Me habló con la mente, sin abrir la boca, sin embargo eso no me sorprendió tanto como seguir vivo. Recordaba perfecto el golpe contra el árbol y venir conduciendo a mucha velocidad. Pensé que era todo efecto de una alucinación, que tenía rota la cabeza y perdía sangre. La luz me enceguecía, pero distinguí con claridad su cabeza deforme, y sus palabras dulces, susurradas:

-No se preocupe. Tuvo un accidente grave. Lo llevaremos al futuro donde pueden curarlo, luego lo dejaremos donde lo encontramos. Lo salvarán, quédese tranquilo.

Muchos médicos todavía me preguntan quién me operó.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS