Aquí comienza una nueva era,
justo antes
del azar.
Decisión que desencadenará
inciertas horas.
La metáfora, expuesta;
y mis huellas en tus manos.
Espero las traces
con pulso y precisión.
Aquí navegan futuros
(entre sí paralelos).
Y fruto del amor, un miedo nace.
Pero no reconstruye
heridas de antes.
Se mece impaciente, y no sabe
esperar.
Que se agote, nomás,
de vagar en el mar de mi emoción.
Que surja si quiere.
Lo dejo que grite,
lo dejo que tiemble.
Pero jamás atormentarme
ni llenarme, insistente,
de caprichos de infante.
Que salte, que cante,
que me recuerde.
Que brille más que un cristal.
Pero que nunca me quiebre
ni me enseñe
a esperar demás.
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