NINA DE OSMA
¿Quién va a una fiesta un domingo por la noche? Pues…Loan Fell y yo.
La gran idea “brillante”de venir a toda ésta bobería fue ni más ni menos que de mi mejor amigo. Sí, a este gran amigo que le encanta bailar y es que toda su vida gira en torno a eso, además del canto claro. Sinceramente, yo nunca he ido a ninguna de sus presentaciones de su instituto, y no es por ser mala, sino que mi tía Rebeca es muy estricta con las normas de la casa, una de ellas es no salir con mucha frecuencia y la otra es no cantar, ni bailar delante de su presencia a excepción del baño en donde puedo tararear o gritar lo que se me plaza.
Pero, hoy es diferente porque Loan las hace así. Estoy acompañándolo a una gran fiesta como él exclama en mitad de la noche mientras nos dirigimos a la casa de la cumpleañera, es claro que no me han invitado, y sin embargo, él ha insistido a que venga al menos un rato.
No sé por qué he aceptado, y es raro que mi tía también haya dicho que ¡SÍ!, pero ahora, en este momento cuando camino en la misma sintonía de Loan, agradezco tenerlo como amigo porque sin él, una fiesta no sería una fiesta.
Y es que cuando escucha el sonido de la música, su cuerpo instantáneamente empieza a moverse, y yo me río en el punto que estoy sin que él se dé cuenta. Los ojos de Loan me llaman insistentemente, y yo los aparto de él por el hecho que soy un tronco en la pista de baile, a pesar de que él lo sabe, continúa con su intimidación en su mirada. Se acerca lentamente a mí ofreciéndome bailar, lo cual me niego, algunos miradas ya se han posado en nosotros, mientras retrocedo dos pasos dándole entender que no…
Escucho que me dice que para la próxima canción será, y yo sólo sonrío hasta que desaparece de mi vista. Me siento sola, siempre me he sentido así cuando todos me dejan.
Quizás sea Loan le ponga calma y diversión a mi vida desde la escuela primaria ha sido así, esa escuela es el lugar donde lo conocí por primera vez. Lugar que vio crecer y formarse ésta bonita amistad. Pero, ya sabrán más de nuestra amistad, poco a poco irán entendiendo.
Un joven interrumpe mis pensamientos ofreciéndome un vaso de alcohol por lo cual me demoré en aceptar, y finalmente lo cogí entre mis manos. El vaso estaba helado y llevaba de por si cubitos de hielo en su interior, sentía que las luces quemaban mi piel por la fuerte intensidad en la me tocaba. Hacía mucho calor, demasiado calor, y es que en la ciudad de Lindley, el verano es el más fuerte que en cualquier parte del mundo. Y a pesar de ello, no me he quemado lo suficiente.
Agradezco tener el cabello corto porque sinceramente me moriría del sudor si lo tuviera como Almendra. ¿Y quién es Almendra? La niña rica, al igual que yo, del vecindario. Es actriz y cantante por lo que sé, no es que esté investigando en sus redes sociales o viendo cada movimiento de sus publicaciones, nada que ver.
Sólo que Loan tiene una gran obsesión con ella y entiendo los motivos, es tan claro. Almendra es perfecta, v cabello rubio, blanca, en pocas palabras una plástica. He conocido personas rubias naturales, pero creo que tanto tinte le ha quemado el cerebro pues ella escoge con quiénes se junta, todos de su mismo nivel social.
Loan no tiene oportunidad, y no es que sea feo físicamente, sino que es de clase media y esa chica… selecciona a las personas. ¡Vaya! Soy la única aburrida de la fiesta que está en una esquina de la mesa de comida viendo a todos festejar, sinceramente ha sido un desperdicio venir…
Mi teléfono suena con un mensaje de mi tía.
Es hora de regresar a la mansión Nina. Y cuando digo ahora es ahora.
Mierda.
¿No podía tocarme una mejor tía con la cual vivir?
Mi teléfono vuelva a sonar, pero esta vez es una llamada entrante de mi tía.
Me froto la frente del calor que hace en el interior de ésta casa y por los nervios en punta que me provoca mi tía cada vez que hablo con ella. Pero hay un secreto que debo contarles…si estoy aquí en ésta fiesta es porque he mentido. Sí, una mentira que mi queridísimo amigo me dijo que hiciera, y yo tan estúpida he cedido.
Supuestamente para ella estoy en casa de Mercedes, una de mis mejores amigas, viendo alguna película en Netflix que se ha estrenado ésta semana. Por lo cual le dije que no demoraría más de dos horas y se lo ha tomado al pie de la letra. Yo y mi bocota.
Mi cerebro rápidamente se da cuenta que la casa no es un buen lugar para contestar una llamada, así que decido salir al patio buscando entre el paso de las personas a mi mejor amigo, que no sé dónde carajos se ha metido.
