Habia empezado a beber del segundo güisqui y miraba mi reloj por cuarta vez, cuando llegó Miguel. Entró al bar , como los bereberes al oasis, luego de una pesada y larga travesía por el desierto, directo al pozo. .
Sin ningún tipo de saludo , ni disculpas por la tardanza, sin preámbulos y al rompe. me soltó la frase .
–Te lo voy a contar todo desde el principio.- dijo y se volteó para tomar un largo sorbo del aguado güisqui, que lo esperaba desde que me llamó, para decirme que en cinco minutos llegaba. El aguado licor se lo tomó apurado y empezó a contarme la historia de su reciente viaje a París.
-Bueno, Ramón, como te conté , me gané los pasajes a Europa , en el sorteo que hace la Compañía, entre vendedores que superan las meta de ventas antes del mes de Octubre. Se podía seleccionar entre Madrid, París y Roma, pero no te conté porque escogí a París.
Esbozó una sonrisa , que me pareció más falsa que un billete de tres dolares.
– Sencilla y llanamente porque todos los fines de semana, mi abuela y yo íbamos en autobús desde Los Magallanes de Catia , al centro de Caracas y al pasar frente a Santa Capilla, me decía que esa iglesia la había mandado a construir Guzmán Blanco, inspirado en la Santa Capilla de París. Así mismo los 19 de marzo, cuando la acompañaba a la Iglesia de la Parroquia San José y cuando pasábamos cerca del Panteón Nacional, me repetía que Guzmán Blanco , lo reconstruyó inspirado en la Iglesia de la Santísima Trinidad de París, en el sitio donde existía una iglesia , antes de que el terremoto de 1812,la derribara.
-Cuando me llevó a sacar mi primera cédula de identidad , en el edificio de la DIEX, frente a la Plaza Miranda, en El Silencio, me recordó que la firma de Francisco de Miranda, estaba grabada en El Arco de Triunfo de París y que Carlos Raúl Villanueva, sustituyó la zona de bares y burdeles de Caracas,con la Urbanización “ El Silencio”, estudió Arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de París,
-Nojoda, hermano, nunca dudé de que era a París, donde quería ir si me ganaba el sorteo.
Se tomó otro trago de güisqui y con su enigmática sonrisa, parecía querer convencerme de que era feliz , contándome su relato.
–Tremenda segunda luna de miel con Josefina, me iba a pegar en “Las Francias” y en “Los Parises”, exclamó con un entusiasmo, que no me convenció . Me pareció fingido.
-Con los pasajes ya en mis manos, comencé a preparar concienzudamente el bendito viaje, continuó Miguel .La sonrisa con que acompañaba sus palabras ya me parecía fuera de lugar, por que hasta ahora no veía lo gracioso del relato.Hizo el recuento de los preparativos en voz alta y sin ningún tipo de pausa.
-Equipaje listo, pasaportes al día, pasajes en mano y confirmados, hotel reservado por Internet, Agenda de visita a los museos, Torre Eiffel, restaurantes, espectáculos, Montmatre y entradas a EuroDisney. Todo “listerine”, pués! Remató sonriendo y frotándose las manos con una velocidad , que se podría interpretarse, como de entusiasmo.
-Pero las vainas no suelen ser tan perfectas y fáciles. Nunca faltan problemas, y esta vez no sería la excepción. Cuando menos uno lo espera, salta la liebre En esos momentos es cuando uno, debe creer en vainas, como decía mi abuela.- Esto ultimo lo dijo en voz aja pero sin abandonar la alegría en su rostro ni la sonrisa , que empezaba a incomodarme porque seguía sin ver la gracia del asunto.
