisioneros a ponerse en pie, para después formarlos en dos filas distintas. En una fila, iban todos los hombres y niños; mientras que en la otra fila se encontraban las niñas y mujeres ahí presentes.

Lo anterior hizo que toda la estación se convirtiera en una alberca de gritos y llantos que transmitían de manera fidedigna la angustia y desesperación que los dominaba, pues sabían y deseaban que los matasen para definir de una buena vez su suerte.

Por su parte, Rodrigo se detuvo en la caseta de vigilancia y cambios que se encuentra al final del andén en el que se encontraba y dejando la caja de pizza que cargaba, tomó un megáfono y se dirigió a los presentes para decirles:

-¡Haber gente!- gritó haciéndo que todos guardaran silencio y pusieran atención a lo que él decía -¡Muy buenos y últimos días tengan ustedes!- saludó cínicamente -Como ya se habrán dado cuenta, muchos de ustedes se van a morir hoy- sentenció y la gente comenzó a gritar, pero sus sicarios asesinaron a cuatro personas y luego dispararon al techo -¡Silencio!- ordenó Rodrigo -Sí desean tener una mínima oportunidad de salvar sus vidas, les propongo una sola opción que tienen que tomar rápido- explicó, al tiempo que otro de los sicarios, llegaba con un sólo convoy del lado del mismo andén en el que se encontraba Rodrigo.

La gente se quedó viendo con pavor la llegada del convoy, porque en sus mentes les cruzó el vago recuerdo de aquellos trenes que transportaban a los judíos a los campos de concentración y eso les hacía percibir los torcidos deseos de los sicarios.

-Cuando las puertas de ese convoy se abran, ustedes contaran con sólo 30 segundos para entrar los que más quepan en el convoy, los que no quepan… – explicaba Rodrigo -Bueno, serán asesinados- volvió a sentenciar -Así que, el que en 30 segundos esté adentro, salvará momentáneamente su vida y el que no… ¡Morirá!- rió.

En ese momento, el convoy abrió sus puertas y acto seguido la gente se agolpó como animales sedientos que corren al primer oasis que encuentran, mientras que Rodrigo contaba en voz alta del uno al treinta.

La estampida de personas fue tan grande y abrumadora, que no hacían distinción entre niños o ancianos, simplemente se empujaban y tiraban al suelo para poder entrar. En cuestión de 10 segundos, el convoy quedó atascado de personas que ya no cabían más en el interior del mismo, aun así, la desesperación y el instinto de supervivencia hacían que la gente se empujara y se jaloneara ya sea por entrar o por permanecer adentro del convoy.

Pronto, las ventanas laterales del convoy se abrieron y la gente comenzó a entrar por ahí. Al tiempo que el resto de la demás gente que se encontraba en los andenes contrarios se aferraban al convoy e intentaban abrir las puertas de ese lado. Sin embargo, tenían que encontrar la manera de llegar a nivel del convoy.

Los sicarios miraban con verdadera mirada enferma y ansiosos de disparar contra toda esa gente. Sin embargo, un grupo de las personas que se encontraban en las vías, intentando abrir el convoy, comenzaron a huir de aquel lugar, mientras corrían por las vías del metro. Esto trajo como consecuencia que el convoy en cuestión, quedáse rodeado de personas.

En eso, Rodrigo terminó de contar hasta el número 30 y aquellos sicarios cortaron los cartuchos de sus ametralladoras y abrieron fuego contra las personas que aún quedaban sin subir al vagón y a la gente que aun corrían por la vía y que no salían de la estación taxqueña.

En todo el caos que asolaba el interior de la estación taxqueña, una madre jalaba desesperadamente a su hijo de cuatro años, hacia el interior del convoy; cuando las puertas del convoy se cerraron fría y descarnadamente, separando al vástago que sostenía en sus brazos su muñeco de acción preferido. Por un momento, la señora luchó todo lo que le fue permitido en aquel inexistente espacio dentro del vagón, para terminar viendo a su hijo, quién la veía con esos ojos tiernos que reflejan la inocencia de un niño.

Para ese momento, a la madre le pareció que el ruido exterior se desvanecía y no había más mundo, más que su hijo que la miraba. De manera espontánea, el menor sonrió con una sonrisa tan tierna e inocente que muchos en la sociedad nos hemos olvidado de ella, y entonces, tomando a su muñeco de acción y poniéndolo en su pecho, levantó su mirada al techo. Y fue ahí, que cinco balazos, perforaron su cuerpo frente a su madre, que sólo gritaba y golpeaba la puerta, con la rabia y el dolor que sólo una madre puede entender.

El cuerpo del niño y de su juguete golpearon el suelo de manera brusca. Y en un último esfuerzo, el niño miró a su juguete y le dijo: -¿Por qué hay gente mala?- preguntaba con tristeza, mientras que aquellas balas le causaban un dolor agónico, como nunca había sentido y nunca, volvería a sentir.

Pronto, los sicarios fueron pasando por los cuerpos que yacían en los pasillos, y en el puente aéreo de la estación y dándoles un tiro de gracia a cada uno, llegaron a aquel menor. Pero, aquel niño oyó los pasos y comenzó a llorar, y fue ahí que en lugar de ver los pies de sus ejecutores, aquel niño vio unos pies que eran calzados por unas sandalias de oro.

Aquellos pies, tenían heridas hechas como de clavos y se pararon justo en frente del pequeño, que lloraba con profunda tristeza. -Gerardo- llamó una voz tierna y dulce, que procedía de aquellos pies. -¡No llores mi niño!- consoló aquella voz -¡Ven, ponte en pie!- indicó.

Y así, sin dudarlo un solo momento, aquel niño se puso en pie. En ese momento, aquel menor se vio rodeado de una Luz blanca, como nunca había visto ninguna en su vida. Acto seguido, dos manos lo tomaron de sus brazos y lo abrazaron gentil y cariñosamente.

-¡Gerardo! ¡Mi niño, mi hermoso niño!- dijo esa Voz.

-¿Dónde estoy?- preguntó el niño, quién alzó su mirada y vio el rostro de un hombre con barba y cabello largo y piel de color bronceada.

Este hombre lo vio con una mirada tan tierna y hermosa, que aquel niño supo inmediatamente que el Amor de Dios, se había consumado en él. -¿Tú eres Dios, Señor?- preguntó con lágrimas en los ojos. Y el Señor, poniendo su mano derecha en sus mejillas, enjugó las lágrimas de aquel niño. -Tú lo has dicho- susurró Dios con ternura sin igual.

10:00 A.M.

Lo que se ha dicho de México….

Allá en la eternidad, allá donde los justos cantan…

Allá en la eternidad, allá donde la Mansión de Luz está…

Allá do quiero llegar, allá do los ángeles cantan.

El Señor recibe a Su pueblo con gozo sin igual.

Señor- preguntó el niño -¿Por qué hay gente mala?-

Así es el ser humano- contestó Dios, con pesar.

Señor- volvió hablar el niño -México no era así- se quejó.

No, no lo era- lloró el Señor.

Los niños unieron su voz con el canto de los ángeles,

Un grupo de 49 niños juegan alrededor de Dios y le preguntan…

¿Hasta cuándo Señor? ¿Hasta cuándo vengarás nuestra muerte?-

Dios sonrió y abrazándolos les dijo:

Vuestras lágrimas, son enjugadas. Y el que llora, será consolado.

El que perdió, será recompensado. Vuestros padres, están siempre presentes a mí.

El que escribe lo que ha visto les hará saber a vuestros padres que Yo no he dado, ni daré por inocente a los culpables.- respondió el Señor -Ven y ve lo que Yo digo a esta Nación idólatra y ebria de sangre- me indicó el Señor.

Allá en la eternidad, donde miré…

Allá en la eternidad, donde todos guardaron silencio.

Allá en la eternidad, donde se dictó sentencia.

¿Qué haré contigo México?- preguntó Dios viendo hacia abajo -¿Qué he de hacerte?- volvió a preguntar.

Has invalidado mi pacto, has desatado tu sed de sangre. Has asesinado a mis siervos, has pervertido el juicio y aun has dicho, “esto es válido”. ¿Te has preguntado si alguna vez has hecho el bien?- preguntó Dios -¿No eres tú la Nación que siempre estás en fiestas? ¿No eres tú la que te adornas para honrar a los demonios? ¿No eres tú, quién escupe al cielo, diciendo “Le he escupido a Dios, yo puedo más que Él”? ¿Puedes tú más que Yo? Tu lascivia, no la soporto más.- continuó -Por tanto, escucha bien México. Por amor a mi iglesia que día y noche clama a Mí, por ti. Aún no te destruiré del todo. Pero esto te será por castigo, clamarás a Mí y no me hallarás. En el tiempo de aflicción llorarás a tus ídolos y tampoco te responderán, pues sólo son trozos inertes.

¿Habré Yo de escucharte sabiendo que no eres convertida? De ninguna manera.

Y esto te será por señal, mi pueblo no tendrá escasez de nada, ni le faltará el pan, ni el agua. El mal no podrá hacerles daño, pues Yo los protejo. Ni tú, ni tu gobierno podrán contra mi pueblo, pues tus gobernantes verán como mi pueblo es prosperado en medio de la estrechez.

Y Yo también haré grande misericordia contigo, pues la oración de mi pueblo está continuamente delante de Mí. Pero, el día llegará en que haré público mi juicio y no habrá nada, absolutamente nada, que los exima de ser castigados.- sentenció el Señor.

Y a los padres que han perdido a vuestros hijos de manera injusta, así dice el Señor: Yo conozco vuestra congoja y vuestro pesar, Yo conozco que vuestra pena es tan grande que no tiene nombre para ser denominada; pero sabed que el día llegará en que haré públicos mis juicios y todos aquellos que os han ignorado, serán destruidos. No habrá misericordia para ellos, ni la multitud de sus riquezas deshonestas, podrán salvarlos de mi ira.

Por tanto, no lloréis más. Sino que sean conocidas vuestras peticiones delante de Mí- dijo el Señor.

10:00 A.M. – 11:00 A.M.

“VI VERE OPINIAS KE DEVOS LABORI?”

10:00 A.M.

Han transcurrido ya tres horas, desde que una serie de maniobras orquestadas por el crimen organizado han ido atemorizando a los capitalinos, quiénes observan con horror las distintas imágenes de los muertos que se han cobrado estos atentados jamás visto sobre el suelo de la capital mexicana.

Debido a esto y a que las elecciones gubernamentales para elegir presidente y Jefe de Gobierno del Distrito Federal, en México; se llevaban a cabo hoy día. La mirada internacional se encontraba atónita viendo todo lo que acontecía. Nadie podía creer que al gobierno federal se le ocurriera no suspender la jornada electoral; sino que por el contrario, había ordenado que esta se llevará con la más descarada tranquilidad.

Sin embargo, muchos capitalinos no estaban de acuerdo con esa manera de actuar, por lo que decidieron tomar acciones, con el único fin de poder garantizarse al menos, un poco de integridad y salvaguarda para los suyos. Además, las víctimas del bombazo ocurrido en la estación “Insurgentes”, había provocado miles de muertos y miles más, heridos.

Pero esta pesadilla no solo no estaba lejos de terminar, sino que por todo lo contrario, estaba ya por empeorar aún más. Y pronto, el gobierno local iba ser incapaz de ofrecer una respuesta a toda esta crisis que azotaba con vehemencia a la Ciudad de México.

Con impotencia y desesperación sin igual, los capitalinos veían con horror la decidia y tibieza con la que el Gobierno del D.F. procedía. Apenas, algunos pocos ciudadanos veían en la captura de Martha Bermejo, un rayo de esperanza. Pero esto estaba por disiparse.

Las noticias corrieron muy rápido y con trabajos, los capitalinos lograban asimilar la noticia de una fuerte explosión en la estación insurgentes, cuando los rumores y pronta confirmación de una toma masiva de rehenes en la estación del metro Tasqueña y otra toma masiva de rehenes de personas a bordo de un convoy que se había detenido entre las estaciones de San Antonio Abad y Pino Suárez, hacía que la población palideciera y buscara refugio en el interior de sus casas.

A la par de esto, las llamadas de emergencia al 060 (el 911 de México), no paraban de entrar. La cantidad de llamadas fue tan alta y en tan poco tiempo; que pronto los servidores no dieron abasto con tantísima demanda, lo que derivó en una gran falla de los números de emergencia.

Además, los cuerpos de emergencia como era la policía, los bomberos, y los granaderos; se encontraban agolpados en la estación Insurgentes y en la Colonia Country Club, intentando aislar la zona donde hacía unas horas, había ocurrido una balacera.

Por su parte, el mandatario capitalino; Roberto Zamora Ruíz; apenas le era de su conocimiento que existía otra situación muy difícil que se estaba llevando a cabo, siendo otra vez como objetivo, instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Pero, había un muy grave problema, la única dependencia que podría ser frente y contrarrestar con efectividad estos ataques, era el CIM, el cual por cierto, se encontraba totalmente incapacitado, debido a la aparición de un personaje de ultratumba, como es “El Rastrillo”.

-¿La prensa ya sabe de esto?- preguntó con ansias Roberto, refiriéndose a lo sucedido en las estaciones de Tasqueña y San Antonio Abad.

