Nostalgia no. 4

Te conocí y sólo bastó una mirada, para perderme en un mar de ideas y embelesos; así de simple enamorada mi alma, clamaba con vehemencia de tus labios los besos.

Fuimos enamorados y al final amantes, y aunque nuestros mundos se encontraban muy distantes, místico fue el idilio y lo efímero se tornó perpetuo, lo común extraordinario y lo cotidiano placentero.

En nuestro caminar hubo frutos, los más hermosos seres infinitos, derrochando alegría siempre risueños, uno en casa del centauro y otra con aquel que derrama conocimientos.

A pesar de haberlo tenido todo como en sueño; bastó la rutina, la pereza y la indiferencia, para minar nuestro camino juntos y desvanecer nuestra llama hasta volverla un fuego fatuo.

El rompimiento inevitable y necesario; el dolor más oscuro y tenebrante que jamás viví; agonía lenta en mi corazón herido; el quiebre del espíritu en mi.

¡Porque aunque necesaria no eres  para mí, no dejo de pensar en esta vida sin ti! Dónde quiero verte riendo junto a mí, entregando todo lo que soy sólo a ti.

Imagino tus manos con las mías, nuestras miradas cruzándose, tu aliento con el mío fundiéndose, ambos en un instante de placer y alegría.

¡Porque aunque lejos de mi estás, siempre mi mente a tu lado me ha de llevar!

¡Porque no importa cuánta distancia nos ha separado, siempre regresaré a ti como tu eterno enamorado!

Pero luego despierto y la realidad me grita que ya te has marchado. Mis adentros se anudan cada que confirmo tu ausencia, porque no importa cuan lejos te marches en mi corazón tienes presencia.

                                      Cyrano.