¡Ah!No es cierto ángel de amor,
que en ésta apartada orilla
más pura la luna brilla y se respira mejor.
“Don Juan Tenorio”
José Zorrilla.
Mira a su alrededor. Oye voces familiares. Abre sus ojos en una fría mañana de invierno. El tiempo se desdibuja entre el sueño aún presente y la realidad.
Desconoce si la percepción es producto de sus fantasías. Se visualiza en su pasión y hacia ella dirige sus traviesos pasos.
Resuena su nombre; pero el sonido se vuelve un eco lejano. Tiene un objetivo en mente y se dispone a cumplirlo. Con pisadas temblorosas, se escabulle en los rincones conocidos casi de memoria y a ciegas. Tiene que atravesar la vieja ventana.
Sus pequeñas manos procuran ser sigilosas. Sin provocar el mínimo ruido los vidrios se deben correr para ser la puerta por la que su cuerpo entre al bar.
En un rincón oscuro, iluminado por una tenue luz, una mesa de villar espera.
Con ayuda de un escalón improvisado logra escalar hacia la cima y posa su pie derecho sobre el paño verde.
En su imaginería cree haber logrado todo de incognito. Perosu estatura es el norte de una mirada café. Ella, conoce la siguiente acción. Cómplice sigilosa de ilusiones y juegos, es testigo de cómo cada mañana se reitera la misma rutina silenciosa. Ya es costumbre, el ensayo, en el simulacro de escenario, da su inicio. Ambos sin expresarlo lo saben: un alma va delineando el despuntar de una vida unida al canto y al danzar.
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El ambiente minimalista le rodea. Cuatro murallas blancas emergen casi desnudas para acompañar su soledad.
Con ensimismamiento comienza la tarea. Escribir.
No posee una idea clara. Debe cumplir un objetivo, una misión, un pedido, un reclamo. Plasmar su vida en un papel. Las palabras se le antojan difusas, complejas. No puede condenar un destino de pasión a cuatro o cinco letras sin sentir el sabor a salentre sus labios. Toda su subjetividad, su destino es protagonista. Lo sabe desde el principio; y trata de asumir una tarea con su “yo”, simple pero compleja a la vez.
Debe sopesar sus huellas. Hacer un balance. Recordar: “volver a pasar por el corazón”, TODAS sus vivencias
No sabe por dónde iniciar. Desde los años transitados, y a cierta distancia las remembranzas cobran nuevas perspectivas, y el orden sufrealteraciones antojadizas. Logras, rostros, sueños, dolores, desafíos amores. Todo es un inmenso universo imbricado y singular. Guardado celosamente en su humanidad.
Siente latir su sien, los pensamientos pesan; y algunos pasan su factura. Toda elección tiene su costo.
¿Cuál es el precio de una vida dedicada al éxito? ¿Dónde está la vara de la victoria? ¿Cuál es el verdadero punto a ocupar?. Aquellos causantes de espacios vacíos imposibles de llenar.
Razonamientos infinitos, interrogantes. Éstos pueden tener tantas respuestas como estrellas en el cielo. Es un ser amante del espacio sideral, le resulta fascinante ver el reflejo de los azules astros en la inmensidad del mar.
El mar, es otro de sus refugios. Un enigma a resolver.
Palabras recurrentes acuden a su mente. Repeticiones.
Historias leídas e imaginadas.
Una página en blanco: el desafío.
Construir un relato y seguir el camino.
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La mañana despunta en el ventanal. Se disponeiniciar su rutina comode costumbre. Apoya su regazo sobre la mesada y al levantar la vista observa el jardín vestidodeun blanco gris perlado. No es la nieve conocida en sus regiones; es ceniza producto de un volcán. Ahora lo sabe; y su corazón late tranquilo. Pero en su memoria no puede evitar revivir los momentos de tensión cuando una rotunda noche amenazó el poblado sobre un almuerzo de mediodía. Cómo olvidar esas escenas.
Habían terminadode comer el religioso puchero de gallina del primer día laboral de la semana; y se hallaban todos sentados en torno a la mesa familiar en su habitual sobremesa que como punto de cierre se corolaba con una tacita de café. Se acercó al grifo para llenar la vieja cafetera; giró su cuerpo y tomó un fósforo para prender el hogar a leña.Pero, en un “abrir y cerrar de ojos” el recinto oscureció. Acto seguido, sintió a Lola, la pequinez, temblar . La reacción de su mascota agudizó su temor.
