Mentiras de etiqueta

Mentiras de etiqueta

Darmian BG

25/03/2020

Los confines de mi mente. Capítulo uno.

Fingimos que es por el virus pero lo que está en entredicho es nuestro modelo actual. La gente se queja del sistema como si su lamento no tuviera más destino que el olvido y es que tantas lágrimas han besado el suelo sin fin ni objetivo más allá que el de transitar las penas de la humanidad como quien empieza un sendero de algún bosque oscuro, sin más razón que el anhelo de una causa, y acaba perdido, desorientado, sin saber qué es verdad y qué es mentira, sin saber tan siquiera si hay diferencia entre ellas.
Fingimos que nada está mal, que la barbaries es lo razonable o que el hecho de si lo es o no lo es no nos importa, convivimos con el miedo como si fuera nuestro invitado e intentamos contentarle adorando a un dios de papel que creemos puede ser el salvador cuando nuestro sentir nos grita a llantos que la humanidad son sus lazos, no sus bienes.

Nunca lo han sido y nunca lo serán y esos asquerosos cerdos verdes no pueden cambiarlo hasta el momento en que conquisten nuestra alma, porque, pueden invadir nuestra mente y envenenar nuestro corazón, pueden hacer caer nuestro cuerpo, hostigándolo a base de excesos físicos o productos contaminados, pero mientras nuestro espíritu siga indemne no podrán pagar el precio de la libertad y cuando eso pase, si es que llega a pasar y un día somos capaces de vender lo único que no es por derecho propio porque han quebrantado nuestros adentros, ese día…ya no habrá nada por lo que luchar.

El destino es de los valientes y los fuertes son los que antaño pudieron gozarlo, en el pasado la sangre y el acero decidían la suerte de la gente y en algún momento la creencia y la fe substituyeron a los dioses hechos hombres hasta que el raciocinio se alzó y se colocó en la cúspide de la pirámide, de forma que ahora la ciencia gobierna nuestro mundo, más al poder poco le importa qué arrastre a sus súbditos hasta sus manos si pueden engañar al pueblo con el oscurantismo de la corrupción como bandera del trono del odio, la envidia y la soberbia, como un tridente infernal que hiere impregnando de él los valores de la sociedad. No. No hablo de nada sagrado ni del pecado original, hablo de las más bajas pulsiones del humano, las mismas que ellos explotan con cada anuncio, con cada Super Bowl y con cada héroe de Hollywood que inunda nuestras pantallas con su supuesta grandiosidad.
O al menos así lo creemos. Queremos ser como ellos y todo esto forma parte de un plan.
Es una orquesta.

PRÓXIMAMENTE MÁS.

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