Cada noche los sueños parecen más reales, el olor azufre es cada vez más insoportable, esta noche estuvo a punto de alcanzarlo, pero su cuerpo de desvaneció a pocos pasos de llegar a ese enigmático portón, no entiende si fue esa sombra negra que siempre camina a su costado, o la alarma que otra vez arruinó su sueño…

Eran las 6:00am, Olecram tenía que alistarse para ir al instituto, otra vez con la cabeza hecha trizas. ¿Por qué soñaba eso? ¿Qué había detrás de aquel maldito portón rojo? ¿Qué se supone que era esa sombra negra que lo seguía a todas partes? Tantas dudas que no podía descifrar, y el dolor en la espalda que no lo dejaba en paz…

Olecram tiene 18 años, es un alumno promedio, no es muy bueno para el deporte, pero tiene un don artístico innato en la sangre; puede hacer obras de arte con cualquier material y puede tocar cualquier instrumento musical solo con escuchar la melodía. Físicamente es alto y de contextura delgada, cabello ondeado, ojos negros y con una mirada misteriosa, un chico muy poco sociable, aunque a pesar de eso tiene 2 grandes amigos: Nitram una promesa del deporte y Migune una chica menor que ellos por 2 años, pero muy madura y responsable, quien estudia en el mismo semestre que ellos por una beca que gano por ser una estudiante sobresaliente. A simple vista eran jóvenes con nada en común, pero por obra del destino los 3 son inseparables.

Olecram tiene una familia numerosa, sus padres se divorciaron cuando él era muy pequeño, así que cuando se comprometieron por segunda vez tuvieron más hijos… Por parte de ambos padres, tiene una hermana, Itsirk, es mayor que él por 4 años y pelean casi todo el tiempo, ambos tienen un tipo de amor inusual, siempre enojados pero dispuestos a dar todo el uno por el otro. Sus hermanos menores son Geanrof, Jernik y Miraj, los 3 menores que él y muy apegados a su hermano mayor.

(…)

Es la hora del receso y Olecram comenta a sus amigos acerca de sus sueños, Migune cree que solo son pesadillas y no debe perder la calma por algo tan insignificante, Nitram no está de acuerdo con ella, él quiere llevarlo a una bruja que vive en la lejanía de la ciudad, él piensa que ella puede darle respuestas a Olecram sobre sus sueños, pero no es una decisión que se haya tomado por el escepticismo de Olecram, él nunca creyó en la veracidad de ese tipo de personas y por eso es que desea resolver ese tema solo.

El camino hacia casa se sintió muy largo y Olecram ni siquiera se percató que su hermana venía detrás de él, Itsirk le dio un susto a lo que Olecram recurrió a meterle un manotazo, ellos se querían mucho pese a sus juegos pesados. “¿Qué pasa, todo bien?” Le preguntó su hermana. Algo que nunca pudo hacer, fue mentirle a Itsirk, era como si ella pudiera leerle la mente. Él no tuvo de otra, más que contarle de sus sueños…

Ya en casa, su madre los recibió con un beso en la frente, había preparado un almuerzo exquisito y les ordenó ir a lavarse las manos para que pasaran al comedor, como cada día Jernik y Geanrof corrieron a saludar a sus hermanos y a contarles sus anécdotas de la escuela. ¡Era tan placentero llegar a casa! Laciel, su madre les comentó que escuchó ruidos muy extraños en la habitación de Olecram en la madrugada, y le preguntó si todo andaba bien, él se puso nervioso y respondió que sí, Itsirk se percató de la incomodidad de su hermano y para cambiar de tema comenzó a contarles cerca de una compañera nueva en el trabajo, y así entre anécdotas y bromas, pasó la hora del almuerzo.

Olecram estaba en su habitación, con un nudo en la cabeza… Ese sueño lo ha tenido desde hace meses desde que cumplió 18 años, pero hoy fue diferente, hoy escuchó algo más que no les comentó a sus amigos, pero sí a Itsirk, era eso lo que lo tenía así, pensativo y con una gran intriga, esa frase que le dijo aquella sombra oscura: “Déjame salir, ya no puedo resistir aquí dentro”. Lo hubiera dejado pasar, pero había algo dentro de él que le hacía creer que era real y eso lo mortificaba.

Su hermana entró a su habitación sin tocar, él detestaba que lo hiciera, pero ella disfrutaba hacerlo enojar, esta vez él no dijo nada, estaba muy agobiado como para molestar a Itsirk, ella comprendió y se sentó al borde de la cama y le acarició el cabello como solía hacerlo cuando era un niño. “¡Tengo una forma de descifrarlo!” Le dijo, “Sé que eres un estúpido, pero detesto verte así, hablé con papá y le comenté sobre tus sueños y me dio la forma de resolverlo. ¿Quieres intentarlo?”

Olecram saltó de la cama y muy entusiasmado aceptó la petición de su hermana. Trajeron sal e hicieron un pentagrama debajo de su cama, pusieron 7 velas negras alrededor y comenzaron a recitar un mantra en latín que su padre les había enseñado a hacer cuando tenían miedo en las noches. Olecram cayó en un sueño profundo y comenzó a caminar con firmeza ese tétrico pasadizo, esta vez escuchaba la voz de su hermana a lo lejos recitando el mantra una y otra vez, esto le dio seguridad, y mucho más porque no vio la sombra que siempre tenía al costado…

Estaba a tres pasos de la puerta y comenzó a dudar, el miedo inundaba su cuerpo, sentía flaquear la voz de su hermana, estaba perdiendo mucha energía por él, no podía dar un paso atrás, cogió los manillones del portón y sintió como le quemaban las manos, dio un gemido de dolor y con todas sus fuerzas logró abrirlo…

Itsirk ya no podía más, estaba muy débil así que se detuvo e intentó levantar a su hermano. “Ya es suficiente Olecram, no puedo más, lo intentamos luego” Exclamó. Pero él no reaccionaba, a pesar de que lo movía de un lado a otro, no había señales de él, claro que respiraba, pero tenía las palmas de las manos quemadas y el cuerpo muy caliente. No dudó en llamar a su padre y explicarle lo sucedido, él le respondió: “Es su momento hija, ya lo ayudamos a llegar hasta ahí, ahora todo depende él y si ya está preparado Elohim sabrá que hacer.”

Olecram no vió más que oscuridad detrás de la puerta, y dos faros enormes de luz amarilla al fondo de esa habitación. Ya que no podía retroceder a su cometido, decidió avanzar con convicción, no descansaría hasta resolver todas esas dudas que lo había tenido loco todos estos meses.

Caminó y se percató que esos faros no estaban tan lejos como imaginaba, al avanzar se chocó con unos barrotes de hierro y escuchó una voz ahí dentro. ¡ERA LA SOMBRA! Bueno, tenía la silueta, pero esta vez tenía un cuerpo, se acercó lo más que pudo y ese ser también lo hizo. Se quedó anonadado al descubrir que ese ser sombrío tenía la misma apariencia que él…

“Hola Olecram, tardaste mucho en venir por mi” dijo ese ser sombrío. “¿Quién eres? ¿Qué quieres de mi? ¿Yo vendría por ti? No entiendo, necesito explicaciones” Exclamó Olecram. Estaba muy nervioso, le quemaban las manos mucho más que cuando abrió el portal, el dolor de espalda era insoportable, tanto así que cayó rendido de rodillas frente a los barrotes. El ser encerrado en esa jaula comenzó a reír, y le dijo en voz de mando: “¡Levántate Amenadiel, no puedo creer que hasta hoy no te hayas dado cuenta, quítate esas cadenas de la espalda ahora!”

Olecram se dio cuenta que esas quemaduras de las manos se transformaron en tatuajes parecidos a unos ojos y por primera vez sintió el frío de las cadenas en la espalda, el dolor era tan insoportable que no dudo al romper las cadenas con las manos, algo que le hubiera parecido imposible en otra situación, pero nada era normal en ese momento…

Unas alas enormes y celestiales brotaron de su espalda, y él se sintió libre. “Amenadiel, solo necesitas liberarme y estará completa la transmutación” Le dijo el ser enigmático encerrado en esa jaula, y Olecram sintió en su corazón que debía hacerlo y rompió los barrotes con las manos, una fuerza inexplicable emergió de él y mediante esos tatuajes que tenía en las manos pudo abrirse paso con facilidad.

Ya era de noche e Itsirk estaba preocupada porque su hermano aún no despertaba, su madre preguntaría por él en cualquier momento… No sabía si llamar a su padre, pero no quería preocuparlo, hoy tenía una reunión importante en el trabajo y ella prefirió esperar. Ya habían pasado 3 horas y ella no sabía que más hacer, solo quería que su hermano reaccionase y todo volviera a la normalidad, aunque muy dentro de ella sabía que todo cambiaría a partir de ese momento…

(…)

“¡Al fin despertaste estúpido!” dijo Itsirk con los ojos llorosos, mientras se percataba en los tatuajes de su hermano, “¿Por qué tú lo tienes en las palmas?” le dijo sorprendida, “¡Te extrañé mucho!¡No te vuelvas a ir así!” le dijo, mientras lo abrazaba muy fuerte.

Su madre comenzó a llamarles para cenar, y ellos se admiraron al ver como los tatuajes de las manos se ocultaban tras la piel de Olecram. Bajaron de inmediato, pero había algo distinto, ya todos habían cenado, solo estaba su madre sentada en el comedor, con las manos juntas sobre la mesa y denotaba mucha inquietud…

“Siéntense hijos, tenemos que hablar” dijo Laciel mientras sacaba algo del bolsillo. Olecram e Itsirk estaban nerviosos, nunca habían visto así a su madre; ella era la representación de la felicidad, siempre tan sonriente y optimista. Pero esta noche nada era normal, todo a lo que estaban acostumbrados dio un giro de 360° y muy dentro de ellos sabían que todo acababa de empezar.

Se percataron que en el hall había alguien sentado, esa silueta se les hacía familiar, pero su madre no los dejó moverse de la mesa sin que antes terminaran de cenar…

Ni siquiera tenían apetito, pero terminaron de cenar en pocos minutos. Se acercaron de inmediato a su madre, que se notaba ya más tranquila conversando con esa persona aún desconocida para ellos. Extrañamente a ellos también les dio tranquilidad cuando percibieron su presencia en la casa y tenían muchas ganas de saber quién era.

“Hola hijos, ¿no le van a dar un abrazo a su padre?” dijo Racso, mientras se paraba y extendía los brazos. “¡Papá!” gritaron Olecram e Itsirk, mientras corrían a abrazar a su padre, “Pensé que tenías una reunión importante” dijo Itsirk, algo incómoda porque no pudo llamarle hace unos minutos cuando ya había perdido la calma por su hermano. “Esta es mi reunión importante” dijo Racso mientras les daba un beso en la frente.

La charla se hizo amena, hace meses que no veían a su padre, le contaron sus anécdotas más importantes y no se alejaron de él ni un solo minuto. Laciel cortó la conversación algo impaciente mientras traía 4 tasas de chocolate caliente, como acostumbraban tomar cuando vivían juntos. “Ya es momento Racso, estoy preparada” dijo mientras se acomodaba en el sofá. Olecram e Itsirk no comprendían la gravedad del asunto y solo se miraban entre sí, preguntándose qué era lo que estaba pasando.

Su padre cogió la taza de chocolate y se acomodó como si fuera a contar una historia para niños, “empezaré por decirles quiénes somos y quiénes son ustedes” dijo Racso tranquilamente. El corazón de Olecram latía muy rápido y sus manos traspiraban como cuando tenía un examen en el instituto, notaba que los tatuajes comenzaban a brotar y quiso ocultarlo con las mangas de la sudadera, pero su padre lo tomó de la muñeca y le dijo: “Déjalo así, no tienes nada de que avergonzarte hijo. ¡Itsirk muéstrale el Rey Rojo Perfecto a tu hermano!”. Itsirk se recogió el cabello y le mostró la nuca a su hermano, no había nada fuera de lo normal, hasta que ella cerró los ojos y movía los labios como recitando un mantra que él no logró entender.

Del cuello de Itsirk brotó un tatuaje parecido a un triángulo que tenía flechas en la parte inferior, recuerda haberlo visto en libros que le regalaba su padre cuando era pequeño. Aún no entendía que estaba pasando y porque su hermana no le había dicho nada antes…

“Soy Azrael, tu progenitor, un arcángel, más conocido como el Ángel de la Muerte y ella es Astartea tu madre, un Ángel del Infierno, o como muchos la conocen, un demonio” dijo Racso mientras abrazaba a Itsirk. “Sé que suena a una película de ciencia ficción y es difícil de creer que un ángel y un demonio se enamoren, Olecram, y mucho más que tengan hijos, como nosotros, pero es verdad” dijo Itsirk mientras miraba a los ojos a su hermano.