El viento me golpea muy fuerte en el rostro refrescándome así todo el cuerpo, suspiro al no escuchar más la música que se oye a la lejanía, ahora sí puedo contestar tranquilamente el teléfono.
- ¿Sí?- es lo primero que digo con nervios en mi voz, en el otro lado del teléfono oyó la voz gritona de Rebeca, mi tía, que no para de decirme dónde estoy.
- En la casa de Mercedes, tía. Estoy con Loan también, él me acompañará a casa- me alegra decirle un poco de la verdad.
- No me importa con quién estés o quién te acompañará. Quiero que vengas ahora- su voz me deja perpleja ha gritado a todo pulmón y no entiendo la necesidad de hacerlo.
- ¡Loan dónde estarás!- digo con la voz alta en aquel patio, antes de ingresar el llamado de una voz masculina me detiene.
- ¿Hablando sola en mitad de la noche? ¡Vaya! ¡Nunca había visto a una chica sola hablándole a la nada!
- ¿Sigues ahí?-su mano toca mi hombro por primera vez.
- Eh, sí, sólo pensaba.- disimulo el nerviosismo que provoca Liam Fox.
- Pensabas…- su voz es normal como si estuviera acostumbrado en hablar con desconocidos o es que simplemente sabe el efecto que provoca en las chicas- Nunca he visto a una chica hablando sola.
- ¿Y por qué te parecería raro?- lo miro un instante, su mirada me desconcierta por lo cual intento hacerme la despistada y mandar un mensaje a Loan de que viniera al patio enseguida.
- Porque usualmente las chicas bonitas nunca están solas- me sonríe amablemente.
- Debo irme.- digo despidiéndome con mi mano que se alza a medias.
- Vale- me responde, yo me alejo entre despacio y rápido.
- Por cierto…- su voz me detiene.
- Loan está tomando con Tristan,Jake y Aznaila en una habitación de la casa- escucho cada palabra atentamente dándole la espalda, asiento con la cabeza y le agradezco siguiendo en la misma posición.
- De nada- lo dice en forma de murmullo que apenas llega a mis oídos.
- Señora, aquí está el platillo especial del chef, milanesa cortada en trozos, una cortada de arroz sin sal y de compañía su ensalada envuelta en salsa vegetal.
- Gracias Robert, puedes retirarte.- le responde de manera tranquila sin siquiera pestañear.
- Antes de retirarme señora. El abogado de la familia me ha comunicado que debe comunicarse con él lo más rápido posible.
- ¿Te dijo los porqués?- sólo en ese instante, Rebeca dejó de hacer sus cosas para centrarse en las palabras de su trabajador.
- Sobre la herencia que recibirá la señorita Nina a los veintiún años de edad- le comunica Robert manteniendo la compostura.
- Señora, ¿se encuentra bien?- el sonido de las palabras de Robert, despiertan a la jefa de la casa.
- Quiero una cita para el día de mañana con el abogado Alex Frenandini, por favor.
- Lo haré inmediatamente- dice Robert retirándose del lugar.
- ¡Robert!- dice la tía de Nina sentada aún en su despacho.
- En absoluto secreto todo, ya sabes que eres mi fiel trabajador.- dice Rebeca sonriéndole de manera cómplice, a pesar que las arrugas marcaban los costados de sus labios.
- Robert es mudo- le devuelve la sonrisa para transmitir su tranquilidad.
- Loan…-digo su nombre en voz tan baja que sé que es imposible que me escuche por las canciones que se reproducen en la primera planta.
- Ni- ni-na- me dice, distingo entre su estado de normal a ebrio. Y claramente Loan está más ebrio que una cabra.
- Tenemos que irnos- le digo, no quiero darle un resermón ahora.
- Ya- me afirma intentando levantarse de la cama por lo que necesita de mi ayuda, la chica de su costado no se ha percatado de nosotros, duerme peor que mula.
Ella me cuelga sin decirme más.
Sin haberme dado cuenta siendo un sudor en la frente, suelo terminar así cada vez que converso con ella. Todas las charlas entre nosotras son así, y prefiero mantenerla calmada. Por mi bien debo buscar a Loan y correr.
Su voz es juguetona y dudo en voltear, pero lo hago.
Unos ojos azules profundos, tan azules que me congelan en un instante. Su piel trigueña y su sonrisa de galán de telenovela deslumbra en esa noche calurosa, el viento sigue golpeando mi rostro e incluso mi cabello se despeina un poco, a él, el aire no lo toca, ni un poquito, parece haber nacido para tener todo perfecto. Ojos verdes, piel trigueña, sonrisa de galán, rostro hermoso y cabello dorado.