-No, aún no- respondió Sandra –Pero, tan pronto como ellos regresen con sus transmisiones, comenzarán a transmitir todo lo que está pasando- señaló.

-Yo no me preocuparía tanto por ellos- interrumpió Isaí, mientras se acercaba con su tableta electrónica en la mano. –Miren- dijo, mientras mostraba un video que se transmitía en vivo por “YouTube”.

En este video se podía observar que algún rehén que se encontraba a bordo del convoy que estaba detenido entre las estaciones de San Antonio Abad y Pino Suárez, filmaba con su celular, de una manera discreta para no ser asesinado por sus captores. Lo que éste joven que grababa, no se daba cuenta; era que sus captores estaban conscientes de que alguien de los rehenes se encontraba transmitiendo en YouTube, pero; preferían dejar que los grabaran porque esto les aumentaría el impacto que causaría en la población y con ello; el mensaje que enviaban era más que evidente.

-¡El internet, mató a la Televisión!- susurró Sandra, con un gesto de asombro.

-¡Lo único que nos faltaba!- exclamó Roberto, mientras se llevaba las manos a la cabeza. -Ahora todo el mundo se ha de estar enterando- gruñó en desesperación.

-Señor, tenemos que preparar una respuesta de parte de su gobierno- propuso Sandra.

-Y por otro lado- intervino Isaí -Puede que esto- señaló al video en su tableta -Nos dé, una ventaja táctica-

-¿Cómo, agente Miranda?- preguntó Roberto

-Debemos de cerciorarnos que, los secuestradores no sepan de donde proviene la señal- contestó Isaí -De esta manera, podemos diseñar la forma en la que se encuentran repartidos, dentro del vagón- continuó explicando.

-Y cuando se realice el operativo de rescate, sería con el mínimo de bajas- complementó Sandra.

-Así es- afirmó Isaí.

-¿Qué agentes están disponibles para salir?- preguntó Roberto

-La agente Miranda y la agente Rainman, señor- contestó Isaí.

-¿Su hermana?- preguntó Roberto -¡No lo creo!- exclamó molesto.

-¡Roberto!- gruñó entre dientes Sandra -La situación es grave y, no tenemos más efectivos.- replicó Sandra -¡Son a las únicas a las que tienes disponibles!- continuó.

-¡Señor!- llamó un operario del CIM que llegaba corriendo a donde los tres anteriores se encontraban discutiendo. -Tenemos un problema- señaló, casi sin aliento.

-¿Otro?- preguntó asustado.

-Alguien infectó todas las computadoras del CIM y el servidor ha quedado inutilizado, casi por completo- explicó el operario.

En ese momento, Roberto, Sandra e Isaí se dirigieron al centro principal de operaciones del CIM, y viendo los estragos que la detonación ocurrida hacía menos de una hora ahí, causando un daño catastrófico en casi todos los equipos de cómputo, quedaron casi enmudecidos.

-Señor- se acercó Isui a Roberto -Acaba de haber una balacera en la estación del metro Taxqueña- explicó.

-¡¿Qué?!- gritó Roberto, mientras se daba la media vuelta y miraba a Isui.

-Alguien transmitía por un celular y de pronto, toda la imagen es hacia el techo- explicó Isui.

-¡Bien!- interrumpió Sandra -¡Agent Rainman!- llamó.

Al momento la agente Rainman llegó a donde se encontraban ellos.

-¿Cuántos le restan de su equipo de asalto?- preguntó Sandra a Layla

-Treinta- respondió Layla

-Bien- interrumpió Roberto -Tomen dos tanquetas antimotínes y diríjase hacia la estación del Metro Tasqueña. El agente Isaí le enviará las coordenadas a su celular- ordenó -Allá encontrará que hay una situación de toma de rehenes. Su misión es tomar el control de las instalaciones, una vez más – explicó

-Sí señor- aceptó Layla. En ese momento, la agente, se retiró a cumplir sus órdenes.

-Y usted agente Miranda- se dirigió Roberto a Isui -Ensamble un equipo de asalto con los efectivos y municiones que aún estén disponibles y, diríjase hacia la Calzada de Tlalpan en dirección al centro- indicó Roberto. -Deberá detenerse y cerrar la circulación vehicular a la altura de la estación de San Antonio Abad, en ambas direcciones- señaló -Hay otra toma de rehenes- complementó.

-Sí señor- contestó Isui.

-¡Váyase!- ordenó Roberto. Al tiempo que la agente antes referida, se fue a cumplir la orden recibida.

Casi al mismo tiempo, Roberto, Sandra e Isaí caminaron hacia la sala de juntas, para intentar organizar, un centro de coordinación.

10:05 A.M.

Renata, es una joven de complexión delgada, ojos grandes color café, tez morena clara, labios carnosos, esbelta figura y estatura promedio. Renata tiene 16 años, es hija del candidato presidencial por el Partido de los Retrógradas e Imbéciles (PRI). Ella se encuentra recostada, plácidamente en una hamáca que se está suspendida en el porche de su casa que da hacia un jardín hermoso, el cual es el patio de la misma.

El ruido de las aves que están en los árboles se escuchan trinar, sin embargo, Renata no los escucha pues tiene los audífonos en sus oídos, mientras que escucha música del tipo banda norteña. En ese momento, la música se interrumpió y el celular se apagó debido a que se había quedado sin batería.

Sin embargo, Renata permaneció profundamente dormida en la hamáca y no se percató que una persona se acercaba a ella. Esta persona que se acerca es su padre, Rogelio de la Peña, quién viste un traje muy elegante y una corbata color roja brillante.

Por un momento, Roberto miró a su hija que estaba dormida y no advertía de su presencia. Entonces extendiéndo su mano derecha hacia ella, la despertó con una leve sacudida. Por su parte, la joven Renata abrió sus ojos y volteó a ver a su lado izquierdo.

-Hija- dijo Rogelio, pero Renata meneó la cabeza y le volvió la espalda. -Hija, te venía a compartirte una gran noticia- señaló, con una gran alegría.

-Sino es la noticia de que estás pronto a morirte, no veo porque sea una buena noticia- replicó Renata, en un tono de molestia y somnolencia.

-Es algo mucho mejor- señaló Rogelio, como si fuera un niño regañado -Me han confirmado que ganaré la Presidencia de México- expresó con un aire triunfante. Pero Renata se limitó a gruñir con mucha molestia.

-¡Lárgate!- exclamó entre gruñidos de somnolencia.

-Hija- llamó Rogelio al tiempo que se sentó en el borde de la hamáca.

-¡No te sientes!- reclamó Renata.

-Ahora soy el Presidente de México- explicó Rogelio, mientras quería atraer la atención de su hija que no le interesaba en lo más mínimo lo que él decía -Tendrás el país a tu disposición. Te prometo que te daré todo lo que quieras- aseguró Rogelio.

-¡Pásame la presidencia y muérete!- exigió Renata

-No puedo darte eso, hija- contestó Rogelio -Todo tiene que salir según lo planeado- señaló.

-Entonces, ¡vete!- exigió Renata.

-No entiendo- señaló Rogelio, pero en ese momento Renata se giró completamente y le dio una patada a su padre.

-¡Eso es lo que veo!- gritó enojada -¡Desde hace rato te dije que te largaras de aquí! ¡Y aquí sigues! ¡Lárgate!- reclamó.

-¡Me tienes que respetar!- ordenó Rogelio.

-¡Ah, claro!- gruñó Renata -¿Tengo que respetar al bastardo que me violó por noches enteras, mientras que mi madre era envenenada por tí?- gruñó furiosa.

Acto seguido, Renata se levantó rápidamente de la hamáca y volteando a ver a su progenitor le dijo: -¡Yo llegaré a la presidencia de México! Y ese día que llegue, derramaré sobre el recinto de San Lázaro, toda tu sangre y me embriagaré sobre tu cadáver- amenazó y después de esto, dio media vuelta y se retiró.

10:06 A.M.

La agente Rainman se encontraba circulando sobre Tlalpan, en dirección al Sur, siendo escoltada por su equipo táctico de asalto y tres equipos de antimotines de la Ciudad de México y que se habían unido a la agente norteamericana, por órdenes del Director del CIM; Isaí Miranda.

-¿Cuál es la situación de la estación?- preguntó Layla, refiriéndose a lo sucedido en Tasqueña.

-No tenemos mucha información- respondió el agente Ovidio, que había sido designado como su agente de asistencia remota -Los equipos de cómputo están colapsados y no tenemos cómo llegarnos de más información, ni tampoco cómo procesarla- señaló -Supongo que por ahora, no somos de mucha ayuda- suspiró Ovidio.

-Trabajen en ponerse en acción- indicó Layla -Cuando llegué ahí, espero que pueda tener una vista desde el exterior del lugar- solicitó.

-Veré que puedo hacer, agente Rainman- respondió Ovidio.

Entonces, Layla cortó momentáneamente la comunicación con el CIM y se comunicó con la camioneta delante suyo y que transportaba a algunos efectivos mexicanos.

-¿Tiempo de llegada?- preguntó, por radiocomunicación.

-3 minutos, señora- respondieron.

-¿Estas vialidades siempre están así de vacías?- volvió a preguntar.

-No señora- respondieron.

Entonces Layla, supo en ese momento que la situación en México se había complicado más allá de lo que ella pensaba. Por otro lado, se puso a idear mentalmente dos estrategias que le sirvieran como un aproximado de algunas posibilidades que podrían ejecutarse como un plan de rescate y recuperación de las instalaciones de la estación Tasqueña.

Mientras en el interior de la estación, el gordo Rodrígo se paseaba entre todos los cuerpos inhertes que yacían en el andén que se dirige hacia “Cuatro Caminos”, cuando en ese momento le hicieron saber que la agente Rainman y un destacamento de efectivos militares, se dirigía a su posición.

-¡Levanten los cuerpos y pónganlos en todas las entradas!- ordenó a sus secuaces -Y tú- se dirigió a uno de sus secuaces que estaba cerca -¿Estás dispuesto a sacrificar tu vida, por la explosión de esta Ciudad?- preguntó.

-¡Por supuesto señor!- aceptó aquel sicario, con orgullo y alegría sin igual.

-¡Vaya pues, y ponga en marcha este convoy hasta que se le den nuevas indicaciones!- ordenó Rodrigo -Mientras, todo derecho- señaló.

De esta manera, aquel sicario activó su chaleco con los explosivos que tenía atado y se subió a la cabina de mando de aquel convoy que tenía acinadas a 9,000 personas en su interior.

Cuando se hubo subido, las personas gritaron de terror y golpearon lo más fuerte que pudieron en las ventanas. Mientras que el convoy inició su marcha a un ritmo muy acelerado. Tristemente, aquellas personas a bordo, no estaban erradas en su sentir de que el fin de sus días había llegado.

-¿Leslie?- preguntaba una joven dentro del convoy que se iba. Esta joven llamaba por teléfono a su mejor amiga.

-¿Qué pasa? ¿Estás bien?- preguntó Leslie por teléfono.

-No voy a poder llegar- atinó a decir la otra amiga, cuando el metro aceleró más, provocando que la gente gritara con verdadero horror, implorando por su vida. -¡Amiga! ¡Diles a mis padres que los amo mucho!- rompió en llanto.

-¡Raquel! ¿Qué ocurre?- preguntó con miedo Leslie. -¿Dónde estás?- volvió a preguntar.

-¡Ayuda!- gritó desesperada Raquel.

-¡Ayuda! ¡Sáquenos de aquí! ¡Detengan el metro!- gritaban todos los presentes.

-¡Raquel! ¡Raquel! ¡Raquel!- gritaba Leslie con fuerzas, pero una sacudida brusca del metro, hizo que su amiga tirará su celular y, debido a la cantidad aplastante de gente dentro, no pudo recuperarlo.

-¡Oigan!- llamó Leslie al grupo de jóvenes que se encontraban saliendo de la misma iglesia a la que asiste Karla López.

En ese momento, el convoy naranja blanco pasó velozmente por la estación General Anaya a lo que la agente Rainman, ordenó dar media vuelta y perseguirlo; aunque esto significara ir en sentido contrario.

Las torretas de todos los vehículos que conformaban el escuadrón que iba con Layla, encendieron sus torretas, para abrirse paso entre los pocos autos que circulaban sobre Tlalpan.

-¡¿Viste eso?!- exclamó Layla a su compañero que iba con ella.

Layla y todo el resto del equipo aceleraron hasta el fondo y sus vehículos desbocaron a toda potencia, intentando dar alcance al convoy secuestrado. Además, los gritos eran tan fuertes, que aún se escuchaban dentro de los vehículos en los que viajaban los efectivos americanos y mexicanos.

-¡Centro de Inteligencia Mexicana!- llamaba a gritos Layla, por la radiocomunicación.

-¡Aquí el CIM!- respondió Ovidio, mientras que Roberto Zamora y Sandra Soto oían la llamada por altavoz.

-Estamos intentando alcanzar un convoy del metro que acaba de salir en dirección hacia el centro- indicó Layla -Va repleto de personas, al parecer es otro caso de secuestro- continuó.

Al momento Roberto corrió hacia el teléfono: ¡Repita lo que dijo agente Rainman!- ordenó.

-¡Es un convoy del metro que ha sido secuestrado!- contestó Layla -Se dirige con gran velocidad hacia el centro- indicó -¿Hay alguien ahí que pueda detenerlo?- preguntó.

-¿Hay alguien?- preguntó Roberto al agente Ovidio.

-Apenas la agente Miranda está llegando y acordonando el área alrededor del metro de San Antonio Abad- respondió Ovidio -Pero tampoco serviría de mucho, el convoy va sobre las vías- señaló.

-¡Comuníqueme con la agente Miranda!- exigió Roberto

-Está en la línea- indicó Sandra, que había tomado una estación de trabajo recién rehabilitada.

-¡Agente Miranda!- llamó casi a gritos.

-¿Sí?- respondió Isui

-Han secuestrado un convoy que partió de Tasqueña y se dirige a toda velocidad en dirección hacia ustedes- explicó el mandatario capitalino.

-¿Señor?- preguntó Isui -¿Qué quiere que yo haga? Estamos disponiéndonos a cercar el convoy secuestrado que está más adelante, casi llegando a “Pino Suárez”- explicó.

Al oír esto, todos en la sala enmudecieron y el aire se les entre cortó. No habían caído en la cuenta que ambos convoys se encontraban en las mismas vías, con unos kilómetros de distancia.

-¡Está bien!- atinó a responder Sandra, quién veía que el mandatario capitalino se desvanecía en medio del centro de mando principal -¡Saqué al mayor número de personas de aquel convoy!- ordenó. -¡Traigan un médico!- ordenó a los presentes en el CIM. Pero nadie hacía nada, estaban atónitos por lo que habían escuchado a través de los altavoces.

Sandra se puso en pie y corrió hacia el mandatario capitalino; posteriormente lo giró para ponerlo boca arriba y tomándole el pulso, se dio cuenta que el mandatario expiraba el aliento de vida. -¡Un médico!- gritó Sandra, al tiempo que se agachaba y comenzaba a realizar maniobras de resucitación cardíaca.

Fue ahí que alguien reaccionó e informó a Sandra que debido a ajustes presupuestales, el área médica había sido desmantelada y su personal, despedido. Inmediatamente después, Sandra volteó a ver al mandatario quién alcanzó a balbucear -¡Ciudad!-

Y fue ahí que su cuerpo se puso rígido por algunos segundos y luego convulsionó por 1 segundo, para después exhalar. La experiencia fue tan fuerte que, aun Sandra que no creía en la trascendencia a un mundo espiritual, en ese momento pudo jurar haber sentido como el alma de su predecesor se escapaba.

Todos los presentes permanecieron en silencio, mientras que Sandra sostuvo el cuerpo inerte de Roberto en sus brazos. Sin aliento, sin decir nada y con la presión encima haciéndole erizar la piel; Sandra supo en ese momento que debía de tomar las riendas del CIM y de la Ciudad. Por lo que, dejando el cuerpo ahí en el suelo; respiro profundamente y se puso en pie.

-¡Llévenlo a la sala de interrogatorio número 1!- ordenó en tono seco y se dirigió a Ovidio. -¿Qué pasa allá afuera?- preguntó.

-Aún… aún nada- tartamudeó Ovidio.

Mientras, la agente Isui Miranda, era ajena al fallecimiento de Roberto. Pero se encontraba entrando a toda prisa a la estación San Antonio Abad y saltando a las vías, junto con todo su equipo, corrió en dirección al centro, con el afán de recuperar el otro convoy secuestrado. Mientras, la agente Rainman y la compañía que la escoltaba, recibieron órdenes de parte de Sandra, para recuperar la estación del metro Tasqueña.

Sandra consideró que era necesario aprovechar el momento e intentar recuperar la estación Tasqueña y así prevenir un desastre mucho mayor al que sabía, por intuición; ocurriría en unos minutos.

Isui corría lo más rápido que sus piernas y el peso de las armas y municiones que traía consigo, le permitían correr. La distancia era mucha para ser recorrida a pie, además que corrían muy al descubierto, lo que los convertía en blancos fáciles en caso de que hubiera francotiradores en las cercanías.

Mientras, Layla y todo su escuadrón se dirigían una vez más, hacia Tasqueña.

-¡Rayos!- exclamó Layla, mientras pisaba a fondo el acelerador de la patrulla que conducía. -¿En cuánto tiempo llegaremos a Tasqueña?- preguntó con cierta desesperación.

-30 minutos, señora- contestó el oficial a bordo.

Al oír la respuesta, Layla golpeó el volante y gruñó: -¡Rayos!-

Al mismo tiempo, Isui y todo el destacamento que la acompañaba se acercaban lo más rápido que podían hacia el convoy que se encontraba secuestrado unos metros más adelante. Pero, ninguno de ellos contaba con que Nayheli había ordenado que una parte de su equipo descendiera y estableciera un perímetro de 2 metros alrededor de su posición.

Cuando aquellos sicarios que se encontraban alrededor de aquel convoy secuestrado y detenido, avistaron a Isui y todo el escuadrón de asalto con ella; tomaron sus radios y avisaron a Nayheli.

-¡Bien!- dijo Nayheli y cortó la radiocomunicación -¡Diego, tenemos que irnos! ¡Ya vienen por ellos!- indicó a su pareja, refiriéndose a que un convoy por atrás los iba a impactar y no, al equipo de efectivos que iban para liberarlos.

Inmediatamente después, comenzaron a caminar lo más rápido que pudieron hacia la cabina de mando donde yacía el cuerpo inerte de la operaria. Sin embargo, el ruido de dos detonaciones de bala, provenientes de sus secuaces que se encontraban en la puerta trasera del convoy, les hizo agacharse.

Por su parte, Isui ordenó rápidamente a las tropas que iban con ella, para que repelieran la agresión recibida por los sicarios. Entonces, tomando su ametralladora, cortó cartucho y comenzó a disparar hacia adelante, lo más rápido que pudo. Lamentablemente el poder de fuego de sus contricantes fue por mucho, muy superior al que ellos llevaban, pues aquellos sicarios no dudaron en lanzar granadas y disparar balas de fragmentación y expansivas.

En ello y como golpe de suerte, Isui vio a Nayheli que escapaba del convoy y entre toda la balacera, logró abatir a dos sicarios frente a ella, buscó refugio y comenzó a perseguir a la sicaria antes mencionada mientras que detrás suyo, continuaba la balacera. En eso estaba persiguiéndola, cuando por detrás sintió un golpe que la tumbó al suelo e inmediatamente después fue golpeada otras dos veces. Debido a esto, Isui no podía ponerse en pie, pero logró tomar el pie de su agresor y aprovecho para jalarlo con todas sus fuerzas y tirarlo al suelo.

Aquel hombre sacó de su manga izquierda de la camisa, un cuchillo y se lanzó al ataque contra la agente Miranda, quién detuvo el ataque y contestó con un fuerte golpe en su estómago. Luego, tomó la mano donde aquel individuo todavía detenía el cuchillo y golpeó contra el suelo, unas 5 veces hasta que hubo tirado aquella arma. Acto seguido, aquel sujeto se aventó con todo su peso, contra ella y volviéndo a tomar el cuchillo en su mano lo clavó en la parte baja de la espalda de la agente.

Isui por su parte, propinó un fuerte golpe con el codo en la boca del estómago de su agresor y desenfundando otra de sus armas que traía consigo, disparó a quemarropa contra él. Fue ahí cuando Diego (quién era el agresor), quedó un momento de rodillas frente a Isui, mientras que un grueso hilo de sangre le teñía su camisa color azul claro.

Diego miraba atónito la herida infligida en su corazón e inmediatamente supo que moriría, entonces; alzó su mirada hacia Isui y con un gesto de terror le suplicó: -¡Ayúdame!- Después de esto, cayó pesadamente al suelo y murió. Por su parte, la joven agente quedó petrificada viendo todo lo acontecido. No podía creer que había tenido que asesinar a una persona para salvaguardar su integridad.

Sin que ella supiera, Nayheli había visto como la agente Miranda había asesinado a Diego, por lo que se enojó en gran manera en contra de ella. Sin embargo; sabía que ese no era el momento más óptimo para tomar venganza por su pareja, por lo que decidió reanudar su marcha hacia la estación del metro Pino Suárez.

Por su parte, el escuadrón de asalto que acompañaba a Isui terminó de abatir a los sicarios restantes y corrieron hacia el convoy para intentar abrir las puertas. Así mismo, dos de los oficiales de mayor rango ahí presentes, sacudieron levemente a la referida agente y le hicieron saber que tenían que proceder a la brevedad a liberar a toda la gente secuestrada dentro del convoy.

Después de reaccionar, Isui se puso en pie y dando media vuelta, se dirigió al convoy naranja blanco, dándose cuenta que la tarea iba a ser complicada, debido a que la altura en la que se encuentran las puertas con respecto a donde están las vías del metro es muy alta y el espacio para poder maniobrar era muy angosto, debido a las vías y los muros laterales.

Viendo esta situación, la agente a cargo ordenó a todos los agentes que tuvieran explosivos consigo la acompañaran de regreso a la estación de “San Antonio Abad”. Tal vez, la situación era tan imperiosa y urgente en ese momento que, la agente Miranda concibió una solución alternativa bastante extraña y difícil de explicar.

Por un lado, tenían que salvar el convoy que tenían justo enfrente de ellos y por el otro lado, otro convoy venía justo detrás de ellos, a toda velocidad. Lo cual, volvía virtualmente imposible rescatar a las víctimas que se encontraban dentro de alguno de los dos convoys siniestrados, ya que uno de los dos lados provocaría víctimas. Por ello, la mejor solución que se le ocurrió a Isui, fue; descarrilar el siniestrado que se acercaba desde el sur, hacia su dirección.

No obstante que era una decisión muy difícil de tomar, la agente Miranda no veía otra alternativa. No tenían un plan de rescate, tampoco tenían las herramientas necesarias para lograr un rescate rápido y eficaz, pues habían salido como pudieron del CIM; y la apertura de las puertas tardaba más de lo que ellos hubieran esperado o deseado.

Entonces, todos aquellos que tenían algún explosivo entre las armas que llevaban consigo corrieron junto con la referida agente hacia la estación del metro de “San Antonio Abad”. Una vez que hubieron llegado ahí, corrieron por otros diez metros más y entonces, comenzaron a colocar los explosivos a los dos costados en los que se encontraban las vías que van a dirección del centro.

– ¡Seguro que esto traerá consecuencias! – pensaba Isui, pero no expresaba ningún comentario a nadie de su equipo. – ¡Quiero que cuando estas bombas estallen, se haga un gran hueco aquí abajo! – ordenó, mientras señalaba con sus manos hacia el suelo.

-Sí señora- respondieron los suyos.

Por un momento, Isui miró hacia delante de ella por sí podía ya comenzar a vislumbrar el convoy que se acercaba hacia ellos y para horror suyo, el convoy ya podía a verse a lo lejos y, desde ese momento se veía que el mismo, iba a gran velocidad.

– ¡Rápido! – apremió Isui.

Al instante todos los efectivos militares terminaron de instalar todos los artefactos explosivos y sujetando cada uno sus detonadores, le indicaron que ya se encontraban listos.

-Bien- respondió Isui – ¡A la estación! – ordenó -¡Tenemos que ayudar a las personas que están saliendo del convoy!- apremió al equipo que iba con ella.

Al instante, todos los efectivos se apresuraron a regresar donde se hallaba el primer siniestrado y, que era su objetivo principal. Sin embargo, las labores de rescate comenzaban a ser difíciles debido a la gran altura en la que se encontraban las puertas con respecto al suelo.

-¿En cuánto tiempo llegará ese convoy a nuestra posición?- preguntó Isui, por la radiocomunicación al CIM.

-No lo sabemos- respondió Sandra -Aún no tenemos en funcionamiento el equipo de cómputo- señaló. -No podemos precisar ninguna información- completó.

Entonces, la agente Miranda ordenó a uno de los suyos que se regresará a ver la retaguardia y que avisara cuando el convoy se encontrará a una estación de distancia. Por su parte, aquel efectivo se dirigió rápidamente a cumplir con el nuevo encargo encomendado, cuando vio inmediatamente que el convoy se comenzaba a ver cada vez más cerca, pero aun a una distancia bastante considerable.

Mientras, el equipo de asalto rompió los cristales de las ventanas de aquel vehículo de vías, con el fin de no perder tiempo en intentar forzar las puertas para abrirlo. Una vez, que las ventanas fueron rotas, toda la gente se comenzó a precipitar hacia afuera, aventándose salvajemente hacia el exterior.

La cantidad que brotaba por las extintas ventanas era tan grande, que rápidamente aquella sección de las vías, quedaron alfombradas de personas que se tiraban hacia afuera, como animales que huyen en estampida de algún depredador. Así mismo y debido a tal estampida, mucha gente quedó aplastada en el suelo, perdiendo la vida por toda la cantidad de gente que caía encima.

Isui, miraba atónita todo lo que ocurría y no podía creer que a pesar de toda la gente que se escurría por las ventanas y que pronto se atascó por la cantidad que desahogaba, parecía que no terminarían a tiempo en evacuar todo el convoy. Pero eso no fue lo peor, la gente que aun quedaba adentro del siniestrado, comenzó a exhibir conductas de violencia, la cual era provocada por la desesperación a la que eran presas.