“Discúlpenme hijos, sé que no soy la madre que hubieran querido tener” dijo Laciel mientras miraba el piso como si se avergonzara de algo. Itsirk fue de inmediato con su madre, la abrazó y le dijo: “Eres la mejor madre del mundo y no tienes que disculparte de nada, estamos orgullosos de ti” Olecram no sabía que decir, si antes tenía un nudo en la cabeza, ahora todo era peor, ni siquiera podía moverse o decir una sola palabra.

“Hemos esperado mucho tiempo a que llegara este momento. En especial Itsirk, han pasado 4 años desde su transición y aún no sabe nada, quedamos con tu madre a esperar y decírselos a ambos juntos” dijo Racso. “Entonces, ¿qué se supone que somos?” titubeó Olecram, “Nephilims, son los hijos de ángeles y demonios, con marcas en el cuerpo como tatuajes que representa su procedencia demoniaca y las alas de ángeles que les fueron arrebatabas a los ángeles del infierno” dijo Itsirk de memoria, como si lo estuviese leyendo en ese momento.

Mientras más pasaban las horas, el semblante de Olecram iba mejorando, sus padres estaban resolviendo todas las dudas que le pasaban por la cabeza e Itsirk estaba feliz de al fin conocer toda la verdad. ¿Pero por qué no nos lo dijeron antes? Dijeron ambos hermanos a una sola voz, algo que les pasaba muy seguido últimamente.

“Porque aunque no tengan la misma edad ambos están conectados de tal manera que podrían ser un solo ser, pero aquí el dilema, uno de ustedes tiene más energía demoniaca, y esa es tu hermana, así que te necesita para mantener el equilibrio de su energía psiónica o podríamos perderla…” dijo Laciel con tono de culpabilidad. “¿Perderla?” cuestionó Olecram. “Sí, unos tíos que quieren que me una a su legión, Asmadeo, Leviatán, Kasbeel, Belsebú, Astaroth y Mefistófeles, ¿te suena alguno?” le dijo Itsirk con una sonrisa maquiavélica. Él ya estaba acostumbrado a ver esos gestos en su hermana, ella siempre tuvo un lado oscuro muy definido, empezando con la forma de vestir, la música, los libros, la forma en como miraba a los demás, lo solitaria que era y la forma de caminar. ¿Cómo no pudo darse cuenta? Tal vez porque ella podía ser oscura por fuera, pero por dentro tenía un alma pura, siempre ayudaba a los demás y se preocupaba de tal manera que arriesgo muchas veces su vida por salvar la de otros.

Olecram sintió un baldazo de agua fría cuando escuchó que podría perder a su hermana, nunca se habían separado, desde que tiene uso de razón pudo haberse alejado de su padre por meses o de su madre por muchos años, pero nunca de Itsirk, eran como dijo su madre: un solo ser. “No dejaré que te lastimen” dijo Olecram encolerizado. Itsirk río y le dijo: “No seas tonto, nadie me hará daño, son ustedes los que me preocupan, ellos me necesitan por algún motivo y tengo que averiguarlo”. “Sabes que no te dejaré hacerlo”, le dijo su padre. A lo que ella solo alcanzó a hacer una mueca con los labios.

“Hemos tratado de controlar el poder de ambos por muchos años, pero la energía celestial de tu padre no es suficiente para contener la energía demoniaca que existe en ambos, es por eso que te necesitamos hijo, necesitamos encontrar el equilibrio cósmico y cuidar de los indefensos no paguen por cosas que desconocen” dijo Laciel, ya con más seguridad que al inicio de la conversación.