Y sé quién es. Vive a unas cuadras de mi mansión, y él también es un hijo de familia adinerada. Su padre es reconocido en todo el país, por ser uno de los directores de la mejor Universidad de este país. Yo, aspiro en ingresar aquel centro superior de estudios, y lo haré ni bien cumpla la mayoría de edad.
Aquí en Lindley, las reglas estudiantiles son diferentes, y también la mayoría de edad que es a partir de los 21 años de edad, sólo estudiantes que tengan la base dos y estén a punto de cumplir la edad correspondiente pueden llenar un formulario para realizar su posterior postulación. Y yo, sólo tengo 18 años.
Me parece que estoy con la boca abierta y perdida entre mis pensamientos. Reacciono rápidamente.
Famoso por ser modelo de pasarela y cantante en un futuro.
Ok… ¿me ha intentado decir bonita?
Me sonrojo rápidamente, aunque mi timidez sea más fuerte.
Me gustaría regresar a seguir con la conversación, pues he sido yo quién ha cortado la charla. ¿Probablemente quería hablar conmigo más tiempo? ¡Ay! ¡Ya, debo dejar de hacer historias que no suceden!
Pero me quedo con la duda de que hubiera pasado, si yo me habría quedado con él.
Este chico tiene un poder sobre mí o qué, automáticamente paré en seco, obedeciéndole sin pensarlo.
…
Sentada en su despacho está la señora Rebeca Cáceres con un Martini al lado. Su mesero Robert, le trae la cena a altas horas de la tarde.
El mesero deposita el plato en unos carritos de metal dejándolo a un costado de su jefa.
Está concentrada en la pantalla de su laptop cerrando algunos negocios que tienen en mente abrir.
El rostro de la tía de Nina cambió. Ella sabía de esa herencia dejada por los padres de su sobrina, los cuales habían decidido que tuviera todo el dinero, acciones y empresas ni bien cumpliera los 21 años.
Rebeca, apoyó uno de sus brazos en su mesa de oro pensando sobre aquella posibilidad de quedarse sin nada. Todo lo que había hecho iba a ser por nada si Nina lograba obtener todo el poder.
El trabajador se voltea en sí para escuchar el mandado de su jefa.
…
La fiesta continúa en curso, muchos jóvenes mayores y menores de los 18 años están bebiendo alcohol como locos en cada esquina de la casa. Muchos de ellos están besándose en la parte final de los pasillos o habitaciones. Me entrometo entre las personas pidiendo permiso para poder lograr subir al segundo piso, el pasillo es estrecho y angosto que me parece demasiado pequeño para ser una casa grande. Ingreso a la primera habitación sin encontrar a nadie, doy otros pasos más hasta llegar a una puerta con posters pegados de una banda de rock, unos murmullos raros se oyen detrás de las paredes.
Cuando abro la puerta encuentro a Loan tendido en una cama con una chica recostada de su pecho. Debe ser Aznaila.
Mi amigo está durmiendo plácidamente y huele alcohol, pienso en un instante en dejarlo, pero me niego hacerlo porque sé que si sus padres se enteran que no llegó a casa temprano, lo matarán. Me acerco en cuclillas con cuidado de no hacer ningún sonido impertinente. Llego hasta él arrodillándome para hablarle al oído.
Repito su nombre en un tono más alto y lo sacudo despacio.
Su cuerpo se voltea de manera rápida que no me da tiempo de a partir mi rostro del suyo.
Su cara está muy cerca de la mía que puedo observar con más detenimiento cada parte de él. Sus labios son delgados, no tiene ningún lugar en ellos, su nariz es la mejor parte, pues siempre me ha gustado su nariz perfilada. Además de también tener un cabello lacio color marrón muy claro que en el sol siempre deja un brillo en particular. Su cuerpo es grande y bien formada, y eso que no va al gimnasio, pero sí le gusta jugar fútbol como todo hombre.
De repente, sus ojos chinitos se abren mostrándome unos ojos grises-verdosos y una sonrisa. Actúo de la manera más calmada para no despertarlo de manera tan abrupta. Me paso saliva en los labios y me levanto de mi lugar para evitar ese encuentro de miradas.
Lo que me faltaba, pienso. Sus ojos están por cerrarse nuevamente.
Lo ayudo a levantarse y él también pone de su parte, bajamos las escaleras como tortugas y con la ayuda de Zacarías que lo bajo de una patada, literal.
Le agradezco por la ayuda, así que continuamos caminando como locos hasta salir de la casa y llegar al patio. Mi mente me está jugando una mala jugada, ya que me siento mareada de pronto, y recuerdo que estaba bebiendo alcohol antes de contestar la llamada de mi tía. Posteriormente, salí al patio y ahí… lo vi.
Porque usualmente las chicas bonitas nunca están solas
Estas palabras retumban en mi cerebro llamándome la atención el halago de Liam, el chico más rico y popular de la zona.
