Nuestro paraíso.

¿Recuerdas aquel día en el que me contaste tu

sueño? Aquel ominoso sueño en el que sólo penumbras podías divisar, añorabas no acordarte más de aquella pesadilla, ese limbo abyecto y eterno en el cual te horrorizaba caer.

Pero recuerda, ¡oh sí!, recuerda que ese mismo día yo sembré flores por toda esa oscuridad, hice surgir tulipanes y margaritas, girasoles, orquídeas y rosas rojas. Leímos a Neruda, Pizarnik, Cortázar y al viejo Bukowski, entonamos sus poemas, bailamos al ritmo del Blues hasta el Jazz, pintamos estrellas y agujeros negros en la temible soledad, bebimos leche y comimos chocolate hasta la nariz sangrar; ¡Ah! Y qué más luz que la que vos y yo pudieramos irradiar. Hicimos nuestro propio paraíso con avena y sueños rotos, café y lunas amarillas, lágrimas y dulces de múltiples sabores, nubes de colores y jalea de piña, bicicletas viejas y chácharas sin parar.

Ni el vacuo Edén se le podía comparar. Recuerda que… Hicimos del hórrido sueño oscuro nuestra propia realidad.

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