De los allí presentes, nadie comprendía nada. ¿Sería el fin del mundo? Los niños de la casa comenzaron a llorar sin consuelo; los adultos no encontraban ninguna explicación lógica. Nunca habían experimentado una situación así. A todos los consumía el miedo.
Con la incierta desconfianza y esa sorpresa contenida que provocan los prodigios de la naturaleza: allá lejos, enlos rincones montañosos, habían entrado bruscamente en actividad volcanes cuyos nombres se olvidan cuando están en reposo.
La ceniza venía de aquella región distante y el viento la llevaba hacia las zonas más apartadas, por diversas provincias, por encima de los ríos, hacia los recodos más ínfimos del país.
El cielo despedía una bruma oscura ydensa condensada en coposcenicientos. El hollín fue dueño de latierra en un solo segundo.
Gris las calles, gris las llanuras, gris el horizonte donde alcanzaban a ver sus ojos de idéntico color a ese tiempo ceniciento. Ellos evocaban en cada una de susimpresiones viejas leyendas leídas, a las que se asocia el confuso tema de los milagros.
Y su morada laberíntica de mil recovecos era un espejo simétrico de cómo se había afectado la vida diaria de los habitantes de la comunidad. En el viejo bar de la esquina, lugar aledaño a su casa, o mejor dicho un brazo extendido de ella, en los jornales sucesivossurgierondichos, anécdotas, miedos, reacciones y un sinfín de comentarios sobre el posible apocalipsis del centro mismo de su universo: su pequeño pueblo norteño.
Así los rumores corrían sin alarma, aunque no sin un fondo de inquieta aprensión, comentaban el sorprendente suceso con el recuerdo de hechos análogos que suelen ocurrir en los lugares volcánicos, y no faltaban quienes ilustraban sus observaciones con datos un poco pintorescos relacionados con memorables calamidades geológicas. En otras oportunidades, el silencio revelaba pensamientos graves y religiosos. La multitud se encontraba ante un “fenómeno”, y un fenómeno es, precisamente, el milagro, explicado, definible, pero milagro al fin.
Habían transcurrido dos semanas de lostrágicos hechos, y todo comenzaba a volver a la normalidad. Sus ritos hogareños no eran la excepción. Se dispuso a cumplirlos y comenzó por lo más importante para iniciar con el pie derecho sus labores: degustar un café. Infusión con aroma a sus más entrañables amores. Ligada a su querencia e infancia.
Sus laboriosas manos baten con afán la infusión para conseguir un brebaje espumoso sin igual; y su mente de despega del cuerpo para dar vida a los reflexiones.Al imaginarse la niñez, no puede evitar pensar en sus hijos. Los lleva en la sangre. Los sabecon almas nobles y sensibles, con alas de vanguardia. La historia; celosa, se repite en celosa forma circular:
Emigró y emigrarán.
Presiente ese momento inevitable; y no puede evitar cierta congoja en el alma. Sin embargo se jura no cortar nunca las alas y seguir el lema de sus ancestros “el amor es libertad” aunque en esta empresa deba aprender a vivir con la distancia y la soledad.
Para esquivar las ideas enfoca su mente en el próximo objetivo. Lo cotidiano se reviste de especial. Debe hacer un regalo. Hoy es un día especial, de celebración.
Se dispone a realizar la misión: hornear la torta de cumpleaños para su tesoro más preciado. Es el primer día de mes; y también el festejo de sus seis años. Se le antojan feroz el paso del tiempo, los segundos vuelan sin dejar registro y se diluyen en edades que les pintan arrugas en la piel volviéndolos más viejos.
Casi sin pensar llevaba más de quince años de convivencia en un matrimonio feliz. Y sin querer se encuentra tarareando la canción de un tango de moda que suena por esos días en la radio:
Tengo miedo del encuentro
Con el pasado que vuelve
A enfrentarse con mi vida
Tengo miedo de las noches
Que pobladas de recuerdos
Encadenan mi soñar
Pero el viajero que huye
Tarde o temprano detiene su andar
Sentir que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Cuánta verdaden esas letras, y cómo sin querer eran una metáfora de su historia de amor. Un romance que había surgido en sus tiernos 17 años y que le había llevado a un matrimonio feliz. Sin embargo toda historia tiene sus lados grisáceos. Su familia política le había hecho las de Caín. Pero hoy a cierta distancia,los espacios y los corazones conquistados, le obsequiabanun sabor de victoria inigualable.
Su llegada a la vieja casona aconteció a sus jóvenes 19 años, luegode un breve noviazgo. Su lugar desde siempre: la cocinaen un principio otorgadapor sus cuñadas en son de castigo.Ignorantes de su índole. Sin saberlo en lugar de condenarla al infierno, le cedieron la llave del paraíso. Y se convirtió en la reina de sus vidas. todo giró en torno a ella. A su imaginación antojo, valentía y regocijo.