Así mismo, las personas que salían corrían como desesperadas hacia todos los lados, por lo que la agente al mando tuvo que ordenar a sus tropas a que bloquearan la huida hacia el sur. Pero la gente estaba tan embrutecida por la angustia que dominaba sus almas en ese momento, que no entendieron; entonces hubo que recurrir a imponer el órden de manera extrema.

Los agentes del CIM comenzaron a disparar hacia el aire, con el ánimo de persuadir a la gente de correr en dirección contraria, pero no funcionó; las personas comenzaron a empujar a los uniformados, exigiendo que les permitieran regresar hacia el sur.

Todo se volvió confusión, aun la misma agente Miranda disparaba varias veces hacia el aire y gritaba vanamente a la gente para que se volviera de donde estaba. En eso, todo comenzó a cambiar, las vías del metro comenzaron a vibrar fuertemente indicando que el segundo convoy siniestrado estaba cerca. Entonces, como quién corre a encontrar la muerte, Isui, corrió hacia el frente de todo el contingente de personas que miraban petrificadas como el otro convoy terminaba de pasar por la estación del metro “Chabacano” y se dirigía velozmente a su posición.

-¡Ahora!- ordenó Isui y al instante, los efectivos hicieron volar los explosivos que habían colocado a unos escasos metros adelante.

Las explosiones hicieron que la gente regresara sobre sus pasos en medio de empujones, jalones y corriendo por salvar su vida, incluyendo a la agente Miranda y los cuatro efectivos que se encontraban intentando persuadir a la multitud de volverse sobre sus pasos.

Aquellas explosiones deshicieron la tierra y grava que se encontraba debajo de las vías, pero éstas últimas solo se doblaron, provocando que el metro que venía a toda marcha se descarrilara y chocara de frente contra el muro de la estación de “San Antonio Abad”. Debido a la fuerza con la que el convoy impactó contra el muro, éste se destruyó en medio de una gran explosión que hizo que el resto de los vagones se levantara del suelo y cayeran bruscamente en las vías que iban en sentido contrario. Incluso, hubo vagones que rompieron la valla alambrada y cayeron sobre la Calzada de Tlalpan, sobre varios vehículos del CIM, que se encontraban cortando la circulación sobre dicha vialidad.

Una nube gigante de fuego recorrió unos 15 metros sobre las vías del metro, por una fracción de segundos, para luego disiparse. Posteriormente la escena a la que dio paso, era estremecedoramente horrible, la estación parecía haber sido bombardeada por aviones de combate, estaba sin techo, y con todos los pasillos que dan hacia los andenes, destruidos. El paso a desnivel que se encontraba cruzando la Calzada de Tlalpan, en dirección al sur, colapsó. Y a su paso, mató a varias personas que se encontraban como espectadores de este hecho fatídico.

La gente que pudo escapar, siguió corriendo hacia la estación de Pino Suárez, mientras que otros, como la agente Miranda se encontraban debajo de los escombros que ardían en llamas.

De regreso a la estación Tasqueña; la agente norteamericana Layla Rainman arribaba al paradero sur de dicha estación, seguida con un grupo de sus efectivos que le habían sido asignados. La otra parte se encontraba desocupando el paradero norte de Tasqueña.

Como si se tratara de un aviso ya esperado, los distintos choferes de las unidades del transporte público del microbús capitalino, rodearon a los uniformados, quiénes inmediatamente los exhortaron a abandonar el lugar lo más pronto posible. Al mismo tiempo, Layla; se abrió paso entre la multitud y subió por las primeras escaleras que vio. La agente norteamericana fue seguida por 5 elementos más que la custodiaban por la espalda.

Cuando hubo terminado de subir, caminó por el pasillo comercial que dirige hacia el interior de la estación y se dio cuenta que todos los pequeños comercios que se encontraban ahí, estaban cerrados y la gente se había ido. Posterior a esto, advirtieron que las puertas de acceso a la estación, estaban cerradas y trabadas con cadenas de grueso calibre.

-¡Ahí deténganse!- ordenó uno de los secuaces, mientras apuntaba con su ametralladora a la agente Rainman.

Sin entender una sola palabra que había dicho aquel secuaz, la joven agente, infirió cual era el mensaje que aquel malvado le había querido decir, a través de ver su postura y como utilizó el arma para amenazarla.

-Dígale que no vamos a negociar- ordenó Layla a un efectivo mexicano.

-¡No se preocupe agente!- interrumpió en tono burlón Rodrigo, mientras caminaba despreocupadamente hacia el centro de la reja. -Yo sé hablar inglés- susurró.

-¡Bien!- gruñó Layla, acercándose a Rodrigo -¡Libera esta estación!- ordenó.

-No- respondió cínicamente.

-¡No obtendrás nada a cambio de este gobierno!- intentó amedrentar Layla.

-¿Cuál?- interrumpió Rodrigo -¿Cuál gobierno agente?- volvió a preguntar -¿El de México o el de Estados Unidos?-

-¿A cuál crees que represento?- inquirió Layla

-Usted dígame- respondió cínicamente Rodrigo

-¡Aléjate de la reja y líbera esta gente!- exigió Layla, al tiempo que desenfundaba su arma y apuntaba hacia aquel sujeto de exorbitada gordura.

-¡Adelante!- gritó entusiasmado, como un loco cuando se entusiasma de la idea de encontrarse con la muerte.

-¡Ahora!- ordenó Layla, por el radio comunicador a todos los efectivos mexicanos, quiénes al momento de la órden, inmediatamente procedieron a romper las rejas de acceso de ambos lados, es decir; tanto del paradero norte como del paradero sur.

Con una agilidad impresionante, la agente Rainman se vio rápidamente rodeada por miembros del equipo de asalto élite mexicano que la acompañaba por lo que sin perder el tiempo, disparó inmediatamente hacia las piernas contra los sicarios que tenía enfrente.

He de decirte que a lo largo del todavía breve desempeño profesional de la referida agente extranjera, Layla, no había tenido que tirar a matar. Tal vez, tenían que ver sus creencias religiosas, a lo que la joven agente prefería disparar a herir y de esta manera, poder proceder al arresto de o los objetivos fijados. Sin embargo, una cosa son los delincuentes del resto del mundo y otra, son los sicarios de drogas y más, los sicarios mexicanos. Y la joven Layla Rainman, estaba a punto de tener que romper su propia regla moral religiosa.

Entonces, los uniformados que se encontraban con Layla, derribaron de una sola explosión la reja de acceso a la estación e inmediatamente fueron recibidos por una gran lluvia de disparos enemigos que intentaban repelerlos.

-¡Rápido, que un grupo se dirija al CIM, donde está Martha!- ordenó Rodrigo a un grupo de sicarios que él había ya preparado. Mientras corría lo más rápido posible hacia los torniquetes de entrada.

Por su parte, la agente Rainman comandaba al equipo de asalto que con ella iba, corrían en dirección al puente elevadizo que se encuentra cruzando por arriba los andenes. Sin embargo, su paso quedó interrumpido, debido a que el resto de los sicarios que se habían quedado a defender su posición en la estación, habían amontonado los cuerpos de todas las personas y los habían dispuesto a manera de muros de protección. Y atrincherándose a la mitad de dicho paso, podían controlar los dos accesos a cualquiera de los dos andenes.

Además de todo esto, otro grupo grande de sicarios se encontraban tirados en el suelo simulando ser víctimas de la masacre que había tenido hacía una hora atrás. Y de manera muy cobarde, habían tomado varios cadáveres y, atándoles las manos a manera que pareciera que portaban un arma lista para ser descargada, los recargaron con sus espaldas con la pared. Sin embargo, los efectivos mexicanos y la agente norteamericana no podían ver aquello que te describo.

Al ver que el avance por cualquier flanco que quisieran ocupar, para recuperar el control de la estación iba ser altamente costoso en cuanto a pérdidas humanas se hacía referencia, se dirigió hacia una de las ventanillas de taquilla que se encuentran del lado sur de la estación y viendo a su alrededor, dio la orden de que sus tropas se dividieran en dos grupos más, para entonces, prepararse para dar un golpe en todos los niveles de la estación.

Algo estaba claro, el retomar el control de la estación Tasqueña; no era una opción. Es más, aquella misión era imprescindible. Si en algún momento anhelaban con responder a la serie de ataques que habían estado perpetrando aquel grupo de sicarios terroristas, la recuperación de la multicitada Tasqueña, era un objetivo no negociable.

Una vez que los equipos estuvieron en posición, Layla dio la orden del uso libre e indiscriminado de municiones y bombas que traían consigo. Pero su sorpresa fue aun mayor cuando muchos de los operarios de las distintas unidades de transporte tipo microbús, se adentraron al interior de la estación y sacando sus propias armas de uso personal, comenzaron a ayudar en la labor de retomar el control de la estación, con un salvajismo y valor que rara vez se encuentra en las personas.

Aun sorprendida, pero enfocada a cuál era su objetivo, Layla dio caza al gordo de Rodrigo y después de bajar las escaleras que dan hacia la salida hacia el acceso al tren ligero, ahí lo encontró.

-¡Alto!- ordenó Layla, al tiempo que le apuntaba con su arma.

-Agente Rainman- susurró Rodrigo -¿Será capaz de hacer lo que tiene que hacer?- preguntó, mientras se daba media vuelta y le mostraba una granada que sujetaba en su mano derecha.

-¡Suéltala!- ordenó a gritos Layla, pero Rodrigo no la soltó. -¡Suéltala! ¡Hazlo!- gruñó férreamente. Pero en ese momento, Rodrigo hizo el gesto de activarla y fue ahí cuando Layla disparó un solo balazo de su arma. Dicho balazo fue con una precisión tan certera, que le perforó el cerebro en dos partes, privando de la vida al gordo Rodrigo, quién cayó como cae un costal de papas desde una repisa muy alta y de su mano derecha rodó la granada sin activar.

Por un momento, la agente Rainman suspiró profundamente e inmediatamente se acercó hacia el cuerpo inerte de Rodrigo, para poderle retirar la granada que había soltado hacía unos momentos. Pronto se dio cuenta que las detonaciones eran cada vez mayores, pero todas se sucedían en la parte superior de la estación, por lo que se acercó rápida y sigilosamente al cuerpo antes referido pero fue ahí que algo le llamó la atención.

Frente a ella, habían quedado las ventanas acristaladas del cibercafé en el que hacía una hora se habían cometido dos atrocidades sexuales de lo más inhumano que pudiera concebirse. Al ver todo el destrozo que se había causado, Layla entró sigilosamente y entonces vio el cuerpo tendido de María, el cual estaba bañado en un gran charco de sangre que procedía de la parte posterior de la cabeza de la misma.

Con tristeza y verdadero horror, la joven agente americana se acercó a donde se encontraba María quién aun estaba apenas con vida, pues sólo se limitaba a gemir entre convulsiones y escalofríos que la habían hecho presa, anunciándole su más triste y mísero final en esta Tierra de los vivientes. Apenas vio eso, Layla corrió hasta ponerse a lado de ella y ahí descubrió con indignación y horror sin igual, el cuerpo inerte de la otra joven que yacía muerta y ultrajada, al otro lado.

-¡Todo estará bien!- susurró entre llantos de rabia, Layla -¡Todo estará bien!- volvió a susurrar en inglés, mientras sus lágrimas corrían por su mejilla derecha. Acto seguido, tomó tres toallas higiénicas que traía en su equipaje y limpió el rostro sucio de María. -¡Calma niña!- lloraba Layla -¡Oh Dios! ¿Quién te hizo esto?- preguntó indignada.

Sin embargo, María no podía hacer nada más que seguir convulsionando, llorar, torcer los ojos de un lado al otro. Su cerebro ya se encontraba emitiendo los últimos destellos de electricidad, como un último recurso para mantenerse en actividad a pesar de la masiva pérdida de sangre.

-¡Quédate aquí! ¡No te vayas!

Piensa que esto lo superaremos juntas…

¡Dios, Dios! ¿Por qué esto? ¿Por qué, porqué lo permites?

¿Es este el fin de los indefensos? ¡No lo permitas!

¡Haz justicia! Mira como los indefensos, los pobres, las viudas y demás te claman…

Por favor, no tardes en traer tu juicio sobre este condenable acto…- lamentaba Layla.

¡Ya mujer, no llores! ¡No llores más!

¡Mi corazón no lo puede soportar!

Piensa en cómo estarás mucho mejor más allá…

Sé que duele, por lo que pasas…

¡Simplemente, no puedo sentir lo que sientes!

¡Enséñame encontrar la fuerza para continuar aquí!

¡Ya no llores niña!

Ahora tus ojos has cerrado,

Tu propia saliva se ha vuelto espesa…

¡No luches más!

¡No forcejees más!

¡Dios, Dios, Dios!

¡Oh Dios, no!

¡Ella se fue! ¡Ella se fue!

Su respiración ya no es más

¡Su cuerpo ha abandonado!- exclamó en llanto Layla.

