Las luces se apagan y se prenden. Titilan al compás de una melodía macabra que me vuelve loco.
Las aves afuera cantan esas terribles melodías que esconden mensajes oscuros mientras ven los cadáveres esparcidos por el campo de batalla.
¿Quién fue el loco que dijo que las lechuzas eran brujas? ¿Qué demente dijo que los gatos negros daban mala suerte?
Su túnica oscura es lo único que se ve cuando cae el sol, llevándose consigo cualquier cosa que encuentre por el camino, sin dejar de hacer ruido con sus huesudos pies.
-No mataras a nadie-le había dicho alguna vez un hombre viejo, barbudo y flaco.
No lo escuchó y mientras que el aire se lleva el olor a putrefacción la luna veía como en el otro horizonte no solo se venía otra nueva guerra.
El cielo me contaba un secreto esa noche, oculto en las millones de estrellas que lo iluminaban. No era algo que me hacía feliz, tampoco me entristecía, yo solo sabía que el sueño ya había terminado.
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