cada uno de los presentes se sentían angustiados, ansiosos, con miedo y un sin fin de cosas.
Todos ahí estábamos a algo: la muerte, si bien todo ser humano esta sentenciado a morir, nuestro descanso eterno llegaría mas temprano.
Nadie entendía como habíamos llegado aquí; Sabíamos lo que estaba pasando, lo que había pasado antes, pero ninguno sabia el porque ¿Será un castigo por nuestros pecados? Al fin y al cabo el «jefe» nos dejo en claro que no somos mas que eso, que no merecemos referirnos a los pecadores de esa manera, a pesar que el este en las mismas.
Pero no se trataba de eso, había un traidor, cualquiera de los que estaban ahí sentados podría ser un traidor, no se puede confiar en nadie, aunque nunca han sido de fiar, ningún asesino es de fiar.
Pero estábamos ahí sentados los «mas sospechosos», no me sorprende que este en la lista, nunca nadie confió en mi, nunca nadie confió en ninguno de los que estaban ahí sentados en aquella mesa redonda, que nos traía todo tipo de recuerdos menos recuerdos felices.
Nadie sabia lo que iba pasar después, solo sabían que alguien iba a morir.
-hagamos esto rápido – demando Elías, un hombre que intimidaba solo con su presencia, estaba por irse, quien sabe porque
-¿Que crees que va a pasar? -bufo David – ¿Qué alguien va a saltar y decir «yo soy el traidor» y aceptara su muerte? – se notaba que intentaba esconder su miedo.
-somos egoístas, solo nos importa nuestra vida, por eso estamos aquí, por eso hemos acabado con tantas vidas, por eso somos pecadores – interrumpí a David dándole la razón.
Jamás me cayo bien, pero tenia razón esta vez.
Después se escucho una puerta y un disparo, era el jefe, había matado a Elías. Ya no sentía miedo. Ya no sentía que era la gran cosa.
-igual me caía mal – dijo el jefe tirando el cuerpo muerto de Elías de la silla y sentándose.
Todos nos callamos, ninguna de las 7 personas en esa habitación se atrevía ni a mirar al jefe.
-Todos ustedes son unos inútiles pecadores – nos insulto.
Ninguno de los presentes lo dudaba, nosotros matábamos pecadores – podemos ver una marca en los pecadores – y si nos rehusamos a matar a alguien, seremos nosotros quien pague el precio de nuestros pecados.
-pueden seguir normal otra «reunión» – salimos sin decir nada, a pesar de tener mucho que decir, esta era la rutina y no podíamos hacer nada sobre ello.
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