Posterior a esto, miró a su alrededor y observó a varios efectivos mexicanos que se acercaban a ella.

-Hemos recuperado la estación- indicó el segundo al mando. Pero Layla sólo tragó saliva y mientras lloraba, se puso en pie, cerró los puños de sus manos y salió rápidamente de aquella sala donde se encontraba, sin mediar una sola palabra.

10:20 A.M.

10:25 A.M.

-¿Y ahora qué haré?- se preguntaba Sandra en su interior.

Ella se encontraba de pie, viendo por una de las ventanas que dan al exterior, dentro del edificio del CIM. En eso, la puerta detrás de ella se abrió y un agente recién egresado le indicó que traía el vaso con agua que ella, había solicitado hacía unos minutos atrás.

Sin embargo, la ex procuradora de justicia capitalina estaba tan en sí mismada en sus pensamientos que no prestó atención a lo que el otro agente le decía. Simplemente escuchó el sonido del vaso cuando era puesto en la mesa de cristal.

-Gracias- dijo en tono abstraído.

-¿Algo más señora?- preguntó aquel agente.

-No, gracias- contestó Sandra, al tiempo que caminaba hacia la mesa de cristal.

Aquel agente se retiró del lugar, cerrando la puerta tras de sí. Por un momento, la candidata fijó su mirada al frente, viendo al resto de los supervivientes como intentaban reactivar los equipos de cómputo sin lograr ningún resultado. A la par y casi de manera automática, extendió su mano izquierda y tomó el vaso que estaba en la mesa y llevándoselo a la boca, dio un trago.

Apenas el agua hizo contacto con su lengua y paladar, cuando le dio un fuerte y horrible sabor a sangre, lo que hizo que Sandra, escupiera el trago que había tomado hacía unos instantes. Volteó a ver el vaso y vio como el líquido en su interior se convertía en rojo y un poco espeso. Por un momento y asqueada del sabor, Sandra olío el vaso y supo que en su interior ya no estaba más el líquido transparente que llamamos agua, sino que éste, se había convertido en sangre.

Aún sin poder entender o dar crédito a lo que acababa de ocurrir, se escucharon varios gritos provenientes de un pasillo que se encontraba afuera de donde estaba Sandra, y que al final de éste había un despachador de agua, del que todos tomaban.

-¿Qué está pasando?- preguntó turbada Sandra, mientras salía de aquella oficina.

-Señora…- atinó a contestar aquel agente -¡El agua! ¡Mire!- y señaló el garrafón.

Aun hablaba aquel agente, cuando Ovidio gritó: -¡Señora, el equipo de reparación de las tuberías dice que han encontrado sangre en el depósito de agua principal!-

-¿Sangre?- preguntó Sandra -¿Cómo que sangre?- volvió a preguntar, mientras más crecía su consternación en torno a este suceso. -¿Qué está pasando?- se preguntaba.

-Señora, creo que la única que nos puede dar una pista, es Martha- señaló Ovidio, quién seguía viendo hacía donde sus otros compañeros señalaban el garrafón que antes era de agua.

Sin pronunciar una sola palabra, Sandra se dirigió a la celda donde se encontraba detenida Martha Bermejo.

En otro lado y de regreso al equipo de obreros y sus dos jefes que se encontraban en los trabajos de construcción de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México. Los obreros habían logrado ampliar la entrada al túnel, lo que les había permitido formar e introducir a 2 equipos de personas, liderados por el ingeniero Lázaro, compañero del otro ingeniero Christian, sólo que éste último se encontraba aún en el interior del túnel encontrado hacía unas horas atrás.

Aquellos dos equipos, habían descendido con unas barras de acero que utilizaban a manera de palancas para abrir el interior de aquellas cajas. Christian, había convencido a su compañero de abrir las tres cajas encontradas, porque si tenían el logotipo de la agencia norteamericana de investigación, CIA; y estaban en México, eso significaba mucho dinero en su interior. Y casi, como si el dinero fuera una venda e inhibidor de cualquier acto inteligente, Lázaro accedió e instruyó a los obreros a llevar toda su herramienta para abrir las cajas en cuestión.

-¡Sí, seguro habrá muchísimo dinero!- auguraba Christian -¡Imagínese compadre, seremos ricos!- exclamaba.

En eso, el primer equipo de obreros logró abrir la primera caja marcada con el logotipo de la CIA. De ésta salieron folders, hojas, discos compactos, cintas de grabación de audio, cintas de video, casettes, disquetes, memorias USB y una laptop.

-¿Qué es eso?- preguntó molesto Lázaro a sus obreros, casi como si ellos hubieran tenido la culpa.

Christian tomó un folder que había quedado a sus pies, lo hojeó y vio que había muchos planos, todos decían “BOX 3” en la esquina superior derecha.

-¡Guey! ¿Qué estás viendo?- preguntó Lázaro, quién veía como su compañero estudiaba minuciosamente los planos frente a él. -No hay nada de valor, mejor vámonos- sugirió.

-¡No espera!- exclamó Christian -¡Mira, ven!- indicó.

Inmediatamente, Lázaro se acercó a Christian y vio aquellos planos que indicaban la existencia de una caja, con algunos adornos. Pero, lo que más les llamó la atención fueron las siguientes palabras: “Gold”, “Big” y “Ark”. Por lo que intuyeron que en la caja #3 (por los letreros que decían “BOX 3”), se encontraba un “arca, grande y con oro”. La perfecta combinación de palabras que ellos buscaban para sacar provecho.

Los dos ingenieros se vieron, sonrieron e inmediatamente después, se dirigieron a las dos cajas restantes.

-Busquen una caja que diga “BOX 3”- ordenó Lázaro.

-¡Aquí está!- respondió el equipo número 2.

Como si se tratáse de una carrera, los dos ingenieros corrieron hasta donde se encontraba la caja en cuestión. Esta caja, era la más pequeña de tamaño, pero aun así era muy pesada y por su configuración, era alta y larga. Tuvo que ser cargada por 4 trabajadores.

-¡Ábranla!- ordenó ansioso Christian.

Acto seguido, los obreros comenzaron a “palanquear” la tapa de la caja, con sus barras de metal y después de tres intentos, la tapa se abrió y la parte frontal, posterior y laterales de la misma se cayeron, dando paso a un arca grande, recubierta de oro, y en la parte superior se veían a dos pequeños querubines que estaban de frente, y tenían sus alas extendidas uno hacía el otro pero no se tocaban.

Los acabados de la misma, eran hermosos en gran manera y en los bordes había un trabajo muy bien elaborado con el oro, al grado tal, que toda el arca estaba recubierta y en los bordes parecía que le habían insertado algunas guirnaldas, que en realidad eran oro puro. En su parte superior, se encontraban dos figuras de querubines, arrodillados, uno frente al otro. Ambos hechos de oro, con un trabajo realizado, del más fino que puedas imaginarte.

-¡Mira!- expresó Lázaro, anonadado. -¡Sus alas no se tocan!- exclamó

-¡Wow!- exclamaron todos los presentes..

Sin pensarlo dos veces, Lázaro tomó su celular, le tomó foto al arca y luego se acercó a Christian.

-¡Ven! ¡Tomémonos una selfie!- invitó a Christian, quién se acercó a Lázaro y se colocó a un extremo de la recién encontrada Arca. -¡Tú!- llamó Lázaro a unos de los obreros y extendió su celular al mismo -¡Tómanos una foto!- ordenó.

-¡Somos ricos!- exclamó Christian.

Aquel obrero, tomó el celular y se dispuso a tomar la fotografía. Y fue en ese momento, cuando Lázaro y Christian, acordaron posar uno en cada extremo del Arca, mientras ponían su mano en lo que parecía ser el borde de la tapa de la misma. Y en cuanto los dos ingenieros pusieron sus manos sobre el Arca, los dos cayeron al piso de espaldas ya muertos.

Acto seguido, todos los presentes comenzaron a gritar y a intentar revivir a sus superiores, mientras que el miedo los empezaba hacer presa. No sabían que había pasado. Sin embargo, uno de los obreros que permanecía del equipo 1, que estaba sentado viendo todo lo que pasaba, miró debajo suyo y entonces localizó el folder que hacía unos minutos había tomado uno de los dos ya muertos.

Se acercó con sigilo y, tomando el folder; leyó en la portada que decía: “THE ARK OF THE COMANDMENTS”. Y entonces, se dirigió en silencio hacia la salida de aquel túnel, mientras que sus compañeros gritaban y lamentaban lo recién sucedido.

Por otro lado, en la Residencia oficial de Los Pinos; la agente Soraya que como se había mencionado es la encargada de velar por la seguridad del Presidente saliente de México, Omar de Calderón; ella se encontraba acostada en el margen de la fuente principal del patio de la citada residencia. Ella se encontraba dormida boca arriba.

En sus sueños le parecía ver un León enorme, de gran tamaño y enorme melena, que además se imponía. Aquel León, caminaba por un paraje desierto, obscuro y lleno de árboles torcidos, espinos y enredaderas que albergaban toda cantidad de animales de horrible aspecto y de gran pestilencia. Sin embargo, aquel León caminaba por aquel paraje con una gran firmeza y un aire de triunfo que Soraya, supo en ese momento; que aquello que veía no era un sueño cualquiera.

Pronto, la agente Gutiérrez, observaba que donde pisaba aquel León, ni los espinos o enredaderas, ni los animales quedaban en ese lugar. Era como sí nunca hubieran existido, y los árboles terminaban corroídos hasta sus raíces, al punto de desaparecer.

-¡Ea, ea!- gritaba un árbol enorme y sumamente torcido y putrefacto a la demás maleza que se encontraba alrededor. -¡Convengamos todos en un objetivo y derrotemos a este Rey! ¡Para luego servirnos de Sus carnes y comamos injuria de Sus costillas!- animaba.

Al instante, y para sorpresa de Soraya, todos los espinos, enredaderas, árboles y animales comenzaron a unirse para formar a una criatura de aspecto semejante al de una calavera que portaba una hoz. Sin embargo, aquel León observó y de un gran rugido, Soraya cayó de rodillas mientras sentía que su mente dejaba escapar la cordura que siempre la había caracterizado y sin más, despertó sobresaltada de aquel sueño.

Una vez despierta, se puso en pie de un solo salto y no tardo en percibir el olor pestilente que provenía de aquella fuente que estaba justo a lado de ella. La impresión y desagrado que aquel olor emitía, hizo que inmediatamente le empezara a causar una gran duda la cual, vino acompañada de ver como la gente corría de un lado al otro, con sus celulares en la mano. Entonces, viéndose rodeada de mucha gente que grababa en dirección a donde se encontraba ella, giró su cabeza y observó con asco y horror, como de aquella fuente ya no brotaba más el agua, sino que era sangre lo que brotaba de aquel lugar.

Nada tonta, sino que por el contrario, muy inteligente y bastante supersticiosa. Soraya relacionó en su interior el sueño que había tenido hacía unos segundos atrás y que la había despertado de sobresalto, pero no dijo nada. Entonces, dio media vuelta y se dirigió hacia donde se encontraba el consejero espiritual que ocupaba el mandatario saliente, para consultarle lo que había soñado y preguntar (sólo para corroborar sus sospechas) sí eso (su sueño) y la cuestión del agua convertida en sangre, estaban relacionadas.

-¡Soraya!- escuchó que alguien gritaba. A lo cual, Soraya giró su cabeza hacia el lado derecho y vio al hombre al que precisamente iba a ver.

Por un momento, nuestra amiga se quedó de pie en donde se encontraba y esperó a que Nbiu terminará de acercarse a ella.

-¿Cómo ocurrió esto?- preguntó Nbiu, volteando a ver momentáneamente la fuente.

-¡Si usted no sabe, menos yo!- respondió Soraya. -¿Sabe?- preguntó -Yo estaba durmiendo ahí, en el marco de la fuente. Tuve un sueño bastante extraño para ser verdad.- explicó.

-¿Extraño? ¿En qué sentido?- preguntó Nbiu

-No lo sé- respondió Soraya -En mi sueño, había un león de gran estatura y una melena hermosa, era como si…. Como si de ella se desprendieran rayos de luz ¡radiante pues!- explicaba -Aquel león caminaba por una especie de bosque embrujado o algo así. Y alrededor, había enredaderas, espinos y animales horribles en gran manera. De pronto, un árbol enorme se levantó y convocó al resto de las criaturas a que pelearan en contra de aquel león- continuó -Pero, aquel león se paró y rugió tan fuerte que por un momento, pensé haber perdido el juicio. Entonces, desperté- terminó.

Aquel brujo miró con detenimiento a Soraya y tomándola del brazo derecho, la llevó a un lugar donde no hubiera tanta gente.

-Si tu sueño es real- explicó -Quiere decir, que el Dios Verdadero se ha puesto contra México- continuó.

-¿Cómo?- preguntó Soraya -¿Cómo que el Dios Verdadero? Si tú eres el primero que has dicho que existen varios dioses y seres celestiales y no sé que tanta cosa más- continuó.

-Bueno, ahora ya lo sabes- interrumpió Nbiu, con una mirada seria.

-Ok- dijo Soraya, viendo fijamente al brujo. – ¿Por qué contra nosotros? – preguntó.