Sonrío antes de regresar a mi verdadero mundo donde las sonrisas no están permitidas. No para mí.
…
Cierro la puerta principal de mi casa, sin hacer el mínimo ruido, excepto por Gasper, mi gato blanco que maulla al ver entrar a un desconocido a mi lado. Golpeo a mi mejor amigo qué detrás de mí viene y me susurra un «lo siento».
– ¿Nina, eres tú?- pregunta Robert, el mayordomo de mía.
– ¡Eh, sí!- digo pidiéndole una goma de mascar a mi mejor amigo que se encontraba entre inconsciente y en la realidad. Tenía sabor a frase, delicioso.
Había estado tomando por primera vez en mi vida, y es que Loan en el camino de ida a la fiesta habíamos estado realizando las “previas” antes de llegar a la casa donde se realizaría la fiesta.
Escucho que Robert está bajando del segundo piso. Si encuentra a Loan aquí y en ese estado, estaré en serios problemas con mi tía.
– ¡Dios mío, Loan! Si te ven, me matan-digo con desesperación buscando el lugar indicado para que se metiese.
– No sería mala idea- me dice Loan un poco pesado por todo el alcohol que se tomó de largo.
– ¿No sería mala idea que nos maten? ¡Tú estás loco! Ven- lo conduzco hasta la cocina que tenía un escondite. No era la primera vez que hacíamos esto.
– No, ¿Sabes por qué?-dice y siento todo su aliento apestando a alcohol barato. Lo acomodo de espaldas y el cae fácilmente.
El mayordomo ya está en el primer piso, siento sus pasos dirigiéndose hacia la cocina.
– ¿Por qué, Loan?-pregunto antes de poder irme. Solía ponerse romántico o chistoso, dependiendo de cómo le iba en la vida, a veces lloraba sin saber el por qué. Otras él se dormía en cualquier lado donde cayese.
– Porque nos matarían juntos. Y nada mejor sería que morir a tu lado- no llego a oír lo último por la acción que hace a continuación.
Cuando iba a escucharlo responder mi pegunta, el mayordomo Robert, enciende la luz y me adelanto unos pasos para que no lo vea.
– ¿A oscuras?- pregunta fijándose a mi lado, yo había cogido cualquier cosa que me topé para disimular que me encontraba en la cocina.
– Sí, sabes que a Gasper no le gusta la luz a estas horas-miento y Robert se la cree fácilmente.
Se rasca la barba y luego la barriga, me cree ciegamente, así que decide irse dándome las buenas noches.
– ¡Despierta, maldito! No puedes dormirte aquí, Loan, Loan-intento moverlo, pesaba como una roca y dormía como si hace medio siglo no lo hubiera hecho- Te odiaré por siempre, Loan Fell, lo juro- hago gestos de dolor en el hombro.
Llevaba a un chico que pesaba el doble más que yo. Fui hacia el cuarto de visita que se encontraba al final del pasillo y lo tendí en la cama como un saco. Me sentía agotada.
Le saqué sus zapatillas preferidas, converse azules, y las puse a un lado. Acomodé sus piernas con delicadeza para no despertarlo de sus sueños, parecía que dormía plácidamente y estaba soñando algo bonito, porque no borraba la sonrisa de su rostro. Agarré una cobija que tapaba la mitad de su cuerpo y lo cubrí hasta la mitad del pecho.
– Te odiaré por siempre, Loan- me reí al ver como dormía, sus mejillas estaban acaloradas y algo sudoroso, pero igual no dejaba de mostrarse lindo como es él-Descansa, buenas noches- me acerco a darle un beso en la mejilla mojada y me voy en dirección a mi habitación, con mi dulce cama rosada que me esperaba.
El sonido de la puerta cerrarse me levanta. Las 8:00 am marca el reloj de mi celular. Me despierto acomodándome los cabellos y dejando suelto algunas mechas californianas sueltas. Y pienso en Loan.
– ¡Loan!- salto de la cama hasta la puerta y bajo los dos pisos que me faltan para llegar hasta el primero.
Corro en dirección al cuarto de visita y encuentro la puerta entre abierta, los peores pensamientos vinieron a mí. Seguro Robert vio a mi mejor amigo Loan que se fue a mitad de la noche borracho. No era ninguna de las anteriores, había un papel roto encima de la cama.
Buenos días, Nina. Gracias por hospedarme por milésima vez en tu casa- me río al leer esa parte- Estoy bien, me fui luego que tu tía saliera de la mansión y Robert se encontraba distraído podando el césped, no tienes nada que preocuparte…
Ah, no me olvidaría en decirte que te adoraré por siempre, mejor amiga.
Nos vemos más tarde, te quiero ♥LOAN
¿Quién va a una fiesta un domingo por la noche? Pues…Loan Fell y yo.
