Aquí estoy otra vez, sentada en el banco del parque. El viento mueve mi pelo con cierta fiereza lo que me causa mucha satisfacción. Siempre que vengo a este lugar observo a muchas personas disfrutar su vida, mientras yo no logro hacerlo. En muchas ocasiones como esta, mi mente siempre se llena de vagos recuerdos, mi corazón está lleno de nostalgia y de mis ojos brota una lágrima que recorre mi rostro con mucha delicadez, a la cual ya me acostumbré. No lo entiendo… Nunca me he sentido así, nunca me importó el mundo exterior.

Bueno, tal vez en ese lugar, al cual me encamino tenga un futuro prometedor, pero primero, debo dar un último recorrido antes de marcharme para siempre de este lugar que me observó crecer. Me dirijo a mis lugares favoritos, como el parquecito que está cerca de mi casa, aquellos en los que me perdía con un libro en una tarde de verano u otoño. A mi heladería favorita, en el cual me enredaba con sus deliciosos sabores y con las distintas presentaciones, recuerdo que vine por primera vez con mi familia, fue un día memorable y al recordarlo sonrío levemente. Oh, el centro comercial. Recuerdo que mis hermanos me compraron un par de zapatillas de las más caras y era el primer sueldo de mi hermano mayor… Creo que aún están guardadas porque mis piecitos crecieron y ya no me encajaba. Ahora vamos a la biblioteca, ese lugar que me iluminó en los temas que desconocía. Está repleto de estudiantes, muchos leen libros y observo que lo disfrutan mucho, la paz y tranquilidad que emana este sitio es increíble… Nunca me voy a cansar de estos lugares. Observo la universidad, aquella construcción inmensa, en la cual me llené de muchos conocimientos y aprendizajes que debería enseñar a otros.

Mi cafetería favorita… Esa, la cual frecuentaba en las mañanas por un capuchino. Soy muy conocida por las meseras y la dueña de este local; sin embargo, desde hace unos días las noto muy tristes. Me ignoran desde hace un par de días, no las entiendo pero aun así les deseo lo mejor y éxitos en un futuro. Volteo para dirigirme a la salida, y en ahí está él, parado en la cola… Con sus cálidos ojos, pero esta vez no tenía su cálida sonrisa, la cual siempre me hizo sonrojar, cada palabra pronunciada por él era mi inspiración, ahora ya no lo será más. Siempre te llevaré en mis recuerdos y créeme que no te olvidaré, te miro por última vez, observo que tus ojos están vacíos como si extrañaras a un ser de suma importancia para ti, sólo espero ser yo esa persona, pero lo dudo… Nunca te hablé, siempre cruzábamos miradas y me sentía bien, como ahora, siempre serás mi recuerdo más agridulce, te recordaré eternamente, si hay una próxima vida, también te miraré como te miro ahora. Ya es hora…

Cuídate. Con una pisca de miedo me acerco, miro tu rostro por última vez y tú volteas, yo empiezo a huir, pero al mirar atrás no veo a nadie, supongo que no significa nada para ti, además, tal vez ni siquiera sabes quien soy yo…

Me voy a casa. Al ingresar, el ambiente está como lo recuerdo, los cuadros familiares e incluso ahí está el Señor Conejo, este siempre me acompañó en mi infancia, en mis travesuras y aventuras para descubrir un nuevo mundo desconocido, lo agarro de uno de sus bracitos, pues no me pienso ir sin él. Me llena de nostalgia tener que dejar todo esto, pero es mi destino, es mi sueño dejar esto… Sé que mi mamá me estaría reprochando por esta decisión, pero ya es hora de empezar una nueva vida… Observo que mi hermano está ahí… sí, él está viendo hacia acá, pero algo no cuadra. ¿Por qué está vestido de negro? ¿Y por qué sostiene esa foto?

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