-Se rumora que, Martha y Shin Yuo Cun, robaron el Arca del Pacto de los judíos, y que ellas, la trajeron a México- respondió.

-Entonces, hay que devolvérselas- argumentó Soraya.

– ¡No! – gruñó entre dientes Nbiu. -Dice la leyenda, que aquel que poseyera el arca era invencible, porque de esa misma arca se desprendían rayos y un gran poder emanaba de la misma.- explicó -¿Te imaginas si la pudiéramos tener?- intrigó.

-¿Qué podríamos hacer?- preguntó Soraya, como ya sabiendo la respuesta.

-Poner el mundo a nuestros pies- respondió Nbiu -Sí nosotros logramos, soportar el furor de Dios, demostraremos que podemos retener el arca y hacer, lo que nos plazca. ¡Imagina, todo el mundo a tus pies! ¡Todo el poder, ciencia y atributos, estarían bajo tu mano! ¡Serás invencible!- continuó.

– ¿Invencible? ¿Poder? – se preguntaba en su interior Soraya, pero su mirada reflejaba esas preguntas que ya la estaban convenciendo.

-Además del poder que tendrías a tu disposición…- dijo Nbiu -Nunca morirías, ni te enfermarías, ni te debilitarías… ¡Serás como Dios!- convenció.

-¡Ea, ea!- exclamó Soraya, con gran alegría. -¡Vayámos pues, por esa arca! ¡El tiempo para mi reino, está cerca!- exclamó.

-Espera- interrumpió Nbiu -Tú no te ensucies las manos, deja que Omar te ordene- propuso.

A esto, Soraya le pareció correcta la propuesta y sonriendo al chamán, se fue en busca del mandatario.

10:30 A.M.

10:35 A.M.

Layla caminaba de un lado al otro dentro de la recién recuperada estación Tasqueña. Ella, supervisaba las labores de recolección de cuerpos y había ordenado que estos fueran puestos boca arriba, con su identificación encima de sus manos.

En ese momento, uno de los efectivos mexicanos llegó y le mostró a la joven agente norteamericana la noticia de que el agua, se había convertido en sangre. Al ver la noticia, pidió que se la tradujeran al inglés y una vez que hubo entendido, quedó impactada. Si bien, no sabía que el Arca estaba en México, su religión le permitió darse cuenta, que algo muy importante estaba ocurriendo en México y tenía que ser resuelto. Acto seguido, Layla salió de aquel lugar y dirigiéndose al auto en el que se había transportado, se dirigió lo más rápido que pudo hacia el CIM pues, tenía las esperanzas de que una vez que les dijera lo que ella pensaba que era, recibiría todo el apoyo.

Sin embargo, otra era la realidad.

En las maltrechas instalaciones del CIM, el presidente de México saliente, Omar de Calderón, arrivaba envuelto de su gran escolta de seguridad personal, que lo acompañaron a descender del helicóptero en el que había aterrizado en el helipuerto del CIM.

Por su parte, Sandra Soto, había salido a recibir al mandatario y durante el trayecto había sido notificada las casusas a las que se debía la conversión del agua en sangre. Lamentablemente, Sandra ya también sabía acerca del Arca del Pacto y acababa de ser enterada del hallazgo realizado en las excavaciones de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México. Así que ella también ansiaba poseer tan codiciado artefacto, para poder tener el control total en México y porque no, en el mundo entero.

En ese momento, Omar de Calderón le estrechó la mano a Sandra y le dijo -Me han informado que el Jefe de Gobierno, Roberto, ha fallecido.- señaló -Estoy dispuesto, a dejarla gobernar esta Ciudad, el resto de esta administración, y darle todo lo que usted desee, sí me ayuda a encontrar el Arca del Pacto- propuso.

-Le tengo algo mejor- dijo Sandra, mientras sonreía -Me han informado, la ubicación exacta del Arca, sí usted y yo unimos fuerzas…. Yo le ofrezco, inmunidad absoluta, a usted y a los suyos, por el resto de sus días. Además del 40% de lo que hallemos en el interior del Arca- propuso.

-Señora- dijo Omar, al tiempo que extendía su mano derecha a Sandra -México ha llegado a un acuerdo- terminó. Mientras Sandra correspondía el estrechar de manos y asentía con la cabeza.

-¡A trabajar!- exclamó Sandra.

Al dar media vuelta, los dos mandatarios escucharon un ruido extraño que iba en aumento. Aquel ruido era extraño, como un croar de muchas ranas. Pero eso era imposible, se encontraban en la Ciudad de México y lejos de cualquier estanque o río. Sin embargo, aquel ruido comenzó a ser más y más fuerte y pronto, comenzaron a emerger de todos los alcantarillados de la Ciudad, un número enorme de estos asquerosos y croantes reptiles anfibios.

Al ver esto, Sandra y Omar corrieron a resguardarse dentro de las instalaciones del CIM, pero se dieron cuenta que en el interior, los empleados luchaban por mantener a las ranas dentro de los baños, pues estas, salían a grandes raudales de los escusados y comenzaban a llenar los espacios destinados al baño.

-¡Dedo de Dios es éste!- exclamó Nbiu, quién iba acompañando al presidente Omar -Es mejor que desistan, no deberíamos de estar jugando con Él!- gritó y luego tomando por sorpresa a un efectivo mexicano, tomó su arma y se disparó en la cabeza, terminando así sus días en esta Tierra.

Por un momento, Sandra y Omar, observaron lo acontecido y luego intercambiaron miradas, para dirigirse inmediatamente hacia la oficina de Isaí.

En eso estaban, cuando de pronto una nube negra apareció a gran velocidad, en el horizonte que mostraba la ventana principal del CIM. Omar se detuvo y llamando a Sandra, observaron como aquella nube negra de gran tamaño, se extendía sobre la Ciudad y parecía no terminarse.

-¡Moscas!- exclamó Sandra, casi sin aliento.

-Es mejor que no sigamos con esto- sugirió Isaí.

-¡Cállate!- ordenó Sandra a Isaí, en medio de un gruñido seco. -Señor presidente, pase por favor- indicó, al tiempo que lanzaba una mirada al director del CIM. Y con esa mirada le decía: “No me estorbes”.

-¡Traigan a mi familia acá conmigo!- ordenó Omar, al tiempo que entraba a la oficina de Isaí.

Y de manera inmediata, los elementos restantes de la guardia presidencial mexicana se apuraron para cumplir con la tarea ordenada. Mientras Sandra, Isaí y el presidente Omar, entraban a la oficina principal del CIM.

-¿Dónde está el Arca?- preguntó Omar a Sandra

-En los trabajos de la Línea 12 del Metro- respondió Sandra

-¿En qué parte?- replicó Omar

-En el trayecto de la estación Ermita a la estación Eje Central- contestó ella.

-Bien, llamaré a la agente Soraya- indicó Omar -A partir de este momento, ella se encargará de todo lo relacionado a traer esa Arca aquí con nosotros. ¿Estamos de acuerdo?- preguntó.

-Sí señor- respondieron Sandra e Isaí al unísono.

Sandra hizo un ligero ademán con la mano derecha a Isaí y con el mismo, le indicó que se saliera de aquella oficina. Y así lo hizo, salió de aquella oficina como sale un niño después de haber recibido una reprimenda de parte de sus padres.

Sin embargo, apenas hubo salido de aquella sala, se dirigió hacia el pasillo secundario que lleva hacia una aparente zona cerrada por una pared y dos pequeñas puertas laterales y en frente, había un gran muro de concreto, forrado de azulejos brillantes. Este muro, no era más que un pasadizo muy secreto, el cual llevaba hacia otro pasillo lleno de cuartos amplios y llenos de grandes máquinas. Estos cuartos funcionaban a manera de cuartos de “contención” donde se guardaban algunos materiales altamente peligrosos, así como otros materiales encontrados, confiscados y clasificados por el gobierno del Distrito Federal.

Pero, eso no era todo. Al final del pasillo antes mencionado, se encuentra un elevador que tiene una puerta escondida detrás de una gran pantalla táctil que se encuentra en una pared hecha de acero y titanio reforzado. La única manera de accesar a ese elevador es, ingresando un código al que sólo tenía acceso y conocimiento el director Isaí Miranda y que ingresaba a partir de un chip que tenía inserto al interior de su frente.

En el interior de esta sala, se encontraba otro pasillo con dos muros hechos de titanio y acero, los cuales eran de gran grosor. El pasillo en sí, es angosto y tiene unas luces tipo led color blancas en el techo. Al final de este pasillo, se encuentran dos puertas, la del lado derecho es amplia de acero, parecida a las que se utilizan en las bóvedas de los bancos. Y la segunda puerta, se encuentra casi pegada al muro izquierdo del pasillo.

Dentro de esta segunda puerta se encuentra una habitación de “Control y Monitoreo” de la habitación que se encuentra del otro lado. La otra habitación es muy amplia y todos sus muros están hechos de concreto, acero, titanio que están forrados de cuadros de mármol blanco. Pero, lo que es más de destacar es la grandísima cantidad de máquinas y aparatos electrónicos que están adentro, y en el centro se encuentra una gran camilla rodeada por unas mamparas de mica poliflexible de alta resistencia.

Sin embargo, Isaí entró a la habitación de “Control y Monitoreo” y desde ahí, tomó el teléfono celular que tenía para ese tipo de emergencias y el cual contaba con tecnología de la más alta encriptación, debido a que había sido un regalo que le habían dado Martha Bermejo y Shin Yuo Cun, para cuando el Arca fuera descubierta.

Si bien, Isaí no entendía del todo, las terribles consecuencias y poder que emanaba del Arca del Pacto, sabía que era lo suficientemente poderosa como para que las dos líderes del narco más despiadadas del mundo hubieran decidido abandonar la misma, a su suerte para no volver a saber de ella, porque realmente no era bueno meterse en esos asuntos. Y por lo mismo, Isaí resolvió en su interior en liberar lo más pronto posible el Arca, del territorio nacional.

Entonces, tomó el celular de emergencia el cual semejaba mucho a un teléfono satelital, pero pequeño. Y marcó inmediatamente al número celular de la agente norteamericana y espero a que le contestará.

-Aquí la agente Rainman- contestó Layla, con un tono de voz que dejaba entre ver la duda que le generaba el no saber el número del teléfono que le marcaba.

-Agente Rainman, soy el Director Isaí Miranda del Centro de Inteligencia Mexicana- dijo Isaí.

-Dígame- respondió Layla.

-Reúnase con la agente Soraya en los trabajos de la estación Ermita de la línea 12 del metro de la Ciudad de México- explicó Isaí.

-Pero ¿dónde queda ese lugar?- preguntó Layla.

-Dígale a los agentes que la acompañan y ellos sabrán guiarla, agente Rainman- respondió Isaí.

-Bien- aceptó Layla -Vamos para allá- señaló e inmediatamente después preguntó a los dos agentes que iban con ella en el auto -¿Saben dónde queda la estación Ermita?-

Mientras, Soraya se encontraba entrando a las todavía no terminadas obras de la proyectada estación Ermita, de la línea 12 del metro de la Ciudad de México. Soraya se encontraba rodeada de 25 efectivos de la guardia presidencial quiénes íban fuertemente armados y llevaban consigo varias maletas repletas de todo tipo de material y herramientas que les pudieran ser de utilidad.

Debido a la cantidad exorbitante de moscas que habían invadido tan repentinamente el suelo capitalino, Soraya y todos los que la acompañaban portaban unas máscaras de oxígeno que les cubrían todo el rostro. Sus manos, estaban cubiertas por unos guantes de látex color negro y una gran chamarra gruesa de color militar los cubría hasta la altura de las rodillas, donde comenzaban las enormes botas militares que portaban en los pies.

Soraya miraba atónita la invasión de las moscas y ranas que azotaban a la Ciudad. De hecho, habían visto a no menos de 100 personas que habían tenido que salir de sus casas debido a las repentinas plagas.

Una vez que hubieron llegado al área de taquillas de la estación Ermita, la agente a cargo miró hacia su lado derecho y vio que uno de los suyos se acercaba, portando una tableta electrónica en sus manos.

-Señora- dijo aquel efectivo, a lo que Soraya sólo lo miró. -Hay un YouTuber que está comenzando a transmitir todo esto que está ocurriendo- señaló.

-¿Y eso a mí que me importa?- preguntó de modo despectivo.

-El mundo entero lo está viendo y no cesan de preguntar por las causas que provocaron la aparición de estas plagas- respondió -Algunos han comenzado hacer algunas referencias a las plagas de Egipto- señaló.

-Ah- se limitó a responder Soraya, mientras caminaba hacia lo que era la preparación de los torniquetes de entrada. -Dígame soldado- dijo -¿Sabe usted porque está ocurriendo esto?- preguntó, mientras seguía su camino.

Por un momento, aquel efectivo militar mexicano observó a sus compañeros y guardó su tableta electrónica.

-Sí, señora- respondió.

-¿Por qué es?- preguntó Soraya

-Por el Arca del Pacto judía- respondió.

-¡Así es!- respondió Soraya, mientras bajaba por las todavía, inconclusas escaleras que conducían hacia la parte final de transbordo a la línea 12. -Y ¿cree usted que debamos decir algo?- preguntó.

