Despertar cada día sin existir. Estrangular libertad con
fronteras… desarmar almas que viven con ametralladoras de
ilegal residencia; identidad que se esfuma. Supeditar la
existencia al título de residente -residencia ambula entre la
nostalgia del hogar del que tuve que huir y del lugar donde
estoy y no pertenezco-
Hacerme reo de escondites cuando el murmullo de extradición
se agita; fingir mi acento cuando guardianes de las normas se
aproximan. Naturalización es deber y residencia ilicitud
cuando el fisco no ha recibido aranceles para estimar
legalidad.
No existo en un país que no es el mío. Mi cuerpo con alma
camina, respira, siente, habla y de cuando en vez hace favores
a los vivos, pero no existo. Vida se acredita con un documento
de identidad -el mío expiró-. Soy presa de la ilegalidad. Casa
era clandestinidad.
Igualdad hace bloques de normas con escasos dictámenes de
equivalencia; derechos son reproches que rechazan nacionales;
hogar huele a destierro; los abrazos de mamá no pasan las
fronteras; el cuerpo habita y transita sin existencia, residencia
son aranceles que otorgan identidad… vida es el documento
que la asienta.
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