Cada noche es de amar, su tranquilidad y paz, serenidad por donde esté me hace renunciar a una vida cuestionable.
Supongo soy un ser detestable, avaricioso e incontrolable… Ni siquiera el cariño emanado por los corazones emocionales pudo llegar a mi. Renuncie a toda esperanza, me volvía débil y frágil y despoje mi humanidad después de aquella noche.
Me hago llamar monstruo sin saber si soy algo real, ¿acaso soy real? y caigo en la intensa oscuridad de la noche, aunque me haga daño solo puedo seguir las estrellas que recorren el lugar estrecho donde me encuentro. La noche arrebato mi vista pero me dio otra donde la realidad se distorsiona y mis palabras pierden credibilidad. Entonces me pregunto si he hecho bien, si haber empuñado el cuchillo no fue mala decisión.
Su mirada apagada reflejaba una noche cuestionable, mientras el río oscuro carmesí recorría el lugar yo seguía admirando su mirada como si de una estrella fugaz tratase; llovía y las gotas saladas cubrían mi rostro y seguía mirando. Su fría y pálida piel al tacto me recordaba un desolado invierno en el bosque.
Supongo soy un ser detestable, avaricioso e incontrolable… Sigo admirando la noche aferrado a mi humanidad mientras llueve pero mi ropa sigue seca, limpio mi rostro y vuelvo a mirar las estrellas que iluminan el vacío del cielo acompañado de la soledad eterna y un frío interminable, preguntando a las luciérnagas si veré otro amanecer mientras me retuerzo como un gusano en esta tranquila noche recordando tu memoria y grotesca despedida.
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