Momento Fugaz

Momento Fugaz

F.E.L.A

14/07/2021

Ahí estaba yo, en la fila de la panadería, cuando se me acercó una señora que estaba pidiendo monedas para comer. En ese momento, me encontraba nadando en mis pensamientos, sin emerger de ellos, y a la vez, me preguntaba qué podría comprar con dos mil pesos… ese billete que se me hacía especial fugazmente, el cual se encontraba oculto en unos de mis bolsillos del pantalón, el clásico de color negro… ah, fueron excelentes Jeans en su corta y momentáneamente vida útil, poco antes que se estropearan y se mancharan con agua bendita que se suele utilizar para limpiar y eliminar malvadas impurezas de contagio que suelen estar en ciertas partes de la casa. Pero volviendo a mí mismo, y para seguir contando, yo me preguntaba qué escogería para comprar y así, al fin saciar mi breve pero angustiosa hambre, la cual me torturaba con golpes y se manifestaba con ruidos de tambor en mi estómago. Enseguida mis pensamientos se unieron a la danza e hicieron su presencia en mi conciencia con ideas. Mientras tanto, desde afuera, la estantería de la pastelería hacía relucir sus pasteles, y daban aspecto sublime a los ansiosos que pasaban por fuera del local. Por otro lado, las ideas me venían cayendo como avión en picada, que las interpretaba respondiéndome con monólogos en mi persona, podría ser… quizás una empanada o… una pizza, tenía tantas opciones en que pensar, donde una de ellas era dejar tal estupidez y largarme a mi casa. En eso estaba, cuando de pronto escucho una voz de una señora “Por favor joven, deme una moneda para poder comer”. En ese momento me encontraba aún inmerso en mis pensamientos, por lo cual sin haber reflexionado le respondo “Señora, tengo lo justo y necesario para comprar y no poseo más dinero”. Ella siguió su camino hacia el siguiente que estaba delante de mí, era un señor bastante modesto por su apariencia, sin embargo, él sin rechistar le brindó una moneda, ella siguió donde otro señor, que tenía más edad que el anterior. El anciano tocó sus bolsillos, y posteriormente, sacó dos monedas que le concedió a ella, reparando a su súplica. Yo miro de frente al anciano, el cual tenía facciones de una persona diligente y caballeresco, su cabeza estaba cubierta por un sombrero de ala ancha, tenía una vestimenta semi formal y portaba lentes oscuros de aviador, yo, al mirarlo, mi vergüenza se cayó, se marchitó como una flor que ha sido cortada, y que no se debió de cortar, por dentro mis entrañas querían explotar debido a la estupidez y poca consideración que tuve por ella, una mujer que solo buscaba una mísera ayuda para calmar su hambre. Sentí como mi conciencia me recriminaba, y yo la escuchaba “Por qué le negaste, solo era algo que sería utilizado conforme al bien y su bienestar personal”. En eso medité por un lapso ínfimo de tiempo y luego busqué una moneda que, de casualidad, me había sobrado del colectivo. Entre tanto buscar, logré encontrarla, con fin de buscar a la señora, cambié mi visual, miré de un lado al otro, pero ella había desaparecido. Mi momento de estupidez al negar tal solicitud me hizo reflexionar que los momentos, son instantáneos y absolutos. Debemos ser benevolentes, aunque las situaciones sean fugaces.

F.E.L.A

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