La gran idea “brillante”de venir a toda ésta bobería fue ni más ni menos que de mi mejor amigo. Sí, a este gran amigo que le encanta bailar y es que toda su vida gira en torno a eso, además del canto claro. Sinceramente, yo nunca he ido a ninguna de sus presentaciones de su instituto, y no es por ser mala, sino que mi tía Rebeca es muy estricta con las normas de la casa, una de ellas es no salir con mucha frecuencia y la otra es no cantar, ni bailar delante de su presencia a excepción del baño en donde puedo tararear o gritar lo que se me plaza.
Pero, hoy es diferente porque Loan las hace así. Estoy acompañándolo a una gran fiesta como él exclama en mitad de la noche mientras nos dirigimos a la casa de la cumpleañera, es claro que no me han invitado, y sin embargo, él ha insistido a que venga al menos un rato.
No sé por qué he aceptado, y es raro que mi tía también haya dicho que ¡SÍ!, pero ahora, en este momento cuando camino en la misma sintonía de Loan, agradezco tenerlo como amigo porque sin él, una fiesta no sería una fiesta.
Y es que cuando escucha el sonido de la música, su cuerpo instantáneamente empieza a moverse, y yo me río en el punto que estoy sin que él se dé cuenta. Los ojos de Loan me llaman insistentemente, y yo los aparto de él por el hecho que soy un tronco en la pista de baile, a pesar de que él lo sabe, continúa con su intimidación en su mirada. Se acerca lentamente a mí ofreciéndome bailar, lo cual me niego, algunos miradas ya se han posado en nosotros, mientras retrocedo dos pasos dándole entender que no…
Escucho que me dice que para la próxima canción será, y yo sólo sonrío hasta que desaparece de mi vista. Me siento sola, siempre me he sentido así cuando todos me dejan.
Quizás sea Loan le ponga calma y diversión a mi vida desde la escuela primaria ha sido así, esa escuela es el lugar donde lo conocí por primera vez. Lugar que vio crecer y formarse ésta bonita amistad. Pero, ya sabrán más de nuestra amistad, poco a poco irán entendiendo.
Un joven interrumpe mis pensamientos ofreciéndome un vaso de alcohol por lo cual me demoré en aceptar, y finalmente lo cogí entre mis manos. El vaso estaba helado y llevaba de por si cubitos de hielo en su interior, sentía que las luces quemaban mi piel por la fuerte intensidad en la me tocaba. Hacía mucho calor, demasiado calor, y es que en la ciudad de Lindley, el verano es el más fuerte que en cualquier parte del mundo. Y a pesar de ello, no me he quemado lo suficiente.
Agradezco tener el cabello corto porque sinceramente me moriría del sudor si lo tuviera como Almendra. ¿Y quién es Almendra? La niña rica, al igual que yo, del vecindario. Es actriz y cantante por lo que sé, no es que esté investigando en sus redes sociales o viendo cada movimiento de sus publicaciones, nada que ver.
Sólo que Loan tiene una gran obsesión con ella y entiendo los motivos, es tan claro. Almendra es perfecta, ojos verdes, cabello rubio, blanca, en pocas palabras una plástica. He conocido personas rubias naturales, pero creo que tanto tinte le ha quemado el cerebro pues ella escoge con quiénes se junta, todos de su mismo nivel social.
Loan no tiene oportunidad, y no es que sea feo físicamente, sino que es de clase media y esa chica… selecciona a las personas. ¡Vaya! Soy la única aburrida de la fiesta que está en una esquina de la mesa de comida viendo a todos festejar, sinceramente ha sido un desperdicio venir…
Mi teléfono suena con un mensaje de mi tía.
Es hora de regresar a la mansión Nina. Y cuando digo ahora es ahora.
Mierda.
¿No podía tocarme una mejor tía con la cual vivir?
Mi teléfono vuelva a sonar, pero esta vez es una llamada entrante de mi tía.
Me froto la frente del calor que hace en el interior de ésta casa y por los nervios en punta que me provoca mi tía cada vez que hablo con ella. Pero hay un secreto que debo contarles…si estoy aquí en ésta fiesta es porque he mentido. Sí, una mentira que mi queridísimo amigo me dijo que hiciera, y yo tan estúpida he cedido.
Supuestamente para ella estoy en casa de Mercedes, una de mis mejores amigas, viendo alguna película en Netflix que se ha estrenado ésta semana. Por lo cual le dije que no demoraría más de dos horas y se lo ha tomado al pie de la letra. Yo y mi bocota.
Mi cerebro rápidamente se da cuenta que la casa no es un buen lugar para contestar una llamada, así que decido salir al patio buscando entre el paso de las personas a mi mejor amigo, que no sé dónde carajos se ha metido.
