Desperté. Salí de mi caja, cumpliendo el protocolo. La palabra más fea del mundo, la que sin embargo me define y acepto. Un porcentaje de carga de fábrica; te saludo, me incorporo y me siento. Estoy como nuevo, perfumado y optimista. Programado, muy realista. Reciclado y con descuento. Aprenderé con entusiasmo. Sabiendo que la historia que construiremos ha caducado. Reiniciado, copiado y pegado.Tan muertos como vivos y como vos, que me mirás con esos ojos tan vacíos. Sin saber que sos tan sólo un suspiro, de alguien que un día, sin más, se durmió. Una tarde de otoño, bajo el árbol que hoy no está y aun su sombra, por compasión, como un recuerdo perdido, nos susurra una canción con notas de reloj y latido.
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