Respetuosa de la libertad de los demás. Dueña del arte por naturaleza. El canto, la voz y el ritmo danzante eran el legado a sus descendientes.
Puf! Debía emprender la difícil tarea de concentrarse, cosa casi imposible le parecía en esos momentos. Sus ideas, recuerdos vivencias cobraban alas propias y se convertían en una invitación constante a viajar por los recovecos del corazón.
Sin embargo, debía cumplir su promesa y hacer el bizcochuelo con crema moka. Tarea no sencilla: la crema de chocolate y café, era la dilecta de su criatura. No puede fallar.
Seleccionó el recipiente de bronce herencia de su Nona. Ése bols tiene una historia. Había llegado desde la vieja Europa cuando sus abuelos habían dejado su Galicia natal escapando de los azotes de una época de guerras interminables, crudas, despiadadas.
Desde esa época de hambre extrema la veneración a la comida es una ceremonia obligatoria. De los recuerdos de su infancia guarda pintorescas imágenes de esos momentos en que sus mayores sentados como comensales bendecían los alimentos. Recuerdael refrán utilizado a modo de cierre en la voz de su Nono sentado en la cabecera del extenso tablón de la cocina:
- – Bien o mal; hemos comido.
Ese dicho aún vigente. Es un recordatorio de sus antepasados, de su condición de sobrevivientes.
Las remembranzas de esa época llena de ternura y juegos le tocaba el corazón. Ahora, ese tiempo de duendes lo estaban viviendo sus“peques”. La vida en su rueda no paraba de girar.
Con cierta dulce melancolía enciende los leños de la cocina, y se dispone a derretir el chocolate y calentar el café.
La crema es una adopción culinaria de estas tierras. Y recuerda la llegada de su sangre al río de la Plata. Los inicios no habían sido sencillos. Habían llegado aquí en con sus hijos adolescentes en busca de un nuevo horizonte; lejos de las lágrimas y la muerte cotidiana que los abrumabaa diario.
Las políticasy promesas de unpaís en expansión, resonaban alentadoras. Sin embargo, la realidad también se les presentó cruda; como una cachetada. Luego de su arribo a la ribera del río habían sido conducidos al “Hotel de los inmigrantes” ; sitio donde le habían hecho a todos los papeles-
Con el hambre carcomiendo sus entrañas pasaron la primera noche en las nuevas tierras. El clima desolador. Todos compartían ese sentimiento. A Juan, como padre de familia, lo consumía la culpa al ver a los suyos sin un techo, alistados para dormir sobre el suelo por acompañarlo en su alocado sueño de “hacer la América”.
No conocía mucho en detalle la historia. Sólo sabía que habían pernoctado unos días en Buenos Aires, en una casona de La Boca. Allí habían convivido con distintos grupos de inmigrantes y su abuela había hecho migas con una familia italiana. Con ella también habían compartido quimeras de conquista y emprendido la osadía de conquistar la inmensidad de la llanura pampeana. Años de amistad los unía, y en símbolo de unión habían compartido recetas tradicionales de sus naciones. yla Moka parte de una metáfora de esa hermandad en la comida.
Con el alma llena de rostros entrañables comienza a mezclar los ingredientes. Debe batir con cuidado para evitar se quiebre, corte la mezcla de manteca, café y chocolate. Toda la dulzura para festejar un día especial.
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Con manos temblorosas alista su portafolio. Es el primer día de clases, y también su inicio en una nueva etapa: la escolaridad. Con pulso esquivo y nervioso a causa de la ansiedad ante lo desconocido, levanta su tazón de desayuno e ingiere el último trago de café con leche. Siente su cuerpo como un enemigo, lo traicionan sus pasos temblorosos. Se dirige hacia la puerta y deja el aroma de seguridad familiar detrás de sus pequeñas espaldas.
Corren las ocho de la mañana de una jornada de marzo de 1951, los árboles de otoño parecen acompañar su travesía hacia la escuela; sólo intenta aferrarse a esa palma adulta para lograr firmeza y seguridad en su andar. Deben caminar dos cuadras para llegar a destino.
Una vez en el umbral del colegio recibe su beso de bendición y debe emprender en soledad en desafío. Siente una opresión en el pecho y se exige ser valiente ante la inmensidad de unas puertas dobles,macizas y amenazantes. Sin pensar, con sus ojos cerradosy guiándose por un impulso cruza el umbral.
