No hay luz sin oscuridad

Párate a mirar tu sonrisa de hace unos años atrás. Tampoco muchos, con uno o dos basta. Una vez lo hagas, mírate ahora.

Ves que estás triste y de mal humor, ya no brillas, no luces, y notas en tus ojos la ausencia de ilusiones.

Quieres una respuesta clara, saber el por qué estás en esta situación, y aunque la tienes gritándote a un milímetro de la cara hay una fuerza que te impide soltarte.

Eres víctima y a la vez culpable. Culpable de no salirte de ese agujero siendo consciente de dónde estás metida. Y víctima, porque cada vez que intentas levantar cabeza te frenas, o mejor dicho, te frenan. Cuando vuelve la palabrería, cuando vuelven los cuentos, los «Te quiero», «pasaré contigo el resto de mi vida», «mi niña», «mi amor»…

Recuerdas lo bonito, y te planteas si vale la pena o no, y no te das cuenta que si tienes que planteártelo, es cuando no merece la pena de verdad. Y sigues, porque al fin y al cabo te quiere, y te hace sentir que eres una loca si piensas lo contrario.

«Cuando estamos juntos me trata bien», ¿y cuando no lo estás?. «Es que me trata como a una reina» cuando no te deja por los suelos. «Es que somos felices» y tienes un halo negro de angustia, tristeza y enfado contorneando tu silueta.

Pero tú eso no lo ves, ni lo verás hasta que no salgas. O mejor dicho,no es que no lo veas, sino que le quitas importancia, y defiendes lo indefendible. Porque, ¿ qué importancia tiene que desconfíe de ti sin motivos?, ¿qué importancia tiene que te humille?,¿ qué importancia tiene que no te respete?,¿qué importancia tienen los insultos?, los gritos, las mentiras, que te haga sentir que eres basura… Si total, tu estás enamorada y él de ti también.

Y llega un día, y medio abres los ojos, y te dices: qué mierda hago aquí…

Te vas, pero no sirve de nada si estás deseando que te busque. Vuelves.

«Qué mierda hago aquí de nuevo»…

Te vas, esta vez convencida de no volver. Pero aquí entran los «no puedo estar sin ti», » estoy enamorado de ti», «me estás quitando el sueño», «no soy feliz si no estás conmigo»… Y vuelves.

Y así un día, otro, una semana, un mes, tres meses, ocho meses, y cuando te das cuenta, llevas más de un año en un ir y venir sin saber quién eres, ni qué te hace feliz. Bueno sí, estar con él es lo que te hace feliz, aunque te esté trastornando y volviendo loca con el juego de ni contigo ni sin ti.

Te escribe «tengo ganas de estar contigo». Llegas:hace de todo menos estar contigo, y si está , es la horita o la media horita para descargarse y ya te puedes ir. Y si se lo dices es que estás loca, lo agobias, tienes la culpa de esa situación y te sientes como una mierda porque ya comienzas a poner en duda tus propios principios y tu integridad y piensas que quizás lleva razón.

Pero todo el mundo tiene su límite, algunos lo tienen en una semana, y otros en dos años, pero ese límite en estas situaciones de maltrato sicológico continuo siempre llega.

Y qué irónico, que el día que se traspasa con creces ese límite te dices a ti misma la típica frase: por qué no habré hecho esto antes…por qué no eché cuenta cuando me advertían, pero no a cualquiera, sino a tu familia y a tus amig@s, que al fin y al cabo ellos son los que te quieren de verdad. Empiezas a recapitular y te dices: joder, ¿cómo he podido aguantar tanto?, seré gilipollas…

Y cuando pasa el tiempo, vas viendo cada vez más clara la situación que has aguantado, por tonta, pero te das cuenta que eres un poquito más feliz. Tus ojos vuelven a brillar, tu sonrisa es más verdadera, y te das cuenta de que no has perdido nada al salirte de ese agujero, lo único que has perdido es el tiempo que has estado ahí metida, por lo demás, has ganado en todo.

Nunca perdáis la dignidad, pues es algo tuyo,más valioso que la persona por la que la perdéis.

Nunca perdáis la ilusión, la ilusión de vivir, de reír, de salir, de disfrutar de lo que tienes, de hacer realidad tus sueños…

Y sobre todo, nunca hay que odiar a estas personas tóxicas, ni desearles ningún mal, ya que todo lo malo ya lo llevan ellos por dentro, porque si la mentira es triste, más tristes son los que engañan.

Y todo esto, debe adaptarse no solo a una relación sentimental, si no en todos los ámbitos de nuestra vida. Nadie tiene el derecho a anularte como persona y borrar tu esencia.

Así que dicho todo esto, dejo que cada cual lo tome como quiera puesto que se puede aplicar a cualquier situación.

Hoy tenía ganas de escribir, Dios sabe cuando será la próxima…

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