El viento me golpea muy fuerte en el rostro refrescándome así todo el cuerpo, suspiro al no escuchar más la música que se oye a la lejanía, ahora sí puedo contestar tranquilamente el teléfono.
- ¿Sí?- es lo primero que digo con nervios en mi voz, en el otro lado del teléfono oyó la voz gritona de Rebeca, mi tía, que no para de decirme dónde estoy.
- En la casa de Mercedes, tía. Estoy con Loan también, él me acompañará a casa- me alegra decirle un poco de la verdad.
- No me importa con quién estés o quién te acompañará. Quiero que vengas ahora- su voz me deja perpleja ha gritado a todo pulmón y no entiendo la necesidad de hacerlo.
- ¡Loan dónde estarás!- digo con la voz alta en aquel patio, antes de ingresar el llamado de una voz masculina me detiene.
- ¿Hablando sola en mitad de la noche? ¡Vaya! ¡Nunca había visto a una chica sola hablándole a la nada!
- ¿Sigues ahí?-su mano toca mi hombro por primera vez.
- Eh, sí, sólo pensaba.- disimulo el nerviosismo que provoca Liam Fox.
- Pensabas…- su voz es normal como si estuviera acostumbrado en hablar con desconocidos o es que simplemente sabe el efecto que provoca en las chicas- Nunca he visto a una chica hablando sola.
- ¿Y por qué te parecería raro?- lo miro un instante, su mirada me desconcierta por lo cual intento hacerme la despistada y mandar un mensaje a Loan de que viniera al patio enseguida.
- Porque usualmente las chicas bonitas nunca están solas- me sonríe amablemente.
- Debo irme.- digo despidiéndome con mi mano que se alza a medias.
- Vale- me responde, yo me alejo entre despacio y rápido.
- Por cierto…- su voz me detiene.
- Loan está tomando con Tristan,Jake y Aznaila en una habitación de la casa- escucho cada palabra atentamente dándole la espalda, asiento con la cabeza y le agradezco siguiendo en la misma posición.
- De nada- lo dice en forma de murmullo que apenas llega a mis oídos.
- Señora, aquí está el platillo especial del chef, milanesa cortada en trozos, una cortada de arroz sin sal y de compañía su ensalada envuelta en salsa vegetal.
- Gracias Robert, puedes retirarte.- le responde de manera tranquila sin siquiera pestañear.
- Antes de retirarme señora. El abogado de la familia me ha comunicado que debe comunicarse con él lo más rápido posible.
- ¿Te dijo los porqués?- sólo en ese instante, Rebeca dejó de hacer sus cosas para centrarse en las palabras de su trabajador.
- Sobre la herencia que recibirá la señorita Nina a los veintiún años de edad- le comunica Robert manteniendo la compostura.
- Señora, ¿se encuentra bien?- el sonido de las palabras de Robert, despiertan a la jefa de la casa.
- Quiero una cita para el día de mañana con el abogado Alex Frenandini, por favor.
- – Lo haré inmediatamente- dice Robert retirándose del lugar.
- – ¡Robert!- dice la tía de Nina sentada aún en su despacho.
- En absoluto secreto todo, ya sabes que eres mi fiel trabajador.- dice Rebeca sonriéndole de manera cómplice, a pesar que las arrugas marcaban los costados de sus labios.
- – Robert es mudo- le devuelve la sonrisa para transmitir su tranquilidad.
….
- – Loan…-digo su nombre en voz tan baja que sé que es imposible que me escuche por las canciones que se reproducen en la primera planta.
- Ni- ni-na- me dice, distingo entre su estado de normal a ebrio. Y claramente Loan está más ebrio que una cabra.
- Tenemos que irnos- le digo, no quiero darle un resermón ahora.
- Ya- me afirma intentando levantarse de la cama por lo que necesita de mi ayuda, la chica de su costado no se ha percatado de nosotros, duerme peor que mula.
Ella me cuelga sin decirme más.
Sin haberme dado cuenta siendo un sudor en la frente, suelo terminar así cada vez que converso con ella. Todas las charlas entre nosotras son así, y prefiero mantenerla calmada. Por mi bien debo buscar a Loan y correr.
Su voz es juguetona y dudo en voltear, pero lo hago.
Unos ojos azules profundos, tan azules que me congelan en un instante. Su piel trigueña y su sonrisa de galán de telenovela deslumbra en esa noche calurosa, el viento sigue golpeando mi rostro e incluso mi cabello se despeina un poco, a él, el aire no lo toca, ni un poquito, parece haber nacido para tener todo perfecto. Ojos verdes, piel trigueña, sonrisa de galán, rostro hermoso y cabello dorado.
