A punto de llegar a mis fatídicos treinta miro hacia atrás y no hay nada de que sentir un poco de orgullo, mil y un proyectos yacen en mi closet, mientras yo a duras penas puedo mantener esta insípida existencia, ningún talento o habilidad se me fue entregada, solo la penosa capacidad de aplazar cada cosa que emprendo.

 No hubo un Dios, ni destino o tan siquiera por evolucion se me fue otorgada un poco de inteligencia, soy altamente destrustiva, trate de ir a terapia pero me rendí tan rápido como inicie.

Es más el ponerme a contar todo esto es suficiente para que mis manos ya no quieran continuar.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS