MEMORIAS Y ANÉCDOTAS DE YAYITA

MEMORIAS Y ANÉCDOTAS DE YAYITA

Un día cualquiera, mientras jugaba frente a nuestra casa con mis hermanos, primos y vecinos, divisé a lo lejos la figura de una mujer que venía cargando en sus brazos un costal de fique del cual salía un chillido ensordecedor; esa mujer era mi madre, ese día no salí corriendo alcanzarla como de costumbre, pareciera que miss pies hubiesen quedados sembrados en la arena como cualquier árbol frondoso…mi ritmo cardiaco se aceleró tal vez a millón, era grande la emoción de ver de regreso a mi madre, pero también la inmensa zozobra de conocer el contenido de la bolsa.

Ese día no entró a la casa como de costumbre, paso directamente al patio trasero y de tras de ella, un batallón de niños formado por sus hijos, sobrinos y vecinos. Abrió el portoncillo del gallinero y vació allí el contenido del costal, dando final al ensordecedor chillido que por poco rompe el tímpano de nuestros oídos; hubo un instante de silencio, instante este interrumpido por la voz de mi madre quien expresó haciendo referencia al contenido de la bolsa: “pechugona, la traen cargada y viene chillando”… las miradas quedaron fijas en la extraña criatura de cuatro patas, hocico flexible, ojos y orejas en formas de almendras,piel rosada y cubierta de finas y doradas cerdas, cola pequeña y ensortijada, quien con sus lindos ojitos miraba detalladamente todo a su alrededor.

Fue esa la primera vez que vi a esa escandalosa criatura a la que le dieron por nombre Yayita, a quien improvisadamente dábamos biberón en una botella yaprovechando la ausencia de nuestra madre la cargábamos y jugábamos con ella como si fuera un niño pequeño; la vestía con ropa de una de mis hermanas, le adornaba su cilíndrico cuello con collares y nos mecíamos a gran velocidad en una hamaca con ella cargada en las piernas, quien no paraba de lanzar fuertes chillidos y en un descuido se lanzaba y corría sin dejar de chillar; risas a carcajadas iban y venían, y nuevamente le toca el turno a alguien de corretear al escurridizoanimalito quien ágilmente se escapaba con facilidad. así fueron las mañanas desde la llegada de Yayita y ya entrada la tarde terminaba la diversión para nosotros, debido a que mamá regresaba del trabajo y no le agradaba que jugáramos con su cerdita. Según ella, la mano pasmaba su crecimiento. Esa choncha es una mercancía, solía, explicar con frecuencia, no es para jugar, y encariñarse con ella, es una alcancía que se rompe en diciembre, para cubrir los gastos de la navidad.

El tiempo acelerado como siempre hizo de Yayita una enorme y esculturalcerda, a la que ya no se le podía cargar, pareciera que hubiera llegado la hora de la venganza para la cerda Yayita, con frecuencia aparecía de la nada cubierta de lodo,y despiadadamente se limpiaba con el primero que encontrara a su paso, desbarataba los juegos, mordiazquiaba nuestros juguetes, corría con ellos y nunca los quería devolver, hacia grandes zanjas en nuestro patio en donde se quedaba dormiday entonces era ese el momento del desquite, me subía encima de ella, que salvajemente se despertaba enfurecida y corría de un lado a otro corcoveando como un caballo y emitiendo fuertes chillidos hasta que lograba tirarme al suelo y salir triunfadora gruñendo y con un caminar coqueto, como una modelo en un desfile de pasarela…pareciera ser que el personaje caricaturesco creado por René Ríos cobraba vida en aquella coqueta y traviesa cerdita, que ahora era muy fuerte, concurvilíneas que marcaban sus formidables perniles, por lo cualresultaba una misión imposible ganarle una partida. También era una gran compañera de travesuras, estaba en las buenas, en las malas y en las peores, cuando por algunas de nuestras travesuras la vara de totumo soasada acariciaba bruscamente nuestras canillas, ella corría a nuestra defensa, recibiendo también una porción del manjar preparado con la famosa vara de totumo.