-No señora- respondió él.

-Y si lo sabe- dijo Soraya, al tiempo que se detuvo y dando media vuelta giró a ver a aquel efectivo -¿Por qué esas ganas de joderme con preguntas estúpidas?- gruñó entre dientes.

-Lo siento señora- se disculpó aquel efectivo. Pero Soraya no le hizo el menor caso y caminó hacia donde se encontraban los pasillos de acceso a los andenes de la Línea 12.

Cuando hubieron llegado todos los elementos mexicanos con la agente antes referida a aquel lugar, pudieron advertir inmediatamente que, ahí no había ranas, ni moscas, ni agua convertida en sangre, por lo que procedieron a quitarse las máscaras de oxígeno.

-¡Estamos cerca!- exclamó Soraya, con una avaricia sin igual. -¡Rápido! ¡Busquen de que lado están todos los demás trabajadores!- ordenó a sus militares -Aquí está muy solo- susurró.

Al mismo tiempo, los militares corrieron hacia unas rampas que habían hecho los trabajadores, para poder construir los dos andenes que se encontraban un nivel aún más abajo.

-¡Veo una luz que está dentro del túnel!- indicó uno de los militares.

-¡Bien!- suspiró Soraya -¡Bajemos!- ordenó.

Por otro lado, en la Iglesia Central de la ICIAR, Pamela salió a recibir a su mamá quién llegaba corriendo hacia aquel lugar. Si bien, apenas había estacionado el auto cerca, le había sorprendido la poquísima cantidad de tráfico que hubo durante todo su trayecto.

-¡Mamá!- dijo con cierto miedo -¿Qué está pasando?- preguntó con zozobra.

-No lo sé hija, no lo sé- contestó su madre.

-¡Pamela!- gritó Leslie, que venía corriendo desde el interior del templo.

-¿Qué ocurre?- preguntó Pamela, volteando a ver a Leslie.

-Parece ser que detuvieron a nuestra instructora- contestó Leslie.

En ese momento, se escuchó un repentino clamor de todos los jóvenes que se encontraban en la parte principal de la iglesia. Aquel clamor era de muchos jóvenes que lloraban a gran voz y con una desesperación y angustia aun mayor.

Por su parte, Pamela abrazó a su mamá y extendió su brazo derecho a Leslie, para incluirla en el abrazo, en el que buscaban cierto consuelo o fortaleza que en realidad se había disipado de la Ciudad, desde hacía casi cuatro horas atrás. Leslie abrazó a Pamela y a su mamá, y luego de llorar un poco le dijo a la primera.

-¡Pam!- llamó entre llantos -El pastor me pidió que te dijera que fueras a nuestro salón y que bajes todos los documentos de nuestro grupo- explicó -Que no se te olvide nada, por que en un rato más, los llevará él, hacia donde tienen a Kara, detenida- señaló.

Sin mediar palabra alguna, Pamela se separó de su mamá y se dirigió hacia el final del pasillo donde se encontraba el elevador que la llevaría al nivel donde está su salón en el que cada domingo asiste a su servicio dominical. Mientras esperaba aquel ascensor, nuestra joven amiga miró su celular sólo para darse cuenta que éste no tenía señal de comunicación, entonces, intentó encender los datos de internet móviles, pero al momento que intento ingresar al buscador Google, le apareció la leyenda que le indicaba que no estaba conectada al internet. En eso, la campana del elevador se escuchó y nuestra amiga subió, marcando el piso número 2.

-¡Jóvenes!- llamó el pastor de la iglesia, quién se encontraba acompañado de 3 personas más, entre las cuales; había una mujer que es una prominente abogada en la Ciudad de México. -¡Jóvenes!- volvió a llamar.

Sin embargo, la juventud estaba envuelta en un mar de lágrimas y gritos que no eran más que el producto del pavor y miedo que los había hecho presas por todos los acontecimientos que se han venido desarrollando. Además, la pasividad y decidia con que el Gobierno del Distrito Federal venía actuando, no hacía más que acentuar el desamparo que sentían aquellos jóvenes y con ellos, todos los habitantes de la Ciudad de México.

Por su parte, Martha sabía que algo andaba mal porque escuchaba a todos los agentes que se encontraban en el CIM que iban de un lado al otro. Entonces, envío a uno de los agentes para que le informara que es lo que estaba pasando en realidad.

Mientras tanto, Nayheli caminaba por el pasaje subterráneo de la estación Pino Suárez, en dirección al Zócalo. El paso con el que iba esta joven sicaria era muy rápido y en su mente, solo albergaba una idea, como vengar la muerte de Diego, de alguna forma tenía que hacerle pagar a Isui por lo que había hecho

-Si ne asertanta esti- murmuraba Martha, que se encontraba custodiada en el cuarto de interrogación en el que la habían detenido.

-¿Qué dices?- preguntó el custodio, que en realidad era uno de los recién egresados agentes de la Academia.

-Kiel vi diros al iu ion ne?- preguntó Martha, haciendo gala una vez más de su dominio del idioma del esperanto. -Sed singarde, car gi estas dangera- se respondió. -Tiam, kiel vi diros unu afero kiu ne estas persono?- volvió a preguntarse. -Nun resultas ke ciu povas esti persono- comentó.

En ese momento, Sandra entró de manera muy agitada y brusca hacia el cuarto de interrogatorios donde se encontraba Martha. Y acercándose a ella de manera muy intimidatoria le preguntó: -Do kio vi parolas?-

-Whoops!- exclamó Martha entre risas -Vi venis rapida- señaló. Aquel oficial miró con gran sorpresa y asombro como las dos mujeres hablaban un idioma que para él, le sonaba desconocido.

-Cu vi scias, kiu mi estas?- preguntó amenazadoramente Sandra.

-Se- respondió Martha -La gusta demando estas, kie estas la vera Sandra?- preguntó con un gesto de cierto soslayo hacia Sandra.

Por un momento, Sandra se rió y sentándose frente a Martha, la miró burlonamente y le dijo: -Vi vere opinias ke devos labori?-

-Ne, via- contestó Martha. -Gi laboras?- preguntó con entusiasmo.

-Vi scias kion vi povas kauzi?- preguntó Sandra, en un tono molesto. Pero, fue ahí, que el oficial percibió una variación en el tono de voz de Sandra.

-Se- respondió Martha, al tiempo que se ponía en pie lentamente y miraba con recelo a Sandra. -Vi scias ke vi povas fari nenion, cu ne?- quiso recordar Martha.

-Se, sed ne fidi multe- respondió Sandra, mientras que crecía de tamaño y su voz se convertía como en la de un perro. -Mi diros al vi ion Martha, hodiau mi faros cion mi volas. Provu ne akiri en mia vojo- terminó de amenazar. Cuando en ese momento, como si se tratase de un disfraz de papel de china, la apariencia de la Doctora Sandra se cayó al suelo y de ahí surgió “El Rastrillo”.

Sin aun poder creérlo, Martha se apresuró a preguntar: -Kie estas Sandra?-

-En la lifto- respondió en un gruñido. Acto seguido, aquella abominable criatura dio media vuelta y se avalanzó sobre aquel uniformado a quién inmediatamente despedazó, frente a una Martha Bermejo que cerró los ojos y gritaba: -Malvarma nokto, luno kovri min! Ne mi! Mia ne!-

Una vez que aquella criatura de ultratumba devorará a aquel pobre uniformado, se volteó a ver a Martha y le dijo: -Marta parenteze, kapoj ankorau atendas rezultojn de vi- advirtió y luego desapareció.

-Jes, mi scias- contestó Martha, mientras todavía tenía cerrado los ojos.

10:42 A.M.

10:50 A.M.

Layla Rainman, caminaba por las vías subterráneas que la conducían de la estación Ermita hacia la estación 20 de noviembre, de la todavía no terminada línea 12 del Metro de la Ciudad de México. Frente suyo, la agente Soraya la miraba con una mueca que dejaba claro el desdén que tenía hacia nuestra joven agente norteamericana.

Si bien, Layla aun estaba lejos de ella, podía distinguir claramente aquel gesto de profundo desprecio con el que la su homóloga mexicana la veía. Por eso, buscaba alguna forma de entablar una comunicación que fuera estrictamente esencial con ella. Sin embargo, Soraya no pensaba lo mismo, sabía que si bien, la agente Rainman si le era un gran obstáculo para poder alcanzar sus metas, sabía también que si deseaba mover en algún momento aquella gran Arca, lo cierto es que requería de los conocimientos de la agente; quién además era cristiana; para perder la menor cantidad de personal y de esta manera, levantar lo menos posible, de sospechas.

-¡Agente Rainman!- gritó Soraya, haciendo un esfuerzo por disimular su odio hacia Layla. -Algunos obreros que trabajan en esta construcción, dicen que vieron salir a una criatura de aspecto humanoide, por éste mismo túnel en el que usted y yo nos encontramos ahorita- señaló.

-Lo que está pasando en México, no ocurre por una criatura de aspecto humanoide- replicó Layla -Me parece que hay algo más- continuó.

-¿Algo más?- fingió Soraya -Agente Rainman, creo que no la entiendo. ¿Podría explicarse, por favor?- pidió.

Por un momento, Layla la miró y se detuvo a una distancia de 4 pasos en frente de ella.

-¡Tranquila niña! ¡No muerdo!- advirtió en tono burlón -Tal vez te bese, pero no te muerdo…- susurró a manera de lisonja contra Layla. Pero esta última, sólo se encogió de hombros y viéndola fijamente le dijo: -Entonces, ¿qué va ser? ¿Me vas a llevar al lugar de donde salió tu mito de forma humanoide o nos sentaremos a discutir nuestras intrascendentes diferencias sexuales?- preguntó en tono retador -Te sugiero que te decidas, porque yo por mí. Tengo todo el tiempo, pero… Tu ciudad, ¡quién sabe!- complementó.

Como no esperaba esa respuesta, Soraya se encolerizó en demasía, sin embargo tuvo que contenerse y dando media vuelta; le indicó a la agente antes referida, que la siguiera.

-Los obreros han encontrado un orificio a la mitad del trayecto entre estas dos estaciones. Al parecer, alguien tuvo el suficiente tiempo para venir, escarvar en las paredes y salir huyendo felizmente del lugar- comentó Soraya.

-Espero que las autoridades mexicanas tengan conocimiento de ello- se burló Layla -Espera ¡Ustedes son autoridades mexicanas! ¡Perdón! A veces, llegó a pensar que estoy con mi grupo de “boy scouts”- continuó Layla.

-Agente Rainman- dijo Soraya, sin dirigir su mirada a la misma -¿Seguirá burlándose de mi gobierno o podremos trabajar en paz?- preguntó.

-Usted dígame- respondió Layla -¿Qué va ser?- volteó la pregunta.

De regreso al CIM, Martha caminaba rodeada de algunos recién egresados de la Academia que la veían con espanto y gran sorpresa, pues no podían creer que en realidad, la líder del narco mexicano más grande y temida no sólo de México, sino que también del mundo había tomado el control de aquella organización gubernamental.

Por su parte, Martha había llevado a todos los agentes disponibles hacia el elevador y a punta de amenazas y palabras soeces había logrado que la obedecieran. Una vez que se encontraban en la puerta del ascensor, el grupo de sicarios que había salido de la estación Tasqueña, se apersonó en el mismo piso donde se encontraba su líder y, cuando la hubieron visto libres, quedaron asombrados.

-Cuando hayan terminado de cerciorarse que verdaderamente soy yo, urge que abran esa puerta- ordenó Martha, con su peculiar acento sarcástico que la distingue al hablar.

Al escucharla, aquellos sicarios se abrieron paso de manera brusca por entre todos los novatos de la Academia.

-¡Martha!- gritó Isui, quién se acercaba corriendo hacia ella. -¡Jamás acordamos que podías tomar control del CIM! ¡Esto no es parte del acuerdo!- gruñó.

-¡Tenés razón, che!- contestó Martha, mientras imitaba el acento argentino -Sin embargo tu jefazo yace muerto en la mesa de aquel interrogatorio (señala al interrogatorio que estaba a su mano derecha) y tenemos a un personaje de ultratumba haciendo apariciones muy extrañas en este lugar- continuó.

-Y eso ¿qué?- preguntó Isui

-Que la siguiente víctima de ese “Rastrillo”, se encuentra en alguna parte de este edificio- contestó Martha -Y mejor vemos quién es esa víctima, antes de que alguien más tome su lugar ¿no lo cree agente Miranda?- señaló -O bien, si usted está dispuesta, ¿por qué no toma el lugar de la próxima víctima?- preguntó.

Por su parte, Isui observó a todos sus compañeros que la rodeaban y supo en ese momento que si bien, dejar que Martha Bermejo tomara el control de esta dependencia gubernamental no era lo más ético, ni moral. Lo cierto es que, la gravedad de la situación así lo ameritaba; por lo que se había vuelto un mal necesario para poder dar una respuesta que les permitiera recuperarse y volver a direccionarse hacia una solución que respondiera a las demandas de una población capitalina que estaba aterrada.

-¿Quién crees que se la víctima?- preguntó Isui

-Aún no sé- respondió Martha -¿Sabes la contraseña de esta cosa?- preguntó mientras señalaba con su mirada hacia la puerta del elevador.

