Por favor, no me dejes

que no se apague tu luz.

Que tus labios todavía no se tiñen de ese rojo carmesí.

Que tu comisura es,

todavía ingenua.

Mi piel que no te conoce,

lleva tatuado tu nombre.

Afilando nuestros cuerpos,

nos envolvimos.

Nos sumergimos, en un velo iluminado.

Adentramos en un cosmo desordenado,

deploramos nuestras almas, duplicamos un eclipse,

nos fundimos hasta formar uno.

Por favor, no me dejes.

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