Terminado el bochornoso suceso se alejaba emitiendo gruñidos que parecían regaños dirigidos a mi madre…y yo detrás de ella con lágrimas en mis ojos empezaba a rascar su panza hasta que se acostaba y abrazada a ella me dormía…

Son muchas las anécdotas que hay de Yayita; a medida que iba creciendo también crecían sus travesuras, era común que escuchar a los vecinos esperaban a mamá en la entrada de la casa para poner las quejas de Yayita como si fuera uno más de sus hijos, señora Dora yo estaba lavando y mientras colgaba la ropa, su choncha se comió el jabón. A la mañana siguiente la queja de otro vecino molesto diciéndole a mamá que su puerca le había atracado la despensa subterránea donde guardaba la yuca, esa y muchas quejas obligaron a que mamá mandara a construir un corral parar Yayita. Ahora en su nueva casa no paraba de protestar con sus chillidos todo el día, hasta la llegada de mamá para que le permitiera salir. No sé si fue por el encierro, pero ahora surgía una queja diferente:Yayita había decidido hacerles compañía a los caballeros elegantes que por las tardes les galanteaban a las damas en el parque. Nuevamente se escuchaban voces gritar: señora Dora su puerca quiere morder a mi novia; y la algarabía de la gente con gritos y risotadas alegando que había dos chicas peleándose a don fulano, algarabía que terminaba cuando mi mamá salía acompañada de la vara de totumo y la ajuiciaba con dos pencazos no del viejo Rafael si no de la vieja Dora, y la picara Yayita corría a refugiarse en a una de sus zanjas.

Yayita se volvió el centro de atención de muchos en el barrio; en las parrandas siempre buscaban emborrachar a novatos que luego paseaban por el frente de la casa de mi madre en espera de que Yayita saliera para sentarlo en la silla del parque y dejarlo en compañía de la cerda, y de esta manera convertirlo en el asma reír del momento. Tales hechos aumentaron las preocupaciones de mi madre quien temerosa que le robaran su mercancía rezaba con fervor para que pronto llegara el tan anhelado diciembre, mes para el cual estaba destinada la venta de Yayita; mientras que desde mi cama yo le pedía a Dios que nunca llegara diciembre, sabía que con su llegada sería el fin de Yayita, esa compañera incondicional y cómplice de muchas de mis travesuras que sin duda alguna su inevitable partida iba a dejar un gran vacío en mi corazón …

Sin afanes ni apuro llego diciembre, cargado de brisas esperanzadoras y melancólicas canciones… recuerdo que casi finalizaba la tarde cuando escuche gritar a uno de mis hermanos que había llegado “el mata puercos”, todos corrimos a tratar de entorpecer la labor de aquel hombre llamado Martin segundo a quien debido a su desagradable oficio apodaban “mata puercos”. Pero nuestro improvisado plan se disolvió en el intento ante la radiante presencia dedoña varita de totumo; impotentes y con lágrimas en los ojos solo mirábamos desde la ventana y escuchábamos los ensordecedores chillidos de Yayita mientras la amarraban de las cuatro patas, para subirla en una báscula y luego conmucha dificultad la subieron a un carro, mientras el carro iba en movimiento sentíamos como se alejaba y poco a poco el chillido se hacía eco hasta reinar el silencio… pareciera ser que todo el barrio se hubiera confabulado para hacer más de una docena de minutos de silencio por la triste partida de la cerda quien en vida respondiera al nombre de Yayita…

A la mañana siguiente se escuchaban los pregones agudos de alguien que decía:” llegó el cerdo fresco, llegó el puerco tierno y jugoso”, palabras estas que estropearon el apetito de todos, dándole paso a la compañía de la afonía y la melancolía, quienes se enaltecían de ser las damas de compañía del momento. Ese día Martin segundo se cansó de gritar a mi madre quien siempre encargaba las garras de cerdo para preparar sus deliciosos y apetecidos frijoles con garra, pero sus oídos se ensordecieron, al mirar desde la hamaca en la que me muy lentamente me mecía observé a la vieja Dora sentada en un antiguo tronco lavando y dando manduco a la ropa con la voz enmudecida, tratando de ocultar su tristeza porque en el fondo ella le había adicionado otro valor a la mercancía, un valor invaluable que no se recomienda para comercializar…

A la fecha, Yayita rompió con la tradición familiar de comprar un cerdito a principio de año para venderlo al final, esta modalidad de ahorro no se volvió a utilizar en casa de mi madre y ella nunca dio una explicación del porqué… de Yayita hoy quedan las inolvidables anécdotas que suelen contarse en las tertulias familiare.

Nilsa Peñaloza Gonzalez

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