-No, recién acabo de egresar de la Academia- respondió Isui.

-¿Alguien?- preguntó al resto de los agentes que estaban alrededor de ellos. Pero nadie le supo dar razón de lo que pedía. -¡Vaya! ¡Estoy rodeada de puro inútil!- pensó. -¿Y qué esperan? ¿Qué les dé un curso o les pague algún instructor?- preguntó en tono molesto.

Acto seguido, todos los recién egresados, vieron a su compañera quién se limitó a decir: -¡Ya la oyeron!-

Por un segundo, Martha miró a Isui y se sonrió. Posteriormente, se giró hacia su flanco izquierdo y se dirigió hacia el centro principal de operaciones del CIM.

-¿Omar?- preguntó, mientras veía con un gesto de burla al mandatario saliente.

-¿Tú que haces aquí?- preguntó él.

-¡Ah! ¡Ya sabes! ¡Lo normal!- respondió con cinismo -Me detienen, me interrogan, me escapo o me sueltan… Cualquiera de las dos tú ya te la sabes ¿cierto?- continuó.

-No se de que me hablas- fingió Omar.

-¡Ay, por favor!- se rió Martha -¿Sigues creyendo que ganaste en 2006?- preguntó -¿O tengo que recordarte algunos movimientos?-

-¿Sabes el peligro en el que pusiste a este país?- preguntó Omar, refiriéndose a las cajas de la CIA.

-Sí, desde que hiciste tu estúpida declaración de la guerra contra el narco- respondió Martha, mientras desviaba la conversación -¿Sabes? ¡Fuiste muy lejos con tu jueguito ese!- replicó. Luego, se quedó mirando al mandatario y contando en voz alta, a todos los que acompañaban a Omar, preguntó: -¿Y tu guarra?- refiriéndose a Soraya.

-Va camino a encontrar lo que perdiste- respondió Omar.

-¿La gringa?- volvió a preguntar.

-No sé, debería estar en camino para acá- respondió él.

Martha torció su boca y viendo todo el desastre en el que se encontraba el centro principal de operaciones, miró hacia el techo para luego menear la cabeza y mirar hacia la pantalla de mando que estaba enfrente de ella.

-Si fuera tú, tendría cuidado- advirtió Omar -El director del CIM salió antes de que tú pudieras llegar- señaló.

Por su parte, Martha lo vio con un desdén tan grande que aún el mismo mandatario se sintió amedrentado.

-¿Sabías que tu mamá es hombre?- replicó la pregunta -¡Descuida! Tan poco es algo de lo que tu tuvieras la culpa- respondió en tono de burla -Y sin embargo, aquí estás- continuó.

-¡Lo digo en serio!- gruñó entre dientes Omar.

-¿Sí?- preguntó Martha, y jalando bruscamente al mandatario por la camisa lo hizo sentarse violentamente, en una de las estaciones de trabajo que estaba cerca. -Dígame, su Majestad todopoderosa del PAN, ¿cómo es qué el Rastrillo no te hizo nada?- preguntó -¿Qué le has dado?- volvió a preguntar.

-Lo que yo le haya ofrecido es mi problema- respondió

-¡No, ahora no!- gruñó Martha -Esa cosa está buscando a su próxima presa… ¿Es curioso que no te haya hecho nada? ¡Tal vez! Pero sólo hay una respuesta a eso… Tú, le ofreciste a alguien, a cambio de tu vida.- señaló. -Y mientras no haya asesinado a quién le diste… Sus ataques no cesarán- complementó.

-Puedes estar segura, que no es nadie de aquí- afirmó Omar.

Martha lo miró fijamente y luego lo soltó.

-Agente Miranda- llamó Martha -Busque a su hermano y dígale que venga a verme aquí- ordenó.

-Sí, voy- respondió Isui y fue a cumplir con lo encomendado.

-¡Tú!- llamó Martha, mientras con su mirada se refería a Ovidio -¿Cuál es el estado de esta cosa?- preguntó, refiriéndose al estado en el que se encontraba el CIM.

-No tenemos luz eléctrica, ni computadoras, los sistemas están caídos, el agua convertida en sangre, las ranas están saliendo de los sistemas de drenaje y hay una gran nube de moscas cubriendo el exterior de este edificio- respondió Ovidio.

Por su parte, Martha se encontraba urgando en una de las estaciones de trabajo que estaba abandonada. En eso, abrió un cajón y tomó el arma que encontró ahí, junto con sus dos cartuchos que ahí estaban. Luego, cargó la pistola y puso el seguro en ella.

-¿Dónde está el arsenal?- preguntó Martha.

-En el ala este- respondió Ovidio

-¿Aun hay acceso, sin los sistemas funcionando?- preguntó

-Sí señora- respondió Ovidio.

-Bien- respondió Martha -¡Escúchenme bien todos y no se equivoquen!- habló a todos los que estaban presentes en la sala principal de operaciones -Sé que todos ya me conocen y estoy segura que desean atraparme, tanto como yo matarlos a ustedes. Sin embargo, las circunstancias en las que nos encontramos ahorita; hacen que tengamos que unir fuerzas para sacar de este “bache” a su amada CIM y, rescatar la Ciudad de México. O al menos, lo que quede de ella.- continuó -Por lo que estoy tomando el mando de esta institución y una vez superados todos los problemas, volveremos a la parte en la que yo los asesinaba a ustedes y sus familias compraban lindos ataúdes y flores que llevaban a sus sepelios.- señaló -¿Les fui clara?- preguntó.

Pero todos guardaron silencio.

-¡Tomaré su silencio como una firme aceptación!- exclamó Martha. -¡Tú!- se dirigió a otro de los agentes -Ve al arsenal y tráenos armas a todos- ordenó.

-Sí señora- respondió aquel novato.

-Los demás, quiero que levanten esta pocilga y la pongan en orden- volvió a ordenar.

-Sí señora- respondió el resto.

-¡Y tú!- se volvió al mandatario, quién seguía sentado en aquella estación -¡No te me atravieses en el camino! ¿Te queda claro?- amenazó férreamente.

-Sí señora- respondió Omar.

Insurgentes Sur esquina con Félix Cuevas, Ciudad de México.

La avenida Félix Cuevas se encontraba vacía y la plaza comercial de Galerías Insurgentes estaba totalmente desocupada. Los hechos que han ocurrido en la Ciudad de México, han provocado un pánico tan grande que, los mismos capitalinos se refugian en sus casas. Aún muchos elementos policíacos han preferido no abandonar sus estaciones y desobedecer las órdenes que les daban los mandos superiores, quiénes también se habían refugiado en sus casas.

De pronto, un viento muy fuerte comenzó a soplar y todas las moscas que tapizaban las avenidas de Félix Cuevas e Insurgentes, comenzaron a retirarse y volar en dirección hacia el oriente. En pocos segundos, todo quedó en completo silencio y en una desolación tan grande, como nunca se había visto.

Sin embargo, dos personas del género femenino se materializaron sobre la vialidad de Félix Cuevas, la forma en la que se materializaron fue a partir de un haz de luz blanco muy resplandeciente que duró apenas unos 3 segundos y aquellas dos féminas, aparecieron de la nada.

Las dos jóvenes, son de una edad aproximada de entre 27 y 28 años de edad. Una de ellas es de tez morena y su acompañante es de tez blanca, ambas tienen una estatura que oscila entre el metro y setenta centímetros. Además, portan pantalones y zapatos militares, blusas color gris acero y unas chamarras de color militar, en las cuales se lee del lado izquierdo las letras “C.A.E.M.”, en los hombros izquierdos se ve la bandera de México. Así mismo, portan dos armas muy distintas a las que se hayan visto hasta ese entonces.

Una vez que ambas terminaron de materializarse, pegaron dos veces en sus armas y volteando a su lado derecho, se dirigieron a los trabajos de construcción para la estación “Insurgentes Sur”, de la Línea 12.

Con mucho cuidado y en completo silencio, ambas jóvenes ingresaron en aquel túnel que todavía se encontraba en obra negra. Acto seguido, una de ellas sacó de uno de los bolsillos de su pantalón, un aparato semejante al de un celular touch y éste, comenzó a emitir una señal. Después, la joven de piel blanca miró a su compañera y extendiendo su mano derecha hacia el frente, hizo el ademán de como quién se sacude agua de la palma de su mano y entonces, del bolsillo de ambas, salieron cuatro bolas metálicas de pequeñas dimensiones. Al mismo tiempo, Pamela; tocó leve y rápidamente su sien izquierda e inmediatamente, casi de la nada, una cinta transparente le cubrió sus ojos. Esta cinta no es más que una pantalla flexible que le da la imagen de lo que las sondas que ya se adentraban hacia aquel lugar, le enviaban.

Luego, Pamela volteó a ver a Yaheli y asintiendo levemente con la cabeza, continuaron su marcha hacia el interior de aquella inconclusa obra.

Ya adentro y en completa obscuridad, los ojos de ambas, adquirieron una coloración azul tornasol. Esto era, porque una armadura de fino grosor pero de fortísima resistencia, hecha de titanio, ligera como las plumas del ave y, tan flexible como la licra; las recubrió desde la planta del pie, hasta la punta de la cabeza.

Es un hecho que ambas se encuentran en busca de algo que saben que podría ser peligroso o bien, sea muy pesado, pues esa armadura les dota de una fuerza sobrehumana, mientras la tengan desplegada.

De pronto, aquellos ojos color azul tornasol, adquirieron un color rojo incandescente y un gruñido sordo se escuchó salir en medio de la obscuridad. Aquellas sondas esféricas, se detuvieron entre las dos jóvenes y aquella criatura que emitía aquel sordo gruñido. Por su parte, ambas militares dispararon sus armas, las cuales emitieron un rayo de luz con un color semejante al blanco mezclado con un tenue amarillo. Sin embargo, las armas no hicieron efecto, por lo que las sondas emitieron un pulso sónico muy estridente, mientras que las jóvenes volvieron a descargar sus armas otras dos veces.

Fue hasta entonces, que se escuchó un ruido y Pamela hizo el gesto de cubrirse de algún golpe para luego salir volando por los aires, cual hoja de árbol que es llevada por un gran viento. Al mismo tiempo, Yaheli se tiró al suelo y realizó alrededor de 5 disparos más hacia el mismo punto de donde provenían aquellos gruñidos. Sin embargo, en medio de la obscuridad, algo sujetó a nuestra militar y la aventó con mucha fuerza, contra el techo de aquella obra para luego, aventarla hacia donde se encontraba Pamela.

De una manera ágil, Pamela ya se encontraba corriendo hacia donde habían comenzado a disparar, esquivó a su compañera y siguió disparando, para luego correr en dirección hacia la salida, que era por donde habían entrado. Mientras, Yaheli se levantó y echó a andar hacia la misma dirección, cuando en eso; escuchó el grito de Pamela que fue acompañado de un gruñido del que se desprendían tres tonos horribles en gran manera.

La piel de Yaheli, se erizó y corrió lo más rápido que pudo. Cuando hubo llegado donde su compañera, pudo observar con horror una escena con la que jamás hubiera querido toparse. Entonces, se acercó al cráter de aquella encarnizada batalla y encontró el cuerpo inerte de la criatura que cazaban y que había salido de donde habían encontrado las cajas de la CIA, hacía una hora atrás. Pero también, vio el cuerpo traspasado de Pamela.

-¡Pamela!- gritó Yaheli. Pero su amiga, sólo podía tragar saliva con mucha dificultad. -¡Voy a sacarte de aquí!- exclamó Yaheli.

-¿Quién anda ahí?- preguntó Soraya quién se encontraba a la distancia, acompañada de Layla Rainman y dos efectivos militares de la guardia presidencial de México. Sin embargo, aun estaban muy lejos y las luces de sus linternas, no alcanzaban a alumbrar toda la escena.

-¡No pueden verlo!- gruñó Pamela, mientras que con jadeos intentaba animar a Yaheli.

Acto seguido, Yaheli señaló con su mano izquierda, hacia el cadáver de la criatura y aquellas sondas esféricas desmaterializaron el cadáver y luego, se guardaron en los bolsillos de su pantalón.

-¡Mátame!- gruñó Pamela.

-¡No!- exclamó Yaheli. -¡Tu esposo y tu hijo te esperan!- replicó.

-¡No! ¡Vete!- jadeó Pamela, mientras que un hilo de sangre le escurría de la boca. Al mismo tiempo, la armadura se retrajo en su totalidad.

Entonces, Yaheli dio cinco pasos hacia atrás y colocando su arma hasta el último nivel, volteó a ver a su amiga.

-¡Perdóname!- exclamó entre susurros ahogados en llanto.

Pamela le sonrió y cerró sus ojos.

Yaheli le disparó, y con aquel disparo, todo el cuerpo de Pamela, se volvió un montículo de cenizas.

-¿Qué mierda?- preguntó Soraya, quién junto con Layla y los otros dos efectivos miraban atónitos lo recién acontecido.

Entonces, Yaheli activó su sistema de mimetización en su traje, por lo que desapareciendo de la vista de los presentes, recogió las cenizas de su ex compañera y huyó rápida y sigilosamente de ese lugar.

11:00 A.M.

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