“Haré lo que tenga que hacer si es para protegerlos” exclamó Olecram, mientras notaba que sus tatuajes de las manos se volvían a ocultar. “Tienen que saber que no estamos solos en esto, 2 de mis hermanos también nos van a ayudar, puede costarles el exilio, así que les pido ser prudentes, vendrán estos días a conocerlos, ellos son Miguel y Gabriel” dijo Racso con mucha tranquilidad. Itsirk mostró mucha emoción al escuchar el nombre de sus tíos, por así decirlo, ella admiraba mucho a Miguel, puesto que era conocido como el Arcángel más fuerte de todos y había esperado este momento durante muchos años. Pero a Olecram le intrigaba algo más que acababa de recordar, un nombre en su paseo astral, “¡Amenadiel!” exclamó Olecram con vigor, y todos voltearon la mirada hacia él. “¿cómo sabes tú verdadero nombre?” le dijo dubitativo su padre. “A mi me costó 3 años para saber que mi verdadero nombre es Cassiel” le dijo Itsirk muy sorprendida. “Es porque la conexión celestial que tiene tu hermano es más poderosa que la tuya” dijo Laciel.

(…)

No podía dormir; esta vez había resuelto sus dudas, pero no podía describir el sentimiento que lo inquietaba, presentía que algo estaba por venir, le preocupaba su hermana, sus padres, sus hermanos, su familia que conocía y que aún estaba por conocer; a la vez estaba feliz de que al fin pudo esclarecer sus dudas, le llenaba de orgullo el sacrificio que hicieron sus padres por amor, ambos exiliados de su raza por enamorarse de alguien prohibido para ellos; aunque le causaba algo de gracia que después de todo hayan decidido separase.

“Nunca nadie debe conocer tu verdadero nombre Olecram, es la única manera de que puedan seguir pasando desapercibidos” le había dicho su padre al despedirse. Él solo movió la cabeza en son de aceptación. Al fin sentía que todo comenzaba a encajar en su vida y las cosas cobraban sentido después de tantos meses de martirio.

(…)

Las cosas siguieron como cada día, Olecram iba a clases del Instituto como cada mañana e Itsirk se iba muy temprano a trabajar, ya habían pasado 3 meses desde que sus padres les contaron su verdadero origen y la razón de ser de cada uno de ellos. Nadie hablaba del tema y los tatuajes no volvieron a brotar en todo ese tiempo, era como si todo hubiera sido un sueño.

Caminaba de regreso con Nitram y Migune, comentando sobre un suceso gracioso que les pasó en clases, cuando de pronto recibió una llamada de su madre. “Puede venir a casa, te necesito” dijo Laciel con una voz nostálgica.

Olecram fue a casa lo más rápido que pudo, no le dio tiempo ni de despedirse de sus amigos, escuchar a su madre así lo impacientó, además que toda la mañana ya se sentía con un nudo en el corazón por una razón inexplicable… Entró de tal manera que rompió un jarrón de la entrada, pero no le importó nada, solo quería ver a su madre. Ya adentro se percató de la presencia de 3 seres celestiales ¡Eran Arcángeles! ¡Su familia!

Miguel, Gabriel y Jeremiel estaban sentados en el sofá del hall de su casa, como si fuera algo que sucediese todos los días, ver a 3 arcángeles en tu casa, bebiendo un poco de té y comiendo galletas con chispas de chocolate, le hubiera gustado que su hermana viese ese panorama, ambos tenían un sentido del humor algo particular. Fue eso que lo inmutó por unos segundos, ¿Dónde estaba su hermana? ¿No se supone que ella tenía muchas ganas de conocer a sus “tíos”? Avanzó ya más tranquilo dando pasos firmes hacia el centro del hall donde se encontraban sus padres. ¿Qué pasó, dónde está Itsirk? ¿Por qué no está con ustedes?

Ellos son tus tíos Olecram, Miguel y Gabriel, mientras mencionaban sus nombres cada uno se paraba mostrando gesto de respeto ante él. “Es todo un honor conocerlo Amenadiel” dijo Gabriel con un tono de voz muy dulce, mientras Miguel solo asentía con la cabeza, haciendo como una reverencia ante él. Eso le extrañó a Olecram, porque ellos eran mayores que él, pero eso no era importante por el momento, él quería saber dónde estaba su hermana.