Sin siquiera animarse a pestañar quiere permanecer con los párpados caídos; esos instantes se antojan eternos.De golpe siente su nombre como invitación para abandonar su voluntaria oscuridad. Haciendo uso de todo su coraje levanta la vista. Encuentra un blanco delantal y una mano que le invitan a recorrer el espacio.
De repente, todo adquiere una nueva luz, una nueva tonalidad. En el centro del inmenso patio cubierto surge un espacio mágico: un escenario. Sus sueños infantiles comienzan a caminar por nuevos derroteros y trata de memorizar los detalles de ese extraordinario instante para así inmortalizar la experiencia.
La atmósfera recrea un ambiente de cuentos. La tarima emerge brillante custodiada por un piano de cola, que reposa sigiloso, a la izquierda en un solitario y armónico rincón.
En un santiamén todo cobra nuevos colores; y se visualiza protagonista de sus más locas quimeras. En ese instante siente que está experimentando un momento crucial. Un punto de inflexión en su corta existencia. Lo sabe; después de esa experiencia existe un antes y un después.
Toca un ronco timbre para despegar su cabeza de las ensoñaciones. Y las voces llaman a formar filas para comenzar con la rutina de clases. Todo es nuevo y desconocido. Le enseñan a tomar distancia, a formar una fila derecha, se siente con infinidad de reglas. Y sus sentimientos comienzan a tornarse inciertos.
Luego de los rituales de bienvenida, ingresa con sus compañeros al aula. Le asignan un pupitre y comienza una jornada de deberes y rigidez que se le presentan distantes a sus primeras ilusiones. Quiere escapar. ¿Hasta cuándo durará ese suplicio?. No soporta ya tanta norma, ejercicios, números y gramática. El tiempo parece desdibujarse en una eternidad.
Tres campanas suenan, como un pequeño salvavidas. Y salen todos al recreo. Allí descubre unos minutos de juegos. Desde el rincón las teclas de un arpa le hacen un guiño. No puede evitar la tentación.
Descorre el paño protector y se sienta en el taburete. Comienza a acariciar las teclas y el sonido surge travieso. Acto seguido; un silencio sepulcral acompaña las acciones. Todo se agiganta. Escucha ecos de pasos intimidantes. En ese segundo atroz cobra consciencia de su osadía. Pero ya es demasiado tarde para esquivar la rotunda penitencia y el plantón en el rincón.
En esa esquina de penitentes palpa su inmensa pequeñez. Su mayor preocupación es cómo va a comunicárselo a sus padres. Primer día de escuela, primera reprimenda; en la vieja casona familiar seguro existía una como réplica. Y en su inocencia ¡sólo había buscado ensayar! Nadie entendía esa necesidad innata de experimentar la música desde los más tempranos años. El desasosiego de la incomprensión tiene sabor amargo.
SINOPSIS: MIRADAS
Un destino dedicado a una pasión: el flamenco. El amor por la música y la danza nace en el corazón de una niña como un juego desde la más temprana infancia en lejanas tierras de la llanura Argentina
Su madre es testigo de travesuras de la pequeña que la llevan a soñar con escenarios subida al paño verde de una mesa de villar ubicada en el rincón de café familiar.
Corren los años 50 cuando comienza a delinear la fantasía de vivir del ritmo que lleva en sus pies.
En su pequeño pueblo no existe enseñanza secundaria, dos mujeres libres, – su madre y ella- lucharán para lograr una educación lejos del hogar familiar y sus reglas.
Años después, título en manode docente normal. Sigue su sueño y emigra a España. Quiere bailar, ama el compás del cante flamenco. Siempre escucho historias de esa tierra lejana propia de sus antepasados.
Esta aventura la lleva a vagar por tierras de Madrid, Sevilla y termina su travesía en Granada donde se enamora de las cuevas gitanas, el Sacromontey los ojos negros de un gitano judío. Esa mirada la invita a sellar su destino en las tierras de la Alhambra
La misma historia es narradadesdetres perspectivas diferentes pero sin nombrar los personajes; sugeridas sus miradaspor diversas tipologías de letras.
Una niña quien a través de juegos descubre su talento y su pasión
La madre queimpulsa los sueños de su pequeña y es el sostén para que los convierta en realidad. Le brinda alas pese a sentir la ausencia del nido vacío.
Y una mujer adulta, ya al final de una vida dedicada al éxito y al brillo de los ,mejores escenarios del mundo; con la misión de escribir una autobiografía Sus sentires, sus balances, sus renuncias.
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