-Para hacerte el cuento corto, había cuadrado con mi suegra para que cuidara a los carajitos en las noches. Ella al salir de su trabajo, se iría a dormir a mi casa. La mujer de servicio los cuidaría durante el día, pero, siempre un pero, la mucama tuvo que viajar, a última hora, para los Andes, a cuidar a la mamá, por un problema de salud. Ni modo, tratamos de resolver la situación . No encontramos quien se quedara con los chamos , durante el día. Solución, comprar pasajes para ellos, menos mal que pagan medio pasaje y del hotel de París, nos informaron que como eran menores de doce años podían quedarse con nosotros en la misma habitación, sin costo adicional. Que carajo, así conocen Francia.dije resignado.- Sonreído, apuró lo que le quedaba en el vaso y le hizo señas al barman para que nos sirviera otro güisqui.
– Con este palo si te alcanzo y de paso, cojo mínimo, pa` seguíte contando la vaina. Sorbió un trago corto para continuar hablando, porque sabía que yo quería conocer como le había ido en el viaje . Mi salida para Paris , era dentro de dos semanas . Sus gestos y la automática sonrisa, me anunciaban que lo mejor del cuento , estaba por empezar y no me faltó razón.
-Llegamos con tres horas de antelación a Maiquetía, “porsiacazón güele a raya”, tu sabes como son esas líneas aéreas de ladillosas con el equipaje, la revisión de rayos equis, el control antidrogas, las tasas aeroportuarias y demás yerbas aromáticas.- Se llevó el vaso a la boca, se mojó los labios y continuó hablando
– Cuando llegamos al aeropuerto. ¡Oh! ¡Sorpresa!. La cola del chequín, era kilométrica, al rato, como vi que no se movía, fui al frontdesk, a preguntar que sucedía. Me dijeron que el avión estaba en mantenimiento y no tenían la seguridad de que el vuelo saldría a Paris. Esperaban el informe técnico, para proceder pero que mientras tanto, había que esperar.- dijo sin abandonar la sonrisa que ya empezaba a parecerme algo cínica.
-Hermano, pasadas dos horas, una empleada de la Aerolínea, recorrió la cola para informar la suspensión del vuelo, para el día siguiente y ellos tratarían de embarcar en otra Aerolínea, que tuviera cupo, a pasajeros “prioritarios”. Los que venían en vuelos del interior, los de tercera edad y aquellos que viajaban con niños. Nos salvamos, éramos prioritarios. me dije.- Tomó un trago, encendió un cigarrillo y de manera más pausada sus felices infortuniosa juzgar por su permanente sonrisa.
-La empleada de la Línea, organizó una corta fila de doce personas que nos incluía y empezó a entregar pases de embarque , a nosotros nos dejó de últimos, porque como grupo, nos colocaría en juntos y en la misma fila de asientos. Chévere, exclamé y le dije a Josefina que estábamos resueltos. ¿Resueltos? ¡Un coño! Al ratico, llegó una funcionaria , de no se qué Ministerio y habló con la empleada de un tal “viceministro” y que le resolviera lo del cupo, porque era urgente e importante la presencia del tipo, en un Seminario en Paris, vital para los intereses del País. Lo que no dijo la coño e´madre, fué que el “vice”, viajaba con su familia o sea , que necesitaba cuatro cupos. Que casualidad, ¿No?-Cuando dijo esto último, creí ver un rasgo de rabia en el rostro, pero su sonrisa, contradijo lo que creí ver. Miguel , seguía con su monologo.
-La empleada de la Línea , se puso a resolver a millón lo del “vice”, explicaba que era un caso urgente y una persona muy importante. Me acerqué al mostrador para ver como iba lo nuestro y vi , nuestros nombres tachados en la lista y el nombre del “vice” y su familia,sustituyéndonos. Bueno, que te digo, ahí si boté la piedra, me acerqué y le dije a la empleada, en voz baja, pero transmitiendo una gran arrechera, que a nosotros,los tachados, nos iba a enviar a Paris, asi fuera en autobús, por que iba formar un peo de marca mayor.- Sin embargo lo contaba sonreido.
-Este me está vacilando, pensé- Y me lo quedé mirando , para que sintiera que no estaba de humor, para vacilones.