(…)

Ya habían pasado 2 horas desde que llegó a casa y aún no había señales de su hermana, llamaron a algunos compañeros de la oficina, pero nadie daba razón de ella, todos aseguraban haberla visto salir muy temprano de la empresa. El tic tac del reloj lo impacientaba cada vez más, así que no pudo callar y exclamó: “¿Nos vamos a quedar sentados mientras Itsirk podría estar necesitándonos?” Todos lo miraron sorprendidos, y no exactamente por lo que había dicho… Los ojos de Olecram cambiaron, eran como dos antorchas de fuego incandescente y de sus hamsas comenzó a brotar aura oscura.

Miguel se puso de pie, lo miró a los ojos, desenvainó su espada y la elevó como si fuera a cortarlo por la mitad. Laciel liberó su energía demoniaca y sus marcas se hicieron notar, tenía ambos brazos con líneas negras, como brazaletes muy delicados alrededor de ellos; sus ojos se tornaron rojos y elevó las palmas en dirección a Miguel. Racso intervino y vociferó: “¡Detente Astartea, no es lo que piensas!” y ella se redujo a bajar los brazos, y a mirar a los arcángeles como lo haría un león a sus presas.

“¡En nombre de Elohim, y con el poder de Albrot, mi santa espada, te libero Amenadiel!” exclamó Miguel, mientras el aura celeste que emanaba de él pasaba a Olecram mediante su espada.

Amenadiel se personificó, sus majestuosas alas eran mucho más grandes que las de los otros arcángeles presentes, sus ojos tenían un fuego imponente y el aura que emanaba era celeste con destellos negros. ¿Qué me pasó? Dijo Olecram, mientras admiraba sus alas y sus hamsas que lucían más definidas en las palmas de sus manos.

Laciel yacía en el piso del hall, Racso la había auxiliado de inmediato para que no se lastimara con la caída producto del desmayo repentino que tuvo. “¿Qué pasó con mamá?” exclamó Olecram con preocupación. “Estará bien hijo, no te preocupes, solo fue mucha energía celestial, y su cuerpo no pudo resistir” le dijo Racso mientras acomodaba a su madre en el sofá. “Es un sucio demonio y no es digna de tal poder” dijo Gabriel con desacato.

En cuestión de segundos Azrael se había personificado y sujetado a Gabriel del pecho, y lo apuntó con su sudden death (una daga sagrada que solo era otorgada al arcángel más fuerte de la legión). “¡Ya basta! No es el momento para juegos” – resondró Miguel, como el típico hermano mayor que reprende a sus hermanos… Ambos se detuvieron, Miguel estaba en medio de ambos para separarlos y después de haber soportado tantos impactos de energía, al fin pudo alejarlos. Olecram estaba impactado con el suceso, siempre vio a su padre tan apacible, que tal reacción lo sorprendió, además que nunca había visto la transformación de su padre en Azrael, o bueno… Nunca había visto la verdadera apariencia de su padre.

(…)

Ya todos estaban más tranquilos, Gabriel se había disculpado con Azrael, no quería volver a alejarse de su hermano. Desde que su Azrael huyó con Astartea hace 23 años, era la primera vez que lo veía, y no solo a él, también pudo conocer a Amenadiel, su sobrino, el mesías, como lo conocían en Araboth, que al fin tenía 18 años y podía liberar su energía celestial que tanto tiempo se encontraba cautivo dentro de ese cuerpo mortal. Estaba dichoso y a la vez incómodo por la presencia de Astartea, la energía demoniaca lo turbaba, y le preocupada la existencia de Cassiel, sabía que junto a Amenadiel podrían al fin terminar con esta batalla eterna entre el bien y el mal, sabía que ella era parte de él, pero nunca toleró a los Ángeles del Infierno, y menos esa energía demoniaca que emanaban, lo perturbaban y aborrecía la idea de que su hermano haya decido escapar con uno de ellos, y lo peor, haber engendrado una hija que podría bien repetir esa batalla de hace millones de años y darle la victoria a sus enemigos.

Miguel le explicó a Olecram a cerca de lo que hizo con él, y porque ahora se sentía completo, le mencionó los beneficios que tenía por ser un Nephelim, como su única debilidad, esto ya no le hacía temer, ahora se sentía infranqueable, y solo quería que su hermana estuviera ahí para que también la ayudaran, pero Azrael le explicó que con ella era distinto y en ese caso tendría que intervenir Astartea, por la gran cantidad de energía demoniaca que contenía su cuero

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