Mil millones de veces.

Mil millones de veces.

Kalae Bethatcat

06/10/2018

Café de estrellas.


Un café, mil palabras flotando sobre mi mesa, mi cama ofendida porque le prometí pasar la noche con ella y aquí estoy, con los dedos sobre las teclas y el corazón bailando un tango entre ellos con complejo de Roxanne.

Mi café me observa tan serio como siempre, tan silencioso, la imaginación vuela y la inspiración se escapa de su mano, remuevo a mi pequeño compañero y en él se reflejan las estrellas, esas que se ven brincar vivas en tus ojos cuando todo va bien, las que prometen una noche entera entre tus brazos, las que sonríen sin que nadie las vea, esas que son tan mías, tan únicas, tan tú.

De nuevo la inspiración flota cual niña revoltosa, se posa entre mis dedos saludando a mi despistado corazón, mueve a su antojo las palabras, mezcla las letras y crea la canción que entona mi alma cada vez que quiero susurrarte al oído que esa noche será nuestra noche.

Un compás de cuatro, un antifaz antiguo como el misterio de un beso en un baile de máscaras, como nosotros y nuestros versos, más antiguo incluso que aquellos hombres grises que en su día lograron dominar al tiempo.

En fin, mi café con estrellas sigue mirándome, la inspiración juega con mi tiempo y mi cama aún grita resentida, quizá deba hacerle caso aunque solo sea esta noche, al fin y al cabo, eres tú quien le da el nombre a la almohada, así que si vas a colarte hazlo ahora, hazlo y duerme conmigo, que ya sabes que las canciones siempre se acaban.


Ya no hay camas enfadadas.


Y aquí estoy de nuevo, esta vez el café lleno de estrellas se ha quedado durmiendo, ahora me acompaña el sol y el agua que brinca divertida saludando a los que pasan; ya no hay camas con enfados de mujer despechada, ni tangos de Roxanne en mi corazón; tengo a la calma sentada a mi lado, esa que sonríe mientras la tormenta grita en su interior cual loca en un manicomio, arremete contra las paredes de su pecho esperando el momento en que se rompa y pueda salir.

Sigo aquí contando los compases que fuimos dejando atrás con el camino, a cada metro como migajas de pan en el cuento de Hansel y Gretel, sigo mirando como los pájaros se van comiendo el rastro musical que formaba nuestra historia hasta que ya no queda nada.

¿Y ahora qué? Hacía tanto que no me preguntaba eso, demasiados días de lluvia sin pensar en esa pregunta maldita, en aquello que podría suceder una vez que en el mundo se hubiese muerto el tiempo.

¿Y ahora qué? Una vez más hay algo que se rompe, algo que falla y se tambalea cual niño en sus primeros pasos, hay un calor nocturno que me falta y una sonrisa al amanecer que añora mi pequeño mundo, hay un ser que ya no canta en los caminos nuestra canción, porque cada uno se ha desviado del sendero común para hacer su camino aparte.


Mil razones.

¿Alguna vez has visto la caída y has pensado en caer cien veces más? ¿alguna vez te han gustado tanto los huracanes que las calmas te llegan aburridas?

Estoy cansada de días de sol y noches románticas bajo la luz de la luna, quiero una tormenta de rayos que me reviva el alma a base de descargas y quiero una noche en la que bailar sea lo único, en la que se me desgasten las suelas de los zapatos de tanto que me hacen girar, en la que me muera de sueño y de vida y del dolor de mis mejillas de tanto sonreír.

¿De qué me sirve vivir estable si termino muriendo de pena? ¿de qué me sirve seguir cuerda si la locura era la que me alegraba los días?

Lo siento, pero quiero reír hasta que me duela la barriga, porque sé, que cuando te marches volveré a mi cordura y a mis noches tranquilas, volveré a mis días grises y no se me desgastarán los zapatos ni las ganas de bailar, no habrá cafés de madrugada ni cigarros en el balcón, no tendré que caminar de puntillas por tus lunares, ni bailar desnuda entre tus ojos y esa mirada que me dice «ven, vamos a comernos hasta que ya no queden ni los huesos».

Quiero ser y dejar de ser en un bucle que no tenga fin, quiero ser dulce y amarga hasta que te sacies y decidas que lo agridulce no va contigo, quiero ser esa que te de golpes contra la realidad pero que también te ayude hasta que toques el cielo y le cantes las buenas noches a la luna, quiero ser mía y de tus manos, esas que me conocen mejor que yo y que jamás le contarán el secreto a nadie porque el mapa de la piel no se lo gana cualquiera.

Te quiero a ti y a tu presencia, a tus buenos días y a tus noches de no dormir, a tus sonrisas de media luna, a tus rabietas de niño, a tus abrazos con sabor a casa y a tus bromas sin sentido, quiero tus ojos brillando de emoción por mi culpa, tu pulso bailando una samba porque ya no puedes más, te quiero entero, con tus pros y tus contras, tus distancias y tus barreras, a la falta de ellas y a esa mirada perdida que pones cuando desapareces y te evades dios sabe donde.

Te quiero cerca, tan cerca que pueda sentir el calor de tu piel con complejo de estufa, esa incandescencia que me salva los inviernos y las distancias, te quiero, sin más, porque puedo y me apetece.

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