-Nojoda, continuó diciendo como si nada- Yo había pagado el hotel por Internet y a los franchutes ya habían cobrado, si llegabas en la fecha prevista o no, era tu peo. Devolverme pa` Caracas con los muchachos y el equipaje, ni de vaina y menos por ese guebón, quien era lo que fuera, no era más importante que yo.- Por primera vez, su rostro borró la extraña sonrisa.
-Nos montaron en un avión hasta Lisboa y de allí, a París, solo que al llegar a Francia, por lo del cambio de avión, el equipaje no llegó, te imaginas el peo, ¿no? – Lo dijo convencido de que yo, había pasado por algo similar.
-Hermano, París, a 10° C, es algo serio, sin la ropa adecuada para el frío. En el Aeropuerto nos entregaron unos estuchitos que contenían una camiseta blanca, cepillo de dientes y una maquina de afeitar desechable. Nos dieron la autorización verbal para que gastáramos cien euros en ropa, para cada uno de nosotros, los cuales serían reintegrados por la Línea. No era mucho pero algo es algo.¿Verdad?- Asentí con una leve inclinación de cabeza..
El tráfico en Caracas, a esa hora, estaba en su punto pico pero el cuento de Miguel, me servía de excusa para no calarme ese ajetreo y continué escuchándolo en silencio , sin interrumpirlo.
-Bueno, nos fuimos al Hotel, que estaba en el mismo barrio, Pigalle, donde está la Iglesia de La Trinité, que estaba cerrada al público por una remodelacion. La iglesia está ubicada en la Rue St -Lazare, frente a la Plaza d’ Estienne d’ Orves., me pareció raro que la plaza no se llamara como la Iglesia, después averigüé el por qué del nombre de la plaza , pero eso te lo cuento en otra oportunidad.- dijo en voz baja y enseguida se tomó un sorbo del vaso de güisqui.
-Ramón, quieres que te diga una vaina, hay que tener bolas e imaginación para ver el parecido de La Trinité , con el Panteón Nacional. y soltó una risotada.- Solo se parecen en que tienen tres naves y dos torres. La de allá, es el triple en tamaño. Tiene un campanario arrechisimo, en una de las torres y en la otra, un enorme un reloj. El Panteón , tiene solo cúpulas y huecos en las torres. A lo mejor de lejos, tienen algún parecido,- acotó con un tono de voz que no me sonó muy convencido y continuó hablando.
-Fuimos a la Plaza L’ Etoile- Charles de Gaulle, donde está el Arco de Triunfo. Me costó algo pero pude ver la firma de Francisco de Miranda, entre las muchas que están impresas en la parte interior del Arco. Donde me desquité fué en Versailles, en la Galería Principal del Palacio está un retrato vergatario de Miranda. El mismo que tenían los antiguos billetes de veinte bolívares, aquellos que eran verdes.
Lo dijo en un tono nostálgico.La sonrisa había desaparecido de su rostro.
Prendió un cigarrillo, tomo una bocanada y al exhalar el humo, en tono de broma, canturreó.
-No es mi llanto, es el humo del cigarrillo que me hace llorar.- Sonrió brevemente y continuó con el cuento.
-En París, el frío es del carajo, Ramón. Sin embargo le echamos bolas, fuimos a Euro Disney, cenamos en los famosos “botes abiertos” del Sena, visitamos la Torre Eiffel. Siempre con la misma ropa , solo me cambiaba los interiores. Cien euros no alcanzan para nada, todo es carisimo. Nuestro equipaje llegó un día antes de nuestra partida oficial y te digo “oficial” por que aquí viene lo mejor del cuento.-Tomó el vaso y le pidió dos tragos al barman con la señal de la «victoria» en la mano.
-El día antes de nuestro regreso nos metimos en Internet para revisar los correos y reconfirmar nuestro regreso. Luego nos fuimos a dormir. Cuando llegamos al Aeropuerto Charles de Gaulle II, informaron que nuestro vuelo había sido anulado por una huelga del departamento de despacho de vuelos de la Línea. Solo daban información en la Oficina de Paris.- Lo dijo, llevándose el vaso de güisqui, a la boca.
