Un día un viajero recorriendo el mismo camino llegó a la casa de un buen samaritano, tenía una casa muy desmejorada y era muy pobre al punto que los miembros de la familia comían una sola vez al día. El viajero en su recorrido tenía que cargar pesados litros de agua para llegar hidratado a su destino y lo mismo tenía que hacer los 200 viajeros más que recorrían el mismo camino, en una noche que le tocó pasar en la casa del buen samaritano compartió agua y comida con toda la familia incluso con otros viajeros que llegaron a descansar al lugar.
Muy pronto el viajero notó que había una idea de negocio para que el buen samaritano y su familia salieran de la pobreza y era efectivamente una tienda para vender agua, dejando el primer surtido los litros de agua que cargaba el viajero.
Pasados dos meses el viajero emprendió nuevamente su camino y a lo lejos divisó una tienda de agua y que a su vez tenía algo de comida, era atendido por toda la familia.
El viajero se acerca y le pregunta a un grupo de personas que había consumiendo abundante agua y comida ¿por qué tanta gente y no cargan sus pimpinas de agua para el recorrido? Uno le respondió ya no es necesario pasar el camino cargando agua, es más ligero consumirla aquí porque estamos a mitad de camino sin el peso del agua hacemos el recorrido más rápido.
El viajero se alegra mucho de contribuir a una idea de negocio para que el buen samaritano y su familia salieran de la pobreza y encontraran un sustento de vida.
Caminando un poco más hacia la multitud lo reconocen dos delas hijas del buen samaritano y lo abrasan fuertemente agradeciéndoles por la buena gestión y obra de caridad que hizo con la familia. Lo invitan a sentarse para disfrutar de agua y comida a la que agradece mucho.
Continuando con su camino se despide desde lejos con una sonrisa de satisfacción, pero al regreso por el mismo recorrido después de un mes la mujer del buen samaritano le guarda la cuenta porque al parecer se le olvidó pagar.
De ahí la frase NO HAY AGRADECIMIENTO ETERNO.
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