Y sé quién es. Vive a unas cuadras de mi mansión, y él también es un hijo de familia adinerada. Su padre es reconocido en todo el país, por ser uno de los directores de la mejor Universidad de este país. Yo, aspiro en ingresar aquel centro superior de estudios, y lo haré ni bien cumpla la mayoría de edad.
Aquí en Lindley, las reglas estudiantiles son diferentes, y también la mayoría de edad que es a partir de los 21 años de edad, sólo estudiantes que tengan la base dos y estén a punto de cumplir la edad correspondiente pueden llenar un formulario para realizar su posterior postulación. Y yo, sólo tengo 18 años.
Me parece que estoy con la boca abierta y perdida entre mis pensamientos. Reacciono rápidamente.
Famoso por ser modelo de pasarela y cantante en un futuro.
– Ok… ¿me ha intentado decir bonita?
Me sonrojo rápidamente, aunque mi timidez sea más fuerte.
Me gustaría regresar a seguir con la conversación, pues he sido yo quién ha cortado la charla. ¿Probablemente quería hablar conmigo más tiempo? ¡Ay! ¡Ya, debo dejar de hacer historias que no suceden!
Pero me quedo con la duda de que hubiera pasado, si yo me habría quedado con él.
Este chico tiene un poder sobre mí o qué, automáticamente paré en seco, obedeciéndole sin pensarlo.
…
Sentada en su despacho está la señora Rebeca Cáceres con un Martini al lado. Su mesero Robert, le trae la cena a altas horas de la tarde.
El mesero deposita el plato en unos carritos de metal dejándolo a un costado de su jefa.
Está concentrada en la pantalla de su laptop cerrando algunos negocios que tienen en mente abrir.
El rostro de la tía de Nina cambió. Ella sabía de esa herencia dejada por los padres de su sobrina, los cuales habían decidido que tuviera todo el dinero, acciones y empresas ni bien cumpliera los 21 años.
Rebeca, apoyó uno de sus brazos en su mesa de oro pensando sobre aquella posibilidad de quedarse sin nada. Todo lo que había hecho iba a ser por nada si Nina lograba obtener todo el poder.
El trabajador se voltea en sí para escuchar el mandado de su jefa.
…
La fiesta continúa en curso, muchos jóvenes mayores y menores de los 18 años están bebiendo alcohol como locos en cada esquina de la casa. Muchos de ellos están besándose en la parte final de los pasillos o habitaciones. Me entrometo entre las personas pidiendo permiso para poder lograr subir al segundo piso, el pasillo es estrecho y angosto que me parece demasiado pequeño para ser una casa grande. Ingreso a la primera habitación sin encontrar a nadie, doy otros pasos más hasta llegar a una puerta con posters pegados de una banda de rock, unos murmullos raros se oyen detrás de las paredes.
Cuando abro la puerta encuentro a Loan tendido en una cama con una chica recostada de su pecho. Debe ser Aznaila.
Mi amigo está durmiendo plácidamente y huele alcohol, pienso en un instante en dejarlo, pero me niego hacerlo porque sé que si sus padres se enteran que no llegó a casa temprano, lo matarán. Me acerco en cuclillas con cuidado de no hacer ningún sonido impertinente. Llego hasta él arrodillándome para hablarle al oído.
Repito su nombre en un tono más alto y lo sacudo despacio.
Su cuerpo se voltea de manera rápida que no me da tiempo de a partir mi rostro del suyo.
Su cara está muy cerca de la mía que puedo observar con más detenimiento cada parte de él. Sus labios son delgados, no tiene ningún lugar en ellos, su nariz es la mejor parte, pues siempre me ha gustado su nariz perfilada. Además de también tener un cabello lacio color marrón muy claro que en el sol siempre deja un brillo en particular. Su cuerpo es grande y bien formada, y eso que no va al gimnasio, pero sí le gusta jugar fútbol como todo hombre.
De repente, sus ojos chinitos se abren mostrándome unos ojos grises-verdosos y una sonrisa. Actúo de la manera más calmada para no despertarlo de manera tan abrupta. Me paso saliva en los labios y me levanto de mi lugar para evitar ese encuentro de miradas.
Lo que me faltaba, pienso. Sus ojos están por cerrarse nuevamente.
Lo ayudo a levantarse y él también pone de su parte, bajamos las escaleras como tortugas y con la ayuda de Zacarías que lo bajo de una patada, literal.
Le agradezco por la ayuda, así que continuamos caminando como locos hasta salir de la casa y llegar al patio. Mi mente me está jugando una mala jugada, ya que me siento mareada de pronto, y recuerdo que estaba bebiendo alcohol antes de contestar la llamada de mi tía. Posteriormente, salí al patio y ahí… lo vi.
Porque usualmente las chicas bonitas nunca están solas
Estas palabras retumban en mi cerebro llamándome la atención el halago de Liam, el chico más rico y popular de la zona.
Sonrío antes de regresar a mi verdadero mundo donde las sonrisas no están permitidas. No para mí.
…
Cierro la puerta principal de mi casa, sin hacer el mínimo ruido, excepto por Gasper, mi gato blanco que maulla al ver entrar a un desconocido a mi lado. Golpeo a mi mejor amigo qué detrás de mí viene y me susurra un «lo siento».
– ¿Nina, eres tú?- pregunta Robert, el mayordomo de mía.
– ¡Eh, sí!- digo pidiéndole una goma de mascar a mi mejor amigo que se encontraba entre inconsciente y en la realidad. Tenía sabor a frase, delicioso.
Había estado tomando por primera vez en mi vida, y es que Loan en el camino de ida a la fiesta habíamos estado realizando las “previas” antes de llegar a la casa donde se realizaría la fiesta.
Escucho que Robert está bajando del segundo piso. Si encuentra a Loan aquí y en ese estado, estaré en serios problemas con mi tía.
– ¡Dios mío, Loan! Si te ven, me matan-digo con desesperación buscando el lugar indicado para que se metiese.
– No sería mala idea- me dice Loan un poco pesado por todo el alcohol que se tomó de largo.
– ¿No sería mala idea que nos maten? ¡Tú estás loco! Ven- lo conduzco hasta la cocina que tenía un escondite. No era la primera vez que hacíamos esto.
– No, ¿Sabes por qué?-dice y siento todo su aliento apestando a alcohol barato. Lo acomodo de espaldas y el cae fácilmente.
El mayordomo ya está en el primer piso, siento sus pasos dirigiéndose hacia la cocina.
– ¿Por qué, Loan?-pregunto antes de poder irme. Solía ponerse romántico o chistoso, dependiendo de cómo le iba en la vida, a veces lloraba sin saber el por qué. Otras él se dormía en cualquier lado donde cayese.
– Porque nos matarían juntos. Y nada mejor sería que morir a tu lado- no llego a oír lo último por la acción que hace a continuación.
Cuando iba a escucharlo responder mi pegunta, el mayordomo Robert, enciende la luz y me adelanto unos pasos para que no lo vea.
– ¿A oscuras?- pregunta fijándose a mi lado, yo había cogido cualquier cosa que me topé para disimular que me encontraba en la cocina.
– Sí, sabes que a Gasper no le gusta la luz a estas horas-miento y Robert se la cree fácilmente.
Se rasca la barba y luego la barriga, me cree ciegamente, así que decide irse dándome las buenas noches.
– ¡Despierta, maldito! No puedes dormirte aquí, Loan, Loan-intento moverlo, pesaba como una roca y dormía como si hace medio siglo no lo hubiera hecho- Te odiaré por siempre, Loan Fell, lo juro- hago gestos de dolor en el hombro.
Llevaba a un chico que pesaba el doble más que yo. Fui hacia el cuarto de visita que se encontraba al final del pasillo y lo tendí en la cama como un saco. Me sentía agotada.
Le saqué sus zapatillas preferidas, converse azules, y las puse a un lado. Acomodé sus piernas con delicadeza para no despertarlo de sus sueños, parecía que dormía plácidamente y estaba soñando algo bonito, porque no borraba la sonrisa de su rostro. Agarré una cobija que tapaba la mitad de su cuerpo y lo cubrí hasta la mitad del pecho.
– Te odiaré por siempre, Loan- me reí al ver como dormía, sus mejillas estaban acaloradas y algo sudoroso, pero igual no dejaba de mostrarse lindo como es él-Descansa, buenas noches- me acerco a darle un beso en la mejilla mojada y me voy en dirección a mi habitación, con mi dulce cama rosada que me esperaba.
El sonido de la puerta cerrarse me levanta. Las 8:00 am marca el reloj de mi celular. Me despierto acomodándome los cabellos y dejando suelto algunas mechas californianas sueltas. Y pienso en Loan.
– ¡Loan!- salto de la cama hasta la puerta y bajo los dos pisos que me faltan para llegar hasta el primero.
Corro en dirección al cuarto de visita y encuentro la puerta entre abierta, los peores pensamientos vinieron a mí. Seguro Robert vio a mi mejor amigo Loan que se fue a mitad de la noche borracho. No era ninguna de las anteriores, había un papel roto encima de la cama.
Buenos días, Nina. Gracias por hospedarme por milésima vez en tu casa- me río al leer esa parte- Estoy bien, me fui luego que tu tía saliera de la mansión y Robert se encontraba distraído podando el césped, no tienes nada que preocuparte…
Ah, no me olvidaría en decirte que te adoraré por siempre, mejor amiga.
Nos vemos más tarde, te quiero ♥
OPINIONES Y COMENTARIOS