– Imagínate la vaina, a 30 Km. de París, sin plata, ni hotel, con dos carajitos y sin fecha de retorno. Nos regresamos a París, a jalarle bolas al Gerente del Hotel, para que nos recibiera de nuevo, con lo jodido que son los franceses pero nuestra situación lo conmovió y nos ubicó en la más pequeña habitación del hotel, la única disponible. Allí dejé a Josefina con los carajitos y me fuí a la Oficina de la Línea. En la oficina , el cogeculo, que estaba armado, era pa’ cojé palco. Me dieron un número para ser atendido, el N° 569. lo recuerdo por que lo anoté para jugármelo en Caracas. Los empleados explicaban que hacían esfuerzos para que otras Aerolíneas nos sacaran de París, vía Madrid.- bebió otro sorbo de güisqui y le dió un chupitazo al cigarrillo antes de continuar hablando.
-Atendían al N° 559, después de cuatro horas , esperando como un mismo bolsa , todavía faltaban diez números para llegar al mío. En eso llegó una elegante limonsina, bajaron cuatro personas bien trajeadas, finos modales y ataviadas con abrigos que se veían caros. Se dirigieron directamente al mostrador, sin pasar por «go» y sin número para que los atendieran, hablaron con el empleado, le entregaron sus tarjetas de presentación y sus pasaportes con sellos diplomáticos, se sentaron en silencio a leer revistas. Me dirigió una mirada cómplice y agregó.
-Estos personajes quieren aplicar una de velocidad, a cuenta de que se creen importantes.- me dije y recordé la que me aplicaron en Venezuela-. lo dijo apretando los puños.
Su rostro sonriente, me desconcertó. Estaba fingiendo o estaba medio tostao porque con todo lo que le había pasado, esa sonrisa no me parecía normal ni sincera.
-Fuí al mostrador me dirigí hacia al empleado más cercano, quien en ese momento atendía a una señora española y le pregunté ¿Aquí se respeta el orden de llegada , verdad?. El empleado se sorprendió por mi pregunta y esperó, en silencio,que yo le explicara por qué preguntaba eso. Me limité a señalar a los recién llegados, volteó a mirarlos y me solicitó que le entregara. mi talón, con el numero de atencion . Debo reconocer que al principio dudé pero se lo entregué y dije para mis adentros – Si este se me pone cómico, el peo que voy a formar se va a escucha en los Campos Elíseos. El empleado fué hasta donde estaban los supuestos diplomáticos y les solicitó el talón con los números de espera. Por los gestos que hacían me dí cuenta que trataban de explicarle al empleado que eran personas muy importantes y que esperaban ser atendidos sin el talón correspondiente. El empleado sin inmutarse les señalaba el dispensador de talones.
-Ramón, no me lo vas a creer- me dijo medio serio. – El tipo no comió coba y los mandó a coger el papelito, luego se dirigió hacia el interior de las oficinas, sin devolverme mi talón. Al rato cuando ya empezaba a preocuparme, escuché mi nombre por el parlante interno y anunciando que me dirigiera al escritorio Nº 16. Cuando me senté frente al escritorio el Gestor me entregó un sobre con los pasajes y la nueva fecha de retorno, lo que significaba cinco días más en Paris. Antes de preguntarle como haría para cubrir nuestra estadía, en un español con acento francés, me informó que los gastos de hotel, alimentación y traslados al aeropuerto, serían por cuenta de la Aerolínea.-
Lo que me contó a continuación, explicaba la sonrisa que mantuvo durante toda nuestra conversación
-Me retiraba de las oficinas, cuando escuché al empleado decir:- Monsieur Gutiérrez, en París, todo el mundo es igual. Aquí nadie es tan importante para alterar el orden de atención.
– Creo innecesario decirte , Ramón, que fueron los mejores